Water Seve siempre había tenido un encanto especial. No solo tu doppelganger regalaba diariamente tu belleza por sus calles sino que, en general, la gran villa del agua tenía todo lo que una persona podía desear: Arte en majestuosos museos, canales acuáticos por los que pasear subida en uno de los yagara bulls, restaurantes elegantes y un sinfín de locales en los que probar todo tipo de manjares o ir de compras. La capital de la Liga de los Mares era un lugar tan hermoso que cada vez que lo visitabas debías frotarte los ojos una y otra vez hasta que admitías, no del todo convencida, que no estabas soñando: Existía de verdad.
Tampoco era tan bonita en realidad, pero solías ignorar las bandas criminales que campaban por las zonas marginales o los gremios de cazarrecompensas que se comportaban casi más como piratas que como agentes autónomos de la ley -no es que tú te considerases exactamente eso, pero por lo menos no mangoneabas a ciudadanos ni trabajabas para el Bajo Mundo-; todas las islas tenían un lado oscuro, especialmente las más luminosas, y Water Seven tenía infinidad de luces. La que te interesaba a ti, por lo menos en aquella ocasión, era la Gran Filarmónica: Su repertorio era ampliamente conocido entre todos los amantes de la música renacentista, aunque tenían temas románticos de gran profundidad. Además, en aquella ocasión Henrietta Gouse, antigua primera soprano de English Garden y tu instructora de canto, iba a colaborar con ella durante un espectáculo operístico sin precedentes que, según habían anunciado, jamás se repetiría. Al menos no después de esa semana, claro, porque había varios pases durante distintos días después.
Pero tú querías asistir al estreno; ese sí que solo podía presentarse una vez.
Quizá por eso caminabas torpemente por las calles como cuando eras una adolescente, evitando en el último momento chocarte con la gente que se movía en dirección contraria a ti menos de un segundo antes. Tenías la mirada puesta en los boletos: dos entradas para el palco real, en el que se gozaba de la mejor acústica y una vista privilegiada. También leías y releías con ilusión la carta de Henrietta, a la que habías escrito nada más enterarte: Ibas a verla, tras tantos años. No podías evitar estar feliz.
- ¡Hola! Tengo una habitación reservada a nombre de Alice Wanderlust -saludaste una vez en el hotel, delante de recepción-. Cuatro noches, suite junior, desayuno en el dormitorio.
La recepcionista comprobó el libro de reservas y asintió. Te pidió que firmases en él y te entregó una pesada llave de bronce con el número 503 grabado.
- La quinta es la planta con las mejores vistas, y esta suite mira a la costa sur -explicó con una modesta sonrisa-. Tiene un den den mushi en el dormitorio para contactar con el servicio de habitaciones, una cesta de cortesía y productos de degustación en el minibar. Si tiene cualquier duda con el funcionamiento de la bañera, o la climatización, no dude en hacérnoslo saber y al momento le ayudaremos.
- Gracias -correspondiste-. Muchísimas gracias.
Te diste la vuelta para dirigirte al ascensor. Quinta planta, tercera habitación. Qué nervios.
Tampoco era tan bonita en realidad, pero solías ignorar las bandas criminales que campaban por las zonas marginales o los gremios de cazarrecompensas que se comportaban casi más como piratas que como agentes autónomos de la ley -no es que tú te considerases exactamente eso, pero por lo menos no mangoneabas a ciudadanos ni trabajabas para el Bajo Mundo-; todas las islas tenían un lado oscuro, especialmente las más luminosas, y Water Seven tenía infinidad de luces. La que te interesaba a ti, por lo menos en aquella ocasión, era la Gran Filarmónica: Su repertorio era ampliamente conocido entre todos los amantes de la música renacentista, aunque tenían temas románticos de gran profundidad. Además, en aquella ocasión Henrietta Gouse, antigua primera soprano de English Garden y tu instructora de canto, iba a colaborar con ella durante un espectáculo operístico sin precedentes que, según habían anunciado, jamás se repetiría. Al menos no después de esa semana, claro, porque había varios pases durante distintos días después.
