Steve
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : Karakura, la isla posee una gran variedad de vegetación rodeando al centro de la ciudad, dónde se ubica la única ciudad de la isla en la cima de una gran montaña que sirve de protección a la ciudad. La vegetación más destacable de la isla es la medicinal.
Turnos : Empieza Lowell.
Condiciones :
-Off-rol
-Sin nomenclaturas
-Sin amputaciones, cicatrices o muerte.
-Gana el primero que toque al otro.
-Sin saltos.
-Niveles actuales.
-Parte Lowell.
Lowell
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Día libre, por fin. Siempre me podía tomar uno, pero hoy me lo tomaba por semi-obligación. No tenía ningún trabajo como mercenario. Medité durante minutos hasta que me decidí por a la isla Karakura, en la cual dicen que habita un gigantesco monstruo de fauces impresionantes. Me perdería por el bosque y lo buscaría.
O al menos, ese era el plan que tenía en mente. Tendría que haber tenido en cuenta mi nulo sentido de la orientación, añadiendo que era un bosque en el cual todo era muy parecido.
Llegué a la isla a propio nado, no en demasiado tiempo. No tuve problema alguno llegando, solamente ataques de algunos peces que podía asesinar de un puñetazo. Nada más entrar a la famosa playa, la cual tenía marcas de un ''mordisco'' gigante, me tumbé a esperar. Era un gustazo estar tumbado en una playa de arena calentita al sol. Además, había llegado por el lado equivocado y tendría que irme a otro lado para buscar la entrada propia de la isla.
Pasó una hora (o eso creo) y me decidí a buscar por el bosque. Dí un rodeo a la gran isla y entré. Se me presentaba un gran bosque en el que no se dislumbraba nada a más de 3 palmos de la cara. Era demasiado frondoso comparado con el de mi isla. Y, por culpa de eso, no pasaron más de 3 minutos hasta que me perdí totalmente en él. Sabía orientarme por el sol, mas no tenía ninguna manera de verlo.
Tras rato en el bosque, perdido y bajo la atenta mirada de depredadores varios, llegué a uno de los barrancos que rodeaban la isla. El sol estaba en su punto más alto y hacía calor. Me senté al borde de este, mirando al mar que me parecía tan impresionante. Tan profundo y tan... enigmático.
O al menos, ese era el plan que tenía en mente. Tendría que haber tenido en cuenta mi nulo sentido de la orientación, añadiendo que era un bosque en el cual todo era muy parecido.
Llegué a la isla a propio nado, no en demasiado tiempo. No tuve problema alguno llegando, solamente ataques de algunos peces que podía asesinar de un puñetazo. Nada más entrar a la famosa playa, la cual tenía marcas de un ''mordisco'' gigante, me tumbé a esperar. Era un gustazo estar tumbado en una playa de arena calentita al sol. Además, había llegado por el lado equivocado y tendría que irme a otro lado para buscar la entrada propia de la isla.
Pasó una hora (o eso creo) y me decidí a buscar por el bosque. Dí un rodeo a la gran isla y entré. Se me presentaba un gran bosque en el que no se dislumbraba nada a más de 3 palmos de la cara. Era demasiado frondoso comparado con el de mi isla. Y, por culpa de eso, no pasaron más de 3 minutos hasta que me perdí totalmente en él. Sabía orientarme por el sol, mas no tenía ninguna manera de verlo.
Tras rato en el bosque, perdido y bajo la atenta mirada de depredadores varios, llegué a uno de los barrancos que rodeaban la isla. El sol estaba en su punto más alto y hacía calor. Me senté al borde de este, mirando al mar que me parecía tan impresionante. Tan profundo y tan... enigmático.
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Las cosas no podían ser peor. Incluso ahora mismo los tres estaban corriendo por sus vidas. Un gigantesco tigre los perseguía y en sus ojos anaranjados se notaba que quería hacerlos su cena de media tarde ¿Tarde? Era difícil de saber porque no se veía bien el sol. ”Ya tuve suficiente, estúpido gato.” pensó Akashi mientras dejaba que tanto Asuna como Hayate lo adelantaran, de un giro rápido en el aire quedó frente a frente con el gran felino. Este no frenó al verlo, solo rugió con mayor fuerza que antes ¿Qué acaso no entendía su lugar? Nadie en la naturaleza podía estar en su contra.
