Capítulo 8 - A

Al final aparecieron, Hitoku y Hayato, tras mucho tiempo usando a su hermano mayor como colchoneta propulsora, disfrutando como el que más, aparecieron para joderme el chollo.

- ¡Chicos! Al final nos encontrasteis, ¿Que tal el viaje? ¿divertido?

En lo que terminaba de saludar a los dos gemelos con mi típico gesto simpático de siempre, eché un vistazo a Suzaku para preguntarle:

- ¿Y bien capitán? ¿qué haremos ahora?

Yo no tenía consciencia de los planes, ya que solo tenía una carta para mi capitán y sin rechistar, me fui con él a donde me mandara, me daba igual una trampa, una misión suicida o como si me lleva al mismo desierto...es mi capitán e iría con él hasta el fin del mundo.

Espero encontrar esa fabrica ya, quiero ganar a mi capitán a comer chuches...

Al terminar mi colapso mental, eché un vistazo a mi alrededor y tan solo pude darme cuenta de que, todavía no habíamos entrado en ningún lugar, tan solo estábamos en el bosque y al no saber si estos se habían percatado lo dije, pero con mucha educación.

- Esto, capitán, contramaestre, timonel, no se si os habéis dado cuenta del detalle, pero aun estamos lejos de nuestro objetivo. Creo que deberíamos darnos prisa y empezar a realizar nuestras acciones lo antes posible antes de que todos estén en nuestro camino y tengamos mas problemas...Es tan solo mi opinión, se que no soy quien para decir ni decidir nada, pero me gustaría que se tuviera en cuenta...

No se si actué bien con este comentario a los gobernantes del barco, pero creo que estábamos perdiendo algo de tiempo y quería actuar lo antes posible. Yo soy así, mis pensamientos aunque no coincidan con el resto, los suelo decir, siempre con respeto, pero los digo.

Espero no ganarme ningún castigo por eso

Una imagen pasó por mi mente y antes de que dijeran nada, miré al capitan con nostalgia y le dije:

- Por ciento capitán, muchas gracias por haber dejado que saltara sobre ti, ha sido un honor

Y terminé sonriendo de oreja a oreja

Mi agotamiento se había disipado tan rápidamente que me vi engatusado por la idea de seguir sembrando la semilla del caos en aquel reino dejado de la mano de dios. Los ciudadanos, más histéricos conforme avanzaban las manecillas del reloj, correteaban por las callejuelas como si de hormigas huyendo de una enorme lupa se tratase. Evidentemente, aquella locura no había sido infundada solo por mi, sino que el resto de la tripulación no había perdido el tiempo y se encargó de extender sus pérfidas garras sobre todo aquello que había truncado su paso.

A lo lejos, pude ver como la segunda al mando, ebria a más no poder, amenazaba a una pareja de edad considerable para que le diera información sobre el paradero de la fábrica; o eso me parecía, puesto que mi lectura de labios se veía dificultada por la exagerada articulación de Elizabeth al hablar. Por su parte, Unity se las estaba apañando bastante bien contra un pequeño grupo de hombres armados que buscaban poner fin a sus fechorías, aunque era harto improbable que lograran hacerle más de un simple rasguño.

¿Cuanto tiempo íbamos a poder seguir haciendo esto? La reciente fama que había ido acumulando este lugar habría forzado al rey, en mi opción, a mantener a su guardia alerta de cualquier anomalía. Eso hacía indiscutible el hecho de que la movilización de la guardia real se estaba llevando a cabo en esos momentos.

-Vamos- dije mientras extendía mi brazo hacia el cielo y abría mi mano.