Pero tú querías asistir al estreno; ese sí que solo podía presentarse una vez.
Quizá por eso caminabas torpemente por las calles como cuando eras una adolescente, evitando en el último momento chocarte con la gente que se movía en dirección contraria a ti menos de un segundo antes. Tenías la mirada puesta en los boletos: dos entradas para el palco real, en el que se gozaba de la mejor acústica y una vista privilegiada. También leías y releías con ilusión la carta de Henrietta, a la que habías escrito nada más enterarte: Ibas a verla, tras tantos años. No podías evitar estar feliz.
- ¡Hola! Tengo una habitación reservada a nombre de Alice Wanderlust -saludaste una vez en el hotel, delante de recepción-. Cuatro noches, suite junior, desayuno en el dormitorio.
La recepcionista comprobó el libro de reservas y asintió. Te pidió que firmases en él y te entregó una pesada llave de bronce con el número 503 grabado.
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Hikari
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Nunca sabremos como esta chica se metía en líos semejantes, ¿Os acordáis de el naufragio con esos piratas que solo sobrevivió Hikari? Se dijo que por los mordiscos que había por todo el barco había sido atacado por reyes marinos, ¿Y de aquella vez que acabó en un barco contenedor de basura? Se pasó más de una semana oliendo a vómito hasta que se le ocurrió comerse a si misma y regurgitarse limpísima, aún que el mal sabor también le duró semanas... Bien, pues esta vez no es diferente. La búsqueda de su hermana la llevó a Water Seven con una tripulación pirata, estos la llevaban de forma "gratuita" si le ayudaban con unos temas de pillaje. Por lo visto los piratas habían sido contratados por un tercer sujeto para una vez llegasen a Water Seven, fingieran un robo a la clase alta en un concierto, claramente lo robado eran ganancias pero era una tapadera, querían fingir un robo que salia mal cuando el verdadero objetivo era matar a uno de los asistentes. Su objetivo era el hijo de un "Tribuno" de la Legión...
Tras una travesía tranquila por el basto oceano, una de las divisiones de los piratas "Dream Walkers" estaban preparados para el trabajo que habían aceptado. Eran unos treinta hombres, siete se quedaban en el barco y los veintitrés restantes accederían de diferentes formas ya planeadas al lugar en cuestión para hacer un "secuestro" en masa, robar y fugarse mientras paralelamente uno de ellos mataba de forma totalmente "accidental" al objetivo en cuestión. Bien, la herrera estaba ahí por que le interesaba la siguiente isla y los únicos que se ofrecieron eran estos piratas a cambio de su ayuda, simplemente aceptó y se preparó...
Durante el trayecto se repitió el plan varias veces hasta que quedó bien claro, para cuando Hikari pisó los tablones de puerto, todos empezaron a ir por su lado para una infiltración totalmente sigilosa... A la muchacha le tocó ir a comprar un traje de "camarera" iba a fingir ser una de tantas personas que servían canapés o champagne. Todos irían armados con cuchillos pero por si las moscas, Hikari llevaría su arma preciada en sus adentros... Tras una compra rápida de un traje cutre negro cual agente del gobierno pero claramente más de siervo, se lo llevó en una bolsa dispuesta a prepararse en el primer motel de mala muerte que encontrase
Tras una travesía tranquila por el basto oceano, una de las divisiones de los piratas "Dream Walkers" estaban preparados para el trabajo que habían aceptado. Eran unos treinta hombres, siete se quedaban en el barco y los veintitrés restantes accederían de diferentes formas ya planeadas al lugar en cuestión para hacer un "secuestro" en masa, robar y fugarse mientras paralelamente uno de ellos mataba de forma totalmente "accidental" al objetivo en cuestión. Bien, la herrera estaba ahí por que le interesaba la siguiente isla y los únicos que se ofrecieron eran estos piratas a cambio de su ayuda, simplemente aceptó y se preparó...
