Entre tequila, fotos y (no tantas) risas [pasado]

Después de haberme colado en un crucero en la zona de equipajes, por fin había tocado tierra. Esto debía de cambiar de una manera u otra; un navegante, quizás una embarcación, si el cielo me sonreía ambos, pero necesitaba dejar de estar subiendo de barco en barco sin rumbo alguno. Agarré mi saco con mis cosas y mis dulces, vaya espectáculo parecía el puerto en el que había desembarcado, la noche reinaba ya en esa isla, pero al contrario de lo que esperaba la noche no. Miles de luces alumbraban el camino del puerto hasta la ciudad, los verdaderos tripulantes del crucero bajaban con sus mejores ropas y se dejaban guiar entre risas por la vereda iluminada. Una bella joven bajó sin compañía en un precioso vestido azul que reflejaba todas las luces del camino, su cabello suelto era encantador. Volteé a ver mis prendas, algo desgastadas, no podía acercarme a ella con mi ropa usual.

-Buah, ni que estuviera tan guapa- bajó un hombre con una botella de licor en su mano, balanceándose de un lado a otro. -Seguro tendré más suerte con las mujeres de aquí- dijo lleno de confianza.

-Lo siento amigo, la oportunidad la tendré yo- le dije al oído.

Tomé unas mis espadas y golpeé con el mango de ella su nuca, el hombre quedó inconsciente, lo tomé en brazos antes de que pudiera hacer ruido su caída y lo cargué a la parte trasera del barco. Tomé prestada sus ropas, el pantalón de vestir me quedaba algo largo, pero con un dobladillo nadie lo notaria, tomé también su camisa color azul y un cinturón café con incrustaciones que parecían de algún metal precioso. Pensé en tomar el saco de igual manera aunque el pobre sujeto podría pasar hipotermia y tampoco es que quisiera  muertos ahí, por lo que que decidí amarrarlo de pies y manos con un cable roído que había encontrado en el barco. Me puse en marcha por la vereda luminosa.

-Vaya, casi lo olvido- rasgué un pedazo de su saco y se lo puse en la boca. -Será mejor que no hables, estaría en problemas si me descubren.

Mi misión era clara, encontrar a aquel bombón de vestido azul entre aquel mar de gente, confiaba en que nuestros destinos se cruzarían en aquella ciudad que parecía no dormir.  Sin más dilación tomé un caramelo de menta, parecía el adecuado para la situación, y me puse en marcha lleno de confianza para cumplir mi objetivo.Todo parecía perfecto, aunque quizás un cigarro podría mejorarlo un poco más, pensé.

Pasaron unos días desde que la enviaron allí, a esa isla que parecía salida de un sueño con fiestas diarias y festivales por doquier. Cuando se presentó a la alcaldeza para ayudar, esta parecía algo confundida de ver a una marine, pero recordó que llegarían algunos barcos de turistas y le hacían falta policias porque algunos se encontraban de resaca.

Le prometieron licor y le regalaron una gorra verde para hacer su trabajo, claro que no le dijeron a que hora debía estar en el puerto y cuando llegó al mismo los pocos policias se encontraban desbordados de trabajo, la senda luminosa repleta de personas y los turistas impacientes. Corrió hacia ellos, no por la situación, si no porque sus ojos cazaron a una bella mujer de vestido azul a la cual la mink no tardó en abordar para el cacheo.

La oscuridad de la noche podía camuflar algunos toqueteos de más por parte de la mink, quién pese a todo no tardó mucho en concluir que todo estaba correcto y chequear el pasaporte de la mujer para asegurarse que todo estaba en orden. Tenía autoridad con aquella gorra verde y su uniforme de marine, pese a que los demás compañeros de oficio iban todos de verde ella portaba una placa en su chaqueta que le daba permiso por la propia alcaldeza.

—Todo en orden, disfrute de la noche señorita... oh y búscame en unas horas si quieres pasarlo bien sin tantas luces.—

Se despidió la mink agitando su mano, mientras la mujer se retiraba tímidamente, Berry se giró hacia un compañero y guiñó su ojo.

—Creo que le gusté.—

Susurró de modo pícaro mientras se daba la media vuelta y continuaba su labor, esta vez poniendo mayor empeño. Tras unos minutos las personas comenzaron a salir cada vez más rápido, Berry era alguien dedicada y teniendo en cuenta los premios, la fiesta y que aquel bombón la esperaba aumentó el ritmo de trabajo a un punto que rozaba la perfección.