Con a penas unos segundos de tardanza, los fuegos fatuos, que había empleado para poseer al grupo de hombres del callejón, volvieron a mi. Tras aquello, llamé a la gran araña recolectora con el fin de que se acercara a mi posición y, que de inmediato, agachara su cabeza para que pudiera subirme a ella. Una vez en mi montura, avancé rápido por las calles en dirección a la plaza de la entrada, lugar donde suponía que Dromp había permanecido todo este rato. La prisa y la necesidad de acción hacían que no me planteara ni por un instante el querer esquivar a los ciudadanos con los que me cruzaba, sino que, como había hecho anteriormente, hacía que la criatura los atravesara con sus patas de aguja, acabando con sus vidas al instante. No obstante, los despojos y restos del asalto anterior entorpecían demasiado el camino como para querer evitarlos, así que dirigía la araña a la pared más cercana e hice que la escalara hasta llegar al tejado, donde podría gozar de una vista privilegiada de la situación actual y de una mejorada movilidad. La cercanía entre los edificios hacía posible el avance mediante saltos, pero era un arma de doble filo al dejarnos tan a la luz de posibles atacantes.

-...- cerré mis ojos y de mi piel comenzó a brotar una fina cubierta ósea que, por su extrema dureza y densidad, me protegerían eficazmente sin mermar mis movimientos.

Cuando abrí los ojos ya habíamos parado de movernos. Nos encontrábamos en el edificio más cercano al gigante que, junto a nuestro supuesto aliado, se alzaba imponente como una gran montaña: aun encontrándome a aquella altura seguía impresionandome. En su hombro, durmiendo, estaba Elizabeth, portando un deplorable aspecto fruto del alcohol. Sohem, cercano a su posición, se encontraba sumamente concentrado, como si..

-Polvo- pensé mientras veía como el polvo, que estaba en el tejado de la casa donde me encontraba, comenzaba a movilizarse y dirigirse hacia él.

Pero no solo era aquel polvo, sino que intentaba reunir el de toda la ciudad, lo cual consideraba una gran proeza tratándose de un núcleo urbano no muy pulcro. Con solo unos minutos lo había conseguido, y sin perder más tiempo rodeó con él a Dromp. Su objetivo principal era el de proteger a un objetivo tan claro y vulnerable como el gigante; asegurar de que una arma tan poderosa no fuera destruida.

¡¡¡Campeón!!! ¡No te muestres hasta que lleguéis al palacio!

Se trataba de la voz de Sohem,¿Campeón? Tal vez se refería a su aliado, pero lo más importante era su avance hacia palacio. Confiaba en el poder de su Akuma no mi, pero nunca esta de más algo de ayuda, por lo que bajé de la montura y coloqué mis manos sobre el suelo.

-Kuchiyose: Mokushiroku no Supaidā [AF]

Tras aquellas palabras me erguí y miré al suelo, del cual empezaron a aparecer unas grotescas formas que poco a poco iban transformándose en criaturas semejantes a las arañas, aunque rondaban los cuatro metros y diferían bastante de la ya creada.

Cada una de ellas poseía una cualidad física que la especializaba en una actividad determinada, aunque todas compartían una resistencia y defensas que superaban con creces a las del más tenaz acero: en primer lugar se formó una araña de considerables dimensiones, con unas extremidades toscas y un robusto abdomen (Tanku); en segundo lugar, otra con un cuerpo asombrosamente pequeño, pero sujeto por unas patas articuladas cuya longitud alcanzaba perfectamente los tres metros (Kuraimā ); seguido, una araña con un tronco estándar, aunque rodeado por unos aros con pinchos que finalizaban en unas patas de sierra que serían capaces de desgarrar paredes (Senshi); y por último, una araña que lucía, en un tronco alargado y abombado, dos pequeños cañones, a partir de los cuales podía disparar esferas óseas a modo de bala de cañón alimentándose del poder de mi Akuma (Shūtā).

-Ahora, la vida- susurré.

Elevé ligeramente mi brazo e hice aparecer cuatro fuegos fatuos (rojo, azul, verde y lila), los cuales se dirigieron a cada una de las arañas y las dotó de vida independiente.

