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Era refrescante estar en una nueva isla que no tuviese ningún tipo de control por el Gobierno Mundial o la Liga, tampoco piratas ni revolucionarios. Solo un árbol ridículamente alto que me había llamado la atención desde lejos, lo suficiente para que le dijera a mi tripulación que quería mirar qué había aquí. Por ahora estaba completamente vacía, pero dudaba mucho que no hubiese ni un alma aquí. Y si al final ese era el caso… ¡Es porque tenía que haber algo aquí de lo más interesante! Bajé de un salto a la playa en cuanto Jin pudo atracar el barco, sintiendo la tan agradable brisa que venía. Ignoré totalmente los consejos que me dieron antes de que me adentrara al bosque.
A pesar de que sí que había bastantes árboles, lo que abundaba eran unas enormes raíces que atravesaban el suelo, provocando pequeñas colinas, y salían luego incluso rompiendo algunos otros árboles que se habían adaptado al terreno y brotaban alrededor de las raíces. No pude evitar pensar en qué tipo de semilla habría dado lugar a tremendo armatoste. Lo normal habría sido pensar que debía ser de un tamaño gigantesco, pero me hacía mucha más gracia creer lo contrario. Que hubiese sido una semilla tan diminuta que toda la energía que tuviera se hubiera concentrado hasta al punto de convertirse en el árbol más grande del mundo. La verdad es que no tenía mucha idea de botánica, por no decir ninguna, pero me hacía ilusión pensar esa fantasía. Pero desde luego no tanta ilusión como me hizo ver el haz de luz que caía directamente sobre una de estas enormes raíces. Era el sitio perfecto para echarse una siesta de lo más agradable, por fin sin el tambaleo de las olas del mar. De un salto me subí a esta, apoyando el pecho contra la calurosa raíz, calentada por el sol. Que me gustasen tanto este tipo de cosas a veces me hacía pensar si era por cuenta propia o era la parte de salamandra que había en la fruta del diablo que me había comido. De todos modos no era algo que me quitase el sueño, no era tan relevante.
Justo cuando estaba a punto de conciliar el sueño, me vino un olorcito de lo más agradable a la nariz. Olfateé un poco más hasta que me di cuenta que era un olor más elaborado, como si alguien estuviese cocinando algo. Parpadeé un par de veces perplejo, al no ver ningún estandarte, insignia, ni puerto operativo; había asumido automáticamente que era una isla deshabitada. Me rugió la tripa al seguir oliendo aquello, no sabía lo que era, pero olía a que estaba buenísimo así que sin dudarlo demasiado, seguí el rastro, saltando de raíz en raíz. Finalmente pude ver el origen de aquello, una de las raíces había sido modificada para que fuese una especie de casa, salía un leve rastro de humo de una chimenea un tanto aparatosa, me imagino que por eso había podido percibir el aroma. Salté a esta y me asomé a una ventana circular, pudiendo ver a lo que parecía ser una mujer enorme cocinando algo. Di un par de toques a la ventana, de modo que pudo verme boca abajo mirándola. Al darme cuenta de que igual era una visión un poco de acosador, fui a bajar, pero en el proceso me resbalé, cayendo al suelo. Me recompuse rápidamente y me asomé a la puerta, que casualmente estaba abierta.
-¡Hola! No he podido evitar oler lo que estás cocinando y la verdad es que se me está haciendo la boca agua. ¿Me das un poco?- Le dije sin ningún tipo de vergüenza.
A pesar de que sí que había bastantes árboles, lo que abundaba eran unas enormes raíces que atravesaban el suelo, provocando pequeñas colinas, y salían luego incluso rompiendo algunos otros árboles que se habían adaptado al terreno y brotaban alrededor de las raíces. No pude evitar pensar en qué tipo de semilla habría dado lugar a tremendo armatoste. Lo normal habría sido pensar que debía ser de un tamaño gigantesco, pero me hacía mucha más gracia creer lo contrario. Que hubiese sido una semilla tan diminuta que toda la energía que tuviera se hubiera concentrado hasta al punto de convertirse en el árbol más grande del mundo. La verdad es que no tenía mucha idea de botánica, por no decir ninguna, pero me hacía ilusión pensar esa fantasía. Pero desde luego no tanta ilusión como me hizo ver el haz de luz que caía directamente sobre una de estas enormes raíces. Era el sitio perfecto para echarse una siesta de lo más agradable, por fin sin el tambaleo de las olas del mar. De un salto me subí a esta, apoyando el pecho contra la calurosa raíz, calentada por el sol. Que me gustasen tanto este tipo de cosas a veces me hacía pensar si era por cuenta propia o era la parte de salamandra que había en la fruta del diablo que me había comido. De todos modos no era algo que me quitase el sueño, no era tan relevante.
