Información cruzada [Pasado][Mako y Christa]

Había vuelto.

Era difícil caminar entre los rascacielos sin que los recuerdos apareciesen como fantasmas fugaces. ¿Podía llamarlo nostalgia? El anhelo de pasear una vez más por esas calles con amigos y familiares que ya no estaban se sentía como una losa sobre el pecho. Había pasado un largo tiempo y sabía que esos momentos no regresarían, que nada volvería a ser como antes. Así que solo podía hacer una cosa: enfrentar el futuro incierto con la frente en alto. Por mucho que quisiera volver a jugar tazos con papá y escuchar esas viejas canciones pasadas de moda con mamá, había que aceptar el pasado y lidiar con ello.

Tampoco estaba en Dark Dome solo para sentirse una chica melancólica y reflexionar sobre los viejos tiempos. Había escapado del Páramo y era libre de continuar la búsqueda del Stormrage, o más bien su cuerpo era libre, pues una parte de su espíritu quedó atrapado para siempre en el desierto del sol rojo. Seguía buscando el artefacto tecnomágico que le había obsequiado su padre, aunque lo hacía más por inercia que por un deseo puro y sincero. Iba hacia delante porque su cuerpo era lo único que sabía hacer como si detenerse a afrontar la realidad no fuera una opción viable; todavía no estaba preparada para hacer frente a la pérdida.

Christa soltó un suspiro y se detuvo frente a la puerta con la placa de dirección que buscaba, dándose cuenta de que estaba sobrepensando las cosas una vez más. Debía reunirse con el Arcano, un traficante de información del que se decía que, por el precio adecuado, era capaz de reunir toda clase de secretos oscuros y documentos prohibidos. Esperaba que pudiera decirle dónde estaba el Stormrage o quién lo había robado, aunque los asuntos relacionados con los artefactos tecnomágicos eran delicados por la presencia del Gobierno Mundial.

Tocó la puerta tres veces y luego dio un cuarto golpe fuera de tempo. Era el código que le habían señalado. Esperó unos minutos que parecieron horas y comenzó a dudar de si lo había hecho bien. Solo por curiosidad, giró la perilla y descubrió que estaba abierta. Algo andaba mal, podía sentirlo. Empujó suavemente la puerta y entró con pasos sigilosos, aguzando la mirada para penetrar la oscuridad del pasillo. Arrugó la nariz cuando percibió el conocido olor de la sangre como si fuera una especie de perro de caza. Sintió una sola Voz unos pocos metros más al interior de la casa y caminó hacia ella con cuidado de no hacer ruido.

Cuando Christa apareció en la sala fue recibida por el grito de una chica acurrucada en una esquina, sosteniendo una lámpara como si fuera un arma letal.

-Tú… Tú no eres uno de ellos -dijo con la voz temblorosa-. Por favor, tienes que ayudar a mi padre, te lo suplico. Pagaré lo que sea, pero tienes que hacer algo.

Un hombre gritaba a otro en "voz baja", parecía bastante alarmado -Te lo digo yo Mako, ¡estás en la lista negra!- frente a él, el otro hombre, receptor del mensaje, piel morena, traje negro, gafas de sol en esta oscuridad, calvo -Lo sabría, además, he fallado dos misiones, he cumplido a rajatabla cientos- Se excusaba -Mako, te digo que solo son rumores, pero la cagada que hiciste con el hijo de los "Ly" fue lo suficientemente grande para que pierdas la protección de las demás familias, el padre del muchacho es vengativo y rencoroso, tienes que tener mucho cuidado... Si yo fuera tú, me largaba cuanto antes a una isla perdida de la mano de dios... ¡No te das cuenta!- Gritó un poco más alto -Puede que los "Ly" intenten algo, pero mientras los demás no quieran mi cabeza no pasará, tanto los "Robs" y la familia "Nalia" me tienen en nomina y los "Lister" quieren que les haga un trabajo la semana que viene, exageras, algún matón de tres al cuarto vendrá a por mi, pero no pueden mandar al grueso del ejercito sin mosquear a los demás, los "Ly" no harán nada contra mi- Sentenció...

