El ocaso del North Blue

Ahora una guerra cuyo responsable se hacía llamar Derian III, su misión, era hacerse con todo el north blue lugar donde nos encontrábamos kaito y yo, ya que ed esta vez no nos acompaño. Lo malo de las personas como Derian, era que nunca tenían suficiente después de conquistar un territorio iban a por otro y no me apetecía que alguien de cuyos rumores no decían nada bueno se hiciera amo y señor del mundo. Sospechaba que en aquella situación no eran marines contra piratas, sino una guerra entre sus seguidores y los buenos.

Pero pronto tuve que salir de mis pensamientos, ya que una horda de personas no muy normales venían hacía nosotros, no parecían que que estuvieran armados,pero me puse un guardia y kaito se adelantó para atacarles. Yo me convertí en la forma completa de mi akuma con la que la luz que emanaba mi cuerpo era mucho mas poderosa y dañina, aunque para tomar precauciones me quité la gabardina, pero antes cogí dos cargadores de mis pistolas de balas triples y las introduje en las pistolas y elevándome ligeramente de nuestra embarcación dispare los dos cargadores enteros sobre aquella horda.

-Disparos triples

Llegué al North Blue con el corazón en un puño. Los rumores de guerra habían sacudido el mundo entero y quedarse sentado, a mi parecer, no era una opción. Sin embargo, yo nunca había participado en una guerra, y lo único que tenía claro era que quería ayudar a defender la libertad de las gentes del North Blue. Por supuesto, había escuchado el discurso del Rey Derian y seguramente habría convencido a muchos. Puede que incluso se hubiera convencido a sí mismo y creyera que en verdad estaba ayudando al mundo, pero no era así. El mundo no necesita a nadie que sobresalga y gobierne por encima del resto, eso solo arruina el ya delicado equilibrio que existe. En realidad, todos estaríamos mejor si cada uno se ocupase de sus propios asuntos.

Pero en fin, eso tan solo es una utopía.La realidad es que hay guerra y como los locos siempre son unos cabezotas, evitarla no es una posibilidad. Bien pensado, yo no se nada de tácticas de guerra y en combate contra varios oponentes no se cuanto duraría. Lo mejor será pasar la noche en esta isla, ya que parece deshabitada, y mañana ir a alguno de los barcos en el horizonte, para ofrecerme a ayudar.

De esta manera, bajé de mi barquito y me adentré en el bosque con la katana desenvainada en busca de algo de carne fresca que comer. Un movimiento a mi derecha llamó mi atención y un minuto después estaba persiguiendo a un conejo blanco. Pero al contrario que Alicia yo no cabía en la madriguera, así que cansado y agotado, me senté junto al río para beber y descansar un poco.

Dos minutos después, estaba dormido.

Estaba en el North Blue, cerca de una pequeña isla que rondaba por el territorio de ese tal Derian, un Shichibukai con alta fama que al parecer ahora estaba en guerra con el gobierno. Mi guía por estos mares y que se marcharía tras dejarme en tierra firme, era un hombre mayor con una gran barba.

-Roy, recuerda que estas en territorios con conflictos así que ten los ojos bien abiertos si no quieres que pase lo de la última vez.- Eso fue lo que me dijo el hombre que me había traído con una barquito hasta aquí. En esta ocasión estaba solo ya que no quería perder a mis camaradas y así podría moverme con más “facilidad”.

Tras pisar la tierra se podía ver a simple vista que no había ninguna población, así que empecé a caminar por la orilla para ver si encontraba algo. Pero para mí mala suerte solo encontraba caparazones de moluscos vacías, me apache para agarrar la que tenía al lado para a continuación lanzarla hacia los árboles que habían allí, nunca venia mal practicar la puntería. Y así seguí un rato, pero de pronto el ruido de una de ellas al caer era diferente a las otras, era como si estuviera chocándose contra piedras, así que me hacer que hasta el lugar para poder ver una especie de camino secreto hacia abajo, saque de la bandolera el Rol Eye para colocármelo en la parte izquierda de mi cara por si en algún momento lo necesitaba.