Los policias estaban sorprendidos, era el mejor servicio en meses y aquella zorra humanoide había sido como una salvación para desatascar el problema del flujo de personas hasta la isla. La senda luminosa ahora parecía una calle más que conducía a la inmensa ciudad y la gente se había dispersado entre los edificios, tiendas, y otras atracciones.

Estaban haciendo los últimos recuentos cuando observaron a un sujeto que venía desde el barco, con ropas formales una camisa azul y un opulente cinturón que valdría más que cualquier salario de los policias. La mink hizo sonar su silbato, haciendo que en lugar de la típica bocina saliese un chirrido insoportable que hizo a los policias taparse los oídos.

—Pasaporte por favor señor, y luego le pediré que se aparte un poco para un cacheo. Aunque sabemos que eso le encanta, después de todo no siempre una belleza como yo hace eso por alguien que luce tan bien.—

Berry no tardó en abordar al hombre irguiendo su cuerpo y alcanzando su altura de metro ochenta, destacando sus curvas gracias al uniforme y enseñando la placa que le daba autoridad colgando cerca de su escote. La mink sabía aprovechar su cuerpo, sus modos y su propio carisma para hacer del trabajo algo disfrutable. Sus dos compañeros se colocaron a ambos lados del hombre, por si algo no salía bien, parecía ser el último de la noche y querían cerrar todo con broche de oro.

Caminaba lleno de seguridad, dando pasos largos y apresurados, tenía que encontrar a la preciosa dama de vestido azul. Me encontraba tan inmerso en mis fantasías, imaginando como hablaría con ella, que no me di cuenta que había un retén de seguridad a la entrada de la ciudad hasta que fue demasiado tarde para evitarlo. En la entrada del operativo se encontraban varios oficiales vestidos con un uniforme verde aburrido, pero entre todos los guardias destacaba una exorbitante figura, se trataba de una, una... ¡¿una zorra, una humana, una zorra humanoide?! No podía mentir, era bastante guapa, el único punto que no me hizo sentido fue que... bueno, podrían entenderme, jamás había visto una criatura con esa forma y así de atractiva.

-Pasaporte por favor señor...- se puso frente a mí, no pude evitar bajar ligeramente mi mirada para ver su medalla, claramente sólo su medalla, me quedé mirando un rato más. -no siempre una belleza como yo hace eso.

Claro, estaban revisando a todo aquel que quería entrar... ¿pasaporte, este sujeto traía pasaporte? Me apresuré a buscar en los bolsillos de su pantalón, se sentía una cartera, rápidamente saqué la billetera y comencé a revolverla de lado a lado, aquel sujeto estaba cargado de billetes, pero no tenía una identificación por ningún lugar. Lancé una sonrisa nerviosa. Llegó a mi  mente otra preocupación, ¿y las espadas, cómo diablos podría explicar que traía un par de espadas a una isla que al parecer destacaba por su ambiente de fiesta?

-No rec...- Mi mente se iluminó por unos segundos, de algo tenía que servir haber sido comandante en la armada de mi isla, estaba seguro de que cargaba con la credencial que me reconocía como tal, quizás por la nostalgia o para recordar mis propósitos, pero la cargaba encima, ¡bingo! -Aquí está, oficial. Entiendo la necesidad de hacer esto, alguna vez pasé por lo mismo- agregué mientras sonreía y le enseñaba mi identificación que me acreditaba como comandante.

Berry continuaba con sus deberes, el hombre al parecer se tomaba mucho tiempo en observarla, algo normal ya que ella era en exceso guapa y exótica. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó al momento en el que finalmente el hombre comenzó a rebuscar en sus pertenencias lo solicitado, la zorra aprovechó para mirar a su alrededor. Divisó a lo lejos a una figura a la cual hizo señas, para luego llamarle con su voz.

—No te quedes tan lejos o las luces podrían empañar las fotos. ¿Eso es una cámara no? Ven, toma mis mejores ángulos por favor.—

La mink no tardó en posar de diferentes formas, algunas sugerentes, otras divertidas mientras el último pasajero seguía rebuscando entre sus miles de cosas de la billetera. No era inusual que Berry se tomase libertades, después de todo sus otros dos compañeros se aseguraban de vigilar que nadie se moviese del sitio hasta que ella diera el visto bueno. Finalmente dejó de posar cuando escuchó al hombre mencionar que había encontrado el pasaporte, aunque lo que le entregase fuese más una identificación.

