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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Sáb 26 Jul 2014 - 5:28}

Tal vez las oportunidades saldrían por cosas del destino, tal vez habrían veces en las que las oportunidades debíamos buscarlas uno mismo. Ahora una cosa estaba clara, Hallstat era una isla llena de oportunidades. Teniendo en cuenta que poseía un gobierno independiente de toda potencia mundial, era evidente que aquel lugar sería propicio para conseguir algún que otro trato. ¿Tal vez un contrato de caza? Quien sabe, pero de algo estaba seguro, y es que en aquel lugar encontraría mucas cosas interesantes de las cuales podría jactarme con otros en un futuro posiblemente cercano; Diez de la mañana, un horario justo para llegar a una isla así. Habiendo tantos lugares que visité, y tantos puertos en los cuales atracar, llegué a uno de los principales, y realmente... al único que se podía ingresar sin ser un local de la isla. Me pidieron una pequeña suma de dinero cuando bajé al puerto y puse pie en tierra firme. No me importó mucho darles aquello ya que era muy poco, no superaba los 1000 Berries de hecho, una suma que me la sudaba olímpicamente perderla, a fin de cuentas era poco. "Bien, a la taberna más cercana... que tengo hambre de recompensas." pensé, palmeándome la panza, pero antes de ir hasta allí, andando un poco más me encontré con el comercio del puerto. Mucha cantidad de comida, ropa, productos falsificados, de todo un poco había en aquel lugar.

Un tipo se topó conmigo, o mejor dicho se interpuso en mi camino, abriéndose la gabardina y enseñando allí mismo varias armas pequeñas de filo. Entre dagas, cuchillas, tânto entre otras más. Arrugué el ceño ante lo que me ofrecía y simplemente le aparté de un potente manotazo en uno de sus hombros que lo movió bastante. Bufó y se alejó queriendo engatusar otra gente a que compraran sus productos seguro de mala calidad y sin filo a un precio extremadamente alto. — ¡Compre su pescado fresco aquí, pescado fresco, lindo y barato! ¡Compre su pescado! — exclamaba uno, otros que vendían carne de ternera asada que eso sí me activaba las glándulas salivales indudablemente. Pero, tarde o temprano terminé llegando a la taberna. El aroma desde afuera era de cerveza, vino y comida. Se escuchaba la música desde afuera, era bastante animada. Varios cantando pero algo desafinados, y mujeres danzando de manera muy alegre pero también seductoras, eso se podía divisar por las pequeñas ventanas cuadradas que adornaban el frente de aquella taberna echada a la antigua, con esas puertas dobles que se abren a lo viejo oeste, que no cubren mucho de la misma puerta. Un pórtico con toldo hecho de madera, vamos... todo un local clásico y bonito a decir verdad, donde el violín y piano son los dos instrumentos musicales que más destacaban.
Una vez entré, me acerqué a la barra. Era un lugar bastante espacioso, con muchas mesas redondas de madera desplegadas por el local, aunque un pasillo algo "estrecho" de no más dos metros de ancho por medio se dejaba vacío para el fácil acceso a la barra. A la izquierda había una pequeña tarima donde se encontraba la banda musical que animaba la mañana esa ocasión, y a la derecha había un tablón de anuncios hecho de corcho enmarcado en madera, donde se encontraban colgados varios posters de Recompensa, como también algunas peticiones personales en las que  se ofrecía cierta recompensa por algunas tareas simples, y otras no tan simples realmente. De todos modos, me senté en la banca, manteniendo cierto silencio hasta que el tabernero se acercó a mi, pero desde el otro lado de la barra. Me miró fijo mientras lustraba una jarra de vidrio limpia, secándola mejor dicho, alzando el mentón como diciéndome "¿Qué se te ofrece?" aunque sus palabras no se hicieron esperar demasiado. — ¿Qué se te ofrece? — predecible, realmente. Yo aclaré mi garganta y me dispuse a responder en un tono tranquilo, siempre con una leve sonrisa dibujada en mi rostro, demostrando cierta superioridad, ego por las nubes. — Una jarra de cerveza, nada más. — luego de ordenar, me quedé esperando pacientemente. Afuera se escuchaba una especie de barullo, aunque no le di demasiado interés, seguro era gente pasando o armando un lío demasiado pequeño para que pudiera o debiera interesarme por él...