-Ya sabéis lo que tenéis que hacer- les dije con un tono elevado- ¡Marchad!

En tan solo un instante se dispersaron, haciendo que el tejado de la vivienda crujiera de forma sospechosa. Mientras que Tanku y Senhsi se desplazaron hacia el suelo, Kuraimā y Shūtā siguieron aprovechando las alturas, acorde con sus características.

-¡¡YAAAAAAAAHAAAAAAA, acabemos con estos molestos humanos!!- gritó Tanku- Será divertido ver correr su sangre bajo mis...¿puños? ¡HAAAAHAAAAAA!

-¡Silencio Tanku, a no ser que quieras morir el primero!- contestó enfurecida Kuraimā- Aunque si esa es tu decisión adelante, te apoyamos.

-¿Morir? ¿Qué es eso?- susurró Senshi- La muerte y el dolor tan solo serán conocidas por nuestros rivales.

-Sí...- dijo de forma entrecortada Shūtā, a la par que ajustaba sus cañones.

Las cuatro avanzaron inexorablemente hacia la fortaleza, ya fuera para destruir o entretener a la guardia, lo cual apoyaría firmemente las acciones de Dromp.

Mientras tanto, me volví a subir a mi montura y esperé para observar los acontecimientos que estaban a punto de ocurrir.

Al poco tiempo de dejar que mis camaradas hicieran diabluras por los alrededores Sohem me alertó de un ataque, por lo visto mis hombres habían armado un gran revuelo y el rey ahora nos quería ver muertos.

Me dijo que no había venido solo, y que el se ocuparía de los enemigos que aparecieran en el núcleo urbano. Me dijo que fuera a palacio y que destrozara todo lo que se moviese... y lo que no se moviese también.

-Si quisiera hacer algo, lo haría con o sin tu permiso, Sohem. No eres mi capitán, esto es una alianza... ¡YAAAAAAHAHAHAHAHA! -dije intentando imitar su voz.

También me advirtió de que no vería nada, pero que siguiera hacia delante arrollando todo a mi paso. Así que miré a mi hombro y pude ver a Elizabeth, que estaba despierta y supuestamente preparada para el ataque.

-Agárrate. -le susurré con una gran sonrisa.

Al instante todo el lugar se llenó de polvo, cerré los ojos como me indicó y desaparecí con Soru adelantando en unas pocas milésimas de segundo a las arañas creadas anteriormente por Aspros.
Cuando estaba llegando a la entrada principal del palacio me recubrí el cuerpo con Haki Armadura y a velocidad de escándalo la atravesé y la destrocé en mil pedazos, por el temblor producido por tal sacudida, los cimientos de la estructura de la entrada principal cedieron y taparon la puerta con grandes rocas que cayeron de la muralla que rodeaba la susodicha puerta. Ahora estábamos solos en la sala Elizabeth y yo... aunque no sabía el estado actual de mi segunda al mando.

-¡BAJA DE MI HOMBRO!

Iba a hacer un ataque para destrozar gran parte del palacio, así que necesitaba concentración. Cerré los ojos y un aura verdosa rodeó todo mi cuerpo, en cuestión de segundos mis músculos se empezaron a hinchar hasta el extremo de que parecía que fueran a explotar, los ojos se me pusieron en blanco y mi piel se enrojeció y empezó a tirar un leve humo.

-¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Junté las palmas de mis manos en dirección a los pasillos que conectaban casi todas las habitaciones de palacio y lancé una poderosa onda espiritual, que se llevó los cimientos que tenía en frente como si fueran un simple papel, y si había gente en mi dirección probablemente hubieran muerto.

KAIZOKU FU~YŪRĪ 海賊フューリー(FURIA PIRATA) [AMF-Haki Armadura]

La mitad del palacio eran todo escombros, había destrozado toda estructura existente sesenta metros por delante de mi... ahora quedaba la mitad del palacio al descubierto por un gran agujero y grandes escombros que dificultaban mucho el paso a las personas normales.