—Oh, un oficial. ¿Viene a vacacionar? Puedo enseñarle los lugares de la isla luego de esto, ya entiendo tiene permiso de portar armas por su oficio aunque esta ciudad nunca pasa nada. Debe relajarse un poco, recuerde que todo lo que queremos es que prosiga la fiesta.—

Berry revisó los datos y comparó los rostros de la foto, no había nada sospechoso y el sujeto no aparecía listado en ninguna lista de recompensas conocida por el poblado. Sonrió devolviendo el pasaporte tras contrastar la información con uno de sus compañeros.

—Todo en orden, solo recuerde renovarlo en unos meses porque ya casi se vence. Ahora si me permite proseguiré con el cacheo. ¡Espero que tomes buenas fotos de esto!—

Gritó a la otra figura mientras comenzaba a palpar el cuerpo del hombre, en busca de algún tipo de contrabando o sustancia ilegal, ya que las espadas estaban dentro de lo permitido al tratarse de alguien militarmente formado. Sonrió sintiendo el cuerpo del sujeto, sin dudas lo estaba disfrutando, dedicando lentas caricias entre algunos palmeos rutinarios cosa que para ella era lo mejor de su oficio. No siempre podía sentir tantos cuerpos bonitos y bien formados sin que le recriminasen por ello, de hecho estaba pensando en repetir el trabajo de ser guardia portuaria solo para tener muchas más oportunidades de conocer nuevas personas.

—Todo limpio, disfrute de su estadía.—

Finalmente Berry y los oficiales prepararon un pequeño documento del tamaño de un cheque y sellaron la entrada del hombre a la isla, dando una copia como comprobante por si había algún problema más adelante.

—Si sucede algo, muestre este documento a otros oficiales que puedan creer que se saltó el control. También puede mostrarlo en los establecimientos para que le garanticen un hospedaje.—

Indicó la mink para luego estirarse y rascar sus orejas, el turno había terminado y tras concluir el cierre del puesto se despidió de los oficiales y volvió hasta ambas figuras con las que se había topado simplemente para ver si lograba sacarles algunos tragos gratis o una comida exclusiva.

—¿Y bien tienen algo que hacer hoy? Quisiera ver esas fotos que me has tomado, también si gustan invitarme a comer algo estaré más que contenta.—

Se aferró suavemente al hombro del oficial que había cacheado mientras movía su cola y presionaba suavemente su cuerpo contra el hombre. A la par que hacía señas al fotógrafo para que les tome una foto juntos, no todos los días contaba con una sesión de fotos totalmente gratis y pensaba aprovecharla para presumir luego con sus superiores. Una vez fuera de su trabajo, la mink parecía haber alivianado un poco su expresión y ahora solo buscaba divertirse como todos los demás en la isla.

Un curioso fotógrafo se acercó a la oficial de pelaje negro y comenzó a tomarle fotos en una cantidad ridícula de poses, aquella mujer parecía disfrutarlo... aunque no más de lo que parecía disfrutar el cateo que me estaba realizando. La zorra humanoide comenzó a revisar y palpar lugares que ni yo mismo imaginaba que se pudieran guardar u ocultar mercancía ilegal; disfrutaba el hecho de ser manoseado por una chica guapa, pero eso era quizás ya demasiado. Le solté una sonrisa nerviosa. La mujer dio el visto bueno a mi estadía en la isla, parecía que todo había resultado limpio en ese extraño cateo. Me apresuré con paso largo a internarme a la jungla de luces para alcanzar a la preciosa mujer de vestido azul, aunque había perdido algo de tiempo en la inspección y cambiándome de ropa con el sujeto que había noqueado, podría estar aún a tiempo de tomar unas copas con ella. Mientras iba por la vereda me encontré al fotógrafo, íbamos hacia la misma dirección.

—¿Y bien tienen algo que hacer hoy?- dijo la oficial de pelaje negro mientras me tomaba del hombro y hacía señas al fotógrafo.

No voy a negar que, en efecto, aquella zorra humanoide era bastante guapa y su cuerpo exorbitante, pero parecía tener una personalidad desbordante, no creíq que fuera capaz de manejarla yo solo, pero tampoco quería ser grosera con ella, porque recalco que era muy guapa. Antes de que pudiera decir cualquier cosa el fotógrafo se escapó del plan con una excusa muy buena, tomar fotos de la apertura del festival, lancé una mueca rara.