Durante el trayecto se repitió el plan varias veces hasta que quedó bien claro, para cuando Hikari pisó los tablones de puerto, todos empezaron a ir por su lado para una infiltración totalmente sigilosa... A la muchacha le tocó ir a comprar un traje de "camarera" iba a fingir ser una de tantas personas que servían canapés o champagne. Todos irían armados con cuchillos pero por si las moscas, Hikari llevaría su arma preciada en sus adentros... Tras una compra rápida de un traje cutre negro cual agente del gobierno pero claramente más de siervo, se lo llevó en una bolsa dispuesta a prepararse en el primer motel de mala muerte que encontrase
Era una de las suites menos lujosas en las que te habías alojado nunca: Con solo tres espacios y un cuarto de baño bien equipado, también era de las más pequeñas. No es que te molestase, en realidad, pero llevabas años pagando por suites reales y... Bueno, en realidad no solías aprovecharlas. Cinco o más estancias, dormitorio secundario, más de un baño y al final nunca usabas casi nada. Aunque para ser sinceros de haber estado disponible la suite real tampoco habrías probado en esa ocasión. Sin embargo el hijo de un alto cargo del Gobierno Mundial la había reservado. Te parecía extraño que en la capital de la Liga reservasen justamente la habitación más importante a alguien del Gobierno, pero el dinero siempre había movido montañas.
Además, era un feliz accidente.
Acarreaste la maleta hasta el dormitorio y la deshiciste encima de la cama, separando meticulosamente los conjuntos, perfectamente ordenados, para luego organizarlos en el armario. Ibas a estar pocos días en la ciudad pero querías hacer muchas cosas, así que tenías vestidos de noche, trajes de té, conjuntos de restaurante, y alguna que otra pieza para sencillamente pasear por ahí. También alguna muda, ropa cómoda por si tenías que afrontar algún imprevisto y un pijama rosa con corazones que te gustaba llevar en la maleta aunque no utilizases demasiado. Te llevó poco tiempo dejarlo todo debidamente colocado, aunque colgar el vestido para la ópera en la percha de pie fue más complicado. No mucho, pero sí lo bastante para resultar un poco frustrante.
Por suerte no tardaste demasiado. Te diste una ducha para probar el agua y quitarte el olor a viaje, te pusiste una falda negra con una blusa blanca y un chalequito gris de cuadros, agarraste el bolso y bajaste a la calle.
Nunca habías explorado demasiado Water Seven. Siempre ibas por una razón muy específica y, aunque esa ocasión no era diferente, sí querías tomarte las cosas con algo más de calma. Tu primera parada era el museo naval, en el que se decía quedaban restos de la primera embarcación de Monkey D. Luffy. La gente solía salir bastante decepcionada de verlo, pero a ti te parecía que por poco que fuese un pedazo de historia como aquel no debía ser ignorada. Por desgracia, cuando llegaste estaba cerrado.
- Labores de mantenimiento -te dijo una marine en la puerta-. De vez en cuando se debe acondicionar la seguridad del museo; hay armas peligrosas y además de exponerlas debemos cuidarlas con celo.
Arqueaste una ceja. Sonaba como si hubiesen intentado robar en el interior del museo, pero en vez de decir nada te encogiste de hombros y sacaste tu libreta. ¿Qué era lo próximo que pensabas hacer?
Además, era un feliz accidente.
Acarreaste la maleta hasta el dormitorio y la deshiciste encima de la cama, separando meticulosamente los conjuntos, perfectamente ordenados, para luego organizarlos en el armario. Ibas a estar pocos días en la ciudad pero querías hacer muchas cosas, así que tenías vestidos de noche, trajes de té, conjuntos de restaurante, y alguna que otra pieza para sencillamente pasear por ahí. También alguna muda, ropa cómoda por si tenías que afrontar algún imprevisto y un pijama rosa con corazones que te gustaba llevar en la maleta aunque no utilizases demasiado. Te llevó poco tiempo dejarlo todo debidamente colocado, aunque colgar el vestido para la ópera en la percha de pie fue más complicado. No mucho, pero sí lo bastante para resultar un poco frustrante.