Justo cuando estaba a punto de conciliar el sueño, me vino un olorcito de lo más agradable a la nariz. Olfateé un poco más hasta que me di cuenta que era un olor más elaborado, como si alguien estuviese cocinando algo. Parpadeé un par de veces perplejo, al no ver ningún estandarte, insignia, ni puerto operativo; había asumido automáticamente que era una isla deshabitada. Me rugió la tripa al seguir oliendo aquello, no sabía lo que era, pero olía a que estaba buenísimo así que sin dudarlo demasiado, seguí el rastro, saltando de raíz en raíz. Finalmente pude ver el origen de aquello, una de las raíces había sido modificada para que fuese una especie de casa, salía un leve rastro de humo de una chimenea un tanto aparatosa, me imagino que por eso había podido percibir el aroma. Salté a esta y me asomé a una ventana circular, pudiendo ver a lo que parecía ser una mujer enorme cocinando algo. Di un par de toques a la ventana, de modo que pudo verme boca abajo mirándola. Al darme cuenta de que igual era una visión un poco de acosador, fui a bajar, pero en el proceso me resbalé, cayendo al suelo. Me recompuse rápidamente y me asomé a la puerta, que casualmente estaba abierta.
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Por unos segundos me quede paralizado, no sabía quién era ese joven pero estaba claro que no era de la isla. Cuando por fin pude reaccionar agarre lo primero que tenía cerca de mí, que termino siendo un cucharon que había acabado de lavar, y sin querer extendí las alas pero al darme cuenta las escondí tanto como pude tras de mí.
-¿Quién es y como ha encontrado este lugar? Nadie nos ha encontrado nunca, dudo mucho que sea siquiera de aquí – dije mientras lo miraba fijamente con intervalos para poder ver si habían más o estaba solo – Tampoco es muy educado entrar sin más en las casas de los demás.
A pesar de que la casa se había adaptado para que mis 5 metros pudieran vivir entre estas paredes había sitios que se hacían angostos para mis alas, pero sin dejar de mirar al intruso intente buscar una manera de sacarlo de aquí antes de que viniera alguien más o peor, mi maestro.
Estaba a punto de volver a hablar cuando un sonido se escucho a mis espaldas y al girarme solo vi como mis esfuerzos de dos días se habían echado a perder por culpa de ese intruso. Me volví a girar muy molesto pero con mi rostro casi sin expresión y le lance el cucharon con intenciones de golpearle en la cabeza mientras hablaba en voz baja.
-Maldita sea… había estado preparando este estofado durante dos días, solo faltaba que se terminara a fuego lento y… ese maldito… – moví bruscamente las alas para acomodarlas a causa de mi enfado – debería cocinarlo a él…
Me voltee para intentar arreglar todo el desastre que se había producido en la cocina sin prestar mucha atención al joven intruso. Si había algo que me molestara de verdad era que me molestaran en mi momento de cocina.
-¿Quién es y como ha encontrado este lugar? Nadie nos ha encontrado nunca, dudo mucho que sea siquiera de aquí – dije mientras lo miraba fijamente con intervalos para poder ver si habían más o estaba solo – Tampoco es muy educado entrar sin más en las casas de los demás.
A pesar de que la casa se había adaptado para que mis 5 metros pudieran vivir entre estas paredes había sitios que se hacían angostos para mis alas, pero sin dejar de mirar al intruso intente buscar una manera de sacarlo de aquí antes de que viniera alguien más o peor, mi maestro.
Estaba a punto de volver a hablar cuando un sonido se escucho a mis espaldas y al girarme solo vi como mis esfuerzos de dos días se habían echado a perder por culpa de ese intruso. Me volví a girar muy molesto pero con mi rostro casi sin expresión y le lance el cucharon con intenciones de golpearle en la cabeza mientras hablaba en voz baja.
-Maldita sea… había estado preparando este estofado durante dos días, solo faltaba que se terminara a fuego lento y… ese maldito… – moví bruscamente las alas para acomodarlas a causa de mi enfado – debería cocinarlo a él…
Me voltee para intentar arreglar todo el desastre que se había producido en la cocina sin prestar mucha atención al joven intruso. Si había algo que me molestara de verdad era que me molestaran en mi momento de cocina.
