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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Miér 1 Nov 2023 - 1:25}

Ingrid Bjorndóttir, una figura imponente en la majestuosa isla de Elbaf, era ampliamente reconocida por su intrépido coraje y su compromiso inquebrantable con la causa de la resistencia contra los temidos Piratas de Kepler. Estos despiadados invasores constituían una amenaza constante para su querido pueblo, cuyas vidas y tradiciones ancestrales estaban en peligro de extinguirse en las garras de la opresión. Desde la más temprana infancia, se dedicó con fervor y pasión a entrenar sus habilidades y técnicas en el arte de la guerra. A medida que crecía, su imponente estatura y su destreza sobresaliente la convertían en una alumna aventajada de su pequeña comunidad, lista para el día en que tendría que defender su hogar y herencia con valentía. A pesar de atravesar una adolescencia en la que desafió las normas establecidas y cuestionó su lugar en el mundo, cuando finalmente le permitieron unirse al campo de batalla por primera vez, no dudó un instante en ir en primera linea. Aunque una parte de su ser sentía un profundo pesar al enfrentarse a sus propios compatriotas, estaba decidida a luchar por la libertad y la seguridad de su pueblo. En Elbaf, una tierra donde los dioses aparentemente habían sentado a Kepler en el trono, Ingrid siempre había sentido una profunda conexión con las majestuosas y despiadadas montañas que dominaban el horizonte de la isla. Sabía que en lo más alto de esas cumbres y en los recónditos valles se ocultaban antiguos santuarios dedicados a los dioses, y así, fervorosamente oraba con la esperanza de ganarse sus bendiciones. Imploraba a los dioses que pusieran fin a la guerra fratricida que asolaba su tierra, o al menos que les concedieran la fuerza necesaria para expulsar a los invasores. Sin embargo, no podía ascender a esas alturas para ofrecer un sacrificio digno, pues según las palabras de sus progenitores, aquellas montañas y cordilleras eran sumamente peligrosas, y al parecer, los dioses los habían abandonado cuando el pirata tomó la cabeza del rey.

Los años pasaron incesantemente, marcados por innumerables escaramuzas y batallas, pero la oportunidad para llevar a cabo su ansiada expedición nunca llegó. La luz del sol bañaba las colinas y las montañas de la isla con un esplendor deslumbrante que se reflejaba en los eternos glaciares y en las cumbres perpetuamente nevadas. Sin embargo, cuando los rayos solares alcanzaban su punto álgido, los aludes se desencadenaban de manera casi constante en las nevadas cumbres, amenazando con sepultar a cualquiera que se aventurara en esos inhóspitos parajes. Por otro lado, cuando el sol se ocultaba tras el horizonte, las gélidas temperaturas tornaban los caminos hacia las montañas en eriales helados que podrían matar a cualquiera. Era como si los mismos dioses se escondieran de su fervorosa devoción, como si hubieran abandonado a los leales rebeldes de Brunhilda a su suerte en su lucha. Ingrid anhelaba desesperadamente la oportunidad de ascender a las alturas de las montañas y presentar sus ofrendas a los dioses en los santuarios olvidados de las cumbres, pero la naturaleza misma parecía conspirar en su contra, impidiéndole alcanzar esos lugares sagrados. La joven guerrera seguía rezando con pasión y fervor, esperando que algún día los dioses escucharan sus súplicas y respondieran a su llamado. Mientras tanto, su determinación y su valentía en la lucha contra los Kepler y sus hombres continuaban inquebrantables, y su pueblo la veía como un faro de esperanza en medio de la oscuridad de la invasión. Después de un extenso periodo de tiempo, finalmente llegó el día que había estado esperando durante décadas: su quincuagésimo aniversario. Era un día gris y ventoso, un día aparentemente anodino de finales de otoño que marcaba un hito en su vida. A pesar de los años, sus ojos azules continuaban centelleando con vitalidad, y su cabello rubio, semejante al trigo dorado, emitía destellos bajo la luz del sol. Incluso a los cincuenta años, seguía pareciendo aquella niña que corría entre los riscos, los neveros y los campos en su niñez.

Sin embargo, en el rincón más profundo de su ser, una fuerza inexplicable la impulsaba hacia un destino desconocido. Después de meditar durante horas y tomar una decisión en su corazón, Ingrid convocó a su comunidad y, con una voz firme, anunció: "Hoy se inicia un nuevo capítulo en mi vida". Dirigiéndose al grupo de gigantes que la rodeaban, continuó: "Muchos de vosotros conocéis mi obsesión por buscar la ayuda de los dioses en esta larga guerra que hemos sostenido durante años. Muchos me han advertido del peligro, alegando que los dioses nos han abandonado. Pero estoy dispuesta a demostrar que somos nosotros quienes hemos perdido la conexión con ellos, y que aún podemos recuperar su favor". La necesidad de fortalecer la resistencia contra los Piratas de Kepler se volvía cada vez más evidente, y la mujer estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que los dioses pudieran poner en su camino. A pesar de la ardiente determinación que bullía en su interior, las advertencias de su pueblo resonaban en sus oídos. Se rumoreaba que se avecinaba una tormenta formidable, una que los ancianos predecían como la más feroz en décadas. Sin embargo, desafió a los sabios y sacerdotes y decidió que debía partir. Los habitantes de su comunidad, preocupados por su seguridad, trataban de persuadirla para que pospusiera su expedición. Pero el espíritu valiente, impaciente y su sentido de deber para con los demás no conocían el miedo ni la reflexión.

En las horas previas a su partida, la gigante se preparó meticulosamente. Afiló su espada con devoción, la misma espada que su padre le había regalado en el día de su nacimiento, ajustó las cinchas de su escudo, comprobó el estado de su sax y tomó su lanza, asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado. También se puso su armadura, una que portaba las marcas de las batallas pasadas y simbolizaba su compromiso inquebrantable con la causa. Además, llevaba consigo los símbolos y runas de sus deidades, colgados al cuello como un recordatorio constante de su conexión con las divinidades a las que buscaba. Ingrid era plenamente consciente de los peligros que enfrentaría en su viaje a las montañas, pero no podía permitirse demoras un día como aquel solo se presentaba una vez cada 50 años, ella lo sabía bien. Cuando llegó el momento de su partida, la comunidad se reunió para despedirla. Sus convecinos, algunos con lágrimas en los ojos y otros con un nudo en la garganta, le ofrecieron su apoyo y sus más sinceras bendiciones. Sabían que ella llevaba sobre sus hombros un atisbo de esperanza para todo su pueblo. El aire estaba impregnado de emoción y tensión mientras la valiente mujer se alejaba, con la promesa de no regresar hasta que los dioses fueran honrados como merecían y hasta que estuviera segura de que no los habían abandonado.

Así, con un valiente primer paso hacia los desfiladeros nevados, comenzó el viaje que cambiaría a Ingrid para siempre. La mujer que dejaba la aldea en ese momento nunca regresaría, al menos no como la persona que dejaba a todos sus conocidos atrás. Aunque eso aún era un misterio por descubrir. El cruce de los pasos de montaña fue arduo y desafiante. Sorteó densos bosques infranqueables, cruzó ríos impetuosos de gélidas aguas y escaló pendientes empinadas que la llevaban cada vez más alto. Las majestuosas montañas de Elbaf se alzaban como guardianes imponentes, testigos de su determinación. La gigante avanzaba con pasos firmes, sin inmutarse por los vientos fríos y cortantes que azotaban la región y la hacían lagrimear sin descanso. Aunque no sabía con precisión la ubicación de los santuarios que buscaba, confiaba en su visión para encontrarlos desde una posición más elevada.

A pesar de las advertencias sobre la inminente tormenta, el cielo estaba claro y había luz suficiente pero sin el riesgo pro aludes asociado a los días de mucho calor. Definitivamente había elegido el mejor día para realizar este peregrinaje. Ella se sentía animada por esta señal, como si los dioses mismos le estuvieran dando una tregua tras tantos años de espera, como si por primera vez estuvieran a su favor. Cada paso que daba la acercaba un poco más a la cima de la montaña, y cada paso representaba un aumento en su confianza en su capacidad para cumplir su misión.

La tarde llegó y finalmente alcanzó un recoveco en la ladera de la montaña donde pudo apartarse del camino y descansar. Desde allí, podía ver la extensión de su tierra natal, un panorama majestuoso de colinas verdes y bosques interminables, bordeados por la nieve en lo alto de las montañas. Sin embargo, el cielo comenzaba a oscurecerse, y las primeras nubes tormentosas se formaban en el horizonte, como sombras que se cernían sobre la cordillera helada y sobre su destino. La niebla se arremolinaba en la parte baja de las montañas, creando una sensación de enclaustramiento. A pesar de los signos de la inminente tormenta, recogió sus pertenencias y siguió adelante, determinada a llegar a su destino antes de que el mal tiempo la alcanzara. Una voz interior, llena de resolución, le decía que debía continuar su búsqueda. En su mente, la necesidad de fortalecer a la resistencia anímicamente era más apremiante que cualquier tormenta que pudiera desencadenarse. A medida que avanzaba, el viento se volvía más y más implacable, y el cielo se oscurecía por completo, cubriéndose de nubes tormentosas. La muchacha se sentía como una insignificante marioneta en manos de los dioses, y su determinación se puso a prueba cuando la tormenta estalló con toda su furia. La lluvia azotaba su cuerpo y los truenos sacudían la montaña, pero ella no cedió, persistió en su empeño. Sin embargo, la furia de la tormenta pronto desencadenó un acontecimiento inesperado. Poco mas de media hora después de comenzar la lluvia torrencial, un rayo cayó a escasos 300 metros detrás de su posición, causando un derrumbe de tal magnitud que bloqueó completamente la ruta de descenso, incluso para una gigante tan grande como ella. Ante la imposibilidad de volver atrás se encontró al borde de la desesperación y cayó al suelo llorando y gimiendo. Notaba cómo su ropa empapada se volvía cada vez más pesada, y el frío y la humedad calaban sus huesos. Después de un breve momento de desánimo, con lágrimas en los ojos, se puso nuevamente en pie y buscó un refugio en la ladera de la montaña. Aunque no era tan resguardado como el lugar donde se había guarecido anteriormente, al menos le proporcionaba algo de protección contra la lluvia y el viento.

Ingrid intentó encender un fuego para calentarse, pero se dio cuenta de que toda la madera estaba húmeda debido a la lluvia torrencial que ya comenzaba a hacer ríos de arcilla en la montaña. Comió algo de carne ahumada para recobrar fuerzas y se acurrucó como pudo en posición fetal, cubriéndose con la manta menos húmeda que tenía. Tomó las runas de sus colgantes y rezó en silencio por un milagro, esperando que el frío de la noche y las bestias salvajes no la mataran en medio de la tormenta, notaba su cuerpo aterido por el frio y la humedad. Parecía que los dioses estaban jugando a un sádico juego con ella, pero su espíritu perseverante seguía ardiendo en medio de aquella broma de mal gusto en la que se había tornado la noche. Arropada por la soledad y el aullido de la tormenta, la asustada joven pasó la noche en un estado de duermevela constante en su improvisado refugio en la montaña. A medida que la lluvia y el viento azotaban su cobijo, una creciente sensación de inquietud se apoderó de su espíritu. Sabía que no podía permitirse perder más tiempo, pero salir en medio de la tormenta y el frío que la envolvía no era la opción más segura. La gigante era consciente de que enfrentaba peligros en aquel paraje solitario, no solo por la inclemencia del clima, sino también por las bestias salvajes que acechaban en la oscuridad. Las sombras de la noche ocultaban amenazas desconocidas, y su única esperanza residía en ver nuevamente la luz del día. Mientras permanecía en su rincón de la montaña, las horas se deslizaban como si fueran eternas, como si los eones de las edades pasaran como granos de arena en un reloj infinito. Se cuestionaba si había sido un error emprender este viaje, si había cometido un error al no darse la vuelta cuando vio las primeras nubes, si, en última instancia, había cometido un error en su vida y si los dioses la habían abandonado a su suerte en medio de aquel temporal. Los destellos de los relámpagos rasgaban la negrura de la noche, ofreciéndole breves destellos de la majestuosidad y el peligro de las altas cumbres de Elbaf. Cada estruendo de los truenos parecía ser un recordatorio de la fragilidad de su existencia, una advertencia de los dioses o incluso una maldición por su audacia. El frío se infiltraba en su piel empapada, y la incomodidad se volvía insoportable. Tuvo que luchar contra el agotamiento y el miedo para mantenerse alerta, consciente de que una situación ya precaria podría volverse aún más peligrosa si cedía al abrazo del cansancio y el sueño. A medida que avanzaba la noche, su mente divagó hacia recuerdos de batallas pasadas, amigos caídos en combate y el rostro de su padre, quien le había entregado la espada que aún portaba. Sus pensamientos la atormentaban, pero al mismo tiempo, le recordaban por qué había emprendido aquel peligroso viaje. Necesitaba respuestas y las necesitaba con urgencia. Finalmente, se dejó llevar por el agotamiento y se desvaneció en el sueño. Tuvo un sueño confuso y extraño, frío y desagradable, en el que se encontraba en medio de una ventisca de nieve y vislumbraba una estatua desgastada, como la de un antiguo y ruinoso lugar de oración. Al despertar, no pudo determinar si se trataba de un simple producto de su imaginación o si el destino le estaba dando una pista sobre su ubicación. Sin embargo, lo que sabía con certeza era que no pensaba rendirse ni dar la vuelta ahora. Si debía enfrentar la muerte para emerger como la portadora de buenas noticias para su pueblo, así lo haría. Había desafiado la oscuridad de la noche y estaba decidida a encontrar lo que intuía que existía en aquel lugar de las montañas.