-Claro que me gustaría, pero... -necesitaba pensar, no quería ir solo con ella y si -la verdad es que estoy aquí por una investigación -¿una investigación, en serio? Esa mentira no podría convencer a nadie o quizás -tengo sospechas de que un criminal de mi isla está aquí -eso estaba mejor pensado.

No, por supuesto que esa no había sido una buena mentira, siendo ella una oficial lo más lógico era que ella se encargara de la seguridad de su isla. En un último intento de no pasar solo la noche con la zorra de pelaje negro volteé a ver al fotógrafo.

-Y la verdad es que necesito también de alguien que pueda captar la evidencia del criminal- dije mientras jalaba suavemente de la playera de aquel chico. Esperaba que semejante cuento fuera suficiente para convencer a ambos.

Al parecer ambos hombres intentaban huir de las garras de la mink, claro que aunque se mostraban un poco reacios a intentar pasar tiempo con ella no podían rechazarla simplemente poniendo excusas. Uno con la excusa de las fotos y otro con una especie de misión secreta. Pronto los tres habían quedado inmersos en un asunto serio, buscar a un criminal, potenfialmente peligroso si era de aquellos que escapaban a otra isla por temor a enfrentar las consecuencias. La mink levantó sus orejas como antenas y observó con sorpresa la confesión del hombre, ahora tenía sentido el hecho de ir armado y el nerviosismo durante el cacheo.

Tener una tarea de tal calibre entre sus manos, o mejor dicho garras, hizo que la mink tomase una postura seria mientras movía la cola de lado a lado emocionada por la idea de estar en una misión encubierta, no todos los días podría involucrarse en una. El problema es que ella para nada era una espía, sus planes siempre involucraban un enfrentamiento al final y en cuanto al sigilo no era su fuerte, incluso en los cuarteles decían que muchas veces golpeaba primero y preguntaba mientras golpeaba. Si bien tenía un buen olfato, no podía hacer mucho más para localizar al criminal. Al menos no con tan poca información, por lo que decidió trazar una ruta a seguir para defender a los civiles y no perder mucho más tiempo en un lugar tan expuesto.

—Hmm, esto es grave. Debemos actuar con cautela para no alertar a los civiles, ellos deben pensar que todo sigue su curso. Si tuvieras algo de ese criminal podría usar mi olfato y rastrearle. Supongo que deberemos iniciar con lo básico, si te han enviado debieron darte una ruta de interés o algún suceso que les alertó de su presencia. ¿Drogas? ¿Asesinatos? ¿Atentados? Necesito saber más sobre ese sujeto, ver si su nombre figura en los carteles de recompensa. El mejor lugar para empezar es la taberna, muchos turistas pasan por ahí y los dependientes sabrán orientarnos.—

El tono serio de Berry contrastaba con su actitud juguetona y como lamía su pelaje mientras desplegaba un importante abanico de informacion trazando un plan a seguir. En la taberna local estaba el tablón de recompensas y también era un lugar donde la información era servida en las mesas. Por lo general, no se necesitaban sobornos para obtenerla y con la belleza natural de Berry aquello se solucionaría sin gastar una sola moneda.

—¿Vendrás? Eso es genial, podremos tener todo recopilado en las fotos si nos llegamos a olvidar algo, incluso tu ojo entrenado puede fijarse en detalles. Además ahora que los tres conocemos sobre esto es mejor continuar unidos, podría ser que ese criminal enviase matones si nos separamos mucho.—

Berry habló al fotografo crujiendo sus nudillos y estirando su cuerpo a la par que avanzaba tomando a ambos de la mano en dirección a la taberna sin dejarles mucha opción más que seguirles el paso.

—A todo esto, me llamo Berry. ¿Ustedes? ¿Debemos usar nombres en clave como los espías? En ese caso soy la agente B.—

Comentó guiñando su ojo y señalando la puerta de la taberna con ambas manos, había sido una caminata corta, aunque el lugar parecía que se llenaría pronto si no se daban prisa. La mink aguardó a sus compañeros, el militar era el que decidiría como proseguir, después de todo él los metió en semejante asunto.