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Abrí los ojos sorprendido cuando vi las alas de esta mujer tan grande salir a la luz. No era religioso, pero no pude evitar pensar en que debía ser una especie de ángel, luego me vino a la cabeza la opción más lógica: la chica debía haberse comido algún tipo de fruta del diablo zoan sobre pájaros. No pude evitar soltar una pequeña risa cuando la vi defenderse con un cucharón de madera que apenas le tapaba la cara. Le sonreí con ganas ante la pregunta ya que hacía mucho que no lo decía en voz alta y sin más demora le respondí.
-¡Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas! ¡He encontrado esta isla por casualidad! Vi el árbol enorme y no pude evitar ver de qué iba el sitio; luego fui a echarme una siesta, pero olí lo que estabas cocinando y tenía hambre y… Bueno, el resto ya lo conoces. Ahora, dime cual es tu nom…
Me interrumpió el cucharón volador que pude atrapar al vuelo por poco. La miré con curiosidad porque de repente había decidido ignorarme por completo, dándose media vuelta. Por lo menos pude echarle un mejor vistazo a sus alas, la verdad es que eran muy bonitas, no tanto como las que podía hacer crecer yo, pero bonitas. Le eché un vistazo por encima al resto de la sala, todo parecía estar adaptado al tamaño de la cocinera, lo cual era un poco cómico ya que yo no es que fuera precisamente alto la verdad. Después del trabajo de conocimiento de campo, caminé tranquilamente hasta su lado, viendo la gran olla que estaba intentando arreglar. Sin avisar metí el cucharón para luego probar lo que estaba cocinando. Abrí los ojos un montón, como a un niño al que le habían dado un juguete nuevo.
-¡Esto está riquísimo! No sé qué problema tienes con este estofado, pero si no lo quieres, con gusto me lo quedo yo entero.- Solté una risa divertida en ese momento-. Todavía no me has dicho tu nombre. ¡Y también podría preguntarte qué haces aquí! Este sitio parece estar muy vacío, ¿no te aburres?
Tras decir aquello me senté en la mesa que tenía ahí al lado, esperando a que me contestara. Entonces no pude evitar fijarme un poco más en los muebles, los platos… Aquí debía vivir más de una persona, pero parecía estar fuera por el momento. ¡Bueno, más gente con la que compartir ese delicioso estofado! Porque yo ya había decidido que iba a comer aquí. Que se aguantase mi tripulación, por no haber querido tener aventuras ahora se iban a quedar sin esta comida tan apetitosa.
-¡Soy Yor D. Krein, futuro rey de los piratas! ¡He encontrado esta isla por casualidad! Vi el árbol enorme y no pude evitar ver de qué iba el sitio; luego fui a echarme una siesta, pero olí lo que estabas cocinando y tenía hambre y… Bueno, el resto ya lo conoces. Ahora, dime cual es tu nom…
Me interrumpió el cucharón volador que pude atrapar al vuelo por poco. La miré con curiosidad porque de repente había decidido ignorarme por completo, dándose media vuelta. Por lo menos pude echarle un mejor vistazo a sus alas, la verdad es que eran muy bonitas, no tanto como las que podía hacer crecer yo, pero bonitas. Le eché un vistazo por encima al resto de la sala, todo parecía estar adaptado al tamaño de la cocinera, lo cual era un poco cómico ya que yo no es que fuera precisamente alto la verdad. Después del trabajo de conocimiento de campo, caminé tranquilamente hasta su lado, viendo la gran olla que estaba intentando arreglar. Sin avisar metí el cucharón para luego probar lo que estaba cocinando. Abrí los ojos un montón, como a un niño al que le habían dado un juguete nuevo.
-¡Esto está riquísimo! No sé qué problema tienes con este estofado, pero si no lo quieres, con gusto me lo quedo yo entero.- Solté una risa divertida en ese momento-. Todavía no me has dicho tu nombre. ¡Y también podría preguntarte qué haces aquí! Este sitio parece estar muy vacío, ¿no te aburres?
Tras decir aquello me senté en la mesa que tenía ahí al lado, esperando a que me contestara. Entonces no pude evitar fijarme un poco más en los muebles, los platos… Aquí debía vivir más de una persona, pero parecía estar fuera por el momento. ¡Bueno, más gente con la que compartir ese delicioso estofado! Porque yo ya había decidido que iba a comer aquí. Que se aguantase mi tripulación, por no haber querido tener aventuras ahora se iban a quedar sin esta comida tan apetitosa.