Y sí señores, así fue la conversación que tuve con Mike, que engañado estaba, pero eso aún no lo sabía. Por ahora me dirigía a mi apartamento, a descansar, mañana tenía una reunión de trabajo y necesitaba estar atento para acordarme de todos los detalles. Caminé como siempre, evitando las calles principales y de gran afluencia de viandantes, evitar ser visto era evitar ser disparado y no me gustaba que disparasen contra mi.
A tres calles de llegar a la parte trasera de mi edificio, un grupo de, conté cuatro personas que iban corriendo en la dirección donde estaba yo, pasaron por mi lado sin tocarme a excepción de el último, el quinto que iba más rezagado que me golpeó en el hombro pero no llegó a pararse, simplemente siguió corriendo con lo que diría yo algo de desespero... En esta ciudad cada cinco minutos se comete un acto delictivo y ese parecía ser el minuto exacto. ¿Robar, pegar, matar? Habrían hecho cualquier cosa por la prisa que llevaban...

Seguí caminando despreocupado, pero a una sola calle de entrar a mi cómodo y acogedor apartamento, noté algo extraño en mi cuerpo, como que la chaqueta iba más ligera... Empecé a tocar todas las partes de mi chaqueta en busca de algo que claramente no encontraba. Empecé a moverme más nervioso y hasta se podían observar perlas de sudor en mi frente... ¡¡Esos cinco despojos de la naturaleza, me habían robado!! Mi ira empezó a ir en aumento, ¡Dos malditas cosas! ¡¡Como osaban robarme a mí!! Y segundo... ¿¡Que diablos me estaba pasando que me roban en la cara y ni me entero!?

Enfadado giré ciento ochenta grados y como las venas del cuello y cabeza mostraban, estaba dispuesto a matarlos con la misma arma que me habían robado ¡¡MI REVOLVER!!

La súplica de la chica capturó la atención de Christa.

-Deja la lámpara a un lado y hablemos. No es justo que estés armada y yo vaya sin nada -negoció Christa prudentemente. La desesperación parecía real, pero había conocido a actores realmente buenos como para confiar a ciegas en otra persona.

La chica de cabello castaño hizo caso y tiró la lámpara, luego se levantó y empezó a dar vueltas por la sala.

-Ellos se lo llevaron… Le dije que dejara de hacer esas cosas… Por favor, ayúdalo… Yo…

-No te puedo ayudar si no te calmas -le interrumpió Christa y se acercó lentamente hacia la mujer hasta que pudo tocarle el hombro, intentando tranquilizarla-. Si tu padre es el Arcano, no puedo dejar que nada malo le pase, ¿sabes? Así que cuéntame todo lo que sabes y así podré ayudarte.

Fantasma era el pseudónimo de la hija del Arcano, su padre le había prohibido dar su verdadero nombre, haciéndole entender la importancia de cuidar la identidad. Usaban esa casa para tratar con clientes importantes y lugares públicos como tabernas o estacionamientos para los más problemáticos. La vida de Fantasma giraba en torno al anonimato y la ilegalidad por lo que siempre debía estar preparada, aunque nunca había vivido un episodio tan violento como el de esa noche. Hacía unos días, el Arcano se había negado a hacer negocios con unos pandilleros que creían ser mafiosos de verdad, y el líder de ellos se sintió muy ofendido.

-No sé lo que esos hombres quieren de mi padre, pero estoy segura de que lo matarán. Puedo conseguir toda clase de información, pero no sé pelear y nunca he disparado un arma -confesó Fantasma, preocupada.

-Ir yo sola contra una pandilla completa es demasiado arriesgado… ¿Sabes de alguien que nos pueda ayudar?

-Nadie quiere meterse en más problemas de los que ya tienen, aunque se me viene un nombre a la cabeza. Iré por más ayuda mientras tú reconoces el terreno, esos matones operan en la zona industrial de la ciudad.

Fantasma desapareció de la sala sin despedirse, dejando en un papel el número de su DDM. Ahora que estaba sola tenía tiempo para reflexionar y decidir si enfrentarse a los pandilleros o no. ¿Cuánto valía realmente la información del Arcano? Muchos le habían asegurado conocer la ubicación del Stormrage, pero todavía no estaba en sus manos. Un artefacto tecnomágico en el mercado negro debía valer mucho y acabar en manos peligrosas, así que entendía que fuera difícil de recuperar.