– Ya cállate, escoria. – dijo mientras ahora daba un fuerte paso hacía aquel gato insolente. De un golpe hizo que el aire a su alrededor saliera repelido con fuerza, la palma de oso que se había formado. Esta no tardó en conectar en la cabeza del tigre y frenarlo de golpe, no iba a perder su oportunidad así que aprovechando la desestabilidad de su “rival” fue que saltó para con fuerza, conectar una patada en su rostro y así dejarlo tirado en el suelo. Akashi suspiró al caer y notó que tanto Asuna como Hayate ya estaban más tranquilos e inclusive lo felicitaban. Se acercó a ellos y los tres empezaron a caminar, el pelirrojo iba al frente, mientras que Asuna y Hayate (su mascota que estaba en brazos de su compañera) estaban un poco más rezagados.
– Eres fuerte, Akashi-kun. – dijo su nakama mientras llegaban a un barranco. Sentado en el borde, Kronos logró ver a un ¿Persona? No, era un Gyojin y notó que Asuna lo miraba con cierto miedo. ¿Qué hacía aquí? Conocía aquella raza ¿Cómo no hacerlo? Si los Tenryubittos eran los compradores número uno de aquella especie.
– Quédate atrás, Asuna. – dijo con tono autoritario mientras él se acercaba a paso lento, calmado. Elevó un poco su tono de voz para llegar a aquel pez humanoide. – ¿Qué haces fuera de tu pescera, escoria? – dependiendo de la respuesta, se defendería o no, aunque si todos los Gyojin eran como su padre los describía, al ver a un humano no iba a dudar en atacarlo.
– Ya cállate, escoria. – dijo mientras ahora daba un fuerte paso hacía aquel gato insolente. De un golpe hizo que el aire a su alrededor saliera repelido con fuerza, la palma de oso que se había formado. Esta no tardó en conectar en la cabeza del tigre y frenarlo de golpe, no iba a perder su oportunidad así que aprovechando la desestabilidad de su “rival” fue que saltó para con fuerza, conectar una patada en su rostro y así dejarlo tirado en el suelo. Akashi suspiró al caer y notó que tanto Asuna como Hayate ya estaban más tranquilos e inclusive lo felicitaban. Se acercó a ellos y los tres empezaron a caminar, el pelirrojo iba al frente, mientras que Asuna y Hayate (su mascota que estaba en brazos de su compañera) estaban un poco más rezagados.
– Eres fuerte, Akashi-kun. – dijo su nakama mientras llegaban a un barranco. Sentado en el borde, Kronos logró ver a un ¿Persona? No, era un Gyojin y notó que Asuna lo miraba con cierto miedo. ¿Qué hacía aquí? Conocía aquella raza ¿Cómo no hacerlo? Si los Tenryubittos eran los compradores número uno de aquella especie.
– Quédate atrás, Asuna. – dijo con tono autoritario mientras él se acercaba a paso lento, calmado. Elevó un poco su tono de voz para llegar a aquel pez humanoide. – ¿Qué haces fuera de tu pescera, escoria? – dependiendo de la respuesta, se defendería o no, aunque si todos los Gyojin eran como su padre los describía, al ver a un humano no iba a dudar en atacarlo.
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Me sacaban de mis pensamientos para insultarme. ¿Qué modales eran esos? Me levanté de un salto y miré de donde provenía el grito. Era un chico pelirrojo, con aspecto caballeroso. Aunque parecía un niño mimado más que otra cosa.
-No quiero problemas. Y no llames a mi especie pescado nunca más. Si no quieres sufrir las consecuencias, vaya.
Cogí mis dos espadas y las clavé en el suelo para demostrar que no quería pelea. Luego, me tumbé de nuevo en el suelo a admirar como brillaba el mar.
-Ah, y llévate al felino contigo. Además, aprende modales, que parece que tienes dinero.
Para una vez que podía tranquilizarse y venía un niño estúpido a insultarle y molestarle. Ya no iba a poder tranquilizarme allí con niñatos pululando la zona. Me levanté de nuevo, desclavé la espadas y le dirigí una mirada de enfado al niño.
-Me has chafado toda la tarde, ¿sabes?
Tenía ganas de pegarle, mas no quería problemas para un día libre que tenía después de tanto trabajar pegando a la gente.
-No quiero problemas. Y no llames a mi especie pescado nunca más. Si no quieres sufrir las consecuencias, vaya.
Cogí mis dos espadas y las clavé en el suelo para demostrar que no quería pelea. Luego, me tumbé de nuevo en el suelo a admirar como brillaba el mar.