Aunque a regañadientes, aquel fotógrafo llamado Gold aceptó unirse a nosotros en la búsqueda de aquel criminal falso... bien, había conseguido que un fotógrafo de un famoso periódico y un marine me ayudaran en mi búsqueda de un criminal imaginario. En mi mente me imaginaba a aquel bandido como alguien imponente, un gran enemigo que había traicionado a su país, quizás sólo me estaba reflejando.

-KURAJAJAJAJAJAJA -no pude evitar lanzar una carcajada por el comentario de Gold- es cierto agente B, llamarnos por el pronombre agentes podría alertar al gran criminal y pudiese acabar escapando -seguía construyendo mi mentira- yo soy... -no sabía si usar mi nombre real, quizás podría inventar uno, pero recién había revisado esa chica zorra mi identificación, sería aún más sospechoso- mi nombre en clave para esta misión será el dulce dinosaurio o doble de, si así lo prefieren -yo mismo me estaba preguntando cómo es que tantas ocurrencias pasaban por mi cabeza.

Berry nos jaló a los dos camino a la taberna diciendo que yo les podría decir ahí como proceder, mi mente comenzó a llenarse de preguntas sobre cómo llevar aquella investigación imaginaria sin que resultara sospechoso, me quedé sin tiempo para seguir elaborando mi mentira porque habíamos llegado en un abrir y cerrar de ojos a la taberna, quizás unos tragos ayudarían a llevar la investigación a mejor lugar. Entrando al establecimiento encontramos un tablón enorme con carteles de "se busca" encimados unos con otros, mis ojos comenzaron a escanear rápidamente todos los anuncios, estaba en búsqueda del criminal más enclenque que pudiera para terminar rápido con el asunto y poder disfrutar un poco del festival. Uno, con sombrero, uno con muchas pistolas, estaba aquella con cara de psicópata y...

-Este, es este sin lugar a dudas -les dije a ambos mientras señalaba un cartel- estoy seguro que es este.

El cartel mostraba a un sujeto rubio de complexión delgada y con unas ojeras tan grandes y oscuras que parecía un mapache ya. Aquel sujeto no podía ser nada fuerte, incluso su recompensa no tenía muchos ceros en ella, parecía el chivo expiatorio para terminar por fin aquella atroz mentira.

- El güero Castellán, eh -dijo un borracho que salió de la nada con varias copas encima- lleva cometiendo innumerables robos y la guardia no lo logra atraparlo nunca, hip -balbuceó mientras volteaba a ver el voluptuoso cuerpo de Berry- pero es que estos son unos inútiles, hip.  

Di un vistazo de nuevo al cartel del güero Castelán, los ceros asignados a su cabeza ascendían a seis.

Berry suspiró ya que no era necesario que el fotográfo luchase, simplemente debía tomar fotos de los hechos e incluso le estaban dando material para vivir unos meses sacando la noticia por partes. Al escuchar al otro hombre asintió que el hecho de usar una palabra como agente era demasiado notorio, sin embargo al escuchar el nombre del Dulce Dinosaurio no pudo resistirse a bromear un poco.

—¿Dulce Dinosaurio? Entonces debajo ocultas un dinosaurio que es dulce... ¿O acaso eres dulce cuando las luces se apagan? Tal vez no sea tan malo domar a un tímido y a una bestia...—

Claro que la mink no olvidaba de incluir al tímido en su lista de piropos, incitando a que ambos cayeran ante sus encantos exóticos. Luego tomó una postura más seria si es que eso fuese posible, cruzando sus brazos y levantando sus orejas como antenas.

—Descuida Gold, no deberás pelear solo sacar unas buenas fotos mías. Para pelear estamos el oficial y yo, no dejaremos que nada te pase y supongo que podrás esconderte en un barril o algún cajón si es que por desgracia quedas en medio de la trifulca. Proteger a los civiles es mi prioridad y puedes confiar en mi palabra cuando digo que volverás sin un rasguño.—

Berry levantó su pulgar al fotográfo mientras le dedicaba una amplia sonrisa, su mirada transmitía confianza y a la vez se notaba que estaba dispuesta a protegerle con su vida de ser necesario ya que era un civil joven que tenía mucho futuro por delante.

Siguió al grupo a la taberna, observando el cartel que le enseñaban y escuchando al borracho. Parecía ser el típico bandido que andaba por ahí recién forjando su reputación, claro que pudo comprar un indulto a los policias y construirse una reputación nueva por lo que la mink no vió nada sospechoso en su elección.