Había llegado a un callejón sin salida, no tenía más pistas sobre el paradero del Stormrage, y solo podía contar con la información del Arcano. Era una apuesta arriesgada, pero necesitaba recuperar el regalo de su padre. Hasta ahora había improvisado estilos de combate y maniobras complicadas, pero Christa solo podía extraer su máximo potencial con el Stormrage en sus manos. Era un artefacto único, hecho para alguien con las capacidades especiales de Christa, y nadie más que ella entendía el valor que tenía.

-Supongo que tendré que ir al barrio industrial…

Narración:
Unas gotas de sangre en el callejón "goleta" llevaban a un hombre que estaba inconsciente sobre cuatro bolsas de basura, parecía haber sido golpeado por algo duro, quizás por la taba de alcantarilla que tenía a sus pies. Al lado de este, había otro hombre, también en las mismas condiciones, inconsciente, este estaba con medio cuerpo dentro del contenedor y el otro medio fuera de este, parecía que le habían pegado con la tapa repetidas veces. Un tercer hombre, estaba suplicando por su vida con un cuchillo arrojadizo clavado en la mano y a su vez en la pared, tenía miedo a sacar su mano de ahí por si se la destrozaba aún más y por último, el cuarto pero no por ello el menos importante. Estaba de rodillas frente a otro sujeto quien mantenía en su derecha otro de los cuchillos arrojadizos pero este no estaba ni siendo lanzado ni clavado en nada, simplemente se mantenía en el cuello del cuarto personaje...

1r persona:
Tras seguir y coger a mis ladrones, tener un par de palabras con dos de ellos y ofrecerle un regalo a un tercero, me encontraba con el cuarto ladrón ante mi, llorando, con mi cuchillo en su cuello, apunto de dividir la piel con el acero e incidir en la arteria carótida -Me has robado- Dije con tono seco y frío -¡Perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona, perdona!- Respondía mientras señalaba la bolsa donde estaba el arma -¿No sabes quien soy?- Pregunté, a lo que desgraciadamente para mi respondió -¡No, lo prometo!- Será imbécil... Me hubiera alagado más que dijera que sí e intentaba superarme... -¡Mako!- Escuché una voz tras de mi, como acto reflejo, agarré la cabellera del hombre, me puse detrás de él y mostré el cuchillo que permanecía en su cuello. Ahora mismo era mi rehén y mi escudo -¿Quien es?- Pregunté algo alterado, pero cuando la silueta se mostró ante la luz de la farola me relajé -¿Fanta?- Pregunté achinando un poco los ojos hasta descubrir que si era ella -¡Tenemos que hablar, necesito un favor!- Comentó asustada, por lo que con un rápido movimiento mi cuchillo pasó del cuello al talón de aquiles del ladrón, el cual sí laceré, ladrón y vivo, pero se acordaría de mi para toda su vida...

Tras recuperar el cuchillo que tenía clavado el tercer ladrón, agarrar mi arma del saco y quedarme el dinero, las joyas, bueno, el saco entero que dejaron en el suelo, salí del callejón con Fantasma, quien era una de mis mayores vendedoras de secretos, sin ella y su padre, la mitad de las misiones no habrían sido tan fáciles, aún que cobraban un ojo de la cara... Me explicó la situación y sospeché bastante, no de lo que había pasado, eso era normal en esta ciudad, si no... De la mujer misteriosa que iba a ayudar en la recuperación del viejo... ¿Quien era y por que había llegado en un momento tan oportuno?

Había aprendido a desconfiar y, cada vez que conocía a alguien, partía desde la premisa de que esa persona estaba mintiendo y tenía dobles intenciones. Dudaba de las palabras de Fantasma, de si su historia era cierta, y continuaría así hasta conseguir la información por parte del Arcano. Si no fuera porque había llegado a un callejón sin salida y necesitaba conocer el paradero del Stormrage, habría abandonado al Arcano a su suerte. La gente fuera de la Manada importaba lo mismo que un grano de arena en el desierto.