Cuando terminé de hacer el ataque los músculos me volvieron al tamaño normal y empecé a tirar humo por la piel... los ojos se me volvieron de color y la camisa quedó destrozada en el suelo.

-Uff... *cof-cof* Je... vamos Elizabeth, sigamos... tenem... tenemos que derrotar al rey.

Estaba realmente fatigado, pero aun me quedaban muchas fuerzas.

Continué mi camino sin mayor incidente. Si algún ciudadano me vio, sin duda pensó que lo más sensato era alejarse del camino de la chica con un hacha enorme y la ropa y el arma manchadas de sangre. Mientras caminaba jugueteaba con mi hacha, haciéndola dar vueltas o lanzándola en el aire para después cogerla al vuelto. Mientras tanto silbaba entre dientes una vieja canción de borrachos que había aprendido hacia años, aunque había olvidado la mayor parte de la letra y la mitad de la melodía me la estaba inventando. Claro, si eso lo hiciera Arya con el violín sería toda una maestra, pero para los canones de la música yo era solo una tipa medio inventándose una canción de taberna.
Sin embargo, conforme avanzaba comenzaba a sentirme intranquila. No había nada en concreto que me incitara a estar así, ninguna evidencia de marines o soldados o amenazas, simplemente intuía que estaba pasando algo. Quizás lo mejor sería reunirme con el capitán y los demás lo antes posible.
De repente todo comenzó a llenarse de polvo. Parecía una tormenta de arena, salvo que evidentemente, no era una tormenta de arena. Me temí una estrategia del experto en polvos. Quizás me había precipitado al intentar analizar su apodo.
Cuatro figuras blancas se cruzaron en mi campo de visión. Parecía arañas de un color hueso. Corrí tras ellas, en contra de lo que el sentido común me dictaría si tuviera de eso y cuando conseguí acercarme un poco vi que no es que fuera de blanco hueso, es que de hecho eran huesos. Eso solo podía ser obra de una persona.
Efectivamente, allá arriba, en la cima de un tejado, se encontraba Aspros subido a otra araña osea. No sabía si alguien más podía crear monstruos de huesos, pero tenía claro que solo había una persona tan macabra como para fabricar esas criaturas.
-¡Ey, melenas! –le llamé. No tenía muy claro si me había oído. Decidí seguirle, esperando que me llevara con el resto de la banda.

Nada más llegar al hombro del capitán, el chico del polvo nos advirtió del peligro que corríamos. No esperaba que los guardias de la ciudad fueran tan competetentes y veloces a la hora de realizar su trabajo.

Antes de nada, activé mi haki armadura para estar protegida ante posibles ataques. Al parecer el amiguito de Dromp lo tenía todo planeado, él se enfrentaría a los que iban tras nosotros mientras nosotros íbamos al palacio. No tenía ni idea de cómo pensaba enfrentarse a ellos, pero ese ya no era mi problema. Parecía que lo tenía todo controlado, así que me preocuparía solo por mí.

Cuando Dromp dijo que me agarrara comprendí que la acción iba a empezar. No sobreviviría sujeta a él si utilizaba el Soru, así que me solté y utilizando el Soru y el Geppou le seguí.

En tiempo récord alcanzamos la vivienda del rey, dejando atrás una nube de polvo creada por el tal Sohem. Tenía la cabeza girada hacia atrás para intentar ver algo de lo que ocurría, pero un estruendoso sonido hizo que girase mi vista hacia delante. Cuando lo hice, pude ver al gigante destrozando parte del palacio.

Me coloqué de nuevo en su hombro observando aquel desastre y escuchando algunos gritos provenientes del interior. Además de Dromp, parecía que Aspros se había unido a la masacre. Supuse que sería él por las arañas de hueso que acababan con todo lo que se encontraba a su paso.