Por suerte no tardaste demasiado. Te diste una ducha para probar el agua y quitarte el olor a viaje, te pusiste una falda negra con una blusa blanca y un chalequito gris de cuadros, agarraste el bolso y bajaste a la calle.
Nunca habías explorado demasiado Water Seven. Siempre ibas por una razón muy específica y, aunque esa ocasión no era diferente, sí querías tomarte las cosas con algo más de calma. Tu primera parada era el museo naval, en el que se decía quedaban restos de la primera embarcación de Monkey D. Luffy. La gente solía salir bastante decepcionada de verlo, pero a ti te parecía que por poco que fuese un pedazo de historia como aquel no debía ser ignorada. Por desgracia, cuando llegaste estaba cerrado.
- Labores de mantenimiento -te dijo una marine en la puerta-. De vez en cuando se debe acondicionar la seguridad del museo; hay armas peligrosas y además de exponerlas debemos cuidarlas con celo.
Arqueaste una ceja. Sonaba como si hubiesen intentado robar en el interior del museo, pero en vez de decir nada te encogiste de hombros y sacaste tu libreta. ¿Qué era lo próximo que pensabas hacer?
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Un registro rápido en un motel con no tan mala pinta, era soso y pequeño, pero hasta la fachada estaba en un perfecto mantenimiento, la temporal ladrona entró en su habitación, sacó la ropa que iba a usar en la opera y la extendió sobre la cama, se quitó la que llevaba puesta, doblando cada pieza a su retirada y la dejó a un lado de la cama. Entró en la pequeña ducha que más bien parecía un cubo grande con una pequeña apertura para que cayera el agua, estaba fría pero ya estaba más que acostumbrada y se limpió. La travesía junto a los piratas había sido larga, olía y bastante fuerte a decir verdad por lo que la ducha le sentó como una botella de agua tras tres días caminando por el desierto. Una vez su higiene personal era la más optima, pasó a vestirse con la ropa de camarera, zapatos, pantalón y chaleco negro, camisa blanca y un lazo negro con el que recoger su pelo haciendo una coleta alta. Iba a guardar el cuchillo en la parte interior del chaleco pero el de mujer era más corto que el de hombre y podía notarse, por lo que simplemente se lo comió, en su estómago nadie miraría, lo mismo hizo con su espada familiar, "Yuki" su otra espada ya estaba ahí guardada...
Tras prepararse, bajó de la habitación con una pequeña credencial otorgada por el cliente a los piratas, les dio muchas, un total de cuarenta credenciales sin foto, diferentes nombres y demás para que los piratas solo pusieran la foto del que interesara y que cuadrase, a Hikari le había tocado el nombre de Jessy James.
Bajo de la habitación, dejó su ropa en la lavandería del motel y se marchó directa al teatro, tenían que entrar con tiempo para una breve explicación de como se tenía que hacer el trabajo, como tenían que servir a los comensales y demás... Solo en los descansos y tras finalizar la obra, pero el secuestro se haría en uno de los descansos, no había que preocuparse por servir de forma correcta la comida para cuatro pijos insoportables.
Caminó por las calles sin dejar de observar, nunca había estado en una isla como esta y estaba maravillada, era hermosa y quería verla, pero su objetivo principal era su hermana por lo que el turismo queda descartado, el trabajo para pagar su siguiente viaje a la próxima isla era la misión principal
Tras prepararse, bajó de la habitación con una pequeña credencial otorgada por el cliente a los piratas, les dio muchas, un total de cuarenta credenciales sin foto, diferentes nombres y demás para que los piratas solo pusieran la foto del que interesara y que cuadrase, a Hikari le había tocado el nombre de Jessy James.
Bajo de la habitación, dejó su ropa en la lavandería del motel y se marchó directa al teatro, tenían que entrar con tiempo para una breve explicación de como se tenía que hacer el trabajo, como tenían que servir a los comensales y demás... Solo en los descansos y tras finalizar la obra, pero el secuestro se haría en uno de los descansos, no había que preocuparse por servir de forma correcta la comida para cuatro pijos insoportables.