Esperó en silencio unos pocos minutos en la casa del Arcano y entonces decidió que había pasado el tiempo suficiente. Abandonó el edificio y empezó a seguir el rastro de Fantasma, cuestionando sus verdaderas intenciones. Rastrear a una persona dentro de una ciudad parecía diferente a hacerlo en un bosque, pero la acción compartía la misma esencia. El olor de la sangre, los cabellos castaños, las pisadas sucias en la acera limpia… Christa utilizó las pistas que encontró y siguió a Fantasma por más de un kilómetro hasta llegar a un callejón.

Christa frunció el ceño y miró con recelo la escena sangrienta. Había dos hombres inconscientes en un contenedor de basura y otro de ellos se lamentaba en el suelo, aunque la peor parte se la había llevado el tipo que era usado como escudo humano. El responsable era un hombre calvo y de aspecto peligroso que lucía imperturbable. ¿Debía mostrarse sorprendida? Cosas como esa sucedían todas las noches en Dark Dome, aunque Christa hacía un esfuerzo por no normalizar la muerte ni la violencia.

La cazadora abandonó su escondite y sorprendió a Fantasma y a su amigo.

-Así que esta es la ayuda de la que hablabas, ¿no? -comentó con los brazos cruzados, su mirada de desaprobación-. ¿Contratarás a un matón para rescatar a tu padre de unos matones? Parece una buena idea apagar el fuego con más fuego.

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en el barrio industrial reconociendo el terreno? -preguntó Fantasma, escondiéndose detrás del matón.

-¿Perdón? Nunca dije que trabajaría para ti, además tengo mis propios métodos. Si me estoy metiendo en esto, es porque tu padre me debe la información que me prometió -respondió seca y directa, entonces estudió al calvo con la mirada-. Mi nombre es Christa y parece que estaremos juntos en esto.

Solo por precaución, Christa comenzó a escuchar las Voces de Fantasma y el hombre calvo. De esa manera, se alertaría con anticipación de sus intenciones hostiles.

¿Qué me estaba pasando? En unas pocas horas me habían robado el arma y me habían sorprendido dos veces, una "fanta" y otra su amiga a la cual no noté presencia alguna, ni ruido. También observé que no parecía importarle lo más mínimo los cuatro hombres que me rodeaban, lo que significaba ¿Costumbre? Esa mujer había aparecido frente a mi en Dark Home y en esta isla, está todo lo oscuro igual que sus calles, no hay ni un haz de luz, por lo que por el momento supondré que esta mujer es peligrosa, solo había que descubrir si en mayor o menor medida a la mía.

Tras la escena del "reencuentro" de las dos mujeres, decidí pronunciarme ya que me mencionaron tanto directa como indirectamente -Mi fuego puede llegar a quemar otros fuegos...- Contesté -Mi nombre es Mako y no hace falta que estemos juntos en esto, pero yo no soy de buscar gente, suelo comprar esa información, en cambio, como matón ya que me ha llamado así, le aseguro que soy uno de los mejores en Dark Home, puede que encuentre más baratos, más experimentados pero ninguno de ellos es tan bueno como yo- No me fiaba, pero si fanta le había pedido ayuda a ella igual que a mi, podía entender que estábamos a la par en confianza o por lo menos como clientes, ¿Sería una asesina?

Antes de avanzar hacia ningún lado, me aseguré que mi arma estaba en su sitio, tenía seis balas y en mi chaqueta habían doce más, eso hacía un total de dieciocho balas, más mis tres cuchillos, que con ellos tenía munición ilimitada en realizad, pero no quería mostrar mis cartas frente a una posible futura enemiga. -A mi me pilla de sorpresa, ¿Podéis compartir la información de la que dispongáis?- Claramente estaba seco, en cambio ellas dos parecían una fuente de sabiduría en este caso aún que si no sabían nada, empezaría a tirar de hilos, pero sinceramente no sabía no por donde empezar... -¿Quien se lo ha llevado, por qué se lo han llevado? Está claro que por información pero saber que tipo me ayudaría a reducir la búsqueda ya que no todos estamos interesado en lo mismo- Contratos, contrabando, personas, negocios, la información era muy dispar en todos los sentidos, el viejo tenía de todo pero si sabía que tipo era, podría encaminar la búsqueda a ciertas familias, mercenarios o cazadores...