Después de varias horas, el amanecer tiñó el horizonte de un gris opaco, y la tormenta finalmente se disipó. La guerrera, exhausta pero más decidida que nunca, emergió de su refugio y observó el paisaje circundante con un sentido renovado de propósito. La montaña seguía siendo una cumbre desafiante, sus pies resbalaban y se hundían en el barro helado, pero su testarudez no conocía límites, y nada ni nadie podría hacerla desistir de completar su peregrinaje. Se aseguró de que sus pertenencias estuvieran bien sujetas a su cuerpo, recogió madera para el fuego que necesitaría en la próxima noche y continuó ascendiendo, con el firme compromiso de alcanzar su objetivo. Con cada paso, Ingrid se adentraba más profundamente en la estepa desconocida. Las huellas de su pasado se desvanecían bajo la manta de nieve fresca de la mañana, y el aullido del viento en sus oídos parecía ahogar las voces de su gente y sus recuerdos mas oscuros. El tiempo mismo parecía detenerse en aquel paraje desolado y majestuoso, como si las montañas guardaran los secretos de las eras en su interior. Se sentía pequeña y vulnerable como una niña por primera vez en mucho tiempo ante la grandeza abrumadora de la naturaleza y la incertidumbre que envolvía su misión. Mientras avanzaba por la empinada ladera comenzó a notar señales inusuales en su entorno. Marcas misteriosas grabadas en las rocas, símbolos enigmáticos tallados en la corteza de los árboles y extrañas formaciones geológicas que parecían guiarla en una dirección específica. Estas señales eran inconfundibles, como si alguien o algo las hubiera dejado a propósito para ser descubiertas. ¿Eran las mismas deidades a las que había rezado quienes le estaban mostrando el camino o estaba delirando presa del agotamiento y la desesperación? A pesar de las dudas, la idea llenó su corazón de un nuevo sentimiento de calor y fuerza renovada. Cada marca y cada símbolo parecían una respuesta a sus plegarias. Seguía las pistas con un fervor renovado, sintiéndose guiada por una fuerza más grande que ella misma. A medida que avanzaba, las señales se volvían más claras y frecuentes, como si los algo o alguien superior estuvieran tejiendo un sendero de indicios para conducirla a su destino. El paisaje se transformaba a su alrededor a medida que ascendía por las montañas, la costaba tambien mas respirar y poco a poco se vio obligada a ralentizar el paso. Los árboles se volvían más escasos, y la nieve se volvía más profunda, cuando se dio cuenta ya le llegaba casi por la rodilla. La quietud del lugar era sobrecogedora, y a veces solo se oía el susurro del viento, los latidos de su corazón y el crujido de sus propios pasos en la nieve virgen. Aun así, avanzaba con valentía, confiando en las señales que la habían guiado hasta allí. Cuando el sol comenzó a descender en el cielo, comenzó a nevar y el viento se hizo mas fuerte, recordando la noche pasada, la gigante, pensó en buscar un lugar donde acampar, pero entonces recordó su sueño. Esta era la ventisca que había visto en su futuro en el sueño, o eso esperaba, sin pensárselo dos veces siguió caminando sin demora, el viento y la cellisca hacían que cada paso fuese mas difícil que el anterior. Cuando estaba a punto de desistir en su búsqueda, al borde de sus fuerzas que para entonces eran mas bien escasas llegó a un punto donde las señales cesaron. Se quedó completamente atónita ante esta eventualidad, pero decidió seguir caminando, en este punto era todo o nada. Así al cabo de casi media hora de caminata llegó a una amplia plataforma en lo alto de una enorme colina, ahora si que era como en su sueño, el suelo, la ventisca, todo, alzó la vista y contempló un panorama que le robó el aliento e hizo que lágrimas brotaran de sus ojos congelándose casi al momento en sus mejillas. Ante ella se extendía un anfiteatro natural, una hondonada alrededor de la que se alzaban impresionantes los riscos de la montaña en forma de círculo. En el centro de este majestuoso escenario protegido de la ventisca se erigía una estatua gigantesca, una figura imponente de un dios antiguo, con los brazos abiertos como si estuviera ofreciendo su bendición a aquel que se acercara. La estatua estaba desgastada por el paso de los años y las inclemencias del tiempo, pero su presencia irradiaba una sensación de poder y sabiduría ancestral. Al acercarse pudo leer en su base que se trataba de un santuario al antiguo dios de Elbaf del rayo. Se acercó con gran reverencia, sintiendo que estaba en un lugar sagrado. Se arrodilló frente a la figura divina y ofreció sus plegarias con gratitud. Agradeció a los dioses por guiarla hasta allí y le pidió que le otorgaran la fuerza y la sabiduría para cumplir su misión y proteger a su pueblo. La gigante permaneció en silencio durante un tiempo, como si estuviera esperando una respuesta de lo alto, pero nada sucedió. Decidió que a la mañana siguiente volvería a intentar ganarse el respeto de los dioses, debía conseguir que la escucharan y tener sus respuestas. Con esta determinación en mente, se acurrucó en la zona mas resguardada encendió una pequeña fogata y se dispuso a pasar una noche mas cómoda que la anterior. Con una pequeña caseta fabricada con rocas y las mantas que traiga consigo consiguió cierto refugio al margen de la zona sagrada, el fuego enseguida cumplió su cometido cuando las acometidas del viento fueron cortadas por el murete improvisado, sintió como el calor volvía a sus entumecidas extremidades con algo de dolor, sintió recobrar el vigor cuando se sació de carne ahumada y entonces en aquel pequeño rincón en el mundo recordó historias de los mas ancianos sobre el sacrificio de la carne. Los nuestros no eran dioses píos que solo buscasen rezos y fe, eran dioses que se saciaban con la batalla, el combate y la sangre de sus fieles. Decidida a ponerle remedio a la mañana siguiente, se echó a dormir sobre el suelo abrazada a su espada por si algún animal intentase molestarla.

Amaneció un día claro y azul, sin una sola nube en el cielo, ofreciendo un marcado contraste con las adversidades vividas hasta ese momento. Ingrid se levantó con una determinación renovada y se preparó para llevar a cabo lo que tenía que hacer. En primer lugar, se ocupó de seleccionar cuidadosamente sus herramientas de caza, reconociendo la necesidad de honrar al dios con la solemnidad que merecía. Del interior de su mochila, sacó con reverencia un trozo de carne seca, que se apresuró a empapar hasta que recobró su lozanía. Con resolución, se hizo un corte en la palma de la mano y dejó que la sangre fluyera, impregnando la carne con ese líquido carmesí. Colocó la ofrenda en el centro del anfiteatro natural, consciente de que la fragancia de la sangre y la carne cruda serían un poderoso llamado para las criaturas de la montaña. No pasó ni una hora antes de que un enorme lobo estepario blanco, guiado por su instinto y el tentador aroma, se presentara en el lugar. La guerrera se preparó para la inevitable confrontación. Armada con su escudo y espada, que habían sido sus fieles compañeros en toda una vida de batallas y duros entrenamientos, se lanzó contra la bestia, confiando en el favor de los dioses en esta batalla crucial a muerte que estaba a punto de suceder.

El lobo, con sus ojos cetrinos centelleando de hambre, respondió al reto corriendo hacia ella, sus colmillos expuestos y la saliva goteando, el pelo de su lomo erizado. Durante horas estuvieron enzarzados, el combate se libró en una danza mortal, donde el escudo protegió a Ingrid de varias dentelladas feroces y la espada respondió como era de esperar en sus manos no permitiendo al lobo asestar ningún golpe preocupante a la mujer. A pesar de la ferocidad de su oponente, el lobo no podía infligir heridas mortales a la gigante, pero ella tampoco podía asestar un golpe definitivo al astuto depredador que se guardaba muy mucho de entablar combate cerrado. Ambos lucharon sin dar tregua hasta que, exhaustos y magullados, finalmente cedieron al cansancio y en un momento de iluminación la guerrera consiguió una posición de ventaja tras la cual con un rápido movimiento de escudo logró someter al lobo bajo su peso. Con su aliento entrecortado, el lobo lanzando dentelladas a escasos centímetros de su cara y con el pensamiento de la misión que la había llevado hasta allí en su mente, gritó: "Ofrezco esta muerte al dios del rayo de Elbaf, esperando que este sacrificio sea suficiente para que escuche mis súplicas después de tantos años de haberlo ignorado, pido su bendición para mi pueblo oprimido". Con estas palabras, degolló al animal de la manera más compasiva posible, observando cómo la vida abandonaba los ojos del cánido. Luego, ofreció el cadáver en un ritual a los dioses, abriendo su cuerpo en canal como un acto de devoción hacia ellos y la naturaleza que los rodeaba. Después de una serie de oraciones y plegarias, se levantó, recogió leña dispersa por los alrededores y regresó a su refugio. Allí, se tomó un tiempo para meditar sobre lo que acababa de experimentar y hacer, recuperar el aliento y ocuparse de sus heridas con cuidado. Era reconfortante ver cómo diferentes animales carroñeros se acercaban al cuerpo del lobo, disfrutando del festín que ella les había proporcionado. Ninguno de los animales hizo ademán violento hacia la guerrera, como si supieran que debían agradecerla tal festín. Cuando el sol se ocultó en el horizonte, solo los cuervos permanecieron para limpiar los huesos. Ingrid observó la escena con una mezcla de asombro y reflexión. "Supongo que así se cierra el ciclo salvaje de la naturaleza", pensó mientras contemplaba la danza macabra de los cuervos. Con el último rayo de sol desapareciendo en el horizonte, encendió una fogata para iluminar su refugio y se recostó, lista para descansar y enfrentar lo que el siguiente día le tuviese preparado.

Sin embargo, a medida que cerró los ojos y se sumió en el sueño, una extraña sensación la envolvió. Se encontró en un espacio etéreo, un lugar extraño suspendido entre los reinos del sueño y la vigilia. Era un lugar donde los hilos del tiempo y la realidad se entretejían de manera misteriosa. Un destello iluminó el firmamento de su mente, y allí, ante su ser, surgió la figura majestuosa del dios del rayo de Elbaf. La magnificencia de su presencia era avasalladora, ni tan siquiera era capaz de discernir sus rasgos, solo veía sus ojos que relucían y restallaban con la misma intensidad que los rayos que gobernaba.

"Has ofrendado un sacrificio que dignifica a tu estirpe, Ingrid, hija de Bjorn", tronó la voz del dios. Cada palabra suya resonaba como un trueno lejano. "Tu ofrenda me ha complacido, y por ello he decidido darte la oportunidad de convertirte en la bendición y esperanza que tu pueblo tanto anhela, pero no será un camino fácil. Ante ti se halla una encrucijada, cuando despiertes puedes volver a tu vida y continuar la batalla que tanto tiempo llevas luchando hasta que mueras rodeada de tus seres queridos dentro de muchos años, o puedes aceptar tu destino en la cumbre de esta montaña. Allí hallarás la auténtica bendición que anhelas, pero no te equivoques, en ese camino habrás de abandonar a tu pueblo y tus seres queridos a su suerte, no habrá lugar para ti en Elbaf, deberás cruzar los mares y buscar aliados del exterior, pues al igual que aquel que amenaza tu paz no hallaras victoria sin aliados de lejanas costas. Puede que mueras en tu largo viaje y puede que lo hagas sin saber si tus seres queridos siguen respirando, pero es el único camino en el que tal vez, un día, dentro de muchos años tengas una oportunidad de regresar a tu hogar y honrarnos con la caída de Kepler a manos de una gigante. Es tu decisión joven Ingrid tuya y de nadie más.", sentenció. La mujer se sintió sobrecogida por la trascendencia de su misión y respondió con una inclinación de cabeza y una reverencia muda hacia el dios que se erguía ante ella. Con un último relámpago que iluminó la negrura de su sueño, la figura divina se desvaneció, y emergió de su ensoñación, con su cuerpo totalmente perlado de un sudor frío. Comprendió en ese instante que debía abandonar la piel de la joven mujer alocada y risueña que una vez había sido, para convertirse en el faro de esperanza que su pueblo tanto necesitaba, no había llegado hasta aquí para echarse atrás ahora. Los dioses la habían dado una oportunidad, una oportunidad de arreglar las cosas y por mucho que la doliese estaba dispuesta a sacrificar lo que hiciera falta con tal de poder hacer que sus padres se sintieran orgullosos en esta vida o en la siguiente.