Caminó por las calles sin dejar de observar, nunca había estado en una isla como esta y estaba maravillada, era hermosa y quería verla, pero su objetivo principal era su hermana por lo que el turismo queda descartado, el trabajo para pagar su siguiente viaje a la próxima isla era la misión principal
No solía ser muy buena idea no mirar hacia delante al caminar, pero igualmente lo hacías. Cuando algo entraba en el campo de tu visión periférica hacías un pequeño quiebro sin dejar de estudiar las notas sobre la isla que t habías dedicado días antes a hacer con esmero. Llegaste incluso a dibujar un par de trazos rápidos en una hoja vacía, que aunque algo movidos, aportaban ilusión de movimiento a un boceto por lo demás algo soso. Con todo no dejaba de gustarte, y cada poco levantabas la mirada hacia los lados buscando inspiración en las construcciones cercanas y las cristalinas aguas de los canales. Water Seven era una ciudad bulliciosa, pero de alguna forma te resultaba tranquila hasta cierto punto. Cosas de visitarla y no vivir en ella, asumiste.
De todos modos había muchas cosas en tu agenda y muy pocas que pudieses hacer en ese momento concreto: Al haber planificado el viaje con antelación te habías tomado la libertad de ir eligiendo las visitas a cada monumento o rincón interesante basándote en el día u horario en el que debían abrir, por lo que ese día por la mañana, concretamente, solo el museo naval estaba abierto... O bueno, debería haber estado abierto, pero no lo estaba. Así que optaste por buscar alguna clase de entretenimiento en el que no hubieses pensado antes, ¿pero cuál?
Te acercaste a un par de personas para preguntarles qué había interesante en la ciudad, pero no fuiste capaz de hacerlo. O se te cortaba la voz o en el último momento hacías un quiebro para evitar a esa persona. Tras cuatro o cinco respiraste hondo, sacando fuerzas de tu interior, y te volteaste una última vez buscando a alguien que pudiese ayudarte. Por suerte te topaste con alguien que no debía ser tan complicado: Una muchacha con chaleco negro y camisa blanca, típico de los trabajadores de la alta hostelería. Tendría que vivir en la isla, asumiste, y si se dedicaba a una profesión tan requerida de dotes sociales seguramente pudiese compensar tu falta de ellas.
- ¡Perdona! -la llamaste, acercándote mientras hacías gestos con la mano-. ¿Podrías...? Esto... No sé. No importa. Lo siento mucho.
Te pusiste roja como un tomate. No tenías claro por qué, pero te sentías totalmente ridícula. Aceleraste el paso en dirección contraria a ella, tratando de relajarte. Tenías que superar tu ansiedad social en algún momento, pero estaba claro que ese no era el día.
De todos modos había muchas cosas en tu agenda y muy pocas que pudieses hacer en ese momento concreto: Al haber planificado el viaje con antelación te habías tomado la libertad de ir eligiendo las visitas a cada monumento o rincón interesante basándote en el día u horario en el que debían abrir, por lo que ese día por la mañana, concretamente, solo el museo naval estaba abierto... O bueno, debería haber estado abierto, pero no lo estaba. Así que optaste por buscar alguna clase de entretenimiento en el que no hubieses pensado antes, ¿pero cuál?
Te acercaste a un par de personas para preguntarles qué había interesante en la ciudad, pero no fuiste capaz de hacerlo. O se te cortaba la voz o en el último momento hacías un quiebro para evitar a esa persona. Tras cuatro o cinco respiraste hondo, sacando fuerzas de tu interior, y te volteaste una última vez buscando a alguien que pudiese ayudarte. Por suerte te topaste con alguien que no debía ser tan complicado: Una muchacha con chaleco negro y camisa blanca, típico de los trabajadores de la alta hostelería. Tendría que vivir en la isla, asumiste, y si se dedicaba a una profesión tan requerida de dotes sociales seguramente pudiese compensar tu falta de ellas.
