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Un barco marine avanzaba lentamente por el Grand Line, su destino era el desierto dorado de Sarden, se había alertado de la presencia de un hombre llamado “Gruder-should” un terrible gigante de doce metros el cual tenía un valor de cien millones, era un tirano peligroso y que había matado mucha gente. La misión de los marines era eliminar o arrestar a ese tipo y su banda de maleantes, el calor iba a ser la peor cosa de aquella misión debido a la isla, eran encima las dos de la tarde por lo que iba a ser un asadero. Los hombres se hallaban en cubierta haciendo sus labores con calma y tranquilidad, uno de ellos se dirigió al interior del navío y pegó varias veces en una puerta con el puño.
- ¡Señor ya hemos llegado!
Dijo simplemente para después dirigirse de nuevo a cubierta, en el interior de aquel camarote de hallaba un chico tumbado en el suelo, una pequeña burbuja salía de su nariz, la cual se explotó al sentir los golpes en la puerta. Tenía el cabello rubio y pinchudo, sus ojos eran azules y vestía con un chaleco negro de manga corta, en la zona del hombro derecho llevaba una placa protectora de acero en la que se podía ver la cabeza de un lobo plateado. Se levantó soltando un bostezo y se puso los pantalones pues estaba en bóxer. A continuación agarró su enorme espadón y lo metió en su funda para después echárselo en la espalda, aquella arma estaba hecha de Kairouseki y le encantaba los efectos que este tenía sobre los usuarios, por suerte él no lo era. Según tenía entendido, en el barco había un tipo de mayor rango que él, no había tenido el placer de conocerle y no sabía su nombre ni su aspecto, pero le informaron de que iba a ir junto a él y unos hombres más a aquella peligrosa misión.
Recordaba su vida antes de unirse a la marina y suspiraba, su hermana andaba desaparecida y eso no le gustaba nada, la quería mucho pero ambos tenían métodos muy distintos en cuanto a la justicia. Él prefería hacerla desde el lado amable y honorable mientras ella prefería tomarlo por la fuerza bruta y eso no agradaba mucho al joven, dejó de pensar en aquello y se dirigió a la salida, estirando su mano y abriendo la puerta. Pasó por el pasillo tranquilamente y salió a la cubierta, su primera reacción fue soltar un enorme suspiro debido al terrible calor que hacía en el lugar. La mayoría de hombres de aquel lugar estaban sin camiseta, incluso mucho buscaban algo de sombra por el barco, el joven rubio se dirigió a la borda y se sentó en ella esperando a que los demás salieran. Por el momento era Teniente y era un rango al que aún no se había acostumbrado, sin duda alguna el liderazgo y dar órdenes no era lo suyo pero aún así trataba de esforzarse lo posible.
- ¡Señor ya hemos llegado!
Dijo simplemente para después dirigirse de nuevo a cubierta, en el interior de aquel camarote de hallaba un chico tumbado en el suelo, una pequeña burbuja salía de su nariz, la cual se explotó al sentir los golpes en la puerta. Tenía el cabello rubio y pinchudo, sus ojos eran azules y vestía con un chaleco negro de manga corta, en la zona del hombro derecho llevaba una placa protectora de acero en la que se podía ver la cabeza de un lobo plateado. Se levantó soltando un bostezo y se puso los pantalones pues estaba en bóxer. A continuación agarró su enorme espadón y lo metió en su funda para después echárselo en la espalda, aquella arma estaba hecha de Kairouseki y le encantaba los efectos que este tenía sobre los usuarios, por suerte él no lo era. Según tenía entendido, en el barco había un tipo de mayor rango que él, no había tenido el placer de conocerle y no sabía su nombre ni su aspecto, pero le informaron de que iba a ir junto a él y unos hombres más a aquella peligrosa misión.
Recordaba su vida antes de unirse a la marina y suspiraba, su hermana andaba desaparecida y eso no le gustaba nada, la quería mucho pero ambos tenían métodos muy distintos en cuanto a la justicia. Él prefería hacerla desde el lado amable y honorable mientras ella prefería tomarlo por la fuerza bruta y eso no agradaba mucho al joven, dejó de pensar en aquello y se dirigió a la salida, estirando su mano y abriendo la puerta. Pasó por el pasillo tranquilamente y salió a la cubierta, su primera reacción fue soltar un enorme suspiro debido al terrible calor que hacía en el lugar. La mayoría de hombres de aquel lugar estaban sin camiseta, incluso mucho buscaban algo de sombra por el barco, el joven rubio se dirigió a la borda y se sentó en ella esperando a que los demás salieran. Por el momento era Teniente y era un rango al que aún no se había acostumbrado, sin duda alguna el liderazgo y dar órdenes no era lo suyo pero aún así trataba de esforzarse lo posible.
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Al fin, su primera misión en el Grand Line. Más aun, sería también su primera misión sin superiores; él sería el líder de la expedición. Kai estaba pletórico de alegría y muy emocionado ante la idea. Parecía que su perseverancia comenzaba poco a poco a dar frutos; fuese porque se empezaban a fiar de él por su trabajo en el Reino Goa, o porque preferían tenerlo vigilado, al fin comenzaban a darle puestos de responsabilidad. Eso le permitiría demostrar su lealtad, su compromiso con la causa y sus habilidades como líder y luchador. Tenía ya algunos planes con respecto a la misión; había estado informándose sobre su misión. Su objetivo, Gruder-Should, era un gigante pirata que llevaba varios meses aterrorizando a las islas cercanas. Su tripulación constaba mayoritariamente de humanos, pero parecía ser que su subcapitán era un semigigante también. Eran una banda brutal y salvaje que habían aprovechado el vacío de poder dejado por la guerra de Mariejoa para alzarse como señores de las islas cercanas y exigir tributos. El CP había descubierto que su base estaba en Sarden, y ahora les tocaba a ellos ir de "limpieza." Había estado viendo mapas sobre la isla y leyendo informes. Lo más sensato sería remontar el río y buscar el templo. Allí era el lugar donde más posiblemente estarían Gruder y los suyos. Todo el resto era un desierto deshabitado, a excepción de las orillas del río, donde había un poco de vegetación. Si no estaban en el templo, al menos posiblemente tendrían el barco en el río.
De repente alguien llamó a la puerta de su camarote y entró. Era un recluta, el cuál nada más entrar se frenó en seco al ver al oficial haciendo flexiones con un brazo... al tiempo que hacía el pino con un cinturón lleno de bolas de plomo. Era un hombre joven y fornido, de cuerpo muy definido y marcado, sin llegar al extremo de los culturistas. Tenía el pelo largo y revuelto, la piel bronceada y marcada por algunas cicatrices de batallas pasadas y un rostro juvenil, decidido y feroz. Iba vestido únicamente con unos pantalones holgados y el cinturón de entrenamiento, con lo que su torso quedaba al descubierto. Al ver al recluta, se puso en pie de una voltereta, aprovechando el peso del cinturón para impulsarse. Esto provocó que se mareara por el cambio repentino, y trastabilló un poco antes de recuperar el equilibrio. Cogió una toalla y comenzó a secarse el sudor de brazos y torso, mientras miraba al marine. Se fijó entonces en que no era un recluta, si no un cabo.
- ¿Qué sucede, cabo?
- Hemos llegado a Sarden, mi señor. ¿Doy la orden de desembarcar?
- No. Dígale al timonel que busque la desembocadura del río. Lo remontaremos en busca del templo de Sarden... y del punto donde esos malnacidos tengan anclado su navío.
- A sus órdenes - respondió el otro, cuadrándose y saliendo del camarote.
Con un suspiro, terminó de secarse y se vistió. Se puso sus sandalias de madera, un chaleco corto amarillo que seguía dejando al descubierto su torso y se ajustó su chaqueta de Teniente Comandante al cuello. Al ser blanca, podía cubrirse con ella si el calor era insoportable. Había oído que los habitantes del desierto llevaban ropas largas, holgadas y de colores claros. Por precaución llevaba también consigo una pañoleta blanca para cubrirse la cabeza con ella, por si el calor se volvía insoportable. Por último, se metió en los bolsillos de la chaqueta un den den mushi y una cantimplora. Había dado órdenes a toda la tripulación de llevar el uniforme reglamentario para el desierto, o en su defecto ropas adecuadas para la operación. No quería perder a ningún hombre nada más comenzar por una insolación. Una vez hubo acabado, se dirigió a cubierta. Había oído que el oficial de más alta graduación después de él también era de Kiritsu Ryodan, y quería conocerlo. Al parecer era un tal Xemnas, y lo reconocería por su pelo rubio y su espadón. Efectivamente, en cuanto salió había una persona que destacaba por aquello... y por parecer estar a punto de freírse como un huevo frito al sol. El muy tonto llevaba ropas negras. ¿A quién se le ocurría? Se le acercó, suspirando.
- Compañero, soy el Teniente Comandante Kai, oficial al mando de la expedición y compañero de armas tuyo de Kiritsu Ryodan - dijo, tendiéndole la mano con cordialidad - Te recomendaría, antes de nada, que te cambiases de ropa y te pusieses algo blanco o claro. Si no tienes, aun hay uniformes de desierto en la bodega. Con esa ropa tan oscura te desmayarás antes de que hayamos desembarcado.
De repente alguien llamó a la puerta de su camarote y entró. Era un recluta, el cuál nada más entrar se frenó en seco al ver al oficial haciendo flexiones con un brazo... al tiempo que hacía el pino con un cinturón lleno de bolas de plomo. Era un hombre joven y fornido, de cuerpo muy definido y marcado, sin llegar al extremo de los culturistas. Tenía el pelo largo y revuelto, la piel bronceada y marcada por algunas cicatrices de batallas pasadas y un rostro juvenil, decidido y feroz. Iba vestido únicamente con unos pantalones holgados y el cinturón de entrenamiento, con lo que su torso quedaba al descubierto. Al ver al recluta, se puso en pie de una voltereta, aprovechando el peso del cinturón para impulsarse. Esto provocó que se mareara por el cambio repentino, y trastabilló un poco antes de recuperar el equilibrio. Cogió una toalla y comenzó a secarse el sudor de brazos y torso, mientras miraba al marine. Se fijó entonces en que no era un recluta, si no un cabo.
- ¿Qué sucede, cabo?
- Hemos llegado a Sarden, mi señor. ¿Doy la orden de desembarcar?