—Entiendo supongo que su recompensa actual no refleja su peligro real, si es buscado en otros sitios podría ser necesario planear bien nuestros pasos.—

Claro que no podrían hacerlo frente a todos y el solo hecho de entrar mirar la recompensa sin más suponía la posibilidad de alertar a alguno de sus informantes. Berry suponía que era una amenaza y la tomaba como tal, creyendo en que podría haber espías ocultos pese a que el cartel dijese que era un mero bandido incompetente.

Observó a una banda tocando en el local e hizo un gesto a los dos hombres para que planeasen algo mientras ella se encargaba de llamar la atención de los clientes, para así ocultar las intenciones de su grupo. No se hubiese tomado tal molestia por un criminal menor pero esto era una misión de alta complejidad y por tal motivo subió al escenario para cantar.

—Esta canción va dedicada a todos los que alguna vez vieron a una chica linda por ahí, en una noche de esas de fiesta. ¡Vamos banda!—

Los músicos comenzaron a tocar mientras la mink captaba la atención de los presentes, quizás por su cuerpo, tal vez por su belleza o solo por ser una zorra humanoide bastante extraña en aquel lugar y el mundo en general.

—Oiga, que le parece esa zorra la que anda bailando sooolaaa me gusta para mí. ¡Beellaaa! Ella sabe que está buena, que todos andan mirandooola como baiiilaaa.—

Pese a su aspecto su voz era bastante bonita para cantar y muchos clientes comenzaron a centrarse solo en su canto ignorando a los hombres que veían los carteles. Su plan marchaba sobre ruedas y claro su actuación, baile y algunas piruetas improvisadas ayudaban a crear una atmosfera atrapante.

—Me acerco y le lanzo todo un verbo, tomamos tragos sin peros solo tentacioooon. Le dijeeee "voy a conquistar a tu familia que en unos días vas a ser miaaaa" me dijoooo "que estoy muy loca pero le gusta que ningun otro como yo actuaaaa"—

Las trompetas y guitarras sonaban mientras el bar se transformaba en una fiesta, Berry sacó su lengua mirando a doble d y Gold, esperando que estuvieran aprovechando aquellos minutos de soledad y distracción para formular un buen plan.

—B y Doble de. ¡De la grand line para el mundo! Para todas las personas guapas del mundo. ¡Cachín!—

Alzó una copa para brindar con los clientes al ritmo de la música, todavía podía continuar un poco más, levantó dos dedos en dirección a los hombres haciendo una seña preguntando si era suficiente o deseaban un poco más de tiempo. Aunque debido a la distancia la mink dudaba si podrían interpretarla correctamente, en todo caso la estaba pasando bien cantando y brindando un poco de felicidad a aquella taberna triste y callada.

Vaya, me había metido en todo un embrollo para disimular que había tomado las ropas de un tripulante, ¿en qué momento se me había ocurrido empezar un juego de cazarecompensas? Pero bueno, lo hecho hecho estaba y zafarme de esa situación sería aún más sospechoso que este bizarro acto. ¿En dónde podríamos encontrar una pista sobre ese criminal? Si se dedicaba a saquear y robar, esta noche de festival sería perfecta: seguramente habría muchas tiendas sin vigilancia por el evento principal. Me acerqué con Berry para preguntarle por las potenciales tiendas. No sin antes pedir un buen tarro de cerveza para no desencajar del lugar.

-Agente B -dije tratando de contener la gracia que me causaban nuestros nombres clave- ¿hay alguna joyería o una tienda de gran valor por aquí? Sospecho que podría atacar una de estas durante la noche del evento -dije mientras daba un trago a mi tarro.

El ambiente de ese bar era bueno, la gente bailaba y bebía sin cesar, alguno que otro borracho se iba a la esquina del bar para vomitar el exceso de alcohol en sus cuerpos. Gold y Berry parecían disfrutar mucho también de aquel ambiente. Pensé por un momento en seguir disfrutando el ambiente, acabarnos la cerveza y al otro día continuar con aquella mentira que les había dicho, parecía que la zorra humanoide podría aceptar ese trato. Mientras disfrutaba el último trago de mi cerveza, se escuchó el grito agudo de una damisela en apuros.