Cuando el amanecer tiñó el horizonte con su luz dorada, ya se encontraba de pie en el santuario con todos sus pertrechos listos, arrancó los colmillos del lobo para recordar su batalla y sacrificio por siempre y con el viento acariciando su cabello como un suspiro de los dioses y el sol emergiendo como un símbolo de esperanza se puso en camino hacia la cumbre. El camino fue extenuante y se vio obligada a usar su lanza como cayado para ayudarse y no desfallecer, entonces a escasos metros de la cumbre sintió que el aire la faltaba, ató su lanza en la mochila y comenzó el último tramo de ascenso casi a gatas. Sentía como el viento soplaba, las nubes taparon en pocos minutos todo a su alrededor y como salido de la nada se creó una suerte de tormenta perfecta, veía cada vez peor y respirar era una odisea, sentía que si paraba moriría aqui mismo y entonces se dio cuenta de donde estaba, en esa cumbre en ese momento el ojo de la tormenta, sentía todo el peso del aire a gran velocidad, de como salía de sus pulmones, con su primera tos comenzó a tronar y las nubes ennegrecieron. La guerrera hizo acopio de las fuerzas que la quedaban y se lanzó al interior del ojo, cayó rodando varios metros en la nieve y entonces lo sintió, el sol despejado en su cara y la calma volviendo a sus pulmones. Se levantó para ver el caos a su alrededor, había elegido camino y ya no podía echarse atrás, un rayo emergió de la tormenta y golpeó al único arbusto solitario que crecía aquí arriba ante sus ojos, o había sido al revés? "¿Estaba delirando de nuevo por la falta de oxigeno?", pensó, en ese momento otro rayo salió del matorral, casi dándola de lleno en el pecho para impactar en la tormenta, era como si todo estuviese conectado, entonces lo vio, una fruta amarilla que restallaba electricidad, tenia espirales por doquier, "¿Esta es tu bendición?", pensó, "¿Que voy a hacer con ella?", pensó cayendo presa de la desesperación. Parecía que había renunciado a todo para nada y que después de todo los dioses solo jugaban con ella. Entonces escuchó una voz en su cabeza que la resultó familiar, "Come la fruta, sella tu destino, renuncia a todo cuanto conoces y un mar de oportunidades se abrirá a ti.", agarró la fruta, la puso en su boca y pensó, "Me rindo a tu voluntad, abandonaré Elbaf para ser su mas férrea defensora, renuncio a todo lo que era por nuestro futuro incierto." Mordió y tragó aquella fruta asquerosa y en aquel momento, un centenar de rayos la atravesaron el corazón, se quedó en shock, sin mas lágrimas que llorar. Debía estar muerta, pero entonces lo sintió en su interior, ya no era aquella que había ascendido, era algo mas, era portadora de algo en su interior, la portadora del rayo. Miró su mano en la cual se creaban destellos chispeantes de electricidad. Ahora lo comprendía, "Ella debía salvar a su pueblo, pero que hacer sola? No podía pedir ayuda a su pueblo, no estaban a su nivel, morirían tratando de seguirla a una batalla campal.", Comprendió las enigmáticas palabras del dios y decidió guardárselas para si misma. "Así que mi destino está mas allá de estas tierras, supongo que entonces ese es mi sino, los dioses han hablado", asumió con pesar. Bajó hasta el lugar del santuario mientras la tormenta se dispersaba. Ingrid comprendió con claridad meridiana que su camino no sería sencillo. Debía abandonar no solo el pasado de frivolidad, sino también todo aquello que había caracterizado su existencia anterior. Pero lo haría con el conocimiento de que ahora llevaba la bendición de los dioses y en la sangre la determinación de una guerrera destinada a guiar a su pueblo hacia la anhelada libertad o morir en el intento. Con un último vistazo al paisaje que se desplegaba ante ella, la gigante se adentró bosque a través en el camino de descenso usando sus nuevos dones para sortear los obstáculos de vuelta a la aldea.

El regreso resultó inesperadamente sencillo, como si el universo mismo conspirara a su favor. Experimentó una nueva agilidad en cada paso, como si estuviera en perfecta armonía con el mundo a su alrededor. Bajó por la montaña con una facilidad que habría resultado inimaginable a su "yo" anterior, ahora, comprendiendo a la perfección cada roca y recodo del terreno. Era como si un sentido interno le susurrara la dirección exacta a seguir, como si estuviera siendo guiada por una fuerza superior hacia su destino. El cielo estaba inundado de estrellas cuando llegó a las inmediaciones de su aldea. Las antorchas arrojaban una luz cálida y reconfortante, pero a pesar de la belleza del paisaje, Ingrid llevaba consigo una profunda melancolía. Su viaje la había transformado de manera irrevocable, y ahora miraba a su aldea natal con una mezcla de cariño y pesar. Después de todo lo que había presenciado y vivido, parecía que su hogar de toda la vida se había vuelto pequeño y sus antiguas preocupaciones carecían de importancia. Sabía que las festividades y celebraciones no eran apropiadas en ese momento, no después de haber presenciado la grandeza y la trascendencia de los dioses.

Aquella misma noche, reunió a sus convecinos y a sus padres para compartir su experiencia, aunque omitió algunos detalles personales que guardó para sí misma. "He encontrado un santuario dedicado a los antiguos dioses de Elbaf", comenzó, y una brisa de esperanza se filtró en el corazón de sus oyentes. "Tras ofrecer un sacrificio que los honró, me dieron su bendición y me revelaron que aún nos observan con benevolencia y no nos han abandonado". Las palabras de Ingrid llenaron de alivio a su comunidad, quienes habían vivido en el temor de ser olvidados por los dioses. Pero luego, su rostro se volvió más serio, y sus siguientes palabras cayeron como un velo de sombras sobre la reunión. "Sin embargo, los dioses me han revelado que la guerra no se ganará siguiendo el mismo camino que transitamos una y otra vez. Me han encomendado una misión que requiere que me separe de nuestra tierra y de todos vosotros. No sé cuánto tiempo me llevará, pero debéis aguantar y perseverar. Mi partida es necesaria para que, un día, la revolución triunfe, y Elbaf sea una isla libre de la opresión de los piratas". El semblante de sus seres queridos se oscureció al escuchar esto, y la tristeza llenó sus corazones. Ingrid apretó las manos de sus padres con cariño y firmeza. "No sé cuándo podré volver, pero prometo que lo haré. Me embarcaré en una nueva vida, lejos de todo lo que conozco, para cumplir con el deber que los dioses me han encomendado. Y cuando regrese me aseguraré de que los piratas paguen por sus crímenes y tropelías. Algún día, sé que podréis estar orgullosos de mí". Con estas palabras de despedida se retiró a su hogar para preparar el equipaje y emprender el viaje que la llevaría lejos de todo lo que había conocido. No deseaba dilatar su partida ni postergar lo inevitable, temiendo que, si lo hacía, podía perder el coraje necesario para cumplir con la palabra dada a los dioses.

Con una última mirada cargada de nostalgia a la aldea que había sido su hogar durante toda su vida, dejó atrás la tierra natal que tanto amaba y a sus seres queridos. El silencio de la noche la abrazaba mientras subía a un modesto barco mercante que debía sacarla del Grand Line, dispuesta a embarcarse en una búsqueda que la llevaría lejos de su hogar. Su mente estaba comprometida con la causa de liberar a su isla, pero en su corazón, la incertidumbre tejía un delicado tapiz de emociones contradictorias. Se encontraba decidida a enfrentar los mares y las amenazas desconocidas que se interpondrían en su camino. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para convertirse en la guerrera capaz de liberar a su pueblo de las garras de los piratas. Su misión relucía en la oscuridad que había asolado Elbaf como una antorcha que se niega a apagarse en una noche de ventisca, pero no por eso daba menos miedo llevarlo a cabo.

No obstante, mientras el barco avanzaba en la noche, ya con su isla perdida en el horizonte hace horas las preguntas se agolpaban en su mente. ¿Por dónde empezar su búsqueda? ¿Cómo podría mejorar sus habilidades y ganar el poder necesario para cumplir su cometido? Se sentía abrumada por la magnitud de su misión y las incógnitas que se alzaban en su camino. Había estado considerando varias opciones durante las horas que llevaban en el mar. Los revolucionarios eran valientes, pero sus preocupaciones se centraban en el Gobierno Mundial y parecían distantes de los asuntos de piratas y gigantes. Por otro lado, la Legión, una organización guerrera de renombre, no mostraba interés en su isla tras su derrota ante Kepler. Entonces, solo quedaba una alternativa: unirse a la Marina. Aunque le costara admitirlo, la Marina ofrecía un sueldo para vivir, formación y la posibilidad de ascender en sus filas para, eventualmente, tener la influencia necesaria para movilizar recursos y liberar su tierra natal. Pasó largas horas meditando sobre su elección mientras el barco navegaba. Finalmente, tomó la decisión. Comenzaría su instrucción en alguna de las bases de la Marina en el North Blue. Después de todo, el clima no podría ser más frío que el de su amado Elbaf, y allí podría comenzar a aprender y entrenar las habilidades necesarias para enfrentarse a los piratas que asolaban su hogar. El viaje para liberar su amada isla acababa de comenzar y no podía estar mas ansiosa.






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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Lun 13 Nov 2023 - 1:01}

Buenas noches, soy un moderador robótico. Bip bup. Vamos al lío.

Tengo un problema con este diario, y es que lo que sucede podría ser contado fácilmente en muchas menos palabras o, por lo menos, deja esa sensación. La mayor parte de los recursos que se destina a enriquecer el texto no aportan particularmente a la narración, ni a nivel argumental ni estilístico. Especialmente en los primeros párrafos, donde la acumulación de estos resulta un poco disonante, pasando por temas que no mantienen ningún tipo de correlación de forma particularmente abrupta. Comprendo que busques crear un estilo nutrido, pero idealmente cada palabra debería aportar a la narrativa, de forma textual o metatextual.

Cuando entramos a la historia creo que hay una serie de errores que evitan que esta brille como debería. A nivel de la propia historia, nunca se explica por qué es tan especial el cumpleaños de Ingrid ni por qué debe partir ese momento. Solo se sabe que no se repetirá en otros 50 años. ¿Qué es eso que no volverá a suceder? Porque parece un punto importante que motiva a Ingrid a ir en ese preciso instante y no antes o después.

Por otro lado, la posición que ocupa Ingrid en la resistencia me causa sentimientos encontrados. La resistencia habría que entenderla más como una guerrilla con algún que otro poblado que como un pueblo ocioso que pueda perder el tiempo haciendo caso a una "niña". En cualquier caso respecto a esto mi mayor queja es que al no definir nada de esta comunidad no entiendo realmente por qué Ingrid tiene capacidad para convocar grupos de gente porque, en realidad, la resistencia como la propones (en tu ficha) debería dividirse entre grandes guerreros y cadáveres, ya que propones una agrupación sumamente combativa. Creo que desaprovechas la oportunidad de explicar por qué es una suerte de heroína que ha inspirado a otros gigantes a unirse a la resistencia, eligiendo un día cero que tampoco me deja muy claro si la resistencia de golpe son un grupo de fanáticos religiosos o realmente están viendo injusticias que los inciten a luchar.

Con las mismas, la presentación de estos dioses me incomoda. No se da nombre al dios del rayo, claro, pero es obvio que tiene cierto control sobre el mundo terrenal y en One Piece no existen dioses. O sea, la religión y las deidades existen, pero a modo de constructos alegóricos y no como entidades con impacto sobre la realidad. Si tu personaje tiene visiones y hace interpretaciones basándose en su fe me parece adecuado, pero el encuentro con la fruta es un deus ex machina. Literalmente, la voz de un dios te guía y una fruta mágica espera tu llegada para lanzar un rayo y que la veas. A la vista del caso de Luffy no se puede decir que sea del todo incoherente, pero sí es un recurso un tanto vago y, habida cuenta de que solo una fruta (que además es la que es, con una casuística única) ha demostrado esta forma de voluntad no me parece del todo válido.