Se había hecho una mala impresión del hombre que se presentó como Mako. El que hubiera lastimado y torturado a esos cuatro hombres tampoco daba buenas señales. Si iba a estar en el mismo equipo de un sujeto tan peligroso, lo mejor sería mantener las distancias y actuar de forma precavida. Desconocía los métodos y motivaciones de Mako, aunque era común que a los criminales les importase solo el dinero y muchos de ellos ponían precio a la lealtad. No había criatura más repugnante que aquella sin principios ni valores.

También dudaba de la afirmación de Mako. Dark Dome alguna vez perteneció al Imperio de Katharina y era gobernado bajo la mano dura de Ivan Markov, así que Christa tenía una buena noción sobre el poder bruto de ciertos criminales. Por ello, podía decir con propiedad que Mako no era el matón más experimentado ni hábil de la isla, aunque le gustaba que tuviera confianza en sus propias habilidades. Al final del día, eran esas técnicas las que mantenían al matón con vida.

-Yo tampoco sé mucho más que tú -contestó Christa a la pregunta del calvo-. Unos matones secuestraron al Arcano porque parece que ofendió a su líder. Fantasma dice que, si no nos damos prisa, matarán al Arcano. Ah, y se supone que esos matones operan en el distrito industrial de Dark Dome.

Christa frunció el ceño al escuchar un ruido, como si una prenda estuviera rozando una superficie áspera.

-Será mejor que tengamos esta reunión en otro lugar -propuso la cazadora.

Fue en ese momento que escuchó unas Voces que se acercaban lenta y sigilosamente hacia ellos. Eran cuatro. De inmediato, Christa hizo un barrido del lugar para identificar las posiciones seguras en donde no podría ser flanqueada ni rodeada. Tenía el presentimiento de que estaban a punto de ser emboscados. Dos de las Voces avanzaban por la calle mientras que el resto lo hacía por la azotea de los edificios más bajos. ¿Estarían buscando una posición privilegiada para un tirador? De ser ese el caso, la pelea estaba ganada antes de comenzarla.

Una de las presencias apareció, llamando la atención de los presentes. Era un hombre alto y fornido que vestía una gabardina oscura, tenía la mitad de su rostro quemado y el cabello negro le caía sobre la cara. Llevaba las manos enguantadas, unos pantalones anchos y unos zapatos de oficina. Sumado a su apariencia inquietante, el sujeto tenía un aura asesina intimidante.

-Tenemos unos asuntos pendientes con la mujer de ahí -mencionó el hombre con voz grave y ronca, como si se hubiera echado veinte cigarrillos antes de hablar-. Sé perfectamente quiénes son ustedes dos y mi gente no está buscando más problemas. Les daremos cinco millones a cada uno a cambio de la mujer.

Christa miró a Fantasma de reojo, quien estaba asustada y pálida, y entonces usó el silbato que colgaba de su cuello.

-Cometieron un error al exponerse de esa forma -se limitó a responder la cazadora y entonces sacó una daga de su bolsillo.

La mujer era buena, se había dado cuenta antes que yo de que teníamos problemas cerca, por sus movimientos, (tema en el que no soy un profesional ni mucho menos) intuí que no era una dirección, poco después lo corroboré yo mismo cuando apareció el hombre y escuché algo de ruido por otro lado pero no pude focalizar bien de donde venía. Me levé la mano derecha dentro de la americana para agarrar un cuchillo y escuché al hombre quien tenía unos rasgos muy característicos -¿Cinco millones? La verdad que es tentador... Como hombre avaricioso que soy me gusta la idea... Pero la verdad es qué esta muchacha me hace ganar más dinero que el que ofreces al cabo del mes, si te la entrego me quedaría sin una ayuda bastante confiable, ¿Por qué no ofreces tres veces más y me lo pienso mejor?- ¿Estaba pensando en venderla? ¡Claro que no! ¿Quien en su sano juicio vendería toda la fuente de información que usa para trabajar de forma segura? Pero por quince... Ese ya es otro tema...