-¿Ahora qué? ¿Cómo vamos a encontrar al rey si lo mismo lo has enterrado vivo entre los escombros? Además, pareces cansado. Tú y tu manía de matar antes de preguntar. Mira cómo se hace.

Algunos guardias que se encontraban fuera del palacio pedían gritos de ayuda mientras otros yacían muertos bajo las enormes rocas desprendidas del edificio. Hice que unas plantas emergieran bruscamente del suelo de los alrededores del palacio para matar a la mayoría de los guardias y personas que seguían con vida.

Aún quedaban algunos correteando, entre ellos un guardia y un hombre anciano bien vestido. Los agarré firmemente con liana que me salía del brazo y los elevé hasta ponerlos a la altura de Dromp.

-No queremos hacer daño a la gente del pueblo, no nos interesan, tan solo queremos al rey. Si alguno de vosotros me dice dónde está nos marcharemos sin causar más problemas. Pero si os oponéis a nosotros, todo este maldito pueblo acabará convirtiéndose en un pueblo fantasma ¿Qué vale más, un tipo rico y engreído que no ve mas allá de su ombligo, o un pueblo entero lleno de hombres, mujeres, niños y ancianos inocentes? Hablad ya o moriréis desmembrados junto al resto del pueblo.

Hayato,Suzaku,Ryu y Hitoku:

Sohem:

Aspros y Unity:

Shaky,Rayder,Spit,Yuu:

Dromp y Elizabeth:

Taiko:

Off rol: Repito lo dicho. Si veis algun problema "quejaos a mi", no a los administradores o moderadores xD. Creo que es obvio de quien soy, pero por si acaso mirad al que empieza por "All...." en su nombre xD.
Todo lo mencionado en mi moderacion se debera tomar en cuenta, ya que habeis echo acciones muy largas y debo meter cosas.

Habíamos tenido que atracar forzosamente en aquella isla en la que se encontraba la fábrica de dulces, debido a unos, aunque pequeños desperfectos, dichos desperfectos eran importantes. Y como me imaginaba, takeshi le dijo a todos los ingenieros del barco que le echáramos un vistazo a los desperfectos y yo era uno de los ingenieros del barco asi que…pero por otro lado habíamos ido a esa isla para algo, y por nada del mundo me perdería ese algo, así que pensé en hacerlo cuando volviéramos de lo que habíamos ido a hacer allí.

A la entrada de la isla en la que habíamos atracado el Ghost Traveller, había un pelotón de guardias. Algunos de ellos estaban preparaban sus armas, parecía que para ellos éramos personas “no gratas”, otros estaban dispuestos a dialogar pacíficamente. No sabía que decidiría todo aquel pelotón, si tomarían la opción pacífica o la violenta, aunque pronto descubriría que escogerían la segunda opción.

El primero que bajó a tierra fue Takeshi, conociéndole, sabía que en su cabeza se encontraban las dos opciones para entrar a la isla, la violenta y la pacífica y que escogería la misma, que eligieran aquellos guardias. Ellos dieron el primer paso atacando a Takeshi así que la suerte estaba echada nos tocaría pelear.

En cuanto a las demás personas que íbamos en el barco la única, por ahora, que siguió a Takeshi fue Neliel, pero a diferencia de Takeshi, ella no tenía ninguna intención de pelear, simplemente pasó entre los guardias defendiéndose de algunos ataques de los guardias, pero sin llegar a atacarles. Quizás aquella mujer pretendiese irse sola, cosa que no permitiría. Así que antes de ir tras ella dije a todos los presentes.

- Señores y señoras, se que no tengo ningún poder para ordenar nada, pero quiero deciros que la situación se acaba de bifurcar, tenéis dos opciones, ayudar a Takeshi a acabar con los guardias o seguirme a mí y uniros a Neliel. Ambas opciones serán similares, y elijáis la que elijáis, temo que os tocará luchar aunque no queráis puesto que supongo que esos guardias irán a por cualquiera de nosotros. Resumiendo, creo que hemos entrado en una situación en la que si no matamos, moriremos.