También tengo que decir que me resulta extraño, estando en el Nuevo Mundo y formando parte de la resistencia a una yonkou que Ingrid no esté familiarizada con las frutas del diablo, que no la reconozca al verla e incluso que, tal vez habiendo llegado a ver un usuario en acción (a favor o en contra) llegue a creer que nadie está a su altura y que todo el mundo morirá de seguirla ahora que tiene los poderes del dios del rayo. Evidentemente voy a considerar que el éxtasis y la epifanía debieran ser trascendentales, pero soy reticente a aceptarlo de esta forma ya que es una epifanía como muy concreta, ¿no? Como si la narración solo estuviese justificando que Ingrid salga. No hay un mensaje más o menos críptico, una visión alegórica, algo sobre lo que ella pueda reflexionar. Ingrid ha subido siendo una fanática religiosa dispuesta a cumplir la voluntad de los dioses y ha bajado siendo exactamente eso.

Creo que hay muy buen material para comenzar, pero necesita pulirse. Hay faltas ortográficas (sobre todo acentos) y los párrafos tan largos llegan a resultar infames. Especialmente porque en muchos de ellos está totalmente justificada la separación. Igualmente, como primer acercamiento no está nada mal.

Te voy a pedir que reescribas toda esa parte de la visión si quieres optar a la fruta. De otro modo, no puedo darte ese premio. Lo siento.

En cualquier caso te llevas 618px y 62 doblones, y si lo consideras pertinente puedes solicitar una segunda valoración.

Un saludo y, de verdad, disculpa las molestias y la demora.
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Miér 15 Nov 2023 - 22:09}

Te contesto por partes:

Tengo un problema con este diario, y es que lo que sucede podría ser contado fácilmente en muchas menos palabras o, por lo menos, deja esa sensación. La mayor parte de los recursos que se destina a enriquecer el texto no aportan particularmente a la narración, ni a nivel argumental ni estilístico. Especialmente en los primeros párrafos, donde la acumulación de estos resulta un poco disonante, pasando por temas que no mantienen ningún tipo de correlación de forma particularmente abrupta. Comprendo que busques crear un estilo nutrido, pero idealmente cada palabra debería aportar a la narrativa, de forma textual o metatextual.

Creo que es una diferencia de comprensión de estilo, pero si me dices que es lo que buscas puedo arreglarlo sin problemas. Sobre todo me gustaría saber respecto a que es disonante el texto (tenéis alguno de referencia para saber a que atenerme?), porque he visto textos que avanzan mas, textos que avanzan menos y textos mas floreados y menos, al ver que no es algo que se valorase tal vez no preste la atención adecuada. Respecto a los saltos y cambios de tema fue por no eternizarme en las descripciones, pero no tengo problema en replantearlo de forma que se llegue mas orgánicamente a lo mismo.

Cuando entramos a la historia creo que hay una serie de errores que evitan que esta brille como debería. A nivel de la propia historia, nunca se explica por qué es tan especial el cumpleaños de Ingrid ni por qué debe partir ese momento. Solo se sabe que no se repetirá en otros 50 años. ¿Qué es eso que no volverá a suceder? Porque parece un punto importante que motiva a Ingrid a ir en ese preciso instante y no antes o después.

Dado que es algo explicado en el trasfondo de Ingrid y dado que cuando fue corregida la ficha no se hizo mención extraña a la fecha asumí que el cumplimiento del paso de adolescente a adulto en sociedad es algo que habría quedado claro. De nuevo si he asumido demasiado quedará arreglado aunque con una esperanza de 300 años me parece un punto adecuado.

Por otro lado, la posición que ocupa Ingrid en la resistencia me causa sentimientos encontrados. La resistencia habría que entenderla más como una guerrilla con algún que otro poblado que como un pueblo ocioso que pueda perder el tiempo haciendo caso a una "niña". En cualquier caso respecto a esto mi mayor queja es que al no definir nada de esta comunidad no entiendo realmente por qué Ingrid tiene capacidad para convocar grupos de gente porque, en realidad, la resistencia como la propones (en tu ficha) debería dividirse entre grandes guerreros y cadáveres, ya que propones una agrupación sumamente combativa. Creo que desaprovechas la oportunidad de explicar por qué es una suerte de heroína que ha inspirado a otros gigantes a unirse a la resistencia, eligiendo un día cero que tampoco me deja muy claro si la resistencia de golpe son un grupo de fanáticos religiosos o realmente están viendo injusticias que los inciten a luchar.

Con las mismas, la presentación de estos dioses me incomoda. No se da nombre al dios del rayo, claro, pero es obvio que tiene cierto control sobre el mundo terrenal y en One Piece no existen dioses. O sea, la religión y las deidades existen, pero a modo de constructos alegóricos y no como entidades con impacto sobre la realidad. Si tu personaje tiene visiones y hace interpretaciones basándose en su fe me parece adecuado, pero el encuentro con la fruta es un deus ex machina. Literalmente, la voz de un dios te guía y una fruta mágica espera tu llegada para lanzar un rayo y que la veas. A la vista del caso de Luffy no se puede decir que sea del todo incoherente, pero sí es un recurso un tanto vago y, habida cuenta de que solo una fruta (que además es la que es, con una casuística única) ha demostrado esta forma de voluntad no me parece del todo válido.


Respecto a esto no tengo problema en cambiarlo todo y ajustarlo partiendo de las dos líneas de lore a algo mas consistente. Simplemente no ahondé mas para no meterme en lo que consideraba que podía molestar a alguien. De todos modos definiré totalmente la comunidad para evitar que no se comprenda la historia y situación de la misma.

Respecto a los dioses de elbaf? los plantee así dado la relevancia de los 4 dioses en los que se encuentra nika, el aspecto del gorosei de demonios y dado que la cultura que hemos visto hasta ahora de la tierra de los gigantes es vikinga fantástica no se me hizo desatinado plantearlo así. Si no es como lo veis, quedará cambiado en la revisión del diario.

También tengo que decir que me resulta extraño, estando en el Nuevo Mundo y formando parte de la resistencia a una yonkou que Ingrid no esté familiarizada con las frutas del diablo, que no la reconozca al verla e incluso que, tal vez habiendo llegado a ver un usuario en acción (a favor o en contra) llegue a creer que nadie está a su altura y que todo el mundo morirá de seguirla ahora que tiene los poderes del dios del rayo. Evidentemente voy a considerar que el éxtasis y la epifanía debieran ser trascendentales, pero soy reticente a aceptarlo de esta forma ya que es una epifanía como muy concreta, ¿no? Como si la narración solo estuviese justificando que Ingrid salga. No hay un mensaje más o menos críptico, una visión alegórica, algo sobre lo que ella pueda reflexionar. Ingrid ha subido siendo una fanática religiosa dispuesta a cumplir la voluntad de los dioses y ha bajado siendo exactamente eso.

El planteamiento desde el que esta hecho no es un grupo que ataca directamente a la yonkou, pues como ya se me dijo, ante el poder de una yonkou desapareceríamos. Por lo que el planteamiento de la resistencia lleva otro camino que claramente no he sabido transmitir en el diario, pero quedará arreglado y especificado. Puede que Ingrid este familiarizada con gente que tiene habilidades especiales, pero de ahí a asumir que haya visto una akuma no mi sin comer, dentro de la variedad de poderes existentes en one piece precisamente en el nuevo mundo, creo que es mas normal ver gente extraordinaria con 3 cabezas y 6 brazos blandiendo armas espirituales sin akuma no mi, que usuarios per se o en exclusiva. Por lo que creo que habría que coger con pinzas el decir que por vivir en el nuevo mundo debería saber lo que es. Es una gigante nacida en una comunidad que habita las montañas. No me parece descabellado no reconocer algo en cuanto a un conocimiento teórico que no tiene.

Respecto a guiar a su pueblo, sería muy arrogante pensar que solo por haber sido bendecida puede cambiar el desenlace de una batalla y mucho menos sin poner en riesgo a sus conciudadanos. Si a eso le sumamos la comprensión de que una sociedad basada en guerreros o cadáveres muere en menos de una campaña militar por su propio ego, es bastante lógico que el punto sea quitarse del medio para evitar una persecución contra los suyos por su fruta y salir a buscar entrenamiento y aliados para pasar de causar pequeñas perdidas al yonkou como ratas en una bodega a ser una fuerza en consideración que tenga alguna oportunidad de retomar elbaf. De nuevo disculpas por no expresar todo correctamente al no meter mano al lore para expandirlo. Eso quedará resuelto en la corrección.


Escribo esto para dejar constancia del porque he tomado determinadas decisiones narrativas, no trato de cambiar la corrección ni mucho menos. Dejo pendiente el resubir su corrección añadiendo todo lo necesario para que se ajuste a los criterios de corrección, solicito que se extienda brevemente la reserva de fruta ya que me encuentro escribiendo en malas condiciones por un problema técnico con el internet. Aunque confío en poder entregarlo a la mayor brevedad posible antes de finalizar el mes de cortesía.

Dejamos pendiente el cobro de exp y doblones hasta la corrección final que espero sea merecedora de la fruta.
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Vie 17 Nov 2023 - 13:11}

no podía permitirse demoras un día como aquel solo se presentaba una vez cada 50 años

No hablo de tu cumpleaños, hablo de esta catchphrase que no tiene sentido. Cincuenta años se cumplen una sola vez, por lo que esperaba que algo pasase cada 50 años coincidiendo con su cumpleaños. Creo que el tema del estilo va un por aquí también, que hay cosas que andan por ahí sueltas sin conexión y, no voy a mentir, me incomodan un poco.

Respecto a los dioses de elbaf? los plantee así dado la relevancia de los 4 dioses en los que se encuentra nika, el aspecto del gorosei de demonios y dado que la cultura que hemos visto hasta ahora de la tierra de los gigantes es vikinga fantástica no se me hizo desatinado plantearlo así. Si no es como lo veis, quedará cambiado en la revisión del diario.

No es cuestión de visiones, es que no se puede canonizar un dios capaz de intervenir físicamente en el mundo. Primero, porque los dioses son del sol, la lluvia, la tierra y los bosques, y son más bien "humanos deificados". Segundo, porque se ha visto una única fruta del diablo con voluntad propia y esta no ha realizado acciones bruscas o que no se puedan atribuir a la casualidad. Tercero, porque aun si aceptásemos a pies juntillas que algunas frutas tienen voluntad propia esto solo aplica a las zoan (c.1044). Cuarto, y ya último, si dejamos hacerlo a una persona tenemos que permitírselo a todas las que quieran, aunque la cultura esté menos basada en el misticismo. Que vaya, no es que la cultura de los gigantes se vea muy mítica, eso es una asunción del fandom porque parecen vikingos, pero no me suena ninguna referencia religiosa por parte de ningún gigante.

Puede que Ingrid este familiarizada con gente que tiene habilidades especiales, pero de ahí a asumir que haya visto una akuma no mi sin comer, dentro de la variedad de poderes existentes en one piece precisamente en el nuevo mundo, creo que es mas normal ver gente extraordinaria con 3 cabezas y 6 brazos blandiendo armas espirituales sin akuma no mi, que usuarios per se o en exclusiva.

Es cierto, pero también es mucho más probable que alguien en el Nuevo Mundo haya visto una fruta del diablo, sobre todo teniendo en cuenta la esperanza de vida gigante. Supongo que no solo al pelear, sino que se contarán historias, y cabe la posibilidad de que en 50 años la pequeña Ingrid haya oído hablar de extraños frutos de aspecto distinto a cualquier otra cosa que dan poderes. Sobre todo porque la tripulación de Kepler sí cuenta con usuarios, es el enemigo y algo le habrán enseñado por si las moscas. Así a bote pronto, comento.

Respecto a guiar a su pueblo, sería muy arrogante pensar que solo por haber sido bendecida puede cambiar el desenlace de una batalla y mucho menos sin poner en riesgo a sus conciudadanos.

Correcto, pero no entiendo que "no pueda volver con ellos" bajo ese razonamiento. Más que nada, porque si antes podía estar sin poderes mágicos ahora con poderes mágicos no resta.

Ahora lo comprendía, "Ella debía salvar a su pueblo, pero que hacer sola? No podía pedir ayuda a su pueblo, no estaban a su nivel, morirían tratando de seguirla a una batalla campal."

Yo no estoy en la cabeza de Ingrid, pero el pensamiento de "ahora que lanzo rayos voy a ser una diosa para ellos y si me siguen morirán" es si cabe más arrogante. Que ojo, Ingrid ha tenido una visión que le dice que si llega a tener ese poder deberá irse. Religiosa como es no sé hasta qué punto necesita más excusas para marcharse, porque al razonamiento de que necesitan aliados del exterior podría haberlo tenido mucho antes. ¿Por qué no le llega esa epifanía antes de consumir la fruta, por ejemplo? ¿Por qué cuando podría empezar a usar su nuevo poder para cosas chiquitas e ir haciéndose fuerte? Hay en los compases finales muchas preguntas que me asaltan por la secuencia de los hechos.