Información:

El jugo de los dioses corría raudo por la garganta del worgulv, una vez más estaba en una gran batalla, y esta vez no quería quedarse atrás, era una gran disputa entre un enardecido y autoproclamado emperador, que luchaba contra los hombres a los que su capitán estaba afiliado, eso no dejaba muchas opciones al hombre, ya que le seguiría fielmente.

Dexter les había preparado ya una embarcación, el hombre cabo su hacha en la madera de manera ritual y recito unas oraciones, pidiendo a los dioses su favor en la batalla y su aprobación. Tiempo a que el hombre no tenía respuesta alguna, desde la aparición de sus alas, cuando luchaba contra una bestia marina de considerable tamaño, con un desaparecido camarada, el cual el hombre añoraba, los dioses no se le habían pronunciado ni una sola vez, esto preocupaba a worgulv. Sus visiones, que mostraban a su antiguo capitán al que tanto había admirado, se aparecían mientras entraba en comunión con sus deidades a través del néctar sagrado, ¿que podría significar?, el hombre llevaba consternado desde entonces, ¿tendría algo que ver con la desaparición de sus dioses?. No sabía los motivos o las razones para la ausencia de los dioses, pero en este día se ganaría su favor con lo único que sabía hacer.

El hombre acabo de un trago su bebida y se levantó bruscamente dirigiéndose al timón, arrollando si fuese preciso a cualquier objeto u/o individuo que se le cruzase, el mapa tenía una zona clara, la línea que separaba la gloria en el frente y la pasividad de la defensa. Worgulv valoraba la defensa como método de combate efectivo, pero ya había participado pasivamente en un par de batallas, esta vez quería probar con algo más ofensivo, la decisión para el hombre estaba ya tomada, giro el timón en dirección a lo que el mapa situaba como el frente y clavo sus hachas gemelas a ambos lados del timón para fijarlo y determinar que esa sería su ruta, con una sonrisa relleno su jarra vacía  dándole un generoso trago.

Me encontraba tumbado en la cubierta de un barquito que nos había dado el capitán a Worgulv y a mí para poder asistir a esta guerra en su representación, la verdad éramos los que quedábamos de su tripulación pues no habíamos tenido noticias del resto y hacía mucho que no los veíamos. Además con esto era posible que nos hiciésemos más fuertes, lo cual ayudaría a facilitarle la ayuda, pues aun nos faltaba mucho para llegar a un mínimo de su poder.

Me imaginé que Worgulv querría ir a la batalla a la mínima oportunidad, y la verdad en esta ocasión también quería entra en una, sin embargo el hecho de no tener al capitán cerca para ayudarnos como había sucedido otras veces me hacía plantearme las cosas dos veces, por lo que no deberíamos de ir a lo loco a la batalla. Deje de darle vueltas en la cabeza a la situación en la que estábamos y pendiente de la hora de zarpar seguí leyendo mi novela, mientras a mi lado Worgulv bebía su néctar, y lo que resto del mundo llamaba cerveza.

-Otra gran guerra se acerca y de nuevo lucharemos juntos amigo, demos un trago para que tengamos un buen día- le dije a Worgulv, tendiéndole una mano para que me diese un poco de cerveza- Deberíamos prepararnos, para lo que venga.

Me levanté y comprobé que la armadura estaba en buen estado, que las armas se encontraban en su sitio, cargadas las pistolas y los rayos maestros y afiladas las cuatro dagas que tenía. Cuando terminé de comprobar el equipo, las volví a esconder por la armadura para que quedasen ocultas, cogí el mapa del que disponía y pensé cual sería la mejor opción para esta  guerra, si la ofensiva directa o ir de forma más defensiva y apoyar a las unidades que evitaban el avance del ejercito de Derian. Sin embargo, al final no decidí nada pues el vikingo había cogido el timón y comenzó a dirigir el barco hacía el lugar que mejor le pareció “pues nada, a la aventura se ha dicho, lo ha de pasar pasará” pensé mientras observaba el cielo negro que había sobre la isla en la que se encontraba la base de nuestro enemigo y esperaba a que llegásemos a la isla elegida por mi compañero ya que había clavado un par de hachas a los lados del timos dejando un rumbo fijo.