- No. Dígale al timonel que busque la desembocadura del río. Lo remontaremos en busca del templo de Sarden... y del punto donde esos malnacidos tengan anclado su navío.
- A sus órdenes - respondió el otro, cuadrándose y saliendo del camarote.
Con un suspiro, terminó de secarse y se vistió. Se puso sus sandalias de madera, un chaleco corto amarillo que seguía dejando al descubierto su torso y se ajustó su chaqueta de Teniente Comandante al cuello. Al ser blanca, podía cubrirse con ella si el calor era insoportable. Había oído que los habitantes del desierto llevaban ropas largas, holgadas y de colores claros. Por precaución llevaba también consigo una pañoleta blanca para cubrirse la cabeza con ella, por si el calor se volvía insoportable. Por último, se metió en los bolsillos de la chaqueta un den den mushi y una cantimplora. Había dado órdenes a toda la tripulación de llevar el uniforme reglamentario para el desierto, o en su defecto ropas adecuadas para la operación. No quería perder a ningún hombre nada más comenzar por una insolación. Una vez hubo acabado, se dirigió a cubierta. Había oído que el oficial de más alta graduación después de él también era de Kiritsu Ryodan, y quería conocerlo. Al parecer era un tal Xemnas, y lo reconocería por su pelo rubio y su espadón. Efectivamente, en cuanto salió había una persona que destacaba por aquello... y por parecer estar a punto de freírse como un huevo frito al sol. El muy tonto llevaba ropas negras. ¿A quién se le ocurría? Se le acercó, suspirando.
- Compañero, soy el Teniente Comandante Kai, oficial al mando de la expedición y compañero de armas tuyo de Kiritsu Ryodan - dijo, tendiéndole la mano con cordialidad - Te recomendaría, antes de nada, que te cambiases de ropa y te pusieses algo blanco o claro. Si no tienes, aun hay uniformes de desierto en la bodega. Con esa ropa tan oscura te desmayarás antes de que hayamos desembarcado.
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El calor era insoportable y el sudor no paraba de caer por el rostro del marine, sus ojos estaban entrecerrados y su piel algo rojiza debido a que se estaba quemando. Había sido una mala idea llevar ropas oscuras, por mala suerte no disponía de otras en ese momento y no se le había ocurrido preguntar si había más, quizás debía buscar al oficial de mayor rango y pedirle ayuda pero le daba algo de cosa. Esperaba que la maldita misión no durara demasiado pues a él le gustaban más los lugares fríos y húmedos, no los típicos asaderos como aquel, pensaba que el calor era muy molesto y daba bastantes molestias. De repente escuchó como alguien le estaba hablando, se dio la vuelta despacio y se quedó mirándole sonriente, la cara del joven estaba empapada totalmente y sus mechones caían por su rostro. Según las palabras de ese hombre era su compañero en la flota y le recomendó ponerse otra ropa además de decirle dónde encontrarla, por último le ofreció la mano, cosa que el rubio agradeció y le tendió la suya amablemente.
- Encantado Kai-San, mi nombre es Xemnas. No se preocupe por mi ropa estoy bastante bien…
Nada más decir eso se quedó callado con una sonrisa demasiado amplia y exagerada, momentos después cayó al suelo pegándose un buen golpe y quedando bocarriba, su boca estaba abierta y su lengua estaba hacia a fuera. Los ojos totalmente blancos y echaba algo de humo, parecía una escena cómica pero al pobre devastador le había dado un ataque de calor, un recluta que había por allí se alertó y sin mero aviso le tiró un cubo de agua a la cabeza. El líquido impactó contra él e hizo que los ojos del chico se abrieran, tardó unos leves momentos en estabilizarse y poder ponerse en pie, necesitaba algo de agua y cambiarse cuanto antes y por ello debía darse prisa. Antes de nada se quedó mirando a su superior, casi se moría delante de él y de la forma más tonta posible, se notaba que era muy joven y bastante infantil e hiperactivo. Era muy raro que un crío fuese un teniente pero así era, sus habilidades en el combate le permitían tener el poder necesario. Ahora hizo algunas reverencias disculpándose ante su líder lo más rápido posible.
- !Lo siento señor! ¡Disculpe! ¡Disculpe! ¡Disculpe! ¡Enseguida me cambio!
Dicho aquello salió corriendo sin esperar una posible respuesta, fue al lugar indicado por Kai y divisó las ropas de las que había hablado, por suerte había unos trapos blancos que le iban a sentar muy bien. Se los puso lo más rápido posible y después volvió a la cubierta a paso calmado, estaba un poco avergonzado, incluso un recluta recién metido en la marine tenía más luces que él, enseguida se puso al lado derecho de su superior y se quedó callado aguantando la respiración un poco y sacando pecho. Ahora sentía algo de miedo por si aquel hombre se había llevado una mala impresión de él, trató de tranquilizarse tragando saliva y después sonrió de forma amable estando preparado para la misión y las órdenes que diera aquel teniente comandante.
- Encantado Kai-San, mi nombre es Xemnas. No se preocupe por mi ropa estoy bastante bien…
Nada más decir eso se quedó callado con una sonrisa demasiado amplia y exagerada, momentos después cayó al suelo pegándose un buen golpe y quedando bocarriba, su boca estaba abierta y su lengua estaba hacia a fuera. Los ojos totalmente blancos y echaba algo de humo, parecía una escena cómica pero al pobre devastador le había dado un ataque de calor, un recluta que había por allí se alertó y sin mero aviso le tiró un cubo de agua a la cabeza. El líquido impactó contra él e hizo que los ojos del chico se abrieran, tardó unos leves momentos en estabilizarse y poder ponerse en pie, necesitaba algo de agua y cambiarse cuanto antes y por ello debía darse prisa. Antes de nada se quedó mirando a su superior, casi se moría delante de él y de la forma más tonta posible, se notaba que era muy joven y bastante infantil e hiperactivo. Era muy raro que un crío fuese un teniente pero así era, sus habilidades en el combate le permitían tener el poder necesario. Ahora hizo algunas reverencias disculpándose ante su líder lo más rápido posible.
- !Lo siento señor! ¡Disculpe! ¡Disculpe! ¡Disculpe! ¡Enseguida me cambio!
Dicho aquello salió corriendo sin esperar una posible respuesta, fue al lugar indicado por Kai y divisó las ropas de las que había hablado, por suerte había unos trapos blancos que le iban a sentar muy bien. Se los puso lo más rápido posible y después volvió a la cubierta a paso calmado, estaba un poco avergonzado, incluso un recluta recién metido en la marine tenía más luces que él, enseguida se puso al lado derecho de su superior y se quedó callado aguantando la respiración un poco y sacando pecho. Ahora sentía algo de miedo por si aquel hombre se había llevado una mala impresión de él, trató de tranquilizarse tragando saliva y después sonrió de forma amable estando preparado para la misión y las órdenes que diera aquel teniente comandante.
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No duró ni diez segundos consciente. Tras responder a su saludo, se cayó redondo por el calor. Kai se llevó la mano derecha a la cara, y dio un pesado suspiro de frustración. Por suerte un recluta pasaba por allí con un cubo de agua y se lo echó a la cara. Kai no llegó a tiempo para impedirlo, pues no era precisamente la mejor idea. Como médico sabía que echar un cubo de agua (presumiblemente fría) a un hombre en ese estado no era buena idea. Podría haberle causado un choque térmico. Sin embargo, aquel chico era duro. Se levantó como si nada y tras disculparse con grandes aspavientos, se dirigió a cambiarse. "Y él es teniente... ay, madre mía. La que me espera." Se dirigió junto al timonel y comenzó a charlar con él acerca de las posibilidades de hacer una parada para coger frutas en la orilla, cuando se fijó en unos animales que reposaban en una playa. Unos enormes reptiles cuadrúpedos...
- Cocodrilos... me parece que queda descartada la idea de desembarcar, al menos hasta que demos con ese tal Gruder.
Hacía bastante calor, pero una vez envueltos en sus ropas y con algo para cubrirse la cabeza, no eran tan insoportable como cabría pensar. "Al fin y al cabo es un desierto, pero está junto al mar. Es una isla muy pequeña. Al estar junto a la costa, no hace tanto calor como haría en Arabasta o alguno de los grandes desiertos." Aun así, no cabía bajar la guardia. Ordenó a la tripulación que se mantuviese hidratada, bebiendo cada quince minutos un trago pequeño. Finalmente vio salir fuera a Xemnas, y decidió dirigirse hacia él. A pesar de su actuación anterior, aun sentía curiosidad y tenía ganas de hablar con él. Se aproximó a grandes pasos y dijo.
- Xemnas-kun, ¿te encuentras mejor? - dijo, amigablemente - ¿Es esta tu primera visita al Grand Line? En mi caso lo es. Es la primera vez que dejo el East Blue.
En cierto modo había sentido inquieto ante la idea de abandonar el pacífico mar del este. Se contaban demasiadas historias del Paraíso, y si bien sabía que era la mejor manera de ascender rápido, no era la más segura. De todos modos sabía bien que sin riesgo no había recompensa, y como buen monje del Sokudan, que todo entrenamiento de verdad conllevaba peligro para la seguridad personal. Era la manera de hacerse fuerte de verdad. Observó a Xemnas y se preguntó cómo de poderoso sería. Tenía pinta de ser aun un crío, pero era ya Teniente. Y ese espadón tenía pinta de ser muy, muy pesado. Por otro lado, con la edad de Xemnas él ya había derrotado a su primer pirata y cobrado su primera recompensa. Bien podía ser que fuese fuerte.
- Dado que vamos a ser compañeros de flota y los oficiales al mando en esta misión, estaría bien conocernos un poco. Dime, ¿de dónde eres, Xemnas?
- Cocodrilos... me parece que queda descartada la idea de desembarcar, al menos hasta que demos con ese tal Gruder.
Hacía bastante calor, pero una vez envueltos en sus ropas y con algo para cubrirse la cabeza, no eran tan insoportable como cabría pensar. "Al fin y al cabo es un desierto, pero está junto al mar. Es una isla muy pequeña. Al estar junto a la costa, no hace tanto calor como haría en Arabasta o alguno de los grandes desiertos." Aun así, no cabía bajar la guardia. Ordenó a la tripulación que se mantuviese hidratada, bebiendo cada quince minutos un trago pequeño. Finalmente vio salir fuera a Xemnas, y decidió dirigirse hacia él. A pesar de su actuación anterior, aun sentía curiosidad y tenía ganas de hablar con él. Se aproximó a grandes pasos y dijo.
