¡Abrígate y completa tu misión! [Pasado]

- ¡El barco está pronto a llegar a puerto! – Exclamó el timonel y navegante de aquella embarcación marinera. – ¡Recuerden el propósito de la venida a esta horripilante y gélida isla, tomamos las cosas y nos marchamos! ¡No hay más! – Finalizó el mismo sujeto a la par que hacía las últimas maniobras para posicionar de buena forma el barco que estaba apunto de llegar a buen muelle en la isla del Reino Russuam.

¿Qué cuál es nuestra misión en este sitio tan inhóspito para algunos que provienen de lejanas tierras y tan cercano para los que subieron a borde pocas islas antes de llegar a nuestro destino? Fácil, lo primero que había que hacer era abrigarnos lo antes posible en las tiendas de la ciudad que fuesen de nuestra preferencia, según indicaciones del capitán, pero, por indicaciones generales, la que teníamos que visitar a como de lugar era la tienda de ropa de Alexey Nikolov, ya que poseía cierto prestigio sobre sus ropajes, como los más abrigadores del sitio; lo siguiente en la lista de tareas por cumplir era dirigirse a la destiladera de San Beersburg para hacerse con la preciada carga de licor que beberían los hombres por el paso de estás congeladas aguas para así mantener el calor corporal en su sitio; y para finalizar y sin restarle importancia a lo encomendado: dirigir un paquete a un tal Igor Sadha.

Los sitios que tenían que visitar los hombres debían ser abordados en el mismo orden en el que se dieron las indicaciones previas, ya que esto agilizaría de gran manera los procedimientos en los cuales se veían involucradas las tareas. Todos estaban listos y ansiosos por comenzar con las labores, aunque algunos más lo estaban por el hecho de abrigarse y sobrevivir a esas bajas temperaturas que causaban los fenómenos meteorológicos allí en aquel lugar, mientras a otros les urgía más el hecho de no poder controlar la insaciable sed de licor, lo hacían, en otras palabras, más por alcoholismo que por otro motivo en particular, los segundos, aquellos que se veían impulsado por la segunda de las tareas encomendadas. Aunque para la tercera tarea no se tenía claro quién iba a ser el encargado de entregar dichoso paquete al dichoso Igor, todos llegaron a un acuerdo en que aquel que debía de ser asignada aquella solitaria tarea no era más que uno sólo: el recluta de la marina Teva Bossco.

―¿Y se supone que esto es un paraíso? ―pregunté al aire, algo decepcionado.

En mis viajes por el mundo, de isla en isla, de aventura en aventura, buscando hacerme un nombre en mi mundillo, llegué a esta isla. Su nombre era muy chulo, Russuam, sonaba bien. Pero el clima era terrible.

―¡Qué frío! ―dije nada más poner mis pies en la isla.

Eso sí, la nieve era bonita. Y también era cómo la tierra: podías dejar tus huellas al caminar sobre ella. Era divertido, pero al poco se me comenzaron a congelar los pies. ¿Tal vez debía usar zapatos? Bueno, en lo que buscaba un buen abrigo me lo iba pensando.

Di un par de vueltas por el sitio, buscando un sitio para abrigarme. Algunas personas me miraban extrañadas, algo a lo que ya me había acostumbrado. A lo que yo siempre les respondía con una alegre sonrisa. Cuánto más grande, mejor.

―Pero qué simpático ―me dijo una mujer entrada en edad.

―Muchas gracias, señora. Disculpe, pero no sabrá dónde puede conseguir un abrigo bueno, ¿verdad? ¡Aquí hace mucho frío!

La señora sonrió con ternura y me dio unas pocas indicaciones. Me comentó sobre varias tiendas, pero me recomendó sobre todo la de un tal Alexey Nikolov, que al parecer era bastante bueno en la zona. Decidí hacerle caso a la desconocida. Más me valía, o acabaría por ser un pescado congelado.

La mujer era buena indicando, y no tarde en encontrar el sitio. Sí que parecía bueno. Hasta tenía clientes entrando y saliendo sin parar.

―¡Hola! ―exclamé al entrar en la tienda ―Estoy buscando un abrigo no muy grande, así como de mi tamaño, pero que mucho mucho. Que aquí hace un frío que pela.

Un empleado de la tienda me miró, algo escéptico.

―¿Y tienes dinero para pagarlo? ―preguntó. ¿Qué clase de pregunta era esa? Pues claro que... Busqué entre mis bolsillos y vi que no me quedaba ni un berry. Maldición.

―Pues... No... ―Empecé a titubear, pero enseguida me recuperé―. Pero puedo ganar mucho mucho dinero. Soy cazarrecompensas. ¿Sabes de alguien a quien haya que capturar? ¡No hay criminal que se me resista! Lo buscaré, lo buscaré, y lo derrotaré. Y después me darán dinero por hacerlo. Eso sí, me gustaría poder conseguir el abrigo antes. Es que aquí hace mucho frío... ―dije con un tono lastimoso. Y es que era verdad, ¡qué frío!

- Chico, eres agraciado, tu cara no espantaría ni a un insecto, eres perfecto para presentarte ante el criador de huskies más notable de esta región del mundo, sino me crees sólo mira a la tripulación, gente sin temple que no sabe tolerar las adversidades del cambio entre el calor y el frío, y los segundos, y peores, borrachos empedernidos que sólo buscan saciar su sed de gula y rendirse ante las tentaciones que los licores ofrecen. Iría yo personalmente, pero tengo que quedarme resguardando el bienestar de esta embarcación, espero entiendas mi punto de vista y no hagas vista gorda a mi petición – Le dirigió sus órdenes en forma de palabras suaves mientras tomaba ambos de los hombros de Teva con sus manos para alentarle a realizar aquella labor de traslado de un paquete con contenido desconocido.

- No hay objeción alguna de mi parte, señor. Lo que sí, antes, me gustaría acompañar a mis compañeros a hacer las compras de sus trajes invernales a las tiendas del sector portuario y también pasar por San Beersburg para ir por la mercancía que se le prometió a los marineros como recompensa a este viaje de condiciones de temperatura por debajo de lo normal que resiste un cuerpo humano, por tanto, acepto con mucho agrado ser el mensajero de la tripulación en esta ocasión siempre y cuando no se me prive de la oportunidad de sociabilizar con mis compañeros y ayudarles a traer la mercancía de la ciudad capital – Respondió con entusiasmo a la petición de su capitán y dio a entender sus puntos de vista para con sus labores previas al encargo a realizar en Russuam.

- ¡JAJAJAJAJA! ¡Muy bien, jovencito! ¡Pues ve con tus compañeros a por abrigos y brebajes y cuando todo esté listo vuelve a verme para así poder entregarte el paquete que se te será encomendado! ¡Muy buena suerte en tus labores! – Con mucho énfasis y todo el buen ánimo del mundo le dirigió unas cálidas palabras de aliento en un lugar tan frío que resultó ser agradable para el joven de apellido Bossco, quien prosiguió con sus tareas de ir a por abrigos a la tienda de Alexey Nikolov.

Una vez fuera del barco, el joven recluta de la marina se dirigió, junto a sus compañeros, directamente a la tienda más famosa del lugar par conseguir los tan apreciados abrigos que vendía el dueño de tan lujoso sitio, su misión actual era simple, consistía solamente en acompañar a los de su clase y adquirir un abrigo que lo mantuviese cálido en las gélidas tierras del reino invernal.