Solo por acotar, me he leído el diario entero varias veces. No es una malinterpretación del texto y no te pido que cambies tu estilo de escritura. Si es el que disfrutas proyectando esto no deja de ser un juego y yo soy un bot de la compañía, me pagan en kikos. Hay cosas que te he comentado (tema cómo funciona la resistencia) que son un mal menor (y si vas a definir cosas muy importantes te agradecería que primero preguntes, porque podría haber cosas en Elbaf relativas a Kepler que están un poquillo en el filo) pero otras que me hacen rechinar los dientes porque entran en juego dioses y giros de personalidad que no están debidamente justificados.

Finalizando, esto no es un debate. He explicado mis posturas durante la corrección y qué cosas creo que debes modificar. Nuevamente, ya para próximas ocasiones, si crees que se debe a un fallo de comprensión por parte de un corrector puedes solicitar una segunda revisión que hará otro compañero. Al margen de eso, las cosas que necesiten ser explicadas fuera de la narración no se tienen en cuenta de cara a la corrección de esta, por lo que no es adecuado iniciar esta cadena de feedback.

Ten un buen día y espero haber aclarado cualquier duda o problema que tuvieses.
Ingrid Bjorndottir
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Dom 17 Dic 2023 - 3:42}

En las sombras de la tela del destino vislumbro un porvenir turbulento y enredado para una maraña de posibilidades. Eres la portadora del rayo, la heroína de la marina, almirante y guerrera indomable de Elbaf. Tu linaje se enraíza en el corazón de la resistencia, y en cada hebra de tu existencia, yace la promesa de grandeza.
Si eliges sabiamente en tu senda de vida, el tiempo y el mar conspirarán para guiarte de nuevo un día lejano a las costas de Elbaf. Ahí, deberás cumplir la palabra que resuena en los vientos del destino y enfrentarte al mar de oscuridad que amenaza con consumir la majestuosidad de tu tierra natal. Como un rayo, estás destinada a ser la luz que ilumina a tus aliados y la fuerza destructora que se abate sobre tus enemigos.

       
  -Profecía I, adivina Gyojin

Capítulo 1: El comienzo


Mucho antes de que la gigantesca Ingrid viera la luz, la nación gigante enfrentó la embestida de la oscuridad. Un ataque cruento dejó al rey de rodillas ante la amenaza pirata, y su negativa a doblegarse ante ellos le costó la vida. La conquista que siguió fue como una tempestad salvaje, un saqueo de la soberanía que culminó con la instalación de un rey títere en el trono. La legitimidad, un manto ilusorio tejido por la gracia del dios de Elbaf, confería una apariencia de orden en medio del caos impuesto por los piratas. En esos días tumultuosos, mientras el rey Beowulf ocupaba el trono bajo la sombra de la Yonkou Kepler, una resistencia tomaba forma en las sombras. Encabezada por la valiente Brunhilde, esta oposición se erguía contra la ocupación pirata y la sumisión del trono ante fuerzas extranjeras. Sin embargo, esta no era una resistencia impulsada por la irracionalidad. Conscientes de la imposibilidad de enfrentar directamente a una Yonkou y sus abrumadoras fuerzas, sus acciones se limitaban a estratégicas escaramuzas, sabotajes e incursiones.

La resistencia, lejos de ser un grupo desesperado, tejía su existencia en la lógica y la paciencia. Reconocían la futilidad de un enfrentamiento frontal y, en cambio, se sumergían en incursiones meticulosas. Cada ataque buscaba obtener los recursos necesarios para sobrevivir en la penumbra de la ocupación de las montañas. Cada escaramuza servía como un recordatorio constante de la llama de la independencia que ardía en sus corazones gigantes. Contrario a la narrativa que el reino intentaba imponer, la resistencia no era un grupo de berserkers descontrolados, mutilando granjeros y sembrando el caos sin sentido. Eran, más bien, una fraternidad de gigantes resilientes, decididos a evitar que los tiempos de independencia de Elbaf se desvanecieran en un río de muerte y en la manipulación de la historia por parte de los piratas. Eran una comunidad, oculta en lo mas recóndito de las montañas, aprovechando su escaso número para vivir sin ser detectados, usando la orografía que tan bien conocían a su favor. Los años se sucedieron, las estaciones dieron vueltas y mas vueltas y al cabo de un buen puñado de lustros, de una de las parejas que había participado en la fundación de la resistencia apoyando a Brunhilde, nació la pequeña Ingrid.

A medida que crecía, su estatura se volvía cada vez mas imponente, grande incluso para los de su especie, ya desde muy joven mostraba una destreza marcial excepcional fruto del entrenamiento al que se sometía mediante juegos con su padre. Por otro lado cuantos mas años pasaban, mas evidente era que la enorme gigante contaba también con una belleza que hacía sombra a cualquiera. Todas estas cualidades, algunas innatas y otras adquiridas mediante el tesón, la perseverancia y el entrenamiento la convirtieron en una joven promesa en la pequeña comunidad que la había visto nacer. Desde sus primeros días, parecía estar predestinada a convertirse en una gran protectora de su hogar y legado, aguardando el momento en que la valentía se volviera su más fiel confidente. Pasaron algunas décadas y mas pronto que tarde se vio navegando las turbulentas aguas de la adolescencia, desafiando con intrépida audacia las normas y cuestionando su papel en un mundo saturado de incertidumbre. Continuó con su formación militar siendo algo habitual que se enzarzase en algunas peleas con otros jóvenes reclutas. Fue instruida en los conocimientos acerca de los diferentes tipos de haki, a pesar de ello solo se les permitió un acercamiento teórico al mismo. Al menos según los soldados mas experimentados, sería algo que aprenderían a despertar y controlar cuando por fin su cuerpo estuviese desarrollado tanto física como marcialmente. Para cuando por fin se le permitió unirse a una escaramuza ya tenía mas de cuarenta años, puede parecer mucho tiempo, toda una vida incluso cuando se ve desde la perspectiva de otras razas, pero dada la esperanza de vida de los gigantes no era si no una joven a la que aun ni se consideraba adulta por completo. A pesar de su entrenamiento y aun sabiendo que lo que iban a hacer era completamente necesario en lo más íntimo de su ser cargaba el peso de la tristeza al enfrentarse a algunos de sus compatriotas que embaucados por el falso rey guardaban almacenes o carros con suministros.

Aquella era una tierra extraña, donde los dioses parecían haber entronizado a Kepler y Beowulf y haber abandonado a los fieles a la causa, la muchacha siempre había experimentado una conexión muy profunda con las majestuosas y despiadadas montañas que se alzaban como guardianes eternos en el horizonte de la isla más que con el gran árbol consciente de que en las cumbres elevadas y los valles escondidos se escondían antiguos santuarios y puntos de oración dedicados a los dioses. Ella se entregaba a la oración con devoción, anhelando obtener sus bendiciones. Sus súplicas resonaban en las laderas, tejiendo un eco de esperanza que se elevaba hacia las alturas, pero nunca fueron atendidos. Imploraba a los dioses que pusieran fin a la guerra fratricida que asolaba su tierra, o al menos que otorgaran la fuerza necesaria para expulsar a los invasores que habían profanado su suelo. A pesar de su deseo ferviente, se veía impedida de ascender a las alturas sagradas para ofrecer un sacrificio digno, al menos hasta que no fuera considerada una adulta de pleno derecho.

Recordaba lo que la habían dicho sus progenitores una y mil veces, “No debes adentrarte en las montañas, son muy peligrosas. Tratar de escalarlas sin ser alguien versado en supervivencia podía tener consecuencias terribles.” advirtiéndole sobre la peligrosidad de esos riscos. En las noches estrelladas, cuando el viento susurraba secretos ancestrales entre los pinares, Ingrid se sumía en la penumbra de la oración mientras entrenaba en soledad con su espada y escudo. Las montañas permanecían como testigos silentes, y la presencia de los dioses parecía totalmente fantasía. Como si la traición del rey y la intrusión pirata hubieran marcado un abismo insalvable entre los habitantes de Elbaf y sus deidades. Con un corazón pesado se enfrentaba al desafío de reconciliar la fe con la realidad palpable. En su lucha por restaurar la conexión perdida entre los dioses y su pueblo, algún día la joven guerrera se aventuraría más allá del horizonte, desafiando los peligros que yacían en las alturas en busca de respuestas que pudieran tejer esperanza y un nuevo amanecer para Elbaf.

Los años pasaron sin piedad, marcados por innumerables escaramuzas y pillajes, pero la oportunidad para llevar a cabo su ansiada expedición nunca llegaba. Muchos días la luz del sol bañaba las colinas y las montañas de la isla con un esplendor deslumbrante que se reflejaba en los eternos glaciares y en las cumbres perpetuamente nevadas. Sin embargo, cuando los rayos solares alcanzaban su punto álgido, los aludes se desencadenaban de manera casi constante volviendo el ascenso casi suicida, amenazando con sepultar a cualquiera que se aventurara en esos inhóspitos parajes. Por otro lado, cuando el sol se ocultaba tras el horizonte, las gélidas temperaturas tornaban los caminos hacia las montañas en eriales que podrían matar a cualquiera en pocas horas. Era como si los mismos dioses se escondieran de ellos, como si hubieran abandonado a los leales rebeldes de Brunhilde a su suerte y no estuvieran dispuestos ni a escuchar.

Ingrid anhelaba desesperadamente la oportunidad de ascender y tener la oportunidad de presentar sus ofrendas a los dioses y pedirles fuerza para lo que estaba por venir, pero la naturaleza misma parecía conspirar en su contra, impidiéndole alcanzar esos lugares sagrados. La joven guerrera seguía rezando mas por testarudez que por pasión o fervor, esperando que algún día los dioses la escucharan y respondieran. Mientras tanto, su determinación y su valentía en la lucha contra los piratas no desaparecía y para su comunidad ya era la joven mas prometedora del último lustro. Después de otros 5 años, finalmente llegó el día que había estado esperando durante décadas: su quincuagésimo aniversario, el día en el que sería reconocida como adulto de pleno derecho ante sus iguales. Era un día gris y ventoso, un día aparentemente anodino de finales de otoño que con todo ello marcaba un hito en su vida. A pesar de los años de entrenamiento y esfuerzo, sus ojos azules continuaban centelleando con vitalidad, y su cabello dorado, semejante al trigo de verano, emitía destellos bajo la luz de la mañana. Incluso a los cincuenta años, seguía pareciendo aquella vivaz niña que corría entre los riscos, los neveros y los pinos.

En el rincón más recóndito de su ser, una fuerza indomable la espoleaba hacia un destino aún desconocido. Después de horas de reflexión profunda y una decisión moldeada en lo más hondo de su corazón, la gigante se reunió con aquellos mas cercanos a ella. Con una voz firme y determinada anunció: "Hoy comienzo un nuevo capítulo en mi vida como adulta al fin". Los ojos de aquellos que la rodeaban se volvieron hacia ella, expectantes, como si sintieran la gravedad de las palabras que se avecinaban. "Muchos de vosotros conocéis mi obsesión por encontrar de nuevo el favor divino en esta prolongada guerra que hemos sostenido durante años, por demostrar que somos nosotros quienes tenemos su favor y quienes debemos ocupar el trono", prosiguió, dirigiéndose al grupo que discretamente comenzaba a arremolinarse a su alrededor. "Algunos ya me han advertido sobre el peligro de la travesía alegando que los dioses nos han dado la espalda. Pero estoy dispuesta a demostrar que no son ellos quienes nos han abandonado, sino que nosotros hemos perdido el camino para entrar en comunión. Creo firmemente que aún podemos recuperar su favor y reclamar lo que es nuestro con su bendición y ahora por fin puedo partir sin necesidad de la aprobación de mis mayores".

Sin embargo, a pesar de la ardiente determinación que bullía en su interior, las advertencias de su propio padre resonaban en su mente como susurros que la llenaban de desazón y dudas. Una tormenta formidable se cernía en el horizonte según las predicciones de los ancianos, pero la mujer decidió apostar por su propia terquedad. Aunque todos en el pueblo conocían el rugir de los elementos y las catástrofes que podían acaecer Ingrid hizo oídos sordos a los consejos de los mas veteranos decidida a partir y enfrentar la tormenta física y metafóricamente. Algunos miembros de su comunidad, preocupados por su seguridad, intentaron persuadirla para que postergara su expedición. Pero el espíritu impaciente y alocado no conocían el miedo ni la reflexión. Así, alrededor del mediodía, con el sol encapotado y sin un ápice de viento emprendió su viaje hacia lo desconocido, hacía años que no habían tenido un día con unas condiciones climáticas tan propicias para la ascensión a las montañas y no pensaba desperdiciarlo pensando en lo que pudiera suceder a futuro y planificando todo lo que podía salir mal. Solo podía centrarse en que posiblemente no se viera en otra situación igual, sin vientos helados, sin demasiado sol que amenazase con aludes, sin lluvias torrenciales. Era la ocasión perfecta.