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Sáb 26 Jul 2014 - 20:00}

Hallstat era una de esas islas atrapadas en el oscurantismo intelectual, al menos a su parecer. Sin embargo, gustaba tanto a Katrina que ya llevaba medio año teniéndola como su refugio mientras averiguaba algo de la armada revolucionaria. Quizá era ese clima lluvioso o los edificios de aspecto oscuro, podría bien ser la facilidad con la que conseguía libros o la libertad con la cual podría manejarse sin miedo a ser vista por alguna especie de autoridad. Pero tal como las polillas con la luz, ella era una persona que sin pensarlo mucho se pegaba a donde no hubiera más que sombras y abandono. Aunque tenía como desventaja que aquella falta de ley en Hallstat atrajera a los cazadores de recompensas como la miel a las moscas. Igualmente era una condenada a nunca enseñar su rostro no solamente en sitios como ese. Siempre cabía la posibilidad, aunque muy lejana, de que alguien reconociera las facciones de esa chiquilla que hace cinco años le tumbo los dientes a una Tenryubito y huyo de Buchenwald perdiendo todo su status de noble.
No sabía si quiera si a estas alturas se le seguiría buscando. ¿Pero para que arriesgarse? Además, había empezado a gustarle convivir con el anonimato.

El día estaba ajetreado, era jueves por supuesto, los mercaderes mostraban sus mejores mercancías recién llegadas -O robadas- y muchos extranjeros venían a buscar artilugios por precios bastante modestos. Esa misma mañana, la propia Katrina había bajado del campanario abandonado en el cual había establecido eso que ella llamaba hogar provisional, para, enfundada en su aspecto escondido de cuervo y tela negra, ir a las calles a buscar algunos libros importados y más ganchos egipcios para sus autopsias -Sabrá ella de donde saca los cadáveres-. Si tenía suerte conseguiría algo de dulces picantes y algo de resina para el aceite de inmersión del microscopio. La gente, tan sumergida en sus problemas ignoraba su figura que en las noches solitarias y vacías había llegado a causar temor e intriga. Todos tenían ese tipo de vestimentas antiguas y exageradas, así que ver a un médico de la peste negra no podría ser tan peculiar. No en jueves.

—Lo tenemos en 600 berries, si se lleva el frasco de 3 litros se lo vendría dejando en 900— Decía un hombre calvo, de apariencia demacrada mientras, algo receloso, tomaba entre los estantes de su tienda un gran frasco con formol, tratando de no preguntarse quien era y por que su cliente se cubría con una extraña máscara y no había hecho mas que darle una lista de sus requerimientos. Agujas, ganchos, pinzas, hojas de bisturí, lentillas, resina, pruebas sintéticas de aglutinación, jeringas, parches, soluciones desinfectantes, y antibióticos en concentraciones líquidas. Era una gran lista, de la cual faltaban un par de cosas en sus tienda, pero por alguna razón solo quería que la persona, si es que lo era se fuese ya.

El hombre escucho algún desorden de la calle, y siendo siempre un entrometido quiso asomarse para ver. Al parecer su cliente había pensado lo mismo. Katrina se encontraba mirando a la calle desde la ventana del local, sin poder ninguno de los dos adivinar que sucedía en medio de esa bola de gente.


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Sáb 26 Jul 2014 - 23:01}

— ¡Me has robado, devuelve lo que es mío, pedazo de mierda! — exclamaba lo que parecía ser un hombre de edad un tanto avanzada. Por otro lado, la gente empezaba a aglutinarse en medio de la calle, rodeando lo que parecía ser un par de hombres luchando por un objeto en especial. Mientras sostenía mi jarra de cerveza, masticaba un trozo de la pata de ternera asada que me había pedido después, asomando la cabeza por el umbral de la puerta de aquella taberna. El barullo estaba prácticamente frente a mi, por lo que me quedé mirando curioso. No podía ver demasiado bien de todos modos debido al tumulto de gente que se acumulaba en medio, pero había algo que era cierto: Se estaban peleando por algo bueno en realidad. — Vaya, esta gente... ¿porqué no hay un orden como en las otras islas? Sería divertido ver cómo se dispersan o inventan excusas a los Marines mientras los interrogan. Canas verdes terminarían teniendo. — murmuraba hablando conmigo mismo. No fue demasiada conmoción que me transformara en mi forma híbrida de dragón para volar unos segundos y así sentarme encima de lo que vendría siendo el techado del pórtico de la taberna. Ahí sí pude divisar bien de lo que se trataba el objeto. Un cráneo de oro, parecía macizo inclusive, algo impresionante... ¿Cual sería su valor real? ¿Tendría algo dentro de la cavidad cerebral? Tantas preguntas pasaban por mi mente, pero solo una importaba: Dinero.