- Xemnas-kun, ¿te encuentras mejor? - dijo, amigablemente - ¿Es esta tu primera visita al Grand Line? En mi caso lo es. Es la primera vez que dejo el East Blue.
En cierto modo había sentido inquieto ante la idea de abandonar el pacífico mar del este. Se contaban demasiadas historias del Paraíso, y si bien sabía que era la mejor manera de ascender rápido, no era la más segura. De todos modos sabía bien que sin riesgo no había recompensa, y como buen monje del Sokudan, que todo entrenamiento de verdad conllevaba peligro para la seguridad personal. Era la manera de hacerse fuerte de verdad. Observó a Xemnas y se preguntó cómo de poderoso sería. Tenía pinta de ser aun un crío, pero era ya Teniente. Y ese espadón tenía pinta de ser muy, muy pesado. Por otro lado, con la edad de Xemnas él ya había derrotado a su primer pirata y cobrado su primera recompensa. Bien podía ser que fuese fuerte.
- Dado que vamos a ser compañeros de flota y los oficiales al mando en esta misión, estaría bien conocernos un poco. Dime, ¿de dónde eres, Xemnas?
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Aquellos cocodrilos parecían ser bastante peligrosos, el chico los miraba calmadamente con algo de curiosidad pues nunca había estado tan cerca de ellos como en ese momento, solo los había visto en libros y demás. Al parecer eran seres carnívoros y seguramente le morderían si intentaba acariciarlos o algo por el estilo, no eran animalitos adorables como el resto, eso le hizo pensar en una situación de peligro y tragó algo de saliva, pero después sacó pecho de nuevo y trató de calmarse. Estaban lejos y no podían subir al barco, o eso al menos esperaba el rubio, el cual ahora estaba en su mundo. De repente el sonido de unos pasos llegó hasta él, se trataba de su superior, el cual le preguntó sobre su salud, cosa que le hizo sonreír con tranquilidad y calma “Vaya, este hombre es bastante simpático” Pensó ahora mientras daba un paso al frente y le respondía en un tono amistoso.
- Estoy mucho mejor, señor. No es la primera vez, me vi involucrado en la guerra de los Trilobites antes de unirme a la marina, además de visitar unas cuantas islas con mi hermana.
Al parecer su compañero era del mar del Este, algo que le hizo impresionarse, ese mar era conocido como uno de los más débiles, sin embargo aquel tipo era su superior, al parecer incluso allí había gente fuerte. El mundo estaba dividido en zonas pero nunca se podía saber lo que uno se podía llegar a encontrar, incluso en el mar más débil podría estar el asesino más peligroso, o en la isla más temible el espadachín más novato. Estaba emocionado de que alguien se interesase por él y le hablara en primer lugar, tan solo había conocido esa experiencia con su hermana y su capitán Al Naión. Después de unos momentos llegaron las siguientes palabras de la boca de Kai, quería saber algo más de él y en ese momento el rubio tragó algo de saliva. Le daba vergüenza decirle que venía de una isla dónde le hicieron la infancia imposible y dónde le marginaron de forma brutal, haciéndole presa de insultos y demás humillaciones.
- Pues la verdad es que vengo de una pequeña isla del Sur, se llama Domica. Digamos que mi primer sueño era convertirme en Shichibukai pero un agente llamado Etsu me habló sobre las ventajas de ayudar siendo marine y por ello decidí unirme para prestar mis servicios a la justicia. Así algún día podré ser alguien a quién la gente respete y vea como un ejemplo a seguir, ayudar y ser querido es algo muy importante para mí, señor.
Ahora le dedicó una nueva sonrisa para después rascarse un poco la oreja con su mano derecha, en ese momento también sintió mucha curiosidad por el tipo que tenía frente a sus ojos, de modo que ahora fue él quien le preguntó.
- ¿Y usted señor? ¿Cuál es su historia?
- Estoy mucho mejor, señor. No es la primera vez, me vi involucrado en la guerra de los Trilobites antes de unirme a la marina, además de visitar unas cuantas islas con mi hermana.
Al parecer su compañero era del mar del Este, algo que le hizo impresionarse, ese mar era conocido como uno de los más débiles, sin embargo aquel tipo era su superior, al parecer incluso allí había gente fuerte. El mundo estaba dividido en zonas pero nunca se podía saber lo que uno se podía llegar a encontrar, incluso en el mar más débil podría estar el asesino más peligroso, o en la isla más temible el espadachín más novato. Estaba emocionado de que alguien se interesase por él y le hablara en primer lugar, tan solo había conocido esa experiencia con su hermana y su capitán Al Naión. Después de unos momentos llegaron las siguientes palabras de la boca de Kai, quería saber algo más de él y en ese momento el rubio tragó algo de saliva. Le daba vergüenza decirle que venía de una isla dónde le hicieron la infancia imposible y dónde le marginaron de forma brutal, haciéndole presa de insultos y demás humillaciones.
- Pues la verdad es que vengo de una pequeña isla del Sur, se llama Domica. Digamos que mi primer sueño era convertirme en Shichibukai pero un agente llamado Etsu me habló sobre las ventajas de ayudar siendo marine y por ello decidí unirme para prestar mis servicios a la justicia. Así algún día podré ser alguien a quién la gente respete y vea como un ejemplo a seguir, ayudar y ser querido es algo muy importante para mí, señor.
Ahora le dedicó una nueva sonrisa para después rascarse un poco la oreja con su mano derecha, en ese momento también sintió mucha curiosidad por el tipo que tenía frente a sus ojos, de modo que ahora fue él quien le preguntó.
- ¿Y usted señor? ¿Cuál es su historia?
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¿Señor? Kai contuvo una risa. No estaba acostumbrado a que lo tratasen con tanto formalismo. Vale, no le extrañaba por parte de un recluta, pero sí de un marine casi de su rango con el que estaba manteniendo una conversación formal. A parte no le llevaba tantos años. ¿Cuántos tendría Xemnas? ¿Diecinueve? ¿Dieciocho? En todo caso, notó la sombra de la duda en su rostro cuando le preguntó acerca de él. Durante un momento lamentó haber hecho esa pregunta, pensando que había entrado en un tema espinoso, pero al momento el chico no tuvo problemas en contestarle. Le sorprendió saber que antes pretendía ser Shichibukai. Podía entender que a un pirata en cierto momento le reportase beneficios convertirse en corsario del Gobierno... pero era más raro encontrarse a alguien cuya meta fuese convertirse en Shichibukai sin más. ¿Habría algo detrás? ¿Prestigio? ¿Un modelo a seguir?
- Es curioso que tuvieses ese sueño. No te ofendas, simplemente me extraña. Los Shichibukais son la carne de cañón del Gobierno, al fin y al cabo, a los que recurren cuando no hay que mancharse las manos. Me alegro de que rectificaras. La Marina es un destino mucho más digno, y con mayores posibilidades.
Entonces Xemnas le preguntó por su historia. Kai sonrió y desvió la mirada por un instante, recordando su hogar. Echaba muchísimo de menos a la gente de su Orden. A su maestro, a sus amigos y a toda la comunidad. En medio de su momento de distracción, miró por la borda y se fijó en el agua del río. No había una corriente especialmente fuerte... oteó al horizonte. Tampoco parecía haber montañas en aquella isla de donde pudiera salir un manantial. Así pues, no era un río, si no una lengua de mar que se adentraba en la tierra. En ese caso, aquellos cocodrilos eran cocodrilos de agua salada. Estaba bien conocerlo antes de que alguien hubiese cometido el error de intentar beber aquel agua. Tal vez se equivocase, de todos modos, pero eso lo podrían saber fácilmente cuando desembarcaran. Entonces recordó que Xemnas le había hecho una pregunta y se volvió hacia él:
- Perdona, estaba en mi mundo. Mi historia es... un tanto complicada. Me crié en la orden de monjes del Sokudan, la misma que el ex-Almirante Lion D. Karl. De hecho tuve la oportunidad de conocerlo y entrenarme con él. No comparto su visión del mundo, desde luego, aunque algunos de nuestros compañeros marines se niegan a verlo y creen que soy otro traidor como él. Obviamente no lo soy. Entré a la Marina para restaurar el equilibrio en el mundo destrozado por las últimas guerras. Karl-senpai cometió grandes errores que el mundo ha pagado caro, y como miembro de su Orden tengo el deber de remediarlo.
Se giró y miró el paisaje con cierta amargura. Odiaba tener que callarse cosas como los halagos que le gustaría poder dedicar a su senpai en público... pero aquello sólo levantaría suspicacias contra él. Ay del pobre al que pillaran hablando bien de Karl, estaría fuera de la Marina en menos de lo que canta un gallo. La figura del Almirante se había vuelto casi un tabú tras sus últimos actos. No defendía lo que había hecho. Es más, desde su punto de vista había sido incorrecto y entendía por qué a raíz de aquello su propio maestro había renegado de él. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que había sido el primer Maestro de los Caminos en muchas décadas, el mayor de los honores que se podía obtener en la Orden. O que había sido el líder y protector de la misma, con lo que debía cierta lealtad a su figura. Todo aquello no era fácil para él.
- Eh... ¿eso de ahí no es el templo?
Podía ver una gran estructura entre las dunas, aun a unos quince minutos de donde estaban. Tan sólo debían doblar un par de recodos del río. Comenzó a dar instrucciones a todo el mundo para que se preparan. Si realmente era la base de aquellos piratas, pronto verían el lugar donde el barco estuviese anclado. Y dudaba que un gigante de doce metros se pudiese meter en el templo ahora que lo pensaba. Si era su base, lo más probable es que sirviera de almacén para guardar provisiones y botines. Debían tener un campamento al lado.
- Prepárate, Xemnas. Pronto nos tocará demostrar lo que sabemos hacer.
- Es curioso que tuvieses ese sueño. No te ofendas, simplemente me extraña. Los Shichibukais son la carne de cañón del Gobierno, al fin y al cabo, a los que recurren cuando no hay que mancharse las manos. Me alegro de que rectificaras. La Marina es un destino mucho más digno, y con mayores posibilidades.