Tras decir esto me quite la camisa y de mi espalda salieron dos alas de ángel y comencé a volar hacía la dirección en la que se fue Neliel, cuando pase por encima de Takeshi le grité:

- No te preocupes por Neliel, yo la protegeré.

Seguí volando y cuando estuve cerca de Neliel descendí y me puse delante de ella.

- Neliel, se que quizás no quieras pelear, pero acabamos de entrar en una situación en la que me temo que será necesario.

Al parecer podía sacarle algo de información al viejo que había atrapado entre mis lianas, sin embargo, el guardia poco podría decirme, pero por si acaso no le dejaría ir tan pronto. Lo único de lo que tenía que preocuparme era de hacer hablar al anciano, que era el antiguo rey de la ciudad.

-Vamos a ver, según dices el rey actual no es muy bueno y querido, no te rebajas diciéndonos dónde está, haces un favor a todo el pueblo. Además ¿te crees que hemos venido por nuestra cuenta a por él? No nos importa una mierda vuestro rey, hemos venido por orden de la marina -mentí esperando que picara el anzuelo. -¿Sabes quién es este gigante? Es un Yonkaikyo y está al servicio de los marines, y yo soy parte de su banda. No nos han especificado, pero nos han dicho que se trae algo peligroso entre manos y debemos entregárselo. Nosotros no lo queremos para nada, solo lo llevaremos a la base marine de la isla más cercana para que lo juzguen. He de admitir que nuestros métodos para encontrarle no han sido los más correctos, pero nos dijeron que era de suma importancia y que lo lleváramos bajo cualquier precio. Si no nos dices dónde está estarás interponiéndote a la marina y al Gobierno Mundial y tendremos que detenerte a ti también para que te juzguen por encubrirle ¿Nos piensas decir dónde está para que nos vayamos por donde hemos venido? Ah, y por supuesto que esta isla no se quedará sin gobernante, tú volverás a ser el rey.

Había intentado hacer lo posible por convencerle con estas palabras, ahora creería que si no nos lo decía era un criminal, pero si colaboraba con la marina como un buen ciudadano, además de ayudar a detener a un tipo peligroso volvería a ser rey, todo ventajas. Solo quedaba esperar a que saliera bien.

Mientras los demás se habían adentrado en la ciudad yo preferí quedarme a ciudar el barco. Todo estaba tranquilo, las olas golpeaban suavemente contra la madera y hacían que el barco se balanceara.

Me tumbé en el suelo de la cubierta contemplando el cielo. Algunas gaviotas revoloteaban sobre el mar emitiendo unos graznidos que me parecian del todo desagradables, pero por lo menos la espampa que fomaban era bonita.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero estaba comenzando a aburrirme. Me incorporé y miré hacia la ciudad. Me comenzaba a extrañar porque no había ni rastro de la banda, ni destrozos ni nada, hasta que una gran nube de algo que no sabía identificar y un fuerte sonido hicieron que me pusiera alerta ¿Serían los nuestros?

Bajé rápidamente del barco y entré en la ciudad. Había guardias corriendo de un lado a otro, la gente también corría, pero para resguardarse en sus casas. Me estaba agobiando entre la multitud, así que hice que un montón de pólvora saliera a presión de mis pies y me elevara unos metros.

Ahora podía ver mejor el panorama. No sabía a qué se debía esa nube, pero perdí el interés por ella cuando vi al capitán. Me memoricé su posición, aunque no era muy complicado, se encontraba frente a un palacio medio derruido, y bajé de la pólvora para salir corriendo en su búsqueda.

Por fin habíamos llegado, pero pese a lo que me esperaba, no sería complicado entrar. Aquellas murallas servirían para mejorar la seguridad, pero los ciudadanos podían salir y entrar sin problemas.