Miré hacia un lado, y pude divisar no muy a lo lejos a alguien enmascarado... su máscara parecía un pájaro, pero con el pico del mismo color. Realmente intimidaba un poco, no a mi obvio... tanta perfección es difícil de intimidar, pero sí que daba una sensación de curiosidad impresionante, ¿sería una mujer o un hombre? Por sus ropajes tampoco sabría definirle exactamente. Pero no pude concentrarme demasiado en ello, se escuchó una pequeña explosión y antes de darme cuenta, todo el lugar o al menos un buen trozo de este se encontró cubierto por una nube de humo. Empecé a aletear con fiereza para despejar el humo aunque de tan espeso que era me costó un poco lograrlo. Cuando este se disipó luego de unos segundos más, medio minuto aproximadamente, los ritos agudos y desgarradores de algunas mujeres que presenciaban el asunto me hicieron sospechar que algo malo había sucedido. Y para mi sorpresa, era cierto, no exageraban. Los dos tipos que se estaban peleando hacía segundos atrás por ese cráneo dorado, ahora estaban agonizando ya casi muertos en el suelo, debido a un corte certero en el cuello de cada uno que rebanó sus esófagos y parte de las yugulares. Una muerte medianamente rápida, pero dolorosa y molesta.

— Uff... madre mía, ¿y ahora? — bufé hablando conmigo mismo. Le di otro mordisco a mi carne que ya poco y nada quedaba en el hueso, y mientras bajaba volando lentamente, me terminé de beber los últimos restos de cerveza que quedaban en la jarra de vidrio. Uno de los garzon habían salido por lo que le di aquellas cosas a él, aunque su cara desorbitada e impresionada me dejaba en claro que las neuronas en su cerebro no hacían muchas sinapsis realmente. Me limpié las manos en su ropa despreocupadamente mirando que por el lado del enmascarado con forma de pájaro, se iba corriendo una figura oscura, sombría, o bueno... mejor dicho estaba vestida de negro, metiéndose entre los callejones y desapareciendo por allí. Arrugué el ceño y solté un bufido leve, caminando hacia aquel lado mientras las personas seguían impactadas por la escena que había ocurrido hacía minutos atrás. — ¡Oye! ¡Tú, pajarraco! — le dije al enmascarado, desconociendo totalmente que se trataba de una mujer, y una muy bella de hecho. Una vez estuve a una distancia no mayor a dos metros, hablé de nuevo. — ¿No has visto pasar a alguien corriendo por tu lado? ... No entiendo nada de lo que pasa por aquí, pero me huele a que es un robo. — decía haciéndome el idiota, imitando a los lugareños de la isla, al fin de cuentas, así parecían ser siempre que sucedía algo de tal calaña. Esperé pacientemente la respuesta por parte ajena, aprovechando la conmoción del momento.


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Lun 28 Jul 2014 - 2:44}

Había salido de la tienda dejando de lado sus compras una vez que agudizo su oído y pudo percibir de qué se trataba más o menos la riña. Camino entre la gente apartándola a suaves empujones, nadie puso resistencia al verle aproximarse por la impresión que ocasionaba su aspecto. Algunas de miedo, algunos de extrañeza. Apenas pudo ver un objeto de oro pero fue incapaz de discernir de qué se trataba exactamente

Lo demás fue repentino.  La calle se llenó de humo en una sospechosa explosión que le cegó la vista, aunque la máscara le protegiese las mucosas de los ojos. Por un momento sintió un empujón brusco pasar  a su lado. Asumió que se trataba de alguien que trataba de huir de aquella situación claramente, pero al saberse rodeada de gente ¿Cómo podría saberlo? Una vez que acallo el ruido, que se esfumo la cortina, aquel incidente había dejado detrás dos cadáveres con la yugular expuesta. Y sus pensamientos fueron exactamente los mismos que los del joven que la observaba sin ella saberlo. ‘’Fue preciso, sabe lo que hace’’. Aunque esa clase de crímenes eran el pan de cada día en Hallstat, cierta curiosidad embargó a la médico que se alejaba de la multitud unos pasos para cerrar los ojos y  guardar cada detalle de los cadáveres que había visto en una fotografía mental. Le gustaban los asesinatos así, causaban en la fugitiva una enferma emoción y curiosidad. A la vez se preguntaba ¿Qué tanto valor tendrá aquel objeto para que alguien cometiera un asesinato doble a plena luz del día? No lo sabía, quizá por la noche podría buscarle.