resumen:

¿Como era posible? ¿COMO? Esto solo me pasa a mi, por tonto. La idea era nadar hasta una isla donde se encontraba la marina para unirme a ellos al ataque, pero voy y me paso de isla. Para mi mala, malisima, suerte voy y termino en esta isla que no es más ni nada menos que Hallstat, la capital del mal. Por si fuera poco, mientras buscaba un sitio donde refugiarme y/o aliados me encuentro con un grupo de... ¿como decían llamarse? Ghoul creo, bueno, lo que viene siendo el zombi común, los cuales (y creo que ha sido el único momento con suerte del día) me confunden con uno de ellos, lógicamente yo no me iba a negar a un ejercito de zombis y acepté ir con ellos.

Íbamos, según me dijo uno de ellos, camino de una, cito textualmente ``Fiestuuquiiii!!!!. No sabia que los zombis también se colocaban, era tan extraño como aterrador. Mientras tanto uno de ellos que se puso a mi lado, empezó a hablarme del comercio del archipiélago, osea, alucinante.
Tras unos minutos llegamos finalmente a la ``fiestuqui´´ que extrañamente era una fiesta de verdad. Yo me esperaba que iríamos a devorar personas o algo por el estilo, pero nada de eso. Estábamos en la playa, en el centro una gran hoguera y al rededor, casi cien Ghoul bailando y bebiendo. Unos iban tan borrachos que se les caía hasta la cabeza, literalmente. Otros, aunque intentaban beber como el que más, se les caía el alcohol por algún orificio antes de que pudiera llegar al estomago, estos tíos cada vez me asomaban más.

La fiesta empezaba a desmadrase, había zombis bañándose, otros saltando la hoguera y otros intentando emborracharse todavía. Tenia que largarme de allí y ahora era el momento, debido a su ``felicidad´´ no creo que se fijaran mucho en mi y me dirigí al mar para irme de allí.. Pero una vez más la fortuna se puso en mi contra. Se paró la música y todos los zombis se dieron la vuelta y miraron en mi dirección ``¿Me miraban a mi? ¿Saben que no soy como ello?´´ nada de eso. A mi espalda se empezó a escuchar unos profundos pasos los cuales hicieron que me diera la vuelta. Ante mi, un pequeño escenario entre dos palmeras decoradas con cintas de colores y luces y, en el escenario, un gran trono de madera en el que se sentó el causante de los pasos, un zombi de enormes proporciones, en cuanto a altura y peso, con un boquete en el costado izquierdo por el cual se veían sus costillas rotas y vestido con una túnica hecha añicos. Se sentó en el trono, haciendo ceder las maderas de este, y todos se arrodillaron, por un momento me quede mirando a todos lados, pero reaccione y me arrodille junto a los demás.

- Levantaros y bienvenidos.- dijo con una potente voz que te hacia temblar y haciendo que todos se levantara y
gritaran como locos.

Resuen:

-Gánate el favor del señor Derian consiguiendo la sangre de un marine. Seguro que será un plato de gran gusto para su majestad.-

Esas fueron las palabras que me dijo un medio muerto antes de mandarme de un patada en el culo a esta isla. Una manera genial de comenzar, en territorio enemigo. Y ahí estaba yo, escondido tras unos arbusto mirando un campamento marine que no se encontraba a más de cinco metros. Me di la vuelta y me senté, y me puse a pensar en que hacer mientras toqueteaba unas tuercas que había cogido de mi bolsillo. ``Entrar a saco no seria una buena idea, he contado doce tiendas de campaña y centenar y medio de soldados, entrar como si nada no era una opción. Podría dar la vuelta al campamento y pillar a uno despistado, pero corro cierto riesgo. Aaahh... no se que hacer´´ Mientras tanto yo seguía con mis chismes y esperando una respuesta divina del cielo, pero nada. Cinco minutos después, ya cansado de pensar en que hacer oigo que alguien viene así que pensé en esconderme en un arbusto. Cuando me dispuse a hacerlo me tropecé con una piedra, pasé por encima del arbusto y caí en los pies del marine ``Genial´´