No solté la daga, la sujetaba con las yemas del dedo indice, corazón y pulgar, tenía mi objetivo en mente, el cara crema catalana, le lanzaría con energía el arrojadizo, era quien más expuesto estaba, ¿exceso de confianza? ¿Quizás tenía como defenderse? Dudo que pudiera preveer mi ataque a tiempo para evitar que se le clavase en el cuerpo -¿Que dice usted joven damisela? ¿La entregaría por quince millones?- Estaba jugando a dos bandas sinceramente, intentaba ganar tiempo para saber cuanta gente había en total acechando y, bueno... Si caen quince millones... Aún que si ofrecen quince millones, ¿Por qué no acabar con ellos, quedarme el dinero y recuperar al viejo para que me siga informando? -Fanta, ¿Qué sabes de este tipo? ¿Puedo fiarme de él si me ofrece tanto dinero?- Como todo el mundo sabe, la información es poder y de todos nosotros quien tiene más poder es Fantasma, quien nos conoce a la muchacha y a mi, entiendo que también a quienes le persiguen -Aceptar el trato y luego quedarme sin nada no me place- ¡Por fin! ¿Eran dos en la azotea? dos cuchillos suficientes, luego vería como recuperarlos sin dar la nota de "usuario", también podría usar el revolver pero el ruido llamaría mucho la atención -Que dilema tan complicado- Comenté, haciendo creer que pensaba en el dinero cuando estaba pensando en si polvora o akuma ¿Qué usaría para matarlos?

Como había pensado, Mako era esa clase de hombre que por el dinero suficiente sería capaz de vender incluso a su madre. No solo debía preocuparse de sus enemigos, sino también de las personas que parecían estar de su lado. Eso incluía al matón y a Fantasma. Se había hecho un grupo entre personas notoriamente diferentes por lo que Christa predecía que estaría en desacuerdo en algunas de las futuras decisiones. Por ejemplo, no pensaría en vender a Fantasma porque el dinero no le interesaba ni le apetecía traicionar a una persona; no quería cargar con esa mancha.

-No intentes ponerle precio a mi consciencia -respondió Christa, empuñando con firmeza una daga.

-Ya veo, una pena. Tendré que matarlos y llevarme a la mujer por la fuerza -decidió el hombre de la cara quemada.

Entonces, Mako le preguntó a Fantasma sobre lo que sabía de ese hombre.

Su nombre era Drago, un astuto matón que se estaba haciendo un lugar en el bajo mundo de Dark Dome. Conocido por resolver problemas de forma efectiva, Drago aniquilaba los objetivos de sus jefes en tiempo récord. Acostumbraba a trabajar solo, pero en operaciones especiales convocaba un equipo de expertos: legionarios retirados, viejos piratas, traidores del Gobierno Mundial… Cada uno de ellos era un oponente del que preocuparse.  Por si fuera poco, Drago era un artista marcial experimentado y bastante bueno en el combate cuerpo a cuerpo con armas de fuego.

La descripción que Fantasma entregó sobre Drago hizo sonar las alarmas de Christa. Si el Arcano solo había ofendido al líder de los matones, ¿qué hacía un hombre como Drago buscando a Fantasma? ¿Y para qué la quería? Christa tenía razones evidentes para creer que Fantasma estaba ocultando información relevante. Comenzaba a tener el presentimiento de que se estaba involucrando en algo más grave que solo la ofensa de un vendedor de información a un matón de baja influencia.

-Sí que me has estudiado, niña. Espero que la información les vaya a servir a tus guardaespaldas -dijo Drago, introduciendo la mano dentro de la gabardina y entonces echó a correr hacia Fantasma.

De inmediato, Christa escuchó una voz a su espalda y se giró para cubrir la retaguardia. El flanqueador era un hombre moreno y delgado con un tupido mostacho. Sin ninguna duda, vació el cargador de su ametralladora sobre el grupo. Al mismo tiempo, en la azotea del edificio más alto, una francotiradora de unos veinte años, cabello negro y traje militar apuntaba la cabeza de Mako y su dedo acariciaba peligrosamente el gatillo.

Una imponente bestia cayó del cielo nocturno y aterrizó violentamente en la azotea, sobre la francotiradora. La chica se giró e intentó disparar, pero el miedo la paralizó al tener la muerte en frente. Los ojos turquesas de Isara, el gigantesco grifo de Christa, miraban a la francotiradora como debatiéndose entre perdonarle la vida o no. Isara chilló y luego golpeó a la chica con su cola, estampándola contra el muro de la baranda y haciéndole perder el conocimiento. De manera paralela, pero en la encrucijada, Christa jalaba a Fantasma hacia sí misma y se protegía de las balas detrás de la capa mágica como si esta fuera un escudo; si por alguna razón no bastara para protegerse de munición común y corriente, había que penetrar la defensa de Raikiri, una armadura ligera casi imposible de cortar.