Entonces Xemnas le preguntó por su historia. Kai sonrió y desvió la mirada por un instante, recordando su hogar. Echaba muchísimo de menos a la gente de su Orden. A su maestro, a sus amigos y a toda la comunidad. En medio de su momento de distracción, miró por la borda y se fijó en el agua del río. No había una corriente especialmente fuerte... oteó al horizonte. Tampoco parecía haber montañas en aquella isla de donde pudiera salir un manantial. Así pues, no era un río, si no una lengua de mar que se adentraba en la tierra. En ese caso, aquellos cocodrilos eran cocodrilos de agua salada. Estaba bien conocerlo antes de que alguien hubiese cometido el error de intentar beber aquel agua. Tal vez se equivocase, de todos modos, pero eso lo podrían saber fácilmente cuando desembarcaran. Entonces recordó que Xemnas le había hecho una pregunta y se volvió hacia él:
- Perdona, estaba en mi mundo. Mi historia es... un tanto complicada. Me crié en la orden de monjes del Sokudan, la misma que el ex-Almirante Lion D. Karl. De hecho tuve la oportunidad de conocerlo y entrenarme con él. No comparto su visión del mundo, desde luego, aunque algunos de nuestros compañeros marines se niegan a verlo y creen que soy otro traidor como él. Obviamente no lo soy. Entré a la Marina para restaurar el equilibrio en el mundo destrozado por las últimas guerras. Karl-senpai cometió grandes errores que el mundo ha pagado caro, y como miembro de su Orden tengo el deber de remediarlo.
Se giró y miró el paisaje con cierta amargura. Odiaba tener que callarse cosas como los halagos que le gustaría poder dedicar a su senpai en público... pero aquello sólo levantaría suspicacias contra él. Ay del pobre al que pillaran hablando bien de Karl, estaría fuera de la Marina en menos de lo que canta un gallo. La figura del Almirante se había vuelto casi un tabú tras sus últimos actos. No defendía lo que había hecho. Es más, desde su punto de vista había sido incorrecto y entendía por qué a raíz de aquello su propio maestro había renegado de él. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que había sido el primer Maestro de los Caminos en muchas décadas, el mayor de los honores que se podía obtener en la Orden. O que había sido el líder y protector de la misma, con lo que debía cierta lealtad a su figura. Todo aquello no era fácil para él.
- Eh... ¿eso de ahí no es el templo?
Podía ver una gran estructura entre las dunas, aun a unos quince minutos de donde estaban. Tan sólo debían doblar un par de recodos del río. Comenzó a dar instrucciones a todo el mundo para que se preparan. Si realmente era la base de aquellos piratas, pronto verían el lugar donde el barco estuviese anclado. Y dudaba que un gigante de doce metros se pudiese meter en el templo ahora que lo pensaba. Si era su base, lo más probable es que sirviera de almacén para guardar provisiones y botines. Debían tener un campamento al lado.
- Prepárate, Xemnas. Pronto nos tocará demostrar lo que sabemos hacer.
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Escuchó las palabras de su superior con calma y tranquilidad, analizándolas despacio al mismo tiempo que mantenía aquella sonrisa calmada en sus labios. Se pudo dar cuenta de que tras hablar sobre lo de los Shichibukais se puso a mirar a otro lado, lo que hizo al rubio ladear la cabeza algo confuso sin entender, tal vez estaba pensando su respuesta y tampoco quería contar su infancia o algo así. Escuchó aquello sobre el antiguo almirante, no era la primera vez, de hecho durante su entrenamiento del haki armadura ya había oído hablar de los dos traidores a la marina. Karl y Krauser, esos hombres sin honor y cobardes que se atrevieron a dejar de lado a la justicia, así lo veía el joven después de todo lo que le habían hablado algunos superiores en el cuartel del Sur. Ahora tocaba armar a la marina con carne nueva que pudiera soportar el peso de la justicia ante todo. El objetivo de su compañero y superior le gustaba y por ello sonrió mientras le levantaba el pulgar.
- !En ese caso yo te ayudaré a cumplir ese objetivo de mantener el equilibrio Kai-san!
Sus palabras iban con ánimo, estaba verdaderamente emocionado de poder hacer una misión con aquel hombre. Cuando ahora señaló lo que parecía ser un templo, el rubio se acercó a la borda observándolo de forma calmada, al parecer iban a tener que desembarcar pronto y confirmó esa teoría cuando su compañero le dijo las siguientes palabras. El chico se fijó en que su arma estaba lista y sus capacidades también, cogió una pequeña botella llena de agua y le dio un buen trago para después soltar un leve suspiro. Esperaba poder ayudar a Kai en aquello, tenían una forma de hacerlo juntos, uno conseguía el equilibrio y con eso Xemnas la justicia. Además ese tipo era más social que los demás que conocía y parecía ser muy simpático y agradable. Se quedó a su lado sonriéndole de forma calmada y respondiéndole.
- Estoy preparado y listo para la acción. Espero no defraudarle en esto Kai-San, es usted lo más parecido a un amigo, me alegro de haber venido de misión hoy.
Dicho eso apretó su mano y la llevó a su funda, sacando aquel enorme espadón recubierto de Kairouseki y el que casi media dos metros de largo y veinte centímetros de ancho, era un arma que el rubio manejaba a la perfección pese a su tamaño. Si algo se le daba bien en la vida era aquel tipo de cosas, ayudar en lo posible y el manejo de armas pesadas que movía sin mucho cansancio a cambio. Pretendía llevarla en la mano todo el tiempo para así mejorar la fuerza y acostumbrar más a ella, pese a ser un crio tenía fuerza y eso le venía desde pequeño, tanto trabajar con su hermano había sido muy útil al fin y al cabo.
- !En ese caso yo te ayudaré a cumplir ese objetivo de mantener el equilibrio Kai-san!
Sus palabras iban con ánimo, estaba verdaderamente emocionado de poder hacer una misión con aquel hombre. Cuando ahora señaló lo que parecía ser un templo, el rubio se acercó a la borda observándolo de forma calmada, al parecer iban a tener que desembarcar pronto y confirmó esa teoría cuando su compañero le dijo las siguientes palabras. El chico se fijó en que su arma estaba lista y sus capacidades también, cogió una pequeña botella llena de agua y le dio un buen trago para después soltar un leve suspiro. Esperaba poder ayudar a Kai en aquello, tenían una forma de hacerlo juntos, uno conseguía el equilibrio y con eso Xemnas la justicia. Además ese tipo era más social que los demás que conocía y parecía ser muy simpático y agradable. Se quedó a su lado sonriéndole de forma calmada y respondiéndole.
- Estoy preparado y listo para la acción. Espero no defraudarle en esto Kai-San, es usted lo más parecido a un amigo, me alegro de haber venido de misión hoy.
Dicho eso apretó su mano y la llevó a su funda, sacando aquel enorme espadón recubierto de Kairouseki y el que casi media dos metros de largo y veinte centímetros de ancho, era un arma que el rubio manejaba a la perfección pese a su tamaño. Si algo se le daba bien en la vida era aquel tipo de cosas, ayudar en lo posible y el manejo de armas pesadas que movía sin mucho cansancio a cambio. Pretendía llevarla en la mano todo el tiempo para así mejorar la fuerza y acostumbrar más a ella, pese a ser un crio tenía fuerza y eso le venía desde pequeño, tanto trabajar con su hermano había sido muy útil al fin y al cabo.
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Kai sonrió al escuchar al joven de pelo rubio. Se notaba que aun era un crío prácticamente, pero eso no era un impedimento para él. Contuvo una risa al compararlo con tener un hermano pequeño. Que supiese, no tenía ninguno, aunque había tenido que cuidar de aprendices más pequeños que él algunas veces en el templo. Estaba ya acostumbrado a ejercer el papel de hermano mayor, y aquel descarriado oficial parecía necesitarlo cuanto menos. Sacudió la cabeza y se sacó aquella idea. Entonces le apoyó la mano en el hombro y le dijo:
- Tan sólo ándate con ojo y no corras riesgo. Y no hace falta que me trates usted, Xemnas-kun.
Entonces escuchó a uno de los vigías gritando y vio que tenían frente a ellos al barco pirata. Estaba anclado, pero algunos piratas en cubierta les habían visto y daban voces de alarma. A una decena de metros de la orilla del río pudo ver también un campamento. "La mayoría de los piratas deben estar en tierra, pero aun así debemos andarnos con ojos al tomar el barco... y hacerlo rápido." Rápidamente, comenzó a gritar órdenes y a organizarlo todo para la batalla. Ordenó al timonel situarse entre el navío pirata y la playa, para que la dotación de los cañones pudiese bombardear tanto el barco como la orilla.
- ¡Vosotros, coged vuestras armas y preparaos para abordarlos! ¡Xemnas, ven conmigo!
Agarró una cuerda y se preparó para saltar al otro barco. Algunos piratas en el otro lado disparaban a diestro y siniestro. Con un feroz grito de guerra, saltó colgado de la cuerda, y cuando estuvo sobre el otro barco se dejó caer dando un puñetazo en el suelo. Este fue tan fuerte que en combinación con el Advanced Sokudan, toda la cubierta tembló por las vibraciones. Además la madera se astilló, y se vio obligado a saltar a un lado para evitar hundirse. Su caída había sido tan contundente que el cacho de cubierta donde aterrizó cedió sobre la bodega. Algunos piratas cargaron contra él, pero el marine empleando sus hakis comenzó a deslizarse entre ellos destrozándolos sin piedad a puñetazos y patadas. Sus marines, superiores en número, pronto empezaron a ganar la batalla.
- ¡Asegurad el barco, y preparadnos una lancha! ¡Iremos a tierra! ¡Dad la orden en nuestro navío de preparar un grupo de desembarco![7i] - ordenó a un cabo.
- [i]¡Sí, señor!
- ¡Xemnas, ven conmigo! Tú y yo vamos a por Gruder y su subcapitán.
- Tan sólo ándate con ojo y no corras riesgo. Y no hace falta que me trates usted, Xemnas-kun.
Entonces escuchó a uno de los vigías gritando y vio que tenían frente a ellos al barco pirata. Estaba anclado, pero algunos piratas en cubierta les habían visto y daban voces de alarma. A una decena de metros de la orilla del río pudo ver también un campamento. "La mayoría de los piratas deben estar en tierra, pero aun así debemos andarnos con ojos al tomar el barco... y hacerlo rápido." Rápidamente, comenzó a gritar órdenes y a organizarlo todo para la batalla. Ordenó al timonel situarse entre el navío pirata y la playa, para que la dotación de los cañones pudiese bombardear tanto el barco como la orilla.