- ¡Perdona! -la llamaste, acercándote mientras hacías gestos con la mano-. ¿Podrías...? Esto... No sé. No importa. Lo siento mucho.
Te pusiste roja como un tomate. No tenías claro por qué, pero te sentías totalmente ridícula. Aceleraste el paso en dirección contraria a ella, tratando de relajarte. Tenías que superar tu ansiedad social en algún momento, pero estaba claro que ese no era el día.
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Por mucho que lo intentara, la orientación de la joven en un sitio nuevo era pésima por suerte, preguntando y en una isla donde todos los caminos llevan a "Roma" ¿Por qué Roma? El que inventó la frase debería haber dado una explicación más amplia de la palabra, ¿Quizás un bar famoso? Bueno, todo el mundo lo decía, por algo sería. Caminando ya cerca de su objetivo se encontró con una joven, pelos dorados, una vestimenta elegante y detallada, rasgos finos, parecía una muñeca de porcelana fina, entre su aspecto y la muestra de vergüenza que expuso al detener a Hikari y luego salir a paso rápido hacia otro lado, la imagen que se creó en la mente de la herrera era de una niña de familia rica sobre protegida, si fuera de las caprichosas no habría dudado en lanzar una orden y no en detener de forma torpe a nadie en la calle. En otra ocasión habría ido tras de la muchacha para preguntar si necesitaba algo, pero ya había ganado distancia y tenía una misión entre manos. Por un instante le recordó a su hermano pequeño, rizos de oro, mofletes carnosos y cara inocente, como extrañaba a su familia pese a todo lo sucedido...
Al final, con tiempo y dedicación alguien puede encontrar el sitio necesario sin mucho más que gasto de tiempo. Llegó a su destino, donde en cuanto la vieron acceder al callejón de atrás un hombre le hizo gestos con la mano para que se apresurara -¡Come on, come on, come on!- La muchacha no entendía que decía en absoluto, pero suponía que era "Date prisa ostias". Accedio al lugar y todos en su interior estaban de los nervios, prisas, ordenes, por lo visto aún no estaba todo preparado y aún que había tiempo más que de sobras, tenían que dar una charla a todos los que iban a estar trabajando en el evento, unas directrices para no molestar a los de alta cuna...
Tras más de media hora dejando bien claro que se puede y que no se puede hacer, cual es el trabajo de cada uno y como deben hacerlo para que todo sea perfecto, mandaron a Hikari a la parte de "canapés y cava". Tenía que pasearse por toda la velada antes de la actuación, en el descanso de la misma y al finalizar esta, con bandejas con comida y o bebida, recoger los vasos que queden vacíos y avisar si algo en las mesas se acaba, como odiaba este tipo de eventos. En Wano era igual, ella no servía pero tenía que tener el mismo cuidado para las familias nobles...
Al final, con tiempo y dedicación alguien puede encontrar el sitio necesario sin mucho más que gasto de tiempo. Llegó a su destino, donde en cuanto la vieron acceder al callejón de atrás un hombre le hizo gestos con la mano para que se apresurara -¡Come on, come on, come on!- La muchacha no entendía que decía en absoluto, pero suponía que era "Date prisa ostias". Accedio al lugar y todos en su interior estaban de los nervios, prisas, ordenes, por lo visto aún no estaba todo preparado y aún que había tiempo más que de sobras, tenían que dar una charla a todos los que iban a estar trabajando en el evento, unas directrices para no molestar a los de alta cuna...
Tras más de media hora dejando bien claro que se puede y que no se puede hacer, cual es el trabajo de cada uno y como deben hacerlo para que todo sea perfecto, mandaron a Hikari a la parte de "canapés y cava". Tenía que pasearse por toda la velada antes de la actuación, en el descanso de la misma y al finalizar esta, con bandejas con comida y o bebida, recoger los vasos que queden vacíos y avisar si algo en las mesas se acaba, como odiaba este tipo de eventos. En Wano era igual, ella no servía pero tenía que tener el mismo cuidado para las familias nobles...
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