Ya me hace falta un cadáver nuevo. Pensó divertida y se dio la vuelta para entrar de nuevo a la tienda y reclamar la mercancía que de hecho no había olvidado. En eso escucho a alguien referirse a ella. Si, sabía que era a ella porque ‘’pajarraco’’, aunque sonara demasiado impropio, era un apelativo adecuado. Lo había escuchado un par de veces, cuando alguna persona la denunciaba a las autoridades por ir partiéndole la cara a los hijos de papi que veía por ahí pasándose de listos o por robar medicinas de manera descarada.

¿Pero claro que fue un robo, es que te falta seso?.  Sintió ganas de responderle pero mantuvo la boca cerrada. ¿Por qué le hablaba, para empezar? Podría preguntarle a alguien más. Aunque de pronto su pregunta no era tan descabellada, hacía unos instantes había sentido un empujón, miro en la dirección del callejón y todo cobro cierto sentido.  Katrina señalo el callejón,  como si la respuesta fuera obvia, y después escudriño su aspecto. Parecía un caza-recompensas, o un pirata, pero no un ciudadano común de Hallstat. Podría ser que estuviera tras el objeto de oro, o el mismísimo asesino.  No era su asunto. Pero el próximo cadáver que había huido en los callejones ya hacía unos minutos si y si de alguna manera conseguía que alguien le ayudase a atraparle, pues mejor.

—¿Y tú eres?-Preguntó una voz suave, casi serpenteante que perdía su claridad debajo de la máscara.  No se quitaría la máscara ante un desconocido, era lógico.


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Lun 28 Jul 2014 - 4:57}

Su clara voz fue suficiente prueba para mi. Me hacía titubear un poco por la decisión, pero terminé queriendo creer que era una chica. Su voz sonaba suave, pero no demasiado para pasar por una menor de edad. ¿Tal vez cercana a sus veinte años, o pasando por ellos? No sabía decirlo con exactitud por culpa de aquella máscara que tenía puesta en la cara. Ganas no me faltaban para sacársela realmente. Pero inadecuada sería tal acción con una desconocida de prendas tan... peculiares. A decir su prendas tampoco es que me impresionaran demasiado, había visto al Marçois vestir trajes más estrafalarios, maquillado de blanco con labios pequeños rojos y una peluca blanca que me hacía dudar mucho de su sexualidad cada vez que lo recordaba, hasta pequeños escalofríos recorrían mi espalda de tan solo recordarlo realmente; Su pregunta me dejó en claro que no sería de mucha ayuda en un principio, y aunque empezó señalando aquellos callejones, no podía faltarle el respeto de tal manera, mucho menos ahora que me había confirmado las sospechas. Su altura y figura bien disimulada bajo sus prendas no podían camuflar de todos modos su voz. Aunque las sorpresas todavía podían salir de debajo las mangas, y encontrarme con un chico de voz afeminada, las posibilidades estaban ahí sobre la mesa todavía.

— Ya a estas alturas se habrá metido en mil y un callejones como para que tenga ganas de perseguirle. — fue lo primero que salió por mi boca mientras asomaba la cabeza por aquella calle tras el edificio. Luego enderecé mi cuerpo imponiendo mi presencia frente a la figura enmascarada que se encontraba frente a mi. Había una pregunta soltara por ella, o por él... no podía saberlo aún, que quedó en el aire, sin contestar. Aclaré mi garganta y dibujándose una leve sonrisa en mi rostro, demostrando sentimientos de superioridad realmente y ego por las nubes, comencé a hablar en un tono de voz que podría sonar bastante confianzudo, aunque realmente... así era yo, todo un Adonis. ¡No! Hasta el mismísimo Adonis se quedaría enamorado de tan solo echarme un fugaz vistazo. Su reflejo solamente sería un mero esperpento ante la visión de mi humildemente perfecto cuerpo. — Mi nombre es Mark Kjellberg, cazador de recompensas. Desconozco quien eres tú y aunque me gustaría saberlo, tenemos algo más importante entre manos al parecer. — le dije en un inicio. Tenía la intención de seguir hablando pero los gritos de una mujer, provenientes de donde estaban los cuerpos inertes.