-Ah, y llévate al felino contigo. Además, aprende modales, que parece que tienes dinero.
Para una vez que podía tranquilizarse y venía un niño estúpido a insultarle y molestarle. Ya no iba a poder tranquilizarme allí con niñatos pululando la zona. Me levanté de nuevo, desclavé la espadas y le dirigí una mirada de enfado al niño.
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Ese estúpido pez la había cagado. No debió haber respondido… No de esa forma, por lo menos, Akashi pegó un suspiro mientras ahora se ponía mucho más serio que antes. Era hora de que ese maldito pagara por sus crímenes. Insultarlo era fatal, más si venía de “gente “ como él. Se dio media vuelta mientras veía a Asuna, quien estaba alejada a unos 10 metros, más de eso era suficiente. Ese idiota no iba a poder pasar por sus espaldas, no caminando por lo menos. Si lo vendía podía sacar mucho dinero, pero si lo hacía sería como su padre y eso lo quemaría por siempre, una muerte silenciosa y dolorosa. Aunque, podía destruirle, física y mentalmente. La mera idea de tener que hacerlo le daba un gozo increíble. “Bien, que empiece el juego. Supongo que tendré que provocarlo antes. Idiota. pensó mientras se cruzaba de brazos y su ojo dorado brillaba con fuerza. Ese sujeto mediría un par de metros más que él, pero no importaba, sabía que también al momento de nacer esos seres (repudiados en su “sociedad”) eran diez veces más fuertes que el humano promedio mas él no era perteneciente al “humano promedio”.
– Si tienes la valentía de decir eso… Deberías de poder defenderlas, insecto. – dijo tranquilo, de forma arrogante y mostrando confianza. – Aunque bueno, los Gyojin son solo eso, insectos que no pueden defenderse. Mueren lentamente en las profundidades del océano, cultivando un odio sin motivo hacía los humanos. ¿Todo por qué somos mejores? – tomó una leve pausa mientras ahora daba un fuerte paso hacia adelante, y entonces, se puso en guardia. Tenerlo al frente era demasiado, iba a acabar con esto. Elevó su brazo un poco para luego abrir su palma, dejando ver sus almohadillas. – Aunque bueno, insectos, escorias, inútiles como ustedes. Jamás entenderían esto. – otra breve pausa, mientras preparaba su ataque con calma. – Si tienes el valor de defender tus palabras y a tu asquerosa raza. Pelea contra mí, el que toque primero al otro gana, veamos que tienes. Escoria del mar.
Akashi había hablado despacio, lo suficiente como para que su interlocutor lo escuchara con claridad. No quería que Asuna lo escuchara diciendo eso, no quería dar explicaciones de ese calibre. Aunque, según había visto, ella también sentía miedo de aquel Gyojin. Activó su Kenbunshoku Haki y con fuerza, golpeó el aire, haciendo que de ese modo este saliera repelido con fuerza. Una zarpa de oso, de aire puro a presión, salió rápidamente hacía él. Aparte, repitió el proceso dos veces apuntando a sus lados, la idea, era acabar esto rápido. Había visto las espadas de ese sujeto, mientras no se acercara a él, no serían ningún problema. Su victoria, nuevamente, estaba asegurada.
– Si tienes la valentía de decir eso… Deberías de poder defenderlas, insecto. – dijo tranquilo, de forma arrogante y mostrando confianza. – Aunque bueno, los Gyojin son solo eso, insectos que no pueden defenderse. Mueren lentamente en las profundidades del océano, cultivando un odio sin motivo hacía los humanos. ¿Todo por qué somos mejores? – tomó una leve pausa mientras ahora daba un fuerte paso hacia adelante, y entonces, se puso en guardia. Tenerlo al frente era demasiado, iba a acabar con esto. Elevó su brazo un poco para luego abrir su palma, dejando ver sus almohadillas. – Aunque bueno, insectos, escorias, inútiles como ustedes. Jamás entenderían esto. – otra breve pausa, mientras preparaba su ataque con calma. – Si tienes el valor de defender tus palabras y a tu asquerosa raza. Pelea contra mí, el que toque primero al otro gana, veamos que tienes. Escoria del mar.