- ¡Vosotros, coged vuestras armas y preparaos para abordarlos! ¡Xemnas, ven conmigo!
Agarró una cuerda y se preparó para saltar al otro barco. Algunos piratas en el otro lado disparaban a diestro y siniestro. Con un feroz grito de guerra, saltó colgado de la cuerda, y cuando estuvo sobre el otro barco se dejó caer dando un puñetazo en el suelo. Este fue tan fuerte que en combinación con el Advanced Sokudan, toda la cubierta tembló por las vibraciones. Además la madera se astilló, y se vio obligado a saltar a un lado para evitar hundirse. Su caída había sido tan contundente que el cacho de cubierta donde aterrizó cedió sobre la bodega. Algunos piratas cargaron contra él, pero el marine empleando sus hakis comenzó a deslizarse entre ellos destrozándolos sin piedad a puñetazos y patadas. Sus marines, superiores en número, pronto empezaron a ganar la batalla.
- ¡Asegurad el barco, y preparadnos una lancha! ¡Iremos a tierra! ¡Dad la orden en nuestro navío de preparar un grupo de desembarco![7i] - ordenó a un cabo.
- [i]¡Sí, señor!
- ¡Xemnas, ven conmigo! Tú y yo vamos a por Gruder y su subcapitán.
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Xemnas no pudo evitar quedar impresionado cuando aquel hombre le puso la mano en el hombro, era una extraña sensación pues nadie salvo su hermana le había tocado así de buenas, eso le hizo quedar un poco confuso pero tras sus palabras sonrió de forma amable y respondió con energía. – !Si! – A continuación divisaron el barco enemigo, la batalla iba a suceder antes de lo pensado y el joven marine se puso algo serio mientras clavaba sus azulados ojos en la bandera corsaria, esa calavera debía de caer de alguna manera. Estaba bastante nervioso por ser una de sus primeras misiones, las que había hecho hasta el momento no habían sido tan lejos de la base y tan peligrosas, pero debía acostumbrarse a ellas.
Escuchó al superior indicarle que fuera con él y eso hizo, cogió la segunda cuerda que vio usando para ello su mano izquierda, a continuación siguió al castaño hasta la borda enemiga, aterrizando a unos cuatro metros tras el golpe de este sobre el barco. La fuerza de Kai era asombrosa y eso se notaba, este también se puso a pelear usando para ello su enorme espadón por la zona ancha de la hoja, de esa forma no mataba a nadie y también usaba el cuerpo a cuerpo aunque no lo dominara mucho. Su haki armadura era muy útil en aquel aspecto pues mejoraba la fuerza del chico bastante. Xemnas pensaba que aquello estaba siendo demasiado fácil hasta que vio algo que no le gustó nada.
- !Cuidado con el suicida!
Gritó de repente para llamar la atención de los demás hombres, un tipo de unos dos metros de alto, pelo rojizo y corto. El color de sus ojos morado y vestía con una camiseta naranja, alrededor de su cuerpo había bastantes cartuchos de aquel objeto llamado dinamita, estaba prendiéndose los hilos con una antorcha y gritaba entre risas. Al parecer estaba bastante herido debido a las múltiples heridas y al verse en aquella situación pensó en llevarse por delante a todos los posibles. El marine frunció el ceño al mismo tiempo que corría hacia el objetivo y lanzaba un enorme corte con todas sus fuerzas, el brazo de aquel capullo fue cercenado pero era demasiado tarde pues la mecha ya estaba ardiendo.
- !Kai-San!
Gritó el chico mientras alzaba su pierna y golpeaba el pecho del pelirrojo, echándole unos metros hacia atrás y esperando a que el superior le ayudase, había muchos de los suyos en la cubierta y si aquel imbécil explotaba muchos perderían la vida.
Escuchó al superior indicarle que fuera con él y eso hizo, cogió la segunda cuerda que vio usando para ello su mano izquierda, a continuación siguió al castaño hasta la borda enemiga, aterrizando a unos cuatro metros tras el golpe de este sobre el barco. La fuerza de Kai era asombrosa y eso se notaba, este también se puso a pelear usando para ello su enorme espadón por la zona ancha de la hoja, de esa forma no mataba a nadie y también usaba el cuerpo a cuerpo aunque no lo dominara mucho. Su haki armadura era muy útil en aquel aspecto pues mejoraba la fuerza del chico bastante. Xemnas pensaba que aquello estaba siendo demasiado fácil hasta que vio algo que no le gustó nada.
- !Cuidado con el suicida!
Gritó de repente para llamar la atención de los demás hombres, un tipo de unos dos metros de alto, pelo rojizo y corto. El color de sus ojos morado y vestía con una camiseta naranja, alrededor de su cuerpo había bastantes cartuchos de aquel objeto llamado dinamita, estaba prendiéndose los hilos con una antorcha y gritaba entre risas. Al parecer estaba bastante herido debido a las múltiples heridas y al verse en aquella situación pensó en llevarse por delante a todos los posibles. El marine frunció el ceño al mismo tiempo que corría hacia el objetivo y lanzaba un enorme corte con todas sus fuerzas, el brazo de aquel capullo fue cercenado pero era demasiado tarde pues la mecha ya estaba ardiendo.
- !Kai-San!
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Kai se giró al escuchar el grito y entrecerró los ojos. Nadie iba a herir a sus hombres delante suya. Soltó un grito de guerra y comenzó a correr hacia el tipo. Echó ambos brazos hacia atrás y los recubrió con haki armadura. Miró a los ojos del suicida con ferocidad, y cuando estaba a unos metros de él, golpeó el aire con ambos puños. Se escuchó un sonido como de un estallido, y hubo una ondulación cerca de los puños del joven marine, antes de una potente onda de choque saliese de estos e impactase de lleno al tipo.
- ¡Big Cannon Shot!
El otro salió disparado hacia atrás con tanta fuerza que se llevó consigo un cacho de la borda y explotó en el aire, cuando estaba a punto de caer al agua del río. Los restos de su cuerpo mancharon el río y un lado del barco de rojo. Los puños del marine humeaban por la potencia del golpe, y con un gesto chulesco y orgulloso, alzó el derecho y le sopló como si lo hiciera con una pistola. Entonces sonrió, y dijo:
- Uno menos. ¡Cabo, cumpla ahora mis órdenes, y que me preparen el bote! Ahora ven conmigo Xemnas, vamos a desembarcar.
Les bajaron un bote al río. En el navío marine algunos otros ya estaban en el agua, cargados de marines que remaban hacia tierra mientras el barco causaba el caos en el campamento pirata a cañonazos. Kai se subió a la borda y bajó de un salto a la pequeña barca, haciendo que esta se hundiese un poco en el agua y levantando pequeñas olas a su alrededor. Esperó a que Xemnas bajara también, y entonces se puso a remar velozmente hacia tierra.
- Como te dije antes: vamos por los jefes. Me pido el grandote para mi, tú puedes quedarte con el subcapitán.
Un gigante... se preguntó cómo sería pelear contra uno. Ahora tendría la ocasión de probarlo, y demostrar de paso su poder. Que supiese, ni siquiera Karl se había enfrentado a uno. Ahora tendría la oportunidad de obtener ese logro... y vencerlo a pura fuerza bruta. Sonrió para sí mismo, pensando en la imbecilidad que iba a intentar.
- ¡Big Cannon Shot!
El otro salió disparado hacia atrás con tanta fuerza que se llevó consigo un cacho de la borda y explotó en el aire, cuando estaba a punto de caer al agua del río. Los restos de su cuerpo mancharon el río y un lado del barco de rojo. Los puños del marine humeaban por la potencia del golpe, y con un gesto chulesco y orgulloso, alzó el derecho y le sopló como si lo hiciera con una pistola. Entonces sonrió, y dijo:
- Uno menos. ¡Cabo, cumpla ahora mis órdenes, y que me preparen el bote! Ahora ven conmigo Xemnas, vamos a desembarcar.
Les bajaron un bote al río. En el navío marine algunos otros ya estaban en el agua, cargados de marines que remaban hacia tierra mientras el barco causaba el caos en el campamento pirata a cañonazos. Kai se subió a la borda y bajó de un salto a la pequeña barca, haciendo que esta se hundiese un poco en el agua y levantando pequeñas olas a su alrededor. Esperó a que Xemnas bajara también, y entonces se puso a remar velozmente hacia tierra.
- Como te dije antes: vamos por los jefes. Me pido el grandote para mi, tú puedes quedarte con el subcapitán.
Un gigante... se preguntó cómo sería pelear contra uno. Ahora tendría la ocasión de probarlo, y demostrar de paso su poder. Que supiese, ni siquiera Karl se había enfrentado a uno. Ahora tendría la oportunidad de obtener ese logro... y vencerlo a pura fuerza bruta. Sonrió para sí mismo, pensando en la imbecilidad que iba a intentar.
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Tras el golpe del Teniente comandando, aquel tipo salió disparado fuera del barco y explotó en bastantes pedazos, eso había sido una onda de choque o algo por el estilo, el rubio no pudo evitar sonreír ampliamente pues disponía de algo parecido. Sin embargo la suya no solo empujaba, cortaba y eso podía suponer que la pólvora tocase la antorcha y todos hubieran explotado. Se fijó en la situación e hizo caso a su superior, saltando al bote tras él y ayudándole a remar de forma rápida para poder llegar cuanto antes a aquella orilla y completar la misión encomendada.
Al parecer iban ya a por los jefes, no dudaba de Kai, pero pensaba que un gigante podía ser un enemigo muy poderoso incluso para él, el subcapitán era alguien de quién Xemnas no sabía nada de nada. Aquello podía ser una ventaja pues no iría con el miedo, pero al mismo tiempo un inconveniente, todo había pasado muy rápido, la batalla había sido corta pero frenética e intensa. Lamentaba haber tenido que pedir ayuda contra el tío que estuvo a punto de llevarse medio barco por delante, pero en esas situaciones usar su espadón podía ser un arma de doble filo y más de uno se podría haber llevado daños.
- Si necesitas ayuda solo tienes que pedirla, no quiero perder ya a alguien que considero un gran amigo.