Un sujeto de cabello desordenado y oscuro apuntaba con un sable a una mujer en visible estado de ebriedad cerca de la entrada al lugar, las ropas del atacante estaban rotas y eran algo raras. Tomó a la chica del cuello y señaló con su sable a toda la multitud que aún no se daba cuenta del acto.

-¡Cabrones! -gritó mientras una decena de hombres armados con espadas y pistolas entraban al bar- ¡Tienen la suerte de darnos todos sus bienes, este bar está ahora en posesión de los Bandidos Salvajes! -el hombre recorrió la cara de la mujer con su lengua- ¡Y también la alcadesa pronto será tomada! JAJAJAJAJAJA

Me había metido en todo un problema, pero no iba a dejar que una chica fuera violentada por aquel sucio bandido, tampoco iba a darles mis pertenencias, puñado de cabrones. Me puse en posición de combate, desenfundé una de mis espadas y me preparé para entrar en combate, esperaba que la agente B estuviera lo suficientemente sobria como apoyarme en este pequeño combate.

Berry estaba apunto de responder pero entonces todos aquellos hombres ingresaron a interrumpir la fiesta, rápidamente la mink dejó de actuar como una ebria loca y se puso frente a los civiles. La prioridad era que no hubiera ningún herido, en una situación con rehenes debería actuar con cabeza ya que no se podía permitir que esa mujer saliese herida. Se giró para observar a los civiles e hizo una seña al tabernero de que abriese la escotilla que bajaba al sótano antes de tomar la palabra y llamar la atención del grupo de bandidos. Mientras se concentrasen en ella estarían bien, esgrimió una sonrisa usando una potente onda de choque desde su palma que desarmó a los hombres que portaban armas de fuego y los mandó a volar por los aires y estrellarse contra la pared, aprovechando ese momento de sorpresa para dar sus instrucciones.

—¡Gold! Lleva a los civiles al sótano y salgan por la parte trasera, rápido todos atrás de la barra, con calma y carguen a los borrachos sigan al muchacho de la cámara. Doble D te encargo a los que tienen sables, yo me ocupo de rescatar a la chica.—

Y sin perder tiempo Berry utilizó su velocidad para pasar a través de los bandidos con armas filosas y usar su puño para golpear el sable de quien parecía el bandido, un golpe de tal magnitud bastó para agrietar el arma de pobre calidad que empleaba, mientras que con un firme agarre separó a la mujer del bandido y la colocó en un lugar seguro tras de sí.

—¡Rápido corra hasta la parte trasera!—

Ordenó la mink comenzando una batalla de distracción contra el jefe de los bandidos mientras la mujer se arrastraba por el suelo buscando el camino de regreso hasta el improvisado refugio. Tras intercambiar unos golpes, la zorra se giró nuevamente para contemplar lo que estaba sucediendo, la mayoría de civiles seguían evacuando y los otros bandidos no parecían poner en desventaja a su compañero de armas por lo cual podría centrarse plenamente en aquel sujeto al haber noqueado a la mayoría de hombres con su primer golpe.

—Lamento decirte esto pero nadie se llevará algo más que una paliza. ¡Trata de dejarlos vivos nos pagarán mejor si los entregamos para que sirvan de algo a la comunidad!—

Suspiró volviendo a cargar contra el bandido logrando dar un fuerte puñetazo a su costado, evadiendo los cortes que este intentaba con su sable, como pensaba el criminal no parecía la gran cosa y poco a poco su ventaja se hizo evidente con otro golpe bien colocado a la mandibular. Esperaba que las tareas de evacuación y el combate del militar no se extendieran más de lo necesario, necesitaría bastantes manos para esposar a todos tras el combate o al menos los que quedasen vivos, si ese criminal era famoso seguramente pagarían mejor siendo apresados que entregarlos muertos era una isla festiva después de todo y el asesinato daría mala reputación.

El fotógrafo, aunque no era el mejor combatiente, ayudó a la evacuación de la gente en el bar como la agente B se lo había dicho al mismo tiempo que capturaba con su cámara las imágenes de la pequeña trifulca. La zorra humanoide por su parte se encargaba hábilmente de los pobres bandidos que se les ocurría pasar frente a sus narices, ella era bastante fuerte, pero los criminales no parecían más que asaltantes de medio pelo.