Akashi había hablado despacio, lo suficiente como para que su interlocutor lo escuchara con claridad. No quería que Asuna lo escuchara diciendo eso, no quería dar explicaciones de ese calibre. Aunque, según había visto, ella también sentía miedo de aquel Gyojin. Activó su Kenbunshoku Haki y con fuerza, golpeó el aire, haciendo que de ese modo este saliera repelido con fuerza. Una zarpa de oso, de aire puro a presión, salió rápidamente hacía él. Aparte, repitió el proceso dos veces apuntando a sus lados, la idea, era acabar esto rápido. Había visto las espadas de ese sujeto, mientras no se acercara a él, no serían ningún problema. Su victoria, nuevamente, estaba asegurada.
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Se notaba que se había enfadado y me intentaba provocar para que empezara yo la pelea. Iba a ser inútil, claramente. Quería paz en aquel día, por mucho que le hicieran.
-¿Defenderlo? ¿Con golpes? No, gracias. Y sí, puede que seamos insectos. Pero tranquilo, que yo soy de tierra. No he vivido en el mar nunca. - Solté una risilla burlona - Como nos deja nuesra gente, sí, son mejores.
Empezaba a levantar sus palma, las cuales tenían una especie de almohadillas propias de un perro.
-¿Ahora eres un chihuahua?
Pero ya me había encontrado con ese capitán de la marine que tenía poderes raros. Unas almohadillas no se tienen porque sí. Seguramente su as fueran esas raras marcas en la mano. Me incitó a pelear mientras tenía esas cosas mirando hacia mí.
Me levanté y saqué la espada pesada y larga. Se suponía que si lo tocaba, ganaría. Y en ese momento... salieron raros signos voladores hacia mí. No comprendía que eran, pero tenía la seguridad de que me iban a dañar cual bala.
Cogí la espada larga con decisión y cuando estaban cerca, hice un movimiento reflejo. Clavé mi espada en el suelo y la utilicé de pértiga, saltando por encima de las huellas. Aproveché el momento para dejar clavada la espada y sacar la otra para darle un golpe. Pillé velocidad mientras el enemigo estaba seguro y, al estar a distancia de puño, hice el amago de pegar un espadazo al tórax, para intentar dar un puñetazo y luego dar un corte horizontal al chico a la altura de la cadera.
-¿Defenderlo? ¿Con golpes? No, gracias. Y sí, puede que seamos insectos. Pero tranquilo, que yo soy de tierra. No he vivido en el mar nunca. - Solté una risilla burlona - Como nos deja nuesra gente, sí, son mejores.
Empezaba a levantar sus palma, las cuales tenían una especie de almohadillas propias de un perro.
-¿Ahora eres un chihuahua?
Pero ya me había encontrado con ese capitán de la marine que tenía poderes raros. Unas almohadillas no se tienen porque sí. Seguramente su as fueran esas raras marcas en la mano. Me incitó a pelear mientras tenía esas cosas mirando hacia mí.
Me levanté y saqué la espada pesada y larga. Se suponía que si lo tocaba, ganaría. Y en ese momento... salieron raros signos voladores hacia mí. No comprendía que eran, pero tenía la seguridad de que me iban a dañar cual bala.
Cogí la espada larga con decisión y cuando estaban cerca, hice un movimiento reflejo. Clavé mi espada en el suelo y la utilicé de pértiga, saltando por encima de las huellas. Aproveché el momento para dejar clavada la espada y sacar la otra para darle un golpe. Pillé velocidad mientras el enemigo estaba seguro y, al estar a distancia de puño, hice el amago de pegar un espadazo al tórax, para intentar dar un puñetazo y luego dar un corte horizontal al chico a la altura de la cadera.
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”Al menos se mueve bien, pero sigue sin ser suficiente” pensaba mientras lo veía esquivar su ataque. Al parecer, ese tipo no iba a ser tan fácil de derrotar como creía y eso en parte le daba cierta tranquilidad. Su Haki le advirtió de todo lo que haría su oponente, eran buenos movimientos, pero ante él no iban a funcionar. Esperó unos segundos para luego de que hiciera aquel amago con su espada, con un gran salto y gracias a su velocidad lo esquivó sin muchos problemas. En tierra no iba a perder, era su terreno, donde había nacido y en donde un humano predominaba. (Aunque para los Tenryubittos en todo sentido). Pegó un suspiro mientras pensaba en aumentar el ritmo, no quería tardar tanto y menos con un insecto como él. Era bueno, pero no era suficiente, nadie tenía el poder de oponerse a él.