-¿Quien eres? ¡Identificate!- esas palabras hicieron que me levantase rápido y me pusiera firme. No pensé, solo actué.
-Cabo Trinidad Señor, a su servicio.- ``Pero para que le digo mi nombre´´.
-¿Cabo? ¿Y donde esta su uniforme?.- Pero esto que es, un interrogatorio. Lo mio no es pensar joder.
-¿Mi uniforme? pues veras... es que... Ah ya. No lo llevo debido a que nos encontramos en territorio enemigo y pensé que ir de paisano ayudaría a pasar desapercibido. - ``Muy bien Trinidad´´.
-¿Pensaste? No puedes pensar cabo.- por cada palabra subía un tono la voz.  -Tienes que hacer lo que te diga, yo, tu superior, ¿entendido? Sígueme para darte un uniforme.-

Acabé en la tienda siete cambiándome al uniforme que me dieron el cual que sentaba como un guante. Mi otra ropa tuve que meterla en una bolsa y dársela a un tipo para que la guardara en un almacén, o eso me dijeron. Yo por si acaso, me quede con mis gafas y mi cinturón donde guardaba la mayoría de mis chismes y mis pistolas. Nunca se sabe. Después de eso me mandaron al centro del campamento donde se encontraban todos los marines reunidos. ``Y pensar que me han mandado a matar a uno de ellos, irónico.´´ Me reuní con el resto, pero me quede apartado para no relacionarme con nadie, seria lo mejor. Pensé en largarme pero demasiada vigilancia.
-BATALLÓN 23. ¡Firmes!-
Dijo una voz entre toda esa muchedumbre, y automáticamente todos se pusieron en orden y formando filas, yo, alucinado me puse en un hueco que quedaba libre, no podía quedarme parado y llamar la atención. Una vez formados un hombre con un uniforme distinto, el mismo que me encontró en los arbustos, empezó a dar un discurso. Aunque con voz potente y bien intencionado, el discurso era lo mismo de siempre: que si somos los mejores bla, bla, bla. Que hay que luchar por los nuestros bla, bla ,bla. que si no se que bla, bla, bla...
-Así que, compañeros de armas, os llamo para esta guerra que se avecina y que luchemos codo a codo contra la tiranía. ¡¡¡¡SOLDADOS. A LOS BARCOS!!!!.- (A decir verdad esas palabras me motivaron hasta a mi.)
Dicho esto, todos los soldados, yo incluido, siendo empujado por estos, fuimos a los barcos que, si no me equivoco, iban directos a la guerra.

Resumen:

Alex observó la respuesta de Derian ante los insultos de Amy con una medio sonrisa. Luego, se dio cuenta de que una chica pelirroja y un tipo con el pelo verde como un alga marina han entrado en la sala, pero no les prestó la menor atención, a excepción de observar sus auras con su mantra. Eso no contaba como prestar atención, ¿verdad?. El caso es que el médico se limpió y desinfectó las manos, mientras Derian tocaba el cadáver del pobre infeliz gritón, y este se alzó en silencio. Alex dejó escapar un suspiro sonoramente, observando el cuerpo levantarse y seguir las órdenes de Derian.

Mientras guardaba sus herramientas de tortura, un grupo de sirvientes llegó para desinfectar la mesa y servir un banquete. El médico sonrió de forma retorcida, mientras agarraba una de las botellas de vino que habín llevado y le hacía un gesto a Amy para que se sentase a su lado. Esperando a la científica, el doctor llevó la mano a su maletín y sacó el sacacorchos. Al final, sí que le había dado un buen uso. Sacó el corcho, con un ruidoso "pop", y sirvió a Amy en una copa, a su lado.