— ¡Mataron a mi padre y robaron la calavera de oro! ... ¡Por favor, que alguien me ayude! ¡Quien capture al que haya hecho esto le daremos una gran recompensa, por favor! ¡Hagan algo! — exclamaba la mujer con una voz muy quebrada. Se le notaba bastante desconcertada y abatida por la pérdida de su ahora difunto padre. Una buena movida de carne no le vendría mal tampoco. ¡Ahem! Pero volviendo a lo interesante, fue que la reacción de la gente era la que yo me imaginé que sucedería. Una horda de personas salieron a estampidas para todas las direcciones habidas y por haber, posiblemente buscando a aquel culpable. Viré la vista hacia la o el enmascarado, y con una sonrisa socarrona, burlándome de las actitudes que la gente tomaba solamente si les daban una buena "recompensa" por ayudar. — Hm, ¿me ayudas? Sospecho que las demás personas, como has podido ver, posean aunque sea una sola neurona que haga sinapsis con las circundantes... No te has acercado al tumulto de gente, has preferido mantenerte en la segura lejanía, me hace pensar que eres una persona... precavida, ¿me equivoco demasiado? — preguntaba aunque no esperé demasiado, ya que rápidamente me transformé en mi forma híbrida aprovechando el momento, desplegando mis grandes alas al salir del local, esperando afuera a la fémina. — ¿Te montas en mi espalda, o tienes vértigo? ¡Vamos! Y de paso me cuentas quien eres. — cuestionaba con confianza. No me importaba no conocer a aquel individuo enmascarado del que aún dudaba su sexualidad, a fin de cuentas, una aventura es una aventura, sin importar con quien se haga.


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Miér 30 Jul 2014 - 2:07}

Curioso, sabe deletrear sinapsis. Pensó divertida mientras le escuchaba. De entrada no supo que pensar, no le cabía en lo mas mínimo que de pronto una persona se le acercarse y le ofreciera ''Irse de aventuras''. En el buen sentido.
Mas sin embargo no sentía ni una sola pizca de alerta, es decir, si realmente quisiera hacer negocio con ella, no le habría dicho que era caza-recompensas ni se le hubiera acercado a hablarle como quien tenía no tenía ningún tipo de problema en la vida. ¿Para que podría el querer de su ayuda? No lo entendía en lo absoluto.
Lo único que tenía claro era que la recompensa por las susodicha calavera de oro. Bueno, eso lo tenían claro ambos.
Un amplio suspiro recorrió el pecho de Katrina, uno visible bajo el disfraz.
Era un suspiro de resignación. Bueno, últimamente había estado escasa de dinero. Así que ¿Por que no ayudarle? Si como caza-recompensas le salía con una maldita estafa podría dejarle ciego o incapaz de mantener sus esfinteres cerrados en el parpadear de un colibrí: Que curiosamente tenía el pico en forma de aguja, le gustaban las agujas.
Además podría conseguir su cadáver fresquito: Los cadáveres le gustaban también. Si no era el supuesto ladrón, sería el rarucho este que le hablaba si se le ocurría hacer un movimiento en falso
¿Que si era precavida? Si, mucho, el mismo lo había dicho. Y con mucha razón.

Aunque sus cavilaciones macabras se vieron mitigadas al verlo transformarse. Maldita sea, un usuario, y no me se la anatomía de los dragones. Pensó con amargura, y de nuevo se sintió en la posición de desventaja donde vivía siempre.
Vamos a darle busca, ambos podemos salir beneficiados. Así que te sigo— Contesto mientras se montaba a su espalda de un brinco muy ligero, no le tenía miedo a las alturas.— Soy médico y mujer, por que seguramente te lo has estado preguntando, pero no te diré nada más hasta que lo crea conveniente. Así que dale, vuelta.

Entonces espero a que emprendiera su vuelo. Por algún motivo, la curiosidad siempre la orillaba a cometer tonterias de estas.