– Eres bueno, pero te falta mucho. Debes aprender más, escoria. – dijo mientras ahora empezaba a correr a buena velocidad, la distancia no era mucha, unos cuatro metros como mucho, que con sus movimientos iba a recorrer en poco tiempo. Nuevamente uso su fruta, golpeando el aire para que este saliera disparado a su rival, en la ocasión anterior no había logrado conectar porque había mucha distancia, pero ahora, tenía más chances de dar un impacto certero. La zarpa de oso compuesta de aire, iba a la altura del pecho, si eso no funcionaba (que lo dudaba) empezaría un combo de golpes. Dos puñetazos dirigidos al rostro, una patada a las costillas y un rodillazo al abdomen. Para finalizar, estando mucho más cerca que antes, también, por última vez, repelió el aire para así tratar de conectar aquel ataque en la cara de su rival y con eso ganar. Terminó por retroceder un par de pasos viendo la reacción de su oponente.
– Eres bueno, pero te falta mucho. Debes aprender más, escoria. – dijo mientras ahora empezaba a correr a buena velocidad, la distancia no era mucha, unos cuatro metros como mucho, que con sus movimientos iba a recorrer en poco tiempo. Nuevamente uso su fruta, golpeando el aire para que este saliera disparado a su rival, en la ocasión anterior no había logrado conectar porque había mucha distancia, pero ahora, tenía más chances de dar un impacto certero. La zarpa de oso compuesta de aire, iba a la altura del pecho, si eso no funcionaba (que lo dudaba) empezaría un combo de golpes. Dos puñetazos dirigidos al rostro, una patada a las costillas y un rodillazo al abdomen. Para finalizar, estando mucho más cerca que antes, también, por última vez, repelió el aire para así tratar de conectar aquel ataque en la cara de su rival y con eso ganar. Terminó por retroceder un par de pasos viendo la reacción de su oponente.
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Leía mis movimientos con tal facilidad que me llegaba a frustrar. Era muy poderoso, se notaba en su cara, movimientos y poder. Inclusive iba a tener que poner muy serio.
Nada más esquivar mis golpes, empezó a correr velozmente hacia mí. Me empezó a soltar huellas de esas, las cuales empezaron a correr hacia mi dirección. Las pude esquivar por poco, alejándome de su dirección pero el rival me pudo rematar con un puñetazo en la cara que me mandó al suelo. Me había ganado un simple niño.
-Me has ganado. Aunque no accedí a esto en ningún momento, me ganaste, lo acepto.
Metí la espada en su funda, levanté las manos y fui hacia la otra espada, para hacer justo lo mismo.
-Te aconsejo que no taches a los Gyojins de lo que tú crees.
Me fui al acantilado de nuevo y me senté, esperando que se fuera de allí.
Nada más esquivar mis golpes, empezó a correr velozmente hacia mí. Me empezó a soltar huellas de esas, las cuales empezaron a correr hacia mi dirección. Las pude esquivar por poco, alejándome de su dirección pero el rival me pudo rematar con un puñetazo en la cara que me mandó al suelo. Me había ganado un simple niño.
-Me has ganado. Aunque no accedí a esto en ningún momento, me ganaste, lo acepto.
Metí la espada en su funda, levanté las manos y fui hacia la otra espada, para hacer justo lo mismo.
-Te aconsejo que no taches a los Gyojins de lo que tú crees.
Me fui al acantilado de nuevo y me senté, esperando que se fuera de allí.
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Su ataque había funcionado. Había ganado, no era una sorpresa, no para él por lo menos. Escuchó las palabras de ese sujeto, pegó un leve suspiro mientras empezaba a girar para caminar rumbo a sus compañeros. Los dos estaban felices, aunque, al parecer, tampoco estaban muy sorprendidos. Hayate no tardó en colocarse en su cabeza y Asuna solo lo miró con calma, al ver que no tenía ninguna herida, se tranquilizó. Empezaron a caminar con calma, pero antes de eso, el pelirrojo giró para ver a Gyojin, con una sonrisa arrogante le dijo.
– Dejaré de tacharlos así hasta que logren vencerme. Anótate esto en la cabeza, el único que puede vencerme soy yo. – al finalizar, los tres se fueron por donde vinieron. Era hora de volver. Los entrenamientos estaban dando sus frutos y ahora cada vez era más fuerte.
– Dejaré de tacharlos así hasta que logren vencerme. Anótate esto en la cabeza, el único que puede vencerme soy yo. – al finalizar, los tres se fueron por donde vinieron. Era hora de volver. Los entrenamientos estaban dando sus frutos y ahora cada vez era más fuerte.
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