No es que al doctor le gustasen las fiestas, ni los banquetes, pero la entrada de una bandeja llena de empanadillas le hizo ver aquella celebración de otra forma. Con avidez, agarró uno de los deliciosos bocados hojaldrados y se lo metió en la boca con un gesto delicado. Tras eso, observó a Derian diciendo alguna tontería demagógica de las suyas, y cuando el vampiro alzó la copa sobre su cabeza, el médico se dio cuenta de que tal vez su siempre presente aura de cloro molestase a los invitados cercanos. El caso es que la mayor parte de la comida ya estaba impregnada en gas, así que la diferencia sería simplemente que los invitados no se morirían asfixiados. Chasqueando la lengua, el cloro que se había ido acumulando en el ambiente, haciendo llorar los ojos de Drake, dejó de ser emitido por el cuerpo del doctor, que se movió con rapidez hasta una ventana, abriéndola para que la sala se ventilase. Al fin y al cabo, tener a todos tosiendo sonoramente en medio de la comida le resultaba molesto.

Al abrir la ventana, aprovechó para observar el exterior. Era de noche, como hacía unas horas, y unos días. Y encima parecía que el clima de Halstat seguía siendo igual de horrible. Alex consideró la idea de construir un paraguas gigante sobre la isla, pero le parecía un poco descabellado. Al fin y al cabo, aquello era una horterada enorme. Pensando en horteradas, el médico observó su capa negra. Antaño había sido un horrible tapiz, y ahora... bueno, era chula. Sí, aunque la idea pareciese mala, tal vez un día construyese un paraguas o una urna gigante para aislar una isla del mal tiempo. Satisfecho con su reflexión, volvió a la mesa y se sentó en su silla, con el aire libre de gas. Tras pensárselo un poco agarró la bandeja de empanadillas y se las puso todas en el plato, devorándolas una tras otra.

Byakuro maldecía en voz baja, mientras se ponía al timón del barco. No era una buena idea, no lo era, y lo peor es que él lo sabía. Hacía demasiado tiempo que no llevaba un barco, y menos uno tan grande como es el Black Lotus. Pero todo lo malo debería ser amarrarlo. Una vez saliesen a mar abierto, llevarlo no debería ser difícil salvo que se encontrasen con algún monstruo marino. Y encima, su navegante principal se había ido. Gruñó y exclamó, con tono tenso:

- ¡Chrome! ¿Puedes ayudar a Viole a llevar el timón? -tras eso, se movió a toda velocidad por los conductos de transporte para entrar en la habitación de Viole con el semblante serio. El chico se sorprendió ante la repentina aparición el peliblanco-. Tú, sabes llevar un barco, ¿verdad? -le preguntó con un tono tal vez algo duro de más.
- Sí... -respondió, algo confuso.
- Pues tienes que llevar este barco a Halstat, ¡ya! -masculló, para salir por la puerta, yendo de camarote en camarote, hasta que reunió a todos los que no habían desembarcado con él en la isla en la cubierta principal. Se dio cuenta de que Kazuo tampoco se encontraba allí, y se temió lo peor. Si hubieran ido a entrenar, Shun habría dejado una nota, y con la guerra en ciernes...

Una vez fuera, pasó su mirada por todos ellos, deteniéndose un poco más en Titania. Tal vez ella fuera la más difícil de convencer. La miró a los ojos con intensidad, antes de decir:

- ¡Viole, Chrome, al timón! ¡Nos vamos a Halstat! -su voz no tenía atisbo de duda-. Me he prometido que os protegería, a todos, y no pienso dejar que un miembro de mi familia esté desaparecido sin hacer nada por impedirlo. Creo que es posible que tanto Shun como Kazuo estén ahora en Halstat, peleando por la libertad de este mar. Y aunque lo que ocurra después de esta guerra no me importa, no pienso dejar que les ocurra nada malo. ¿Estáis conmigo? -esperó una respuesta afirmativa de todos ellos, y aunque Titania y Lowell parecían algo reticentes a arriesgar su pellejo por los dos samurais, acabaron asintiendo en silencio-. Perfecto. ¡Yumiko, prepara medicinas para cuando lleguemos, tal vez hagan falta! ¡Chrome y Viole, llevadnos lo más rápido que podáis! ¡Titania y Lowell, os necesitaré en el barco en cuanto lleguemos, seréis los encargados de defenderlo! ¡Theo y Yoko, ayudad a Chrome y Viole en lo que necesiten!