Dijo ahora el rubio con una sonrisa sincera en el rostro, observando como aquel bote finalmente llegaba a tierra firma. Xemnas salió de él y miró a su alrededor, manteniendo su arma en mano todo lo posible. El calor se notaba bastante pues el espadachín estaba sudando un poco, tampoco era nada grave pero una temperatura así podía llegar a ser muy molesta. Se preguntaba contra qué clase de enemigo le iba a tocar combatir, pero ahora no podía perder el tiempo y miró a su superior de forma calmada. No pasaron ni tres segundos cuando alzó la voz para hablarle y preguntarle sobre aquella misión.
- ¿Qué rumbo tomamos ahora?
Al parecer iban ya a por los jefes, no dudaba de Kai, pero pensaba que un gigante podía ser un enemigo muy poderoso incluso para él, el subcapitán era alguien de quién Xemnas no sabía nada de nada. Aquello podía ser una ventaja pues no iría con el miedo, pero al mismo tiempo un inconveniente, todo había pasado muy rápido, la batalla había sido corta pero frenética e intensa. Lamentaba haber tenido que pedir ayuda contra el tío que estuvo a punto de llevarse medio barco por delante, pero en esas situaciones usar su espadón podía ser un arma de doble filo y más de uno se podría haber llevado daños.
- Si necesitas ayuda solo tienes que pedirla, no quiero perder ya a alguien que considero un gran amigo.
Dijo ahora el rubio con una sonrisa sincera en el rostro, observando como aquel bote finalmente llegaba a tierra firma. Xemnas salió de él y miró a su alrededor, manteniendo su arma en mano todo lo posible. El calor se notaba bastante pues el espadachín estaba sudando un poco, tampoco era nada grave pero una temperatura así podía llegar a ser muy molesta. Se preguntaba contra qué clase de enemigo le iba a tocar combatir, pero ahora no podía perder el tiempo y miró a su superior de forma calmada. No pasaron ni tres segundos cuando alzó la voz para hablarle y preguntarle sobre aquella misión.
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Kai se sonrojó ligeramente ante las palabras del otro. Le enorgullecía haber conseguido tan pronto el aprecio de uno de sus hombres. Como oficial, pensaba tratar a los suyos como si fuesen su familia. Al fin y al cabo estaban bajo su mando y eran su responsabilidad; era su deber cuidar de ellos y evitar que sufriesen daños. Ese era otro motivo más para enfrentarse en solitario a Gruder, sería una pelea peligrosa y no quería que nadie saliese mal parado por no haber sabido derrotarlo él solo.
- No seas parvo, ya será para menos - dijo, rascándose la nuca - Y tranquilo, me las apañaré. Cuanto más grandes son...
Llegaron a tierra, y ambos bajaron a la isla. A su alrededor, los otros botes de desembarco comenzaron a llegar, y los marines le miraron esperando sus órdenes. Frente a él estaba l campamento, y tras este el templo. No parecía que hubiese nadie cerca de la gran estructura de piedra. Mientras tanto, el campamento era un caos y estaba lleno de piratas corriendo de un lado a otro huyendo de la lluvia de balas de cañón. "Si vamos a entrar ahí, antes tengo que ordenar detener el bombardeo." Se giró hacia el barco e hizo una señal con la mano. Poco después los cañones cesaron su letal canción, y Kai sonrió ferozmente.
- ¿Que qué rumbo? Al jodido infierno. ¡A la carga! ¡Enseñadles a estas ratas de mar lo que valemos!
Kai comenzó a correr a toda velocidad hacia el campamento, con todos los marines detrás. Embistió a un pirata que merodeaba en los límites de este y lo derribó de un puñetazo en la cara. Acto seguido se puso frente a la primera hilera de tiendas, y dio un potente golpe al aire. Una onda de choque que levantó una cortina de arena y polvo arrasó una buena parte del campamento, mandando por los aires tiendas y efectos personales de los piratas. Ah, y a los propios piratas. Sus hombres entraron en el campamento como una marea destructora, arrasando con todo. Kai caminó en medio de la batalla, buscando a su objetivo y golpeando a todos los piratas que cometían el error de acercarse demasiado. Entonces escuchó un estruendo brutal y el suelo tembló. Un gigante calvo, vestido con un taparrabos y de expresión brutal entró en escena, acompañado de un semigigante rubio de pelo largo. Eran Gruder y su subcapitán, Lothar. El semigigante tenía 50.000.000 por su cabeza.
- Ahí está mi premio - dijo con una mueca feroz.
- No seas parvo, ya será para menos - dijo, rascándose la nuca - Y tranquilo, me las apañaré. Cuanto más grandes son...
Llegaron a tierra, y ambos bajaron a la isla. A su alrededor, los otros botes de desembarco comenzaron a llegar, y los marines le miraron esperando sus órdenes. Frente a él estaba l campamento, y tras este el templo. No parecía que hubiese nadie cerca de la gran estructura de piedra. Mientras tanto, el campamento era un caos y estaba lleno de piratas corriendo de un lado a otro huyendo de la lluvia de balas de cañón. "Si vamos a entrar ahí, antes tengo que ordenar detener el bombardeo." Se giró hacia el barco e hizo una señal con la mano. Poco después los cañones cesaron su letal canción, y Kai sonrió ferozmente.
- ¿Que qué rumbo? Al jodido infierno. ¡A la carga! ¡Enseñadles a estas ratas de mar lo que valemos!
Kai comenzó a correr a toda velocidad hacia el campamento, con todos los marines detrás. Embistió a un pirata que merodeaba en los límites de este y lo derribó de un puñetazo en la cara. Acto seguido se puso frente a la primera hilera de tiendas, y dio un potente golpe al aire. Una onda de choque que levantó una cortina de arena y polvo arrasó una buena parte del campamento, mandando por los aires tiendas y efectos personales de los piratas. Ah, y a los propios piratas. Sus hombres entraron en el campamento como una marea destructora, arrasando con todo. Kai caminó en medio de la batalla, buscando a su objetivo y golpeando a todos los piratas que cometían el error de acercarse demasiado. Entonces escuchó un estruendo brutal y el suelo tembló. Un gigante calvo, vestido con un taparrabos y de expresión brutal entró en escena, acompañado de un semigigante rubio de pelo largo. Eran Gruder y su subcapitán, Lothar. El semigigante tenía 50.000.000 por su cabeza.
- Ahí está mi premio - dijo con una mueca feroz.
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La batalla había empezado y el rubio no pudo evitar sonreír ampliamente mientras seguía a su superior, de nuevo usó una increíble onda de choque para arrasar parte de las tiendas, sin duda sabía pelear cuerpo a cuerpo de una forma impresionante. Al parecer era un tipo bastante amable y eso era bueno, por fin se sentía bien, ya tenía varios amigos en la brigada indisciplinada del jefe Al Naión. Había varios enemigos y el marine no sabía a por cual ir, sin embargo el suelo empezó a temblar y aquel enorme ser surgió de la nada entre gruñidos de ira y rabia, llegaba el momento de la verdad.
Una sonrisa ladeada surgió del rostro del tornado dorado cuando se fijó en el enorme tipo de pelo rubio y largo que había al lado, ese iba a ser su objetivo entonces. Escuchó las últimas palabras de Kai y entonces le miró soltando una leve carcajada. – ¡Me pido al de al lado Aniki! – Gritó ahora con más confianza para después lanzarse a por su oponente y tratar de pegarle un corte en el torso, aquel enorme e infernal adversario sacó una guadaña con la cual bloqueó el corte. Lo más gracioso fue que segundos después se partió en dos, el Kairouseki era un arma peligrosa y en manos de aquel chico podía serlo aun más. Una nueva sonrisa surgió de Xemnas, este ahora suspiró y se quedó mirando a su rival. – Primera apertura del Sol abierta ¡Valor! – Los brazos del joven se inflaron un poco, marcándose en estos las venas de mejor forma, aumentando todas sus características un veinticinco por ciento.
Sin pensarlo lanzó otro corte hacia el enorme rubio, este trató de interponer su mano pero fue cortada, al tener un tamaño tan grande le costaba moverse, sin embargo no era ningún inútil y aprovechó el ataque del tornado dorado para pegarle un puñetazo en el rostro. El teniente salió disparado hacia atrás llevándose un buen golpe, la sangre comenzó a fluir de su boca hacia la arena y su respiración se agitó un poco, eso le iba a dejar marca. Se levantó lo más rápido posible y ahora frunció el ceño mientras se lanzaba a por aquella masa de carne con pelo largo. – ¡Twister Gold! – El marine pegó un giro completo, impactando la zona ancha de su hoja en toda la cara de aquel imbécil, cayó al suelo gruñendo y con unas palabras bastante insultantes hacia el joven, el cual ahora miró hacia Kai para ver cómo le iba a él.
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Kai encaró al gigante. Este rugió, probablemente de rabia. Motivos no le faltaban con el caos que habían montado entre sus filas, con su onda había destrozado incluso la que presumiblemente era la tienda de Gruder (una de tamaño enorme). Como si intentase aplastar un insecto, alzó su pierna y trató de matarlo de un pisotón. El marine se tiró a un lado y dio una voltereta, evitado el golpe y levantándose de nuevo intacto. Sin embargo, el colosal pirata volvió a intentar la maniobra sin mucho más éxito.
- ¡MUERE INSECTO! - gritó.
La arena se levantaba a su alrededor por los pisotones. A pesar de que Kai era ágil y disponía del mantra, no podía estar esquivando eternamente. Se había metido en una batalla más difícil de lo que había pensado en un instante: ¿cómo iba a derrotar a un al que apenas le llegaba a la rodilla? Por suerte medía "solo" diez metros; había escuchado terroríficas historias de gigantes que llegaban a los veinticinco e incluso más. En un momento, recibió una patada de refilón y salió disparado de espaldas. Impactó contra algo duro y sólido, y cayó al suelo dolorido. Con un quejido de dolor, se incorporó de nuevo y vio que el obstáculo con el que había chocado era una roca. Gruder se acercó a él, riendo.
- ¿Y tú eres el que ha causado el caos en mi campamento? Si no eres más que una pulguita.
Con la respiración entrecortada, Kai le dirigió una mirada desafiante al gigante.
- Recuerda bien mi nombre. Yo soy Kai Puño Rojo, y seré quien te encierre.