Una vez que los rehenes estuvieron asegurados, desenfundé una espada y cargué en contra del primer bandido que estaba frente a mí. Con un preciso tajo horizontal de mi mano derecha rompí fácilmente su guardia y asesté un corte que lo dejó rápidamente fuera de combate. Tenía razón, los bandidos eran apenas unos ladronzuelos sin entrenamiento, sus habilidades eran tan pobres que daban pena. Con un baile de cortes comencé a blandir ambas espadas acertando tajo tras tajo, la sangre salpicaba en el piso y, recordando que Gold estaba capturando todo, lancé mi último corte dando un pequeño giro. Limpié la sangre de mis espadas sacudiéndolas y las guardé fanfarroneando ante la cámara.

-Agente B -dije tras terminar mi parte del trabajo- ¿crees que haya más de estas basuras rondando el pueblo? Con este nivel de pelea no creo que puedan causar muchos problemas, pero... -comencé a pensar en la tragedia que resultaría si la chica del vestido azul resultara herida en una pelea- Las chicas guapas, quiero decir los más débiles, podrían resultar heridos con las armas de estos inútiles. No sé si su amenaza de estar en toda la isla sea cierta.

Me acerqué al mostrador del bar y tomé una botella de tequila, esperaba que el dueño no sé diese cuenta cuando volviera. Me serví en un pequeño vaso y me lo pasé de un trago, sentí el ardor en mi garganta. Después tomé una paleta de mi bolsa para aliviar el trago de licor con algo dulce.

-Bueno, tú eres la encargada aquí agente B, creo que ha pasado a ser más importante este ataque pseudoterrorista -la paleta era de cereza y estaba muy buena.

Para su fortuna tanto Gold como doble D siguieron sus indicaciones, momentos como esos hacían que Berry se sintiese como toda una superior al mando de sus camaradas. Si es que estos fueran marines, trató de alejar a Gold de todo peligro pero igualmente este se había involucrado para ayudar a una chica. Si alguno merecía una cita o recompensa tras el ataque era el fotógrafo simplemente por su valentía.

Una vez reducidos todos los hombres, en especial el bandido lleno de moretones y rostro hinchado que Berry mantenía colgando desde el cuello de su camisa, el militar había comentado algo sobre un posible ataque a gran escala. Dudaba que unos criminales de poca monta pudiesen cargar con una tarea así pero descartar la idea podría ser mortal. Además se suponía que eran agentes de la ley buscando destapar un gran plan.

La policía local se hizo presente con sus uniformes verdes, llevando esposados a los perpetradores mientras le pagaban al dueño del bar para no mencionar nada de lo acontecido. Era malo para los festivales, si bien también les pagaron a los tres por sus servicios, la mink todavía seguía pensando en las palabras del dino.

—Gold, me alegra que no te hayas lastimado y fuiste muy valiente a la hora de evacuar a todos. Te mereces la paga y una cita luego, pero ahora deberíamos comprobar lo que dijo el dino, sé que pronto se dará una procesión central en la plaza y deberíamos asegurarnos que no ataquen mientras se lleva a cabo. Además es una fiesta ceremonial muy buscada por los fotógrafos y conseguí boletos para verla desde el mirador.—

Así la mink guió a ambos hombres por la ciudad, mientras se dedicaba a olfatear y caminar en cuatro patas, buscando rastros de un aroma desconocido o un criminal escondido entre los edificios. Llegaron a un edificio gigantesco, ante lo cual la mink comenzó a perseguir su cola emocionada haciendo temblar el pequeño elevador que los transportó hasta la cabina principal.

Desde la altura la ciudad nocturna parecía una mezcla de luces parpadeantes y en el centro de la misma se encontraba una arena circular. El fuego se aglutinaba en una hoguera, cuyo fuego cambiaba de color al momento en el cual los bailarines danzaban y arrojaban un polvo colorido a este.

Berry se encontraba con la lengua fuera, pegada a los prismaticos mientras una caravana de hombres altos y con túnicas de varios colores iniciaban una procesión alrededor de la hoguera.

—¡Ya empezó! ¡Miren miren!—

Exclamó la mink mientras los hombres golpeaban largos bastones contra el suelo y una música tribal inundaba el ambiente, según tenía entendido esa era una de las fiestas más importantes del lugar y desde aquella altura tenían vista de todo incluidos los turistas. Si bien la mink desviaba la mirada cada tanto para contemplar si algo fuera de lo planeado se gestaba, el movimiento de su cola indicaba que estaba disfrutando realmente de la fiesta.