En las horas previas a su partida, la gigante se sumió en una meticulosa preparación. Con devoción, afiló su espada, aquella que su padre le había regalado en el día de su nacimiento. Ajustó las cinchas de su escudo, verificó el estado de su sax y tomó su lanza, asegurándose de que cada arma estuviera en perfecto estado. Se enfundó en su armadura, una testigo de batallas pasadas, un símbolo tangible de su compromiso inquebrantable con la causa. Sobre su pecho descansaban los símbolos y runas que la protegían y guiaban, y colgados al cuello como amuletos cuentas, huesos y cristales de distintos orígenes y significados. Cuando llegó el momento de su partida, algunos miembros de su familia se reunieron para despedirla. Sus padres, con lágrimas en los ojos siguieron pidiéndola que recapacitase, pero tras caer en saco roto una vez mas no pudieron mas que ofrecerle su apoyo y sus más sinceras bendiciones para que volviera sana y salva. Los corazones latían al ritmo de una despedida que esperaban fuera temporal, por desgracia no fue así y la risueña joven que salió aquel día del asentamiento, nunca regresó.


Capítulo 2: El ascenso


Así, con un valiente primer paso hacia los desfiladeros nevados, comenzó el viaje que cambiaría a Ingrid para siempre. El cruce de los pasos de montaña fue arduo y desafiante. Sorteó densos bosques casi infranqueables, cruzó ríos impetuosos de gélidas aguas y escaló pendientes empinadas que la llevaban cada vez más alto. Las majestuosas montañas de Elbaf se alzaban como guardianes imponentes, testigos de su determinación. La gigante avanzaba con pasos firmes, sin inmutarse por los vientos fríos y cortantes que azotaban la región y la hacían lagrimear sin descanso. Aunque no sabía con precisión la ubicación de los que buscaba, confiaba en su visión para encontrarlos desde una posición más elevada en la cordillera. A pesar de las advertencias sobre la inminente tormenta, el cielo estaba claro y había luz suficiente pero sin el riesgo por aludes asociado a los días de mucho calor. Definitivamente había elegido el mejor día para realizar este peregrinaje. Ella se sentía animada por esta señal, como si los dioses mismos le estuvieran dando una tregua tras tantos años de espera, como si por primera vez estuvieran a su favor. Cada paso que daba la acercaba un poco más a la cima de la montaña, y cada paso representaba un aumento en su confianza en su capacidad para cumplir su misión.

La tarde llegó y finalmente alcanzó un recoveco en la ladera de la montaña donde pudo apartarse del camino y descansar. Desde allí, podía ver la extensión de su tierra natal, un panorama majestuoso de colinas verdes y bosques interminables, bordeados por la nieve en lo alto de las montañas. Sin embargo, el cielo comenzaba a oscurecerse, y las primeras nubes tormentosas se formaban en el horizonte, como sombras que se cernían sobre la cordillera helada y sobre su sino. La niebla se arremolinaba en la parte baja de las montañas, creando una sensación de enclaustramiento, de no tener a donde huir. A pesar de los signos de la inminente tormenta, recogió sus pertenencias y siguió adelante, determinada a llegar a su destino antes de que el mal tiempo la alcanzara. Una voz interior, llena de resolución, le decía que debía continuar su búsqueda. En su mente, la necesidad de fortalecer a la resistencia anímicamente era más apremiante que cualquier tormenta que pudiera desencadenarse. A medida que avanzaba, el viento se volvía más y más implacable, y el cielo se oscureció por completo, cubriéndose de nubes tormentosas. La muchacha se sentía como una insignificante marioneta en manos de los dioses, y su determinación se puso a prueba cuando la tormenta estalló con toda su furia. La lluvia azotaba su cuerpo y los truenos sacudían la montaña, pero ella no cedió, persistió en su empeño.

Sin embargo, la furia de la tormenta pronto desencadenó un acontecimiento inesperado. Poco mas de media hora después de comenzar la lluvia torrencial, un rayo cayó a escasos 300 metros detrás de su posición, causando un derrumbe de tal magnitud que bloqueó completamente la ruta de descenso incluso para una gigante tan grande como ella. Ante la imposibilidad de volver atrás se encontró al borde de la desesperación y cayó al suelo llorando y gimiendo como la joven inmadura que realmente era. Notaba cómo su ropa empapada se volvía cada vez más pesada, y el frío y la humedad calaban sus huesos. Después de un largo momento de desánimo, notaba como sus extremidades se entumecían, sabía que eso podía matarla si no ponía rápida solución por lo que aún con lágrimas en los ojos, se puso nuevamente en pie,  y buscó un lugar que pudiera servirle de refugio temporal en la ladera de la montaña. Encontró un lugar vagamente aparente, aunque no era tan resguardado como el lugar donde había hecho la parada anteriormente, al menos le proporcionaba algo de protección contra la lluvia y el viento. Ingrid intentó encender un fuego para calentarse, pero se dio cuenta de que toda la madera estaba húmeda debido a la lluvia torrencial que ya comenzaba a hacer ríos de arcilla en la montaña. Comió algo de carne ahumada para recobrar fuerzas y se acurrucó como pudo en posición fetal, cubriéndose con la manta menos húmeda que tenía. Tomó las runas de sus colgantes y rezó en silencio por un milagro, esperando que el frío de la noche y las bestias salvajes no la mataran en medio de la tormenta, notaba su cuerpo aterido por el frio y la humedad. Parecía que los dioses estaban jugando a un sádico juego con ella, pero su espíritu perseverante seguía ardiendo en medio de aquella broma de mal gusto en la que se había tornado la noche.

Arropada por la soledad y el aullido de la tormenta, la asustada joven pasó la noche en un estado de duermevela constante en su improvisado refugio en la montaña. A medida que la lluvia y el viento azotaban su cobijo, una creciente sensación de inquietud se apoderó de su espíritu. Sabía que no podía permitirse perder más tiempo, pero salir en medio de la tormenta y el frío que la envolvía no era la opción más segura. La gigante era consciente de que enfrentaba peligros en aquel paraje solitario, no solo por la inclemencia del clima, sino también por las bestias salvajes que acechaban en la oscuridad. Las sombras de la noche ocultaban amenazas desconocidas, y su única esperanza residía en ver nuevamente la luz del día. Mientras permanecía en su rincón de la montaña, las horas se deslizaban como si fueran eternas, como si los eones de las edades pasaran como granos de arena en un reloj infinito. Por primera vez se cuestionaba si había sido un error emprender este viaje, si había cometido un error al no darse la vuelta cuando vio las primeras nubes, si, en última instancia, había cometido un error en su vida y si los dioses la habían abandonado a su suerte en medio de aquel temporal por oponerse a su voluntad. Los destellos de los relámpagos rasgaban la negrura de la noche, ofreciéndole breves destellos de la majestuosidad y el peligro de las altas cumbres. Cada estruendo de los truenos parecía ser un recordatorio de la fragilidad de su existencia, una advertencia de los dioses o incluso una maldición por su audacia. El frío se infiltraba en su piel empapada llegando a dejar de sentir sus dedos, y la incomodidad se volvía insoportable por momentos. Tuvo que luchar contra el agotamiento y el miedo para mantenerse alerta, consciente de que una situación ya precaria podría volverse aún más peligrosa si cedía al abrazo del cansancio y el sueño.

A medida que avanzaba la noche, su mente divagó hacia recuerdos de batallas pasadas, amigos caídos en combate y el rostro de su padre. Sus pensamientos la atormentaban, pero al mismo tiempo, le recordaban por qué había emprendido aquel peligroso viaje. Necesitaba respuestas y las necesitaba con urgencia. Finalmente, el agotamiento venció a la voluntad y la incomodidad y se desvaneció en el sueño. Tuvo un sueño confuso y extraño, frío y desagradable, en el que se encontraba en medio de una ventisca de nieve y vislumbraba una estatua desgastada, como la de un antiguo y ruinoso lugar de oración. Al despertar, no pudo determinar si se trataba de un simple producto de su imaginación o si el destino le estaba dando una pista sobre su ubicación. Sin embargo, lo que sabía con certeza era que no pensaba rendirse ni dar la vuelta ahora. Si debía enfrentar la muerte para emerger como la portadora de buenas noticias para su pueblo, así lo haría. El alba iluminaba tenuemente el cielo mostrando que había desafiado la oscuridad de la noche y que había sobrevivido aunque fuera a duras penas.

Después de varias horas, el amanecer tiñó el horizonte con una luz gris iluminando tímidamente las nubes, y la tormenta finalmente dio una tregua. La guerrera, exhausta pero más decidida que nunca, emergió de su refugio como un animal que sale de hibernación y observó el paisaje circundante mientras se desperezaba. La montaña seguía siendo una cumbre desafiante, sus pies resbalaban y se hundían en el barro helado, pero su testarudez no conocía límites, y nada ni nadie podría hacerla desistir de completar su peregrinaje. Se aseguró de que sus pertenencias estuvieran bien sujetas a su cuerpo, recogió madera para el fuego que necesitaría en la próxima noche y continuó ascendiendo, con el firme compromiso de alcanzar su objetivo. Con cada paso, Ingrid se adentraba más profundamente en la estepa desconocida. Las huellas de sus pasos se marcaban en la manta de nieve fresca de la mañana, y el aullido del viento en sus oídos parecía ahogar las voces de su gente y sus recuerdos mas oscuros. El tiempo mismo parecía detenerse en aquel paraje desolado y majestuoso, como si las montañas guardaran secretos no visitados desde hace mucho tiempo. Se sentía pequeña y vulnerable como una niña por primera vez en mucho tiempo ante la grandeza abrumadora de la naturaleza, pero también absorta en la belleza de la magnificencia que la rodeaba.

Mientras avanzaba por la empinada ladera comenzó a notar señales inusuales en su entorno. Marcas misteriosas grabadas en las rocas, símbolos enigmáticos tallados en la corteza de los árboles mas viejos y extrañas formaciones geológicas que parecían marcar una dirección específica. Estas señales eran inconfundibles, como si alguien o algo las hubiera dejado a propósito para ser descubiertas. ¿Eran las mismas deidades a las que había rezado quienes le estaban mostrando el camino o estaba delirando presa del agotamiento y la desesperación? A pesar de las dudas fue reconfortante ver aquello. Cada marca y cada símbolo parecían una respuesta a sus plegarias. Seguía las pistas con un fervor renovado, sintiéndose guiada por una fuerza más grande que ella misma. A medida que avanzaba, las señales se volvían más claras y frecuentes, como si los algo o alguien superior estuvieran tejiendo un sendero de indicios para conducirla a su destino. El paisaje se transformaba a su alrededor a medida que ascendía por las montañas, le costaba también mas respirar y poco a poco se vio obligada a ralentizar el paso. Los árboles se volvían más escasos, y la nieve se volvía más profunda, cuando se dio cuenta ya le llegaba casi por la rodilla. La quietud del lugar era sobrecogedora, y a veces solo se oía el susurro del viento, los latidos de su corazón y el crujido de sus propios pasos en la nieve virgen. Aun así, avanzaba con valentía, confiando en las señales que la habían guiado hasta allí.

Cuando el sol comenzó a descender en el cielo, comenzó a nevar y el viento se hizo mas fuerte, recordando la noche pasada, la gigante, pensó en buscar un lugar donde acampar, pero entonces recordó su sueño. Esta era la ventisca que había visto en su futuro en el sueño, o eso esperaba, sin pensárselo dos veces siguió caminando sin demora, el viento y la cellisca hacían que cada paso fuese mas difícil que el anterior. Cuando estaba a punto de desistir en su búsqueda, al borde de sus fuerzas que para entonces eran mas bien escasas llegó a un punto donde las señales cesaron. Se quedó completamente atónita ante esta eventualidad, pero decidió seguir caminando, en este punto era todo o nada. Así al cabo de casi media hora de caminata llegó a una amplia plataforma en lo alto de una enorme colina, ahora si que era como en su sueño, el suelo, la ventisca, todo, alzó la vista y contempló un panorama que le robó el aliento e hizo que lágrimas brotaran de sus ojos congelándose casi al momento en sus mejillas. Ante ella se extendía un anfiteatro natural, una hondonada alrededor de la que se alzaban impávidos los riscos de la montaña en forma de círculo. En el centro de este majestuoso escenario protegido de la ventisca se erigía una estatua gigantesca, una figura imponente de un dios antiguo, con los brazos abiertos como si estuviera ofreciendo su bendición a aquel que se acercara. La estatua estaba desgastada por el paso de los años y las inclemencias del tiempo, pero su presencia irradiaba una sensación de poder y sabiduría ancestral. Al acercarse pudo leer en su base que se trataba de un santuario a los antiguos dioses de Elbaf. Se acercó con gran reverencia, sintiendo que estaba en un lugar sagrado. Se arrodilló frente a la figura divina y ofreció sus plegarias con gratitud. Agradeció a los dioses por guiarla hasta allí y le pidió que le otorgaran la fuerza y la sabiduría para cumplir su misión y proteger a su pueblo. La gigante permaneció en silencio durante un tiempo, como si estuviera esperando una respuesta de lo alto, pero nada sucedió.