El chico de pelo blanco vio el movimiento que se creaba a su alrededor, y tras unos segundos se volvió intangible y se movió a su camarote, donde Mostaza lo esperaba en su percha. el animal parecía inquieto. Byakuro se planteó el montar en él hasta Halstat, dejando atrás a sus compañeros para ir en busca de Shun y Kazuo, pero aquello solo supondría dejar en peligro el barco y a los que en él estaban. Apretó los puños, impotente, y rebuscó en su bolsa, sacando su Den-Den Mushi y llamando a Dexter, esperando que no estuviese muy lejos y le llegase la señal.

- Dexter, voy a ir a Halstat. Las F.L.A.N. no pueden contar conmigo ahora para sus planes. Tengo que rescatar a mis compañeros. -su voz sonaba neutra y apática, pero en sus ojos brillaba la determinación. El barco puso rumbo a Halstat a toda vela.

-"¿Cómo ha pasado esto?", fue lo que se preguntó Arribor al verse en lo alto de un edificio sujetando aún los pequeños trozos de madera que quedaban de los remos. Si miraba atrás podía ver el rastro que había dejado al pasar con el bote por tierra en su desesperado intento de salir del mar antes de que se hundiera, así como los restos destrozados del mismo. Franklin parecía haberse caído, seguramente porque había decidido que era más seguro volver a su forma de concha y esperar a que le pirata lo solucionara todo antes que acercarse a él y arriesgarse a llevarse un golpe. Pero tampoco parecía querer perderlo de vista por si acababa perdido. Debía ser aquel bulto blanco que se movía detrás de la muchedumbre furiosa que se arremolinaba alrededor de él.

Tardó un poco en fijarse en la gente armada que le rodeaba. Primero pasó un rato observando los edificios de su alrededor. Puertas tapiadas, tablas en las ventanas y asustadas miradas ocultas tras ellas. Nada interesante. Luego rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta en busca de algo de comer pero solo encontró varias tabletas picantes y no tenía intención de comérselas. Odiaba el picante. Solo de olerlo empezó a escocerle la lengua así que pidió un poco de agua a los extraños aldeanos cargados con horcas, antorchas y uno de ellos empuñando un cuchillo y un tenedor como si pensase comérselo.

-¿Tenéis un poco de agua? -pidió. -Espera, ¿porqué vais armados? ¿Hay algún peligro?

Por fin su mente se percató de la situación. Iban armados por él. Estuvo tentado de tocarse la cara por si tenía algo raro. Algunos de ellos le insultaban, otros le miraban con miedo y la mayoría profería amenazas y gritos para dejar claro que no se rendirían ante... ¿Derian? ¿Aquella gente conocía al conde vampiro? Eso sí que era interesante, acababan de llamar su atención. Si era así, tal vez pudiesen decirle donde se ocultaba. Porque, siendo sincero, sabía que si tenía que buscarlo él solo acabaría cayéndose por el límite del mundo ante que dar con él. "Antes dormir que servir", oyó decir a uno de ellos.

-Así que conocéis a Derian, ¿eh? ¿Y porqué venís a molestarme a mi? Morid o servid como queráis, me da igual. Solo decidme donde encontrar al conde. -exigió. Si no le decían lo que quería oír se largaría sin más tras coger a la maldita morsa y darle un buen golpe para que entrase en su bolsillo. Dudaba que unos simples pueblerinos pudieran impedírselo. Aunque tenía la sensación de que se olvidaba algo. -Oh, si. Y traedme una chocolatina o algo.