El gigante comenzó a reírse a carcajada limpia, descuidando su defensa. De repente un aura rojiza que oscilaba como una llama brotó de Kai, al tiempo que sus pupilas se volvían doradas y su masa muscular crecía enormemente de golpe. Acababa de activar su Flaming Mode y el Sexto y el Primer Camino del Sokudan. Era hora de empezar la fiesta. Embistió al gigante, lanzándole un poderoso puñetazo imbuido en haki a su pierna el derecha. La pierna se dobló en un punto en el que no debería, y el pirata aulló de dolor, cayendo de rodillas. Kai retrocedió de un salto a tiempo, evitando ser aplastado.
- ¡VAS A MORIR, CABRONAZO! - aulló el gigante.
El enorme puño bajó hacia él a gran velocidad. Sin embargo, en una actitud tranquila e indolente, Kai esperó a que este llegase hasta él. Entonces, cargó su puño derecho hacia atrás y lanzó puñetazo en dirección al de su rival. Ambos puños chocaron con un gran estruendo, y el aire vibró. Gracias a su Advanced Sokudan, las vibraciones de su puñetazo se extendieron por todo el puño del gigante. La combinación de la monstruosa fuerza que le otorgaban los Caminos y el Flaming Mode junto con los golpes vibratorios y el hecho de que aunque grande, el gigante no era particularmente musculoso, hicieron que ganase el intercambio. Con un quejido, retiró el puño, momento que el marine aprovechó para correr y situarse justo bajo su barbilla. Entonces cargó todas sus energías en su puño derecho, y se preparó para realizar la técnica preferida de su senpai.
- Advanced Sokudan... ¡SUPREME CANNON SHOT!
Lanzó el puñetazo hacia arriba, liberando una poderosísima y violenta onda de choque roja que al golpear en la barbilla del gigante lo levantó en el aire y le reventó la mandíbula. Escupió una mezcla de sangre y dientes rotos, y cayó de espaldas inconsciente. Sin embargo, el marine no estaba en mejores condiciones. Sus técnicas no eran precisamente inofensivas, y tenían un precio. Con un grito de dolor, cayó de rodillas agarrándose el brazo derecho. "¡Cómo duele! Mierda... ¿cómo hacía Karl para soportar esto?" Era como si todos los tendones del músculo se hubiesen tensado a la vez tanto que hubiesen reventado. Tan insoportable que no podía ni mover los dedos por miedo a desencadenar una nueva oleada de dolor.
- Al menos... lo he vencido - murmuró.
- ¡MUERE INSECTO! - gritó.
La arena se levantaba a su alrededor por los pisotones. A pesar de que Kai era ágil y disponía del mantra, no podía estar esquivando eternamente. Se había metido en una batalla más difícil de lo que había pensado en un instante: ¿cómo iba a derrotar a un al que apenas le llegaba a la rodilla? Por suerte medía "solo" diez metros; había escuchado terroríficas historias de gigantes que llegaban a los veinticinco e incluso más. En un momento, recibió una patada de refilón y salió disparado de espaldas. Impactó contra algo duro y sólido, y cayó al suelo dolorido. Con un quejido de dolor, se incorporó de nuevo y vio que el obstáculo con el que había chocado era una roca. Gruder se acercó a él, riendo.
- ¿Y tú eres el que ha causado el caos en mi campamento? Si no eres más que una pulguita.
Con la respiración entrecortada, Kai le dirigió una mirada desafiante al gigante.
- Recuerda bien mi nombre. Yo soy Kai Puño Rojo, y seré quien te encierre.
El gigante comenzó a reírse a carcajada limpia, descuidando su defensa. De repente un aura rojiza que oscilaba como una llama brotó de Kai, al tiempo que sus pupilas se volvían doradas y su masa muscular crecía enormemente de golpe. Acababa de activar su Flaming Mode y el Sexto y el Primer Camino del Sokudan. Era hora de empezar la fiesta. Embistió al gigante, lanzándole un poderoso puñetazo imbuido en haki a su pierna el derecha. La pierna se dobló en un punto en el que no debería, y el pirata aulló de dolor, cayendo de rodillas. Kai retrocedió de un salto a tiempo, evitando ser aplastado.
- ¡VAS A MORIR, CABRONAZO! - aulló el gigante.
El enorme puño bajó hacia él a gran velocidad. Sin embargo, en una actitud tranquila e indolente, Kai esperó a que este llegase hasta él. Entonces, cargó su puño derecho hacia atrás y lanzó puñetazo en dirección al de su rival. Ambos puños chocaron con un gran estruendo, y el aire vibró. Gracias a su Advanced Sokudan, las vibraciones de su puñetazo se extendieron por todo el puño del gigante. La combinación de la monstruosa fuerza que le otorgaban los Caminos y el Flaming Mode junto con los golpes vibratorios y el hecho de que aunque grande, el gigante no era particularmente musculoso, hicieron que ganase el intercambio. Con un quejido, retiró el puño, momento que el marine aprovechó para correr y situarse justo bajo su barbilla. Entonces cargó todas sus energías en su puño derecho, y se preparó para realizar la técnica preferida de su senpai.
- Advanced Sokudan... ¡SUPREME CANNON SHOT!
Lanzó el puñetazo hacia arriba, liberando una poderosísima y violenta onda de choque roja que al golpear en la barbilla del gigante lo levantó en el aire y le reventó la mandíbula. Escupió una mezcla de sangre y dientes rotos, y cayó de espaldas inconsciente. Sin embargo, el marine no estaba en mejores condiciones. Sus técnicas no eran precisamente inofensivas, y tenían un precio. Con un grito de dolor, cayó de rodillas agarrándose el brazo derecho. "¡Cómo duele! Mierda... ¿cómo hacía Karl para soportar esto?" Era como si todos los tendones del músculo se hubiesen tensado a la vez tanto que hubiesen reventado. Tan insoportable que no podía ni mover los dedos por miedo a desencadenar una nueva oleada de dolor.
- Al menos... lo he vencido - murmuró.
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Sin duda alguna el rubiales se había enfadado con el otro rubiales, algo gracioso si se miraba por el lado adecuado, el enorme monstruo golpeó varias veces al marine por todo el cuerpo. La sangre empezaba a aparecer por algunas partes del chico, tal como la boca, la nariz e incluso el torso. El indeseable corsario se había puesto de muy mala leche y no parecía tener piedad alguna, llegó incluso a golpear el estómago del joven de un rodillazo, dejándole sin aire para después cogerlo de la cabeza y estamparlo en el suelo. La mirada del tornado dorado expresaba cansancio y sentía que aquello estaba siendo demasiado difícil para él, tenía una pequeña brecha en la frente y aquel ser estaba como nuevo. Miró desde el suelo como su superior luchaba con ganas y eso le hizo levantarse escupiendo un poco de saliva, la cual iba mezclada con una poco de aquel líquido carmesí.
Xemnas apretó los puños y empezó a emitir un destello azulado por sus ojos, además pareció ponerse bastante serio, había liberado la segunda apertura, combinándola así con la primera. El honor era el nombre que recibía, ahora sus características se habían duplicado directamente, frunció el ceño y activó su ámbito de fuego. De repente el espadón y las extremidades del joven se prendieron de fuego, su oponente ahora se sorprendió y trató de aplastarlo con un puñetazo, el arma del rubio cortó su brazo como si nada y este se tiró al suelo quejándose. La mirada del chico era demasiado seria, ahora era fácil saber por qué estaba en el rango que estaba, sus aperturas liberadas le daban un estado de concentración increíble y eso era algo a tener en cuenta.
- Infierno blanco…
Dichas aquellas dos palabras, el brazo derecho del rubio empezó a brillar levemente acumulando energía, el enojado pirata intentó soltarle un cabezazo pero el devastador metió su puño libre de por medio, imbuyéndolo en haki armadura y parando el ataque. La sangre por el rostro de Xemnas le daba un aire algo más tétrico, enseguida elevó su pierna dándole una patada en el pecho y alejándole un poco de él. Llegaba el momento de finalizar y el teniente lanzó un corte al aire, de esta se formó una enorme aura en forma de dragón blanco, el cual rugía con fuerza. Era una increíble onda cortante, la cual salió disparada hacia el idiota de pelo largo, este intentó enfrentarla de frente, algo muy idiota pues empezó a notar como la piel se le abría por diversos sitios, los brazos, las piernas y el torso sobre todo. Pegó varios gritos de dolor para después caer inconsciente debido al enorme daño.
Xemnas se acercó y colocó su espada en las heridas más graves para pararle el sangrado con su espadón, después de unos momentos el fuego de sus extremidades se apagó, desactivó el efecto de su primera y segunda apertura y cayó al suelo. Empezó a jadear un poco debido al cansancio y se levantó como si fuera el de siempre, alegre y algo tímido. Observó a su superior y comprobó que él también había finalizado su batalla y por ello se acercó a él con una mirada amable y le tendió la mano. – ¿Estás bien Aniki? – Dijo ahora mientras respiraba un poco agitado, aun sangraba un poco por la frente pero no era nada grave, las heridas en el rostro eran muy exageradas en cuanto a sangrados. Sin duda alguna estaba impresionado por ver el cuerpo del enorme gigante inconsciente, incluso se había olvidado de su propia pelea, algo que le solía pasar tras ponerse serio con las aperturas y sus técnicas especiales.
Xemnas apretó los puños y empezó a emitir un destello azulado por sus ojos, además pareció ponerse bastante serio, había liberado la segunda apertura, combinándola así con la primera. El honor era el nombre que recibía, ahora sus características se habían duplicado directamente, frunció el ceño y activó su ámbito de fuego. De repente el espadón y las extremidades del joven se prendieron de fuego, su oponente ahora se sorprendió y trató de aplastarlo con un puñetazo, el arma del rubio cortó su brazo como si nada y este se tiró al suelo quejándose. La mirada del chico era demasiado seria, ahora era fácil saber por qué estaba en el rango que estaba, sus aperturas liberadas le daban un estado de concentración increíble y eso era algo a tener en cuenta.