Decidió que a la mañana siguiente volvería a intentar ganarse el respeto de los dioses, debía conseguir que la escucharan y obtener sus respuestas. Con esta determinación en mente, se acurrucó en la zona mas resguardada que pudo encontrar, encendió una pequeña fogata y se dispuso a pasar una noche que esperaba fuera mas cómoda que la anterior. Con una pequeña caseta fabricada con rocas y las mantas que traía consigo consiguió una cobertura digna contra las inclemencias del tiempo, el fuego enseguida cumplió su cometido cuando las acometidas del viento fueron cortadas por el parapeto improvisado, sintió como el calor volvía a sus entumecidas extremidades con algo de dolor, sintió recobrar el vigor cuando se sació de carne ahumada y entonces en aquel pequeño rincón en el mundo recordó historias de los mas ancianos sobre el sacrificio de la carne. Los nuestros no eran dioses píos que solo buscasen rezos y fe, eran dioses que se saciaban con la batalla, el combate y la sangre de sus fieles. Decidida a ponerle remedio a la mañana siguiente, se echó a dormir sobre el suelo abrazada a su espada por si algún animal intentase molestarla.

Amaneció un día claro y azul, sin una sola nube en el cielo, ofreciendo un marcado contraste con las adversidades vividas hasta ese momento. Ingrid se levantó con una determinación renovada y se preparó para llevar a cabo lo que tenía que hacer. En primer lugar, se ocupó de seleccionar cuidadosamente sus herramientas de caza, reconociendo la necesidad de honrar al dios con la solemnidad que merecía. Del interior de su mochila, sacó con reverencia un trozo de carne seca, que se apresuró a empapar hasta que recobró su lozanía. Se hizo un corte en la palma de la mano y dejó que la sangre fluyera, impregnando la carne con ese líquido carmesí. Colocó la ofrenda en el centro del anfiteatro natural, consciente de que la fragancia de la sangre y la carne cruda serían un poderoso llamado para las criaturas de la montaña. No pasó ni una hora antes de que un enorme lobo estepario blanco, guiado por su instinto y el tentador aroma, se presentara en el lugar. La guerrera se preparó para la inevitable confrontación. Armada con su escudo y espada, que habían sido sus fieles compañeros durante tantos y tantos entrenamientos, se lanzó contra la bestia, confiando en el favor de los dioses en esta batalla crucial a muerte que estaba a punto de suceder.

El lobo, con sus ojos cetrinos centelleando de hambre, respondió al reto corriendo hacia ella, sus colmillos expuestos y la saliva goteando, el pelo de su lomo erizado. Durante horas estuvieron enzarzados, el combate se libró en una danza mortal, donde el escudo protegió a Ingrid de varias dentelladas feroces y la espada respondió como era de esperar en sus manos no permitiendo al lobo asestar ningún golpe preocupante a la mujer. A pesar de la ferocidad de su oponente, el lobo no podía infligir heridas mortales a la gigante, pero ella tampoco podía asestar un golpe definitivo al astuto depredador que se guardaba muy mucho de entablar combate cerrado. Ambos lucharon sin dar tregua hasta que, exhaustos y magullados, finalmente cedieron al cansancio y en un momento de iluminación la guerrera consiguió una posición de ventaja tras la cual con un rápido movimiento de escudo logró someter al lobo con el escudo bajo su peso. Con su aliento entrecortado, el lobo lanzando dentelladas a escasos centímetros de su cara y con la mente despejada por la adrenalina, gritó: "Ofrezco esta muerte a los dioses de Elbaf, esperando que este sacrificio sea suficiente para que escuchen mis súplicas después de tantos años de insulsas ofrendas, pido su bendición para mi pueblo oprimido". Con estas palabras, degolló al animal de la manera más compasiva posible, observando cómo la vida abandonaba los ojos del cánido.

Luego, ofreció el cadáver en un ritual a los dioses, abriendo su cuerpo en canal como un acto de devoción hacia ellos y la naturaleza que los rodeaba. Después de una serie de oraciones y plegarias, se levantó, recogió leña dispersa por los alrededores y regresó a su refugio. Allí, se tomó un tiempo para meditar sobre lo que acababa de experimentar y hacer, recuperar el aliento y ocuparse de sus heridas con cuidado. Era reconfortante ver cómo diferentes animales carroñeros se acercaban al cuerpo del lobo, disfrutando del festín que ella les había proporcionado. Ninguno de los animales hizo ademán violento hacia la guerrera, como si supieran que debían agradecerla tal cantidad de alimento. Cuando el sol se ocultó en el horizonte, solo los cuervos permanecieron para limpiar los huesos. Ingrid observó la escena con una mezcla de asombro y reflexión. "Supongo que así se cierra el ciclo salvaje de la naturaleza", pensó mientras contemplaba la danza macabra de los cuervos. Con el último rayo de sol desapareciendo en el horizonte, encendió una fogata para iluminar su refugio y se recostó, lista para descansar y enfrentar lo que el siguiente día le tuviese preparado. Aquella noche no hubo visiones. ¿Qué significaba aquello?

Cuando el amanecer tiñó el horizonte con su luz dorada, ya se encontraba de pie en el santuario con todos sus pertrechos listos, arrancó los colmillos del lobo para recordar su batalla y sacrificio por siempre y con el viento acariciando su cabello como un suspiro de los dioses y el sol emergiendo como un símbolo de esperanza se puso en camino hacia la cumbre. Caminaba sin rumbo ni resolución, cuestionándose la suficiencia de su sacrificio. La confusión se apoderaba de ella, una creyente ferviente durante toda su vida que ahora se veía inmersa en la tormenta de sus propias dudas. Surgían preguntas incómodas: ¿por qué, durante tanto tiempo, nadie se aventuró a las peligrosas alturas? ¿Acaso ya sabían que nada se encontraría aquí?¿Habían dejado los dioses de posar sus ojos sobre la isla o acaso invocar sus nombres solo servía para legitimar a quienes buscaban el trono en una suerte de tradiciones y ceremonias vacías y sin sentido?

En el fulgor de su crisis de fe, una brecha se abría en su voluntad en el momento más inoportuno. ¿Cómo podrían legitimar la revolución si la divinidad no tejía su destino en el ascenso al trono? Se preguntaba sobre la naturaleza de las deidades que los antiguos rezos elevaban. La idea de que los piratas, reconocidos por los dioses como gobernantes legítimos, recibieran tal estatus en un panteón deshabitado resonaba en sus pensamientos, pero ¿Cómo demostrarlo?. No había dioses, solo yacían muertos y sepultados, junto al olvido de las tradiciones ancestrales. La crisis, como un huracán en su interior, la sumía en la incertidumbre. Entonces, ¿qué hacer en este laberinto de contradicciones? Las respuestas se disolvían como neblina en la tormenta. ¿Desafiar las tradiciones que ya eran sombras, o abrazar la oscuridad que parecía devorar la luz de la fe? Inmersa en este dilema, la gigante se enfrentaba a una encrucijada que desafiaba las bases mismas de su existencia.


Capítulo 3: La verdad


Sin fuerzas para detenerse, pero sin voluntad para afrontar la dura decisión Ingrid continuó vagando por los riscos día tras día. Cada vez mas alto, cada vez mas descarnado, siempre bajo una tormenta permanente, buscando un señal que demostrase que realmente los dioses estaban allí para ellos, pero no lo encontró. El camino fue extenuante y se vio obligada a usar su lanza como cayado para ayudarse y no desfallecer, entonces a escasos metros del siguiente repecho sintió que el aire comenzaba a faltarle, la atmósfera olía a ozono y sintió que tal vez hubiera llegado a la cumbre de la cordillera. Nada mas lejos de la realidad, allí ante ella una pequeña meseta que la permitiría descansar, pero frente a frente una pared aun se extendía como tratando de alcanzar el cielo. Viendo una cueva decidió acampar ahí.

Al entrar descubrió que la cueva era mas profunda de lo que parecía desde el exterior, levantó una pequeña empalizada en la entrada y encendió un fuego para caldear el ambiente y tener algo de luz en su enésima noche de ascenso. Sentía como el viento soplaba en el exterior, las nubes de tormenta se arremolinaban alrededor de aquella cumbre volviendo mas peligroso si puede el viaje. Preparó algo de cenar de sus ya mermadas raciones sabiendo que de continuar así en pocos días debería renunciar a todo debido al hambre. Tras cenar y haber recuperado algo la compostura decidió inspeccionar la cueva esperando no encontrarse con nada peligroso durmiendo en la misma. Lo que encontró la dejó sin el poco aliento que la quedaba. Al fondo de la cueva, había un portón de metal cerrado.

Hizo lo que cualquier gigante en busca de respuestas haría, tomo sus armas cortas, apuntaló la entrada lo mejor que pudo y se dirigió al portón con la intención de hacerlo ceder. Una vez allí arrancó el panel de entrada de la puerta solo para comprobar que todos los cables estaban quemados, es como si una de estas tormentas hubiera azotado las instalaciones hasta destrozarla internamente. Comenzó haciendo palanca en la puerta y tras unos minutos fue cediendo trabajosamente hasta abrirse lo suficiente para permitir el acceso de Ingrid al interior. Eran como una especie de instalaciones científicas, pero no había símbolo ninguno del gobierno ni la marina, era como si fuera una investigación de algún promotor privado.

Caminando a la luz de una pequeña antorcha llego a lo que parecían la sala de dormitorios, donde hacían vida quienes vivieran aquí, había una cocina, un comedor y unas 30 camas. No había indicios de que hubieran abandonado súbitamente la base, pero tampoco lo había dejado ordenado como si pensaran volver. Daba la sensación de que por algún motivo había sido abandonado y dejado a su suerte. Gracias al cielo el despacho resultó mas prometedor, si bien todo estaba dejado sin mas y estaba segura de que la información vinculante había sido retirada, había tirados en baldas y cajones pequeños manuales de uso de las instalaciones y de sus mecanismos básicos, algunos demasiado complejos como para que Ingrid comprendiese su funcionamiento, pero otros tan sencillos como mapas del lugar, descripciones del uso en modo manual de algunas puertas de seguridad, almacenes y demás documentación de interés. Al consultar el mapa descubrió que las instalaciones se extendían hacia el interior de la montaña y hacia arriba, en dirección a la cumbre. Descubrió también que es como si a partir de ese punto todo orbitase alrededor de un núcleo central común a todos los niveles que tenía su origen en la sala de energía, no tenía ni la mas remota idea de que era aquel lugar. Solo que su pelo se encrespaba por minutos desde que había llegado y que había encontrado la palanca manual para ver el interior de las instalaciones desde el despacho. Según aquellos manuales era una apertura fácil y segura.

Tiró de la palanca y la pared de acero tras el cristal templado se laminó dejando ver tras ella lo que parecía el motivo del estado de la base. Una columna eléctrica de aspecto descontrolado, parece que en este lugar llevaban a cabo experimentos de algún tipo y su fuente de energía se sobrecargó con las tormentas haciendo que debieran abandonar la base por seguridad. Era todo muy extraño y no entender el motivo por el que gente preparada huiría del laboratorio no la hacía sentirse mas segura. No sabía mucho de ciencia, pero si que sabía que en caso de tormenta eléctrica se usaba algo metálico como pararrayos. Una reducción de la posibilidad de que te cayese un rayo encima muchas veces era todo lo que necesitabas para poder sobrevivir. Abrió un pequeño hueco en el portón que daba entrada a la zona de peligro eléctrico y por el hueco lanzó su sax intentando clavarlo al otro lado de la estancia, si bien no fue el mejor lanzamiento, el cuchillo voló y se clavó unas decenas de centímetros en la pared metálica, esto dejo un trozo de metal de unos metros atrayendo una gran cantidad de las descargas que perdía el núcleo.

Ingrid entonces se quitó todo lo que llevaba de metal encima, cuando terminó de prepararse casi no llevaba equipo, ni armadura, ni armas, ni su petate, solo el mapa, la antorcha y su ropa, se echó una manta por encima para capear el frio de las instalaciones y se apresuró a encaminarse escaleras abajo a la sala de generadores, tal vez fuera capaz de regular la alimentación para continuar buscando respuestas. Tras 15 minutos de caminata llegó al lugar que marcaba el mapa, la puerta era de madera y al abrirla, vio algo muy extraño, no había motores, ni generadores, ninguna máquina salvo una camilla de metal con lo que parecía ser el lugar de enganche del generador eléctrico y refrigeradores. Doce cinchas metálicas para sujetar a quien se tumbase en la camilla y en la parte trasera varias jaulas llenas de cadáveres en descomposición, algunos de ellos con el símbolo de los esclavos. Y por el suelo decenas de ratas ayudando a la naturaleza a limpiarlo todo. Revisando entre la mesa del técnico solo comprendió que usaban a los esclavos como fuente de energía, no entendía muy bien como, suponía que había algún detalle técnico que se la escapaba. Tomando los controles trató de bajar la potencia del núcleo, pero al notarlo completamente achicharrado por la electricidad y atascado desistió, era como si incluso los fusibles de control se hubieran visto superados.