Miré a mi compañero y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera. Nos acercamos a la entrada y me quedé esperando a que los guardias dijeran algo. Supuse que no tendrían problemas en dejarnos entrar, la puerta estaba abierta, pero no quería problemas.

-Hola -dije a los guardias. -Solo somos dos cazadores de recompensas que venimos de paso ¿Podemos entrar?

Estábamos frente a las murallas, que estaban abiertas de par en par, mi compañera me hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera y así lo hice. Nos colocamos justo en frente de los guardias y les preguntó si podíamos entrar. ¿Pero qué coño le pasaba? Las puertas estaban abiertas, ¡claro que podíamos entrar!

Pero antes de responder de mala manera empecé a escuchar los comunes llantos de mi perro.

-¿Y ahora qué te pasa chucho?

Se le veía con hambre, y por suerte tenía un poco de pan en el bolsillo.

-Toma esto y cállate perro estúpido.

Tras darle el pan a mi perro tomé otra calada de mi pipa y tiré el humo hacia donde estaba Mei.

La situación era la siguiente dos miembros de nuestro gremio, Takeshi y kinji habían elegido enfrentarse a los guardias de la isla. Mientras takeshi, lo hacía a ras del suelo a katanazo limpio, Kinji prefería un ataque aéreo, ya que gracias a su akuma podía volar y con sus pistolas podía jugar a tiro al blanco con los guardias. Mientras tanto yo intentaba explicarle a Neliel que tarde o temprano tendríamos que pelear quisiéramos o no.

No sabía cómo se tomaría Takeshi que no quisiera pelear, pero me daba lo mismo y además el hecho de que no pelease es que una nakama pretendía marcharse sola y no me sentía bien dejándola ir sola. Además, era una amiga de la infancia de Takeshi y esa razón unida a que era mi nakama me ponía en la situación de querer protegerla.

Ante mis palabras Neliel me dijo que lucharía si no fuera porque la pelea la empezó Takeshi y no los guardias:

- Tu mejor que nadie deberías conocer a Takeshi, Neliel, ya que ambos, por lo que tengo entendido, fuisteis amigos de la infancia…En el caso de que no sea así, es decir, que no lo conozcas, que Takeshi es un tipo de mecha rápida. Con solo una mirada de esos guardias que no le haya gustado a Takeshi ha empezado a repartir cera. Y, además Takeshi, no es un hombre que empiece una pelea si alguien no le ofende de alguna manera.

Otra de las preocupaciones de la peli-verde es que tras ese incidente les pusieran precio a nuestras cabezas:

- No lo creo Neliel, estos hombres no parecen marines ni nada por el estilo y, además si alguien intentara culparnos se solucionaría diciendo que empezaron ellos. Además…por lo que tengo entendido, es posible que lo que protejan no sea demasiado legal.

Después Neliel me dijo que si quería me podía quedar a pelear, cosa que pensé durante unos segundos.

- Veamos, si te dejo que te vayas sola, y no te lo digo porque no confíe en que pudieras con cualquiera, y te pasase algo no me lo perdonaría y probablemente a Takeshi el hecho de que te pasara algo le haría polvo. Conclusión, que te acompaño, además si tuviera que elegir entre quedarme a pelear con Takeshi o acompañar a una bella dama, lo siento por Takeshi, pero elijo a la dama, es decir, que te acompaño.

A continuación, Neliel, me preguntó si sabía algo más de la misión.

- Bueno Neli, lo único que sé es que en esta isla hay una fábrica de chuches con unos beneficios enormes e inexplicables, dichos beneficios atraen a piratas. Uno de los rumores que explican dichos beneficios son que los trabajadores son esclavos, cosa que atrae a revolucionarios, ya que estos intentan salvarlos. Y todos los criminales que puedan ser atraídos a esta isla atraen a agentes del gobierno, marines y a nosotros, los cazarrecompensas.


A medida que iba hablando notaba como Neliel tiraba de mi brazo para que fuera con ella.