Ahora solo había que detener a Drago y al resto del equipo. La huida comenzaba a ser una opción razonable.

Drago... ¿A sí que es él? Había aparecido alguien recientemente que me estaba quitando mérito y trabajos, pero como ahora tenía la mente en otro lado, supuse que sería algún conocido. Grata sorpresa me llevé cuando al preguntar sobre quien me pisa el terreno ese nombre apareció. Por lo dicho por Fantasma y lo que indagué, era alguien a quien debía eliminar si quería seguir en el negocio, por lo que claramente estaba en mi lista negra.
Sin perder el tiempo Drago saltó directamente a por su objetivo, el cual fue apartado por la muchacha que disparó una semiautomática que sonó muy fina, claramente no era un arma cualquiera, estaba bien cuidada, ni una detonación más lenta que otra, para eso mi oído estaba entrenado. Mucho ruido en la azotea, tras escuchar un aleteo fuerte y un golpe seco, por lo visto el único que no estaba preparado para el encontronazo era yo.

La muchacha que se presentó con el nombre posiblemente falso de "Christa" cubrió con sus ropas a la muchacha y la protegió de las balas. (Nota mental, necesito una de esas capas) Tras los disparos de Drago, saqué mi arma, no para dispararla, simplemente quería que el matón de poca monta se cubriera para darnos tiempo a nosotros a hacer lo mismo. Me cubrí tras una esquina de las callejuelas y esperé que la muchacha Christa hiciera lo propio. Disparar a lo loco es una buena opción pero con munición limitada no.
En la esquina hablé con el desgraciado -Así que tú eres quien me quita el trabajo, pues siento decirte que olvides los quince millones, si quieres que te entregue a la muchacha, tendrán que ser treinta, no me gusta la gente que me quita mi sustento- Grité. Por el callejón donde yo estaba, aparecieron dos hombres más, que desgracia. Cual pistolero del oeste apreté el gatillo dos veces, las dos balas que salieron del cañón de mi arma impactaron de pleno en el pecho de esos dos, a la altura del corazón -Señorita Christa, ¿Habría alguna manera de que ese amigo suyo, me tire el arma?- Dije refiriéndome al pájaro que neutralizo al francotirador y a su arma claramente. Todas las escopetas, fusiles o pistolas eran bienvenidas a mis manos... -Necesito munición para ser un hombre de provecho- Comenté con una sonrisa, mentira era pero no iba a hacer que el fusil bajase hasta mis manos por arte de magia, eso estaba reservado para un publico VIP

Las balas rebotaron en la Capa Mágica de Burbruja y cayeron a los pies de Christa, aunque la defensa ignoró algunos proyectiles que se sintieron como perdigones a piel desnuda. La cazadora esperó el lapso de recarga y rompió su refugio temporal detrás de la capa para sorprender al tirador. Christa apuntó a la zona del hombro y abrió fuego con una pequeña pero eficaz 9 mm sujeta con ambas manos, apoyando su rodilla derecha para obtener mejor soporte. Las primeras dos balas impactaron en el hombre, pero este, al estar bajo fuego, corrió a cubrirse tras un edificio.

Christa tomó la oportunidad y agarró a Fantasma del brazo para buscar cobertura en el interior del callejón. Los matones usaban armas de fuego y algunos de ellos se habían posicionado en sectores altos y ventajosos, por lo que había que evitar exponerse.

Entonces, el contacto de Fantasma entró en acción disparando a los hombres que intentaron entrar por el lado opuesto del callejón. Una vez quedó cerca de Christa, le hizo una petición razonable pero imposible de satisfacer.

-No, no hay ninguna manera. No le puedo pedir a un grifo que me traiga un arma como si fuera un perro al que le arrojas un palo -respondió con tono serio, aunque más por la situación que por la petición de Mako-. Si quieres recoger el botín, hazlo cuando nos aseguremos de que no haya enemigos cerca.