- Infierno blanco…
Dichas aquellas dos palabras, el brazo derecho del rubio empezó a brillar levemente acumulando energía, el enojado pirata intentó soltarle un cabezazo pero el devastador metió su puño libre de por medio, imbuyéndolo en haki armadura y parando el ataque. La sangre por el rostro de Xemnas le daba un aire algo más tétrico, enseguida elevó su pierna dándole una patada en el pecho y alejándole un poco de él. Llegaba el momento de finalizar y el teniente lanzó un corte al aire, de esta se formó una enorme aura en forma de dragón blanco, el cual rugía con fuerza. Era una increíble onda cortante, la cual salió disparada hacia el idiota de pelo largo, este intentó enfrentarla de frente, algo muy idiota pues empezó a notar como la piel se le abría por diversos sitios, los brazos, las piernas y el torso sobre todo. Pegó varios gritos de dolor para después caer inconsciente debido al enorme daño.
Xemnas se acercó y colocó su espada en las heridas más graves para pararle el sangrado con su espadón, después de unos momentos el fuego de sus extremidades se apagó, desactivó el efecto de su primera y segunda apertura y cayó al suelo. Empezó a jadear un poco debido al cansancio y se levantó como si fuera el de siempre, alegre y algo tímido. Observó a su superior y comprobó que él también había finalizado su batalla y por ello se acercó a él con una mirada amable y le tendió la mano. – ¿Estás bien Aniki? – Dijo ahora mientras respiraba un poco agitado, aun sangraba un poco por la frente pero no era nada grave, las heridas en el rostro eran muy exageradas en cuanto a sangrados. Sin duda alguna estaba impresionado por ver el cuerpo del enorme gigante inconsciente, incluso se había olvidado de su propia pelea, algo que le solía pasar tras ponerse serio con las aperturas y sus técnicas especiales.
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Agotado y aturdido, aceptó la mano de su compañero. A pesar de lo atontado que estaba, fue lo suficientemente avispado para no ofrecerle la derecha. Casi inconscientemente, desactivó sus técnicas. Sus ojos volvieron a ser de color oscuro, su musculatura se destensó y decreció en tamaño, y lentamente el aura de energía rojiza se desvaneció. Notó un montón de tensión contenida liberarse de golpe, y tuvo que apoyarse en el cuerpo inerte del gigante para no caerse. Se llevó una mano a la cara izquierda y gruñó, notando una vena palpitar en su brazo herido. El luchador suspiró, y buscó con la mirada al semigigante.
- Buen trabajo, Xemnas-kun - dijo, cansado - Ordena a los hombres que aten a esos dos y detengan al resto de la tripulación. Después descansaremos y partiremos mañana con todos los supervivientes. Ah, y envía un aviso al cuartel más cercano pidiendo refuerzos.
Comenzó a caminar entre los restos del destrozado campamento. A su alrededor, la batalla había concluido ya. Más que batalla había sido una masacre, pues los que aun quedaban en pie tras el bombardeo y la onda de choque, se vieron superados ampliamente en número por los marines de Kai. El oficial paseó entre los cadáveres y los cuerpo de los heridos y moribundos. No era una visión agradable, pero se obligó a mirar. "Un monje del Sokudan no rehuye de sus acciones. Las acepta, y valora si ha sido necesario o ha valido la pena" recordó que le había dicho su maestro "Pero, ¿realmente era necesaria esta masacre?" Acto seguido se quitó aquel pensamiento de la mente. Aquellos piratas habían matado a innumerables personas y saqueado islas cercanas a sangre y fuego. Sin embargo la próxima vez sería más cuidadoso, y buscaría una estrategia menos sangrienta. Se acercó a un cabo, el cual se cuadró ante él.
- Señor - saludó.
- ¿Recuento de bajas?
- Tenemos a un par de reclutas heridos, pero a parte de eso nada más. Lesiones menores, contusiones y algún corte. Ningún muerto.
Kai asintió con la cabeza secamente.
- Lléveme ante los heridos.
Se dejó guiar por el cabo hasta una tienda de tamaño grande. A medida fue pasándosele el efecto de la adrenalina y empezó a notar el cansancio de verdad, notó un calor horrible y una enorme sed. El sol era inclemente en aquella isla. Una vez en el interior pidió una cantimplora, pues había perdido la suya en algún momento durante la batalla. Bebió ávidamente hasta la última gota, y suspiró aliviado. Tras eso se lavó las manos en un cuenco de agua del río, y apartó al marine que se estaba ocupando de los dos heridos. Por lo que había visto, no era médico. Ni siquiera se había lavado las manos y sus cuidados eran cuanto menos toscos.
- Yo me encargo. Descanse, soldado.
Meneando la cabeza, cogió el instrumental que había tocado el hombre y lo lavó. "No llegará con esto..." El agua sin más no eliminaría a los posibles agentes infecciosos. Se concentró y canalizó su energía hacia su mano derecha. Esta comenzó a brillar y se calentó rápidamente. Entonces la metió en el cuenco, haciendo que una nube de vapor saliese de este. Esperó unos segundos a que el agua se calentara bastante, y entonces con ambas manos envueltas en la energía de su Red Punch para no quemarse comenzó a lavarlo todo, tras lo cual fue a atender a los heridos. El primero tenía una bala en un brazo. Con el escaso material del que disponían y la ayuda de un par de reclutas voluntariosos, comenzó a tratarle. Tras extraerle la bala, vendarle y darle una serie de instrucciones con respecto a su brazo, se dirigió al siguiente. Lucía algo peor que su compañero, con una pierna con aspecto bastante feo. Al parecer un pirata le había golpeado con una maza de hierro. Tras un examen inicial, determinó que no podía hacer nada sin un buen instrumental. Ni siquiera podía ver la gravedad de la herida, aunque estaba seguro de que se le había roto la tibia.
- Deberás evitar apoyar esta pierna. Te la entablillaré y te pediré unas muletas, y cuando lleguemos a base ya podrán atenderte mejor.
Tras recibir los agradecimientos del marine y sus compañeros, se retiró y se fue a su camarote del barco a descansar. Además, allí tenía calmantes, y los necesitaría para el dolor de su brazo. Había remitido un poco, pero seguía siendo horrible. Sin embargo, a pesar del cansancio y los moratones, estaba feliz. Había cumplido la misión y todos sus hombres estaban vivos y medianamente enteros. Estaba a punto de coger la balsa para el barco, cuando recordó que aun no había tratado a Xemnas. Compuso una sonrisa forzada, y unas lágrimas descendieron por su rostro.
- Yo quería dormir... - se lamentó, dándose la vuelta y volviendo al lugar de la batalla.
- Buen trabajo, Xemnas-kun - dijo, cansado - Ordena a los hombres que aten a esos dos y detengan al resto de la tripulación. Después descansaremos y partiremos mañana con todos los supervivientes. Ah, y envía un aviso al cuartel más cercano pidiendo refuerzos.
Comenzó a caminar entre los restos del destrozado campamento. A su alrededor, la batalla había concluido ya. Más que batalla había sido una masacre, pues los que aun quedaban en pie tras el bombardeo y la onda de choque, se vieron superados ampliamente en número por los marines de Kai. El oficial paseó entre los cadáveres y los cuerpo de los heridos y moribundos. No era una visión agradable, pero se obligó a mirar. "Un monje del Sokudan no rehuye de sus acciones. Las acepta, y valora si ha sido necesario o ha valido la pena" recordó que le había dicho su maestro "Pero, ¿realmente era necesaria esta masacre?" Acto seguido se quitó aquel pensamiento de la mente. Aquellos piratas habían matado a innumerables personas y saqueado islas cercanas a sangre y fuego. Sin embargo la próxima vez sería más cuidadoso, y buscaría una estrategia menos sangrienta. Se acercó a un cabo, el cual se cuadró ante él.
- Señor - saludó.
- ¿Recuento de bajas?
- Tenemos a un par de reclutas heridos, pero a parte de eso nada más. Lesiones menores, contusiones y algún corte. Ningún muerto.
Kai asintió con la cabeza secamente.
- Lléveme ante los heridos.
Se dejó guiar por el cabo hasta una tienda de tamaño grande. A medida fue pasándosele el efecto de la adrenalina y empezó a notar el cansancio de verdad, notó un calor horrible y una enorme sed. El sol era inclemente en aquella isla. Una vez en el interior pidió una cantimplora, pues había perdido la suya en algún momento durante la batalla. Bebió ávidamente hasta la última gota, y suspiró aliviado. Tras eso se lavó las manos en un cuenco de agua del río, y apartó al marine que se estaba ocupando de los dos heridos. Por lo que había visto, no era médico. Ni siquiera se había lavado las manos y sus cuidados eran cuanto menos toscos.
- Yo me encargo. Descanse, soldado.
Meneando la cabeza, cogió el instrumental que había tocado el hombre y lo lavó. "No llegará con esto..." El agua sin más no eliminaría a los posibles agentes infecciosos. Se concentró y canalizó su energía hacia su mano derecha. Esta comenzó a brillar y se calentó rápidamente. Entonces la metió en el cuenco, haciendo que una nube de vapor saliese de este. Esperó unos segundos a que el agua se calentara bastante, y entonces con ambas manos envueltas en la energía de su Red Punch para no quemarse comenzó a lavarlo todo, tras lo cual fue a atender a los heridos. El primero tenía una bala en un brazo. Con el escaso material del que disponían y la ayuda de un par de reclutas voluntariosos, comenzó a tratarle. Tras extraerle la bala, vendarle y darle una serie de instrucciones con respecto a su brazo, se dirigió al siguiente. Lucía algo peor que su compañero, con una pierna con aspecto bastante feo. Al parecer un pirata le había golpeado con una maza de hierro. Tras un examen inicial, determinó que no podía hacer nada sin un buen instrumental. Ni siquiera podía ver la gravedad de la herida, aunque estaba seguro de que se le había roto la tibia.
- Deberás evitar apoyar esta pierna. Te la entablillaré y te pediré unas muletas, y cuando lleguemos a base ya podrán atenderte mejor.
Tras recibir los agradecimientos del marine y sus compañeros, se retiró y se fue a su camarote del barco a descansar. Además, allí tenía calmantes, y los necesitaría para el dolor de su brazo. Había remitido un poco, pero seguía siendo horrible. Sin embargo, a pesar del cansancio y los moratones, estaba feliz. Había cumplido la misión y todos sus hombres estaban vivos y medianamente enteros. Estaba a punto de coger la balsa para el barco, cuando recordó que aun no había tratado a Xemnas. Compuso una sonrisa forzada, y unas lágrimas descendieron por su rostro.
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