Había subido buscando dioses y esto era cuando había obtenido, dudas y un lugar que gritaba de injusticia y dolor, desde luego era todo lo contrario a algo divino. Comenzó a ascender por la escalera en busca de algún escrito o diario que pudiera explicarla que hacían allí dentro, pero no encontró nada. Cada paso era fatigoso por la falta de aire y el cuchillo que hacía las veces de para rayos estaba completamente fusionado a la pared, no duraría mas de dos o tres horas. Tras casi una hora de ascenso llegó al final de la escalera, una plataforma de control y una trampilla a la calle a medio cerrar. En el suelo había un cadáver con un cuaderno donde había ido recogiendo datos hasta morir, parece que nadie se arriesgó a subir. Ingrid tomó el cuaderno y se dispuso a leer las ultimas páginas.

Los últimos apuntes hablaban de que los datos sobre el experimento de control del clima eran cada vez mas prometedores, pero que resultarían inviables sin la cantidad ingente de energía suministrada por la fuente de alimentación que usaban. Al parecer todos estaban al tanto y estaban decididos a sacrificar a quien hiciera falta por la causa. Según quedó escrito parece ser que encontraron la manera de asegurar la regeneración de una Akuma no mi en una fruta determinada cuando moría la persona usuaria. Según este documento usaban la potencia eléctrica de la Goro Goro no mi en esclavos llevándolos hasta la muerte como suministro ilimitado de energía. Hasta aquí lo comprendía, era cruel pero lo comprendía, lo que Ingrid no entendía era porqué entonces era posible que todavía continuase esto activo si abajo ya no había nadie. Decidió bajar con la libreta en la mano, pues no creía que hubiera mucho mas tiempo antes de necesitar otro pararrayos y se dirigió al sótano de nuevo llena de dudas. Mientras bajaba por las escaleras, vio algo en el haz eléctrico, parecía un rostro de un pequeño animal en el mismo, fue visto y no visto y cuando llegó al fin a la planta por la que había entrado, el haz se apagó y comenzó a escuchar y ver por el tragaluz como la tormenta se dispersaba.

¿Que había pasado?, bajó a toda velocidad hasta la sala de energía y comenzó a revisar en detalle todos los armarios y refrigeradores. Dentro de estos, solo había frutas y entonces comenzó a encontrar cámaras llenas de frutas cubiertas de espirales mordidas por las ratas, ¿Así funcionaba el generador de tormentas? ¿Alimentándose de ratas usuarias condenadas a su suerte y a una muerte terrible? Mientras aun revisaba con gran estupor la escena vio algo que la confirmó sus sospechas, una de aquellas frutas de las cámaras que aun estaban intactas se estaba transformando, le estaban saliendo espirales y formas en zig zag como de truenos. ¿Ese era todo el secreto? ¿Ni dioses, ni nada que pudiera favorecer y legitimar la revolución? ¿Solo ratas tan hambrientas como para comerse aquella Akuma repugnante que una y otra vez se veía atrapada a reaparecer en aquellas cámaras de la muerte?

“Nunca más, ¿No hay dioses?”, pensó mientras cogía en la mano la fruta que se estaba transformando. “Yo seré una diosa, yo me iré al mar azul, obtendré una flota y poder inconmensurables y volveré a matar a todos y cada uno de aquellos que hay ocupado nuestro hogar por la fuerza. ¿Sólo la fuerza los legitima?, pues hoy juro es este lugar de muerte, podredumbre y ciencia que seré fuerte, tanto como para pasar por encima de un Yonkou con mis hombres. Llevo viviendo en una mentira 50 años y no pienso llegar engañada a los 51. ¡Los dioses de Elbaf han muerto! Al fin estoy lista para reunirme de nuevo con la gente de la revolución”, pensó mientras terminaba de tragar aquella fétida pulpa.

Entonces un centenar de rayos la atravesaron el corazón y surgieron de sus brazos, se quedó en shock, sintió como la maquinaria de aquel sitio tiraba de ella, como trataba de atraparla como a una rata mas. Entonces como levitando en una nube de electricidad estalló en corriente, no como las ratas, no como los esclavos, si no como una hija de Elbaf. Tomó su escudo y su espada tan rápido que ni ella misma era capaz de concebirlo y comenzó a correr por la pared de aquella chimenea mientras destrozaba todo hasta hacer cumbre con un estallido eléctrico titánico. Saltó por los aires observando toda la isla por fin a sus pies y cayó como un rayo por el interior de la montaña dejando aquella maquinaria poco menos que inservible. Un vez se relajó fue hacia el lugar donde había dejado sus pertrechos y se dispuso al fin a pasar la noche completamente cambiada tanto física como espiritualmente, pero sin un ápice de duda en lo que debía hacer con su vida. El viaje había comenzado con la muerte de los dioses y acabaría cuando Kepler expirase su ultimo aliento.

Capitulo 4: el descenso


A la mañana siguiente comenzó el regreso con las primeras luces del alba. La verdad es que resultó inesperadamente sencillo, se sentía ligera y no solo por las características de su nuevo cuerpo, si no por su mochila de emociones y responsabilidades. Experimentó una nueva agilidad en cada paso, como si estuviera en perfecta armonía con el mundo a su alrededor, como si sintiera la montaña palpitar. Además el día amaneció maravilloso, ni una tormenta, ni una nube, solo un cielo azul despejado encima de su cabeza. Bajó por la montaña con una facilidad que habría resultado inimaginable a su "yo" anterior, ahora, comprendiendo a la perfección cada roca y recodo del terreno. Era como si un sentido interno le susurrara la dirección exacta a seguir, como si estuviera siendo guiada por una nueva voluntad que se había encontrado en la muerte de su viejo yo. El cielo comenzaba a enrojecerse en el atardecer cuando llegó a las inmediaciones de su aldea. Su viaje no solo la había transformado de manera irremediable, si no que había mucho que compartir con aquellos que ansiaban su regreso.

Después de los pertinentes saludos y abrazos a sus seres queridos que ya empezaban a plantearse el salir a buscar su cadáver, parecía que su hogar de toda la vida se había vuelto pequeño y sus antiguas preocupaciones carecían de importancia. Aquella misma noche, reunió a sus compañeros revolucionarios y a sus padres para compartir su experiencia y sin omitir ningún detalle narró todo su periplo hasta la cumbre de las montañas de la isla. Finalizó con la siguiente frase, "Como conclusión, los dioses están muertos y nadie puede tener su favor ni tan siquiera el actual rey, así que voy a salir de esta isla para convertirme en alguien lo suficientemente fuerte como para derrotar a una Yonkou y devolvernos nuestro hogar a los gigantes. Si, tengo una Akuma no mi, pero todos sabemos que no es suficiente para derrotar a una Yonkou.", continuó, “Pero tampoco deseo dejaros tirados a vuestra suerte, por lo que aquellos que deseéis huir conmigo y fundar una colonia fuera de esta isla a la espera de nuestro regreso estáis invitados a acompañarme", sentenció. “Espero Brunhilde que entiendas que no quiero debilitar las filas de la revolución, pero yo no puedo aportar nada que desequilibre la balanza a nuestro favor, al menos a corto plazo y no voy a volver hasta que eso cambie.”, os deseo lo mejor de todo corazón y solo espero que sobreviváis hasta mi regreso.
Ingrid se retiró para preparar su viaje, sus pertrechos y sus armas. Tomó dinero y algo de oro para poder pagar en cualquier momento y en un par de días estaba lista para salir de allí. Cuando preguntó por quien se uniría a ella le sorprendió ver que nadie decidió acompañarla. Sus padres se acercaron y la dijeron, “Parece que olvidas que esta revolución no es algo tuyo, ni nuestro. Es algo que nos pertenece a todos y aunque entendamos que tus intenciones son loables, nadie va a ceder ni un día y si finalmente morimos será luchando por nuestra isla. Esperaremos tu regreso en esta vida o en la próxima.”, concluyeron mientras abrazaban y se despedían de su hija con lágrimas en los ojos acompañándola al embarcadero.

Con una última mirada cargada de nostalgia a la aldea que había sido su hogar durante toda su vida, dejó atrás la tierra natal que tanto amaba y a sus seres queridos. El silencio de la noche la abrazaba mientras subía a un modesto barco mercante que debía sacarla del Grand Line, dispuesta a embarcarse en una búsqueda que la llevaría lejos de su hogar. Su mente estaba comprometida con la causa de liberar a su isla, pero en su corazón, la incertidumbre tejía un delicado tapiz de emociones contradictorias. Se encontraba decidida a enfrentar los mares y las amenazas desconocidas que se interpondrían en su camino. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para convertirse en la guerrera capaz de liberar a su pueblo de las garras de los piratas. Su misión relucía en la oscuridad que había asolado Elbaf como una antorcha que se niega a apagarse en una noche de ventisca, pero no por eso daba menos miedo llevarlo a cabo.

No obstante, mientras el barco avanzaba en la noche, ya con su isla perdida en el horizonte hace horas las preguntas se agolpaban en su mente. ¿Por dónde empezar su búsqueda? ¿Cómo podría mejorar sus habilidades y ganar el poder necesario para cumplir su cometido? Se sentía abrumada por la magnitud de su misión y las incógnitas que se alzaban en su camino. Había estado considerando varias opciones durante las horas que llevaban en el mar. Los revolucionarios eran valientes, pero sus preocupaciones se centraban en el Gobierno Mundial y parecían distantes de los asuntos de piratas y gigantes. Por otro lado, la Legión, una organización guerrera de renombre, no mostraba interés en su isla tras su derrota ante la Yonkou. Entonces, solo quedaba una alternativa: unirse a la Marina. Aunque le costara admitirlo, la Marina ofrecía un sueldo para vivir, formación y la posibilidad de ascender en sus filas para, eventualmente, tener la influencia necesaria para movilizar recursos y liberar su tierra natal. Pasó largas horas meditando sobre su elección mientras el barco navegaba. Finalmente, tomó la decisión. Comenzaría su instrucción en alguna de las bases de la Marina en el North Blue. Después de todo, el clima no podría ser más frío que el de su amado Elbaf, y allí podría comenzar a aprender y entrenar las habilidades necesarias para enfrentarse a los piratas que asolaban su hogar. El viaje para liberar su amada isla acababa de comenzar y no podía estar mas ansiosa.


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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Dom 17 Dic 2023 - 3:44}

Lamento el retraso, diario arreglado y resubido, creo que se entenderá mejor y he tratado de corregir todo lo que se me comentó poniendo mas atención en todos los aspectos. Espero que los párrafos no se hagan tan largos.
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Mar 26 Dic 2023 - 18:17}

Buenas, nuevamente soy el moderador robótico bap bep.

Bien, claramente, no solo has tomado tiempo en resolver lo que habíamos hablado en el anterior diario que había echo, sino que además, lo has echo más largo. Se puede ver, como a Ingrid le sucede lo que muchas veces pasa cuando toda una vida se da a algo en lo que se cree y luego esto no re recompensa de ninguna manera. Una gran diferencia respecto a la gran mayoría es que Ingrid tiene voluntad para, mejor o peor, sobreponerse a esa epifanía.

Se ha notado que has tenido en consideración lo que se habló de que había cosas que se hacía "pesado" leer, acortando un poco los párrafos, lo cual le da bastante dinamismo al diario y sigue siendo un buen punto y de inicio para comenzar a rolear al nivel de historia de personaje.

Por otra parte, como mala noticia, dado que es una corrección del primer diario, me temo que tras hablarlo, te daremos la experiencia y doblones correspondientes al primer diario que escribiste, lo siento.

Te llevarías los 618px y 62 doblones, y esta vez sí, la akuma no mi por los 130 doblones quedandote un negativo de -68. Si crees que necesitas otra valoración puedes pedirla.
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Mar 26 Dic 2023 - 18:52}

Perfecto, lo de las palabras, experiencia y doblones sin problema. Fue cuestión de que al escribir para tratar de que quedase bien me emocione demasiado, pero es lógico siendo una corrección.

Acepto la corrección, paso a ponerme la fruta en el perfil. Tengo que modificar el censo o hacer una entrada nueva como usuaria?
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {Mar 26 Dic 2023 - 18:57}

Deberás volver a pasar otra vez por censos para hacer el registro con la akuma.

Hoja actualizada.
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Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) Empty Re: Elbaf queda atrás...(Pasado)(Diario) {}

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