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Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] Empty Re: Cráneos de Oro. ¡El robo perfecto! [Privado Pasado • Katrina Read] {Miér 30 Jul 2014 - 6:13}

Su profesión no es que me importara demasiado, pero simplemente no se lo había preguntado. De todas maneras era bueno tener un poco más de información sobre la personas que se te monta encima en la espalda. Haciendo uso de mis alas, emprendí vuelo hacia arriba, elevándome unos diez metros. Lo suficiente como para poder ver los callejones fácilmente desde la altura. Sí, habían varios edificios que eran más altos, pero seguramente podríamos elevarnos más si era necesario; El asunto era extraño, aunque se podía ver gente corriendo por los callejones, muchos de ellos seguramente eran los que buscaban al verdadero ladrón. — Inútiles... no saben siquiera cómo buscar, míralos... gritando por nosotros, pidiendo que los ayudemos. — bufaba hablando conmigo mismo. Por el rabillo de mi ojo derecho vi una presencia un tanto oscura agitándose entre unos grandes edificios. Sin avisarle siquiera que sería mejor se sujetara con más fuerzas, aleteé más velozmente, queriendo ver cada uno de aquellos callejones, notando que entre ellos avanzaba como si fuese una especie de Ninja, alguien con un aparente cuerpo masculino a juzgar por el tamaño de sus extremidades y la ropa que llevaba puesta. Saltaba por las paredes, cruzaba entre las sombras, todo un niño piruetas.

— ¿Lo ves? ... Ese debe ser. — murmuraba hablando con la fémina que se encontraba en mi espalda. Parecía ser que no se había percatado de nuestra presencia. Pero si ese era el que antes habíamos visto ambos, ¿porqué no caía en picada entre los callejones y lo atrapaba cuando menos se lo esperara? Bueno, básicamente porque todo ladrón debe tener una escondite, y en ellas, quien sabe cuantos tesoros robados. — No te desesperes... tengo la leve sospecha que nosotros somos el gato y él el ratón, pero pretende hacernos pensar lo contrario... — murmuraba hablando con la chica detrás de mi. Seguía a aquel individuo, volando desde lejos sin perderle de vista. El sujeto encapuchado corría a toda velocidad por los callejones hasta llegar a un pequeño agujero de acueducto en la muralla que rodeaba aquella ciudad. — Rata escurridiza al parecer. — murmuraba hablando conmigo mismo. El tipo nos llevaba entre los bosques externos de la pequeña ciudadela, aún no se percataba de nuestra presencia porque parecía tomar un camino bastante rectilíneo. En un momento llegó a lo que parecía ser una cascada, no demasiado alta pero sí lo suficientemente potente como para ocultar todo lo que se escondiera detrás. Aterricé en una orilla cercana a la cascada, el pequeño lago que daba a esta era bastante llano, casi como si fuese un gran charco, un pequeño lago con una profundidad máxima de medio metro.

— Si quieres mojarte los pies, bájate de mi espalda. El tipo entró tras la cascada. — comenté yo en un tono serio, volviendo a mi forma humana nuevamente. El caudal de tal caída no era demasiado potente, por lo que no corríamos el riesgo de quedarnos aplastados bajo tierra por la fuerza del agua. Comencé a caminar sin esperar demasiado por la fémina que me acompañaba en estos casos, me detuve poco antes de la cascada, cruzándome de brazos y luego llevándome una mano a la nuca, renegando levemente con la cabeza. — Con lo que odio mojarme la ropa... tendremos que hacerlo, ¿a los pájaros no les gusta bañarse? — decía a modo de pregunta retórica, para luego dar una pequeña estampida que me dejó traspasar el agua.

Una vez hice aquello, esperé por la contraria y noté que había una entrada... no era secreta, parecía una cueva más que nada. Algunas antorchas iluminaban el pasaje aunque más allá de unos 10 metros a lo lejos no se veía nada, estaba todo oscuro. Posiblemente deberíamos tomar aquellas antorchas para seguir. Miré de soslayo a la chica una vez estuviera conmigo, y sonreí de medio labio, de manera confiada. — ¿Y bien, entramos, o no entramos? Tengo el leve presentimiento de que... deberemos tener cuidado. — murmuraba en un tono irónico, a mi me daba igual, pero seguro habría trampas, una cueva tras una cascada daba mal presagio, mucho más si un ladrón y posible asesino se había metido en esta...


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