El panorama pintaba feo.

De acuerdo con el relato de Fantasma, Drago era un tipo duro y encima tenía la ventaja de los números. El grupo de Christa había recibido bien el ataque inicial, lo que hacía preguntarse por qué los francotiradores no abrieron fuego primero. ¿No tenían un buen tiro o acaso los necesitaban vivos? Por el comportamiento de los tiradores enemigos la última opción era difícil de considerar como una alternativa real. En cualquier caso, había muchas piezas que no terminaban de encajar en el puzle que estaba armando Christa. Fantasma, Drago, los francotiradores… Todo era un poco raro.

Antes de enfrentar en serio a esa gente necesitaba un poco más de información y, desde luego, pelear en una posición más favorable. Quizás su compañero no estaría de acuerdo con su plan, pero ¿qué opciones tenían?

-Debemos huir -propuso Christa, sus ojos puestos sobre Drago. El hombre de la cara quemada los observaba desde fuera del callejón-. No nos conviene pelear aquí ni contra tantos enemigos. Crearé una distracción y correremos.

-¡Pero es una buena oportunidad para capturar a uno de esos bastardos y preguntarle sobre mi padre! -protestó Fantasma.

-¿Quieres que les hagamos frente en desventaja numérica y mientras te protegemos? No es una petición realista, lo siento -determinó Christa, intentando mantener la cabeza fría y al menos saber cuál sería el siguiente paso-. Corramos cuando dé la señal.

No hacía preguntar ninguna cosa pues la distracción sería evidente.

Christa sacó una pistola de cañón corto y aspecto futurista de la capa, reemplazando la 9 mm de antes. Apuntó a Drago y el hombre de la cara quemada se dio cuenta de que estaba en peligro. La cazadora presionó el gatillo y disparó un fogón que formó una cúpula ardiente de altas temperaturas, carbonizando cualquier ser vivo que se encontrara dentro de su alcance.

-Arderá unos pocos segundos. ¡Vamos!

La negativa de poder obtener el arma, me molestó un poco y no por que la mujer no adiestrase de forma correcta a ese perro con alas, si no por el hecho de que o seguía con mi arma o mostraba mi As bajo la manga. Por mucho que valiera la información de ese viejo para mi, mis habilidades del diablo eran más importantes pues no solo me generan dinero, si no, que también protección, por lo que podría compensar la perdida de información con más poder... Decidí jugar con mi suerte y no recoger el arma. Mientras la mujer mostraba el plan a seguir "huir" que no me parecía del todo correcto pero era el más viable, apunté sobre su cabeza, edificio trasero izquierdo, si yo fuese uno de los francotiradores habría elegido esa azotea y efectivamente, no acabó de dar la orden de salir corriendo a su aviso que apareció la cabeza de un hombre, la cual al segundo tenía una bonita herida entre ceja y deja provocada por mi revolver. El cuerpo cayó pero su arma se quedó arriba -Chss..- Sí, chisté, el destino estaba caprichoso hoy...

No pude más que asombrarme cuando observé aquella extraña pistola que no había visto en mi vida, arqueé una ceja y todo, la quería en mi colección por simple apariencia, pero cuando vi lo que sucedió al accionar su gatillo, me enamoré al ver el fogonazo, al notar el calor intenso en mi piel, al destello que hizo que ni mis gafas de sol ocultase, esa mujer había llamado mi atención ¿Donde había conseguido ese arma? Necesitaba esa información.

Empecé a correr en dirección contraria al fuego -Tres callejones en recto, dos a la derecha y uno a la izquierda, hay una puerta de servicio que siempre está abierta, da a una cocina de comida rápida. Hacia la izquierda de la cocina hay unas escaleras que suben, recto, tras la barra la salida principal a la calle, es una calle de paso pero eso nos da un total de dos opciones, subir hasta la azotea y luchar, somos dos tiradores por lo que he podido apreciar o camuflarnos con la gente- Puede ser que nos disparasen igualmente aún que haya civiles, pero no me quita el sueño... Cosas peores había aguantado, soportado y creado con tal de conseguir acabar con mi objetivo o sobrevivir, unas cuantas almas más sobre mi conciencia no harían diferencia...