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En silencio observe al joven de arriba abajo mientras recogía los platos que había puesto al lado de donde estaba la olla mientras veía como el joven se llevaba todo el recipiente. Murmure en voz baja y deje el trapo en la mesa.
-El futuro rey de los piratas, ¿he? Solo son sueños de alguien que de seguro se rendirá en a la primera pelea…
Me voltee hacia él al ver como estaba comiéndose el estofado que tanto me costó hacer y había quedado incompleto, parecía disfrutarlo mucho y por una parte me alegre que al menos alguien lo estuviera disfrutando, pero no era el momento de bajar la guardia.
Tenía que asegurarme de echarlo antes de que mi maestro regresara o de lo contrario estaría en problemas. Intente tomarme el momento con frialdad pero esa risa que soltó no me gusto nada, ¿a caso se estaba burlando de mi o sabe lo que soy?
Tarde bastante en empezar a hablar y era notoria mi incomodidad ante esa presencia intrusa.
-¿Qué le hace pensar que le diré mi nombre o cualquier información sobre mi?
Intente ocultar algunas pistas de que había más gente conmigo, intente agarrar una blusa de mi maestro que estaba cerca de la mesa donde estaba sentado el joven, perfectamente podría ser de su talla, si tuviera algo más de torso. Me fije un poco más en el joven, Yor dijo que se llamaba, parecía ser muy joven, a pesar de su pelo algo desaliñado pude ver sus ojos brillar un poco mientras comía y también esa cicatriz en su rostro. No pude evitar hacerme muchas preguntas sobre que le pudo pasar para tener esa cicatriz en la cara, pero no podía permitir que se repitiera los mismos sucesos por no tener cuidado con los demás. Me aleje escondiendo un poco la blusa aunque, como si no hubiera suficientes pistas de que no vivía solo, sobre todo por las zonas que claramente no estaban a mi tamaño, sino al tamaño de mi maestro.
-No debería estar aquí, así que váyase ahora mismo… ¡Y suelte esa olla, el estofado no es para usted y ni siquiera está bien por su propia culpa! ¡Así que lago, suelta! – le dije mientras intentaba parecer más grande de lo que ya era aleteando ligeramente mis alas y haciendo gestos con las manos para que se bajara de la mesa, sin darme cuenta de que el fuego aun estaba encendido y muy cera de mis plumas negras.
-El futuro rey de los piratas, ¿he? Solo son sueños de alguien que de seguro se rendirá en a la primera pelea…
Me voltee hacia él al ver como estaba comiéndose el estofado que tanto me costó hacer y había quedado incompleto, parecía disfrutarlo mucho y por una parte me alegre que al menos alguien lo estuviera disfrutando, pero no era el momento de bajar la guardia.
Tenía que asegurarme de echarlo antes de que mi maestro regresara o de lo contrario estaría en problemas. Intente tomarme el momento con frialdad pero esa risa que soltó no me gusto nada, ¿a caso se estaba burlando de mi o sabe lo que soy?
Tarde bastante en empezar a hablar y era notoria mi incomodidad ante esa presencia intrusa.
-¿Qué le hace pensar que le diré mi nombre o cualquier información sobre mi?
Intente ocultar algunas pistas de que había más gente conmigo, intente agarrar una blusa de mi maestro que estaba cerca de la mesa donde estaba sentado el joven, perfectamente podría ser de su talla, si tuviera algo más de torso. Me fije un poco más en el joven, Yor dijo que se llamaba, parecía ser muy joven, a pesar de su pelo algo desaliñado pude ver sus ojos brillar un poco mientras comía y también esa cicatriz en su rostro. No pude evitar hacerme muchas preguntas sobre que le pudo pasar para tener esa cicatriz en la cara, pero no podía permitir que se repitiera los mismos sucesos por no tener cuidado con los demás. Me aleje escondiendo un poco la blusa aunque, como si no hubiera suficientes pistas de que no vivía solo, sobre todo por las zonas que claramente no estaban a mi tamaño, sino al tamaño de mi maestro.
-No debería estar aquí, así que váyase ahora mismo… ¡Y suelte esa olla, el estofado no es para usted y ni siquiera está bien por su propia culpa! ¡Así que lago, suelta! – le dije mientras intentaba parecer más grande de lo que ya era aleteando ligeramente mis alas y haciendo gestos con las manos para que se bajara de la mesa, sin darme cuenta de que el fuego aun estaba encendido y muy cera de mis plumas negras.
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