Acciones:

Me soltó y me lanzó un dura advertencia. Noté que la chica no quería que nadie le molestase. Si alguien la molestaba obtendría grandes represiones por ello. Su amenaza de dejó helado en el sitio mientras veía como ella bajaba por unas escaleras.

¿A donde irían esas escaleras? ¿Quién era esa chica? Podría ser una superviviente que espera en su bunker a que todo esto pase o pertenece a un grupo rebelde que prepara un plan contra el enemigo. En cualquier caso era la única persona que había visto en este desolado pueblo.

Me dispuse a seguirla. No era buena idea asustar a una chica tan determinante y dura, así que fui avisando. -Oye, perdona, si no puedo ayudarte podrías ayudarme tu a mi. este lugar está abandonado y aquí no puedo ayudar- decía mientras bajaba por donde fue ella, en voz alta para asegurarme de que me escuchaba.

Había pasado mucho tiempo desde que estuve en una misión con Leonel. Estábamos en las tierras de un tipo muy raro pero conocido. Debería serlo, ya que era un Shichibukai. Los dos nos encontrábamos delante de dos tipos fornidos y con cara de mala ostia, no es que les tuviese miedo o asco, solo que no quería relacionarme con gente así. El fornido que se encontraba enfrente de mi capitán directamente y de forma muy seca también, le preguntó a éste que quien éramos.

-Mi nombre es Leonel y vengo en representación de la armada revolucionaria, en busca de una reunión con Lord Derian, quisiera discutir con él la posibilidad de una alianza que beneficiara a ambas partes en la ambiciosa cruzada que está llevando a cabo su rey.

No perdí el tiempo en ese momento. Me dediqué a mirar a mi alrededor, intentando esquivar a aquellos tipos. Había escuchado que Derian tenia como equipo a zombies. Lo extremadamente extraño era que todo aquello estaba muy vivo, por decirlo de alguna forma. Me quedé muy extrañado también de una cosa, ¿que hacían dos tipos enfrente de una gran piedra? ¿No había entrada alguna? Esa sospecha mía hizo que pensara que Derian además de siniestro era un loco.

La idea de negociar con Derian era muy buena, pero pensaba que no tenía futuro. Había algo dentro de mi que pensase que el ir allí y hablar con ese tipo no iba a servir de nada. Claro estaba que esos pensamiento no se los iba a comentar a mi capitán, podía enfadarse y no me apetecía tener un viaje a malas con él. Tras unos instante uno de los tipos que custodiaban la "roca", tocó un botón de un mando. Al instante se abrió una pequeña puerta en la roca. No tenía ni idea a donde llevaría esa puerta. Mantenía la atención en todo momento y a todo lo que me rodeaba, tarde o temprano había que ponerse mano a la obra.

"Mierda" fue el único pensamiento que pasó por la mente del pelirrojo al darse cuenta de que al menos siete submarinos habían zarpado ya. Había llegado demasiado tarde... O tal vez no se había dado la suficiente prisa. En cualquier caso, ya no podía hacer nada para remediar aquello, por lo que sus objetivos debían ser los tres submarinos que aún no habían partido. La pregunta era... ¿Cómo? Si los otros habían salido ya probablemente a aquellos no les quedara mucho tiempo para hacerlo, así que la opción de sabotear las salas de máquinas era cada vez menos viable.

Mientras Kusanagi trataba de pensar en alguna otra opción antes de comenzar a levantar sospechas, su ojo vio algo de lo que no había sido consciente hasta ese momento: un cañón. Y no uno cualquiera... Por su tamaño y aspecto parecía poseer la potencia suficiente como para hundir un buque de guerra, y eso era justo lo que necesitaba en aquél momento. Si podía hacerse con el control de aquel trasto durante unos minutos tal vez podría hacer estallar los submarinos, si no todos al menos alguno de ellos. Además, de lograrlo no solo se desharía de las embarcaciones, sino también de los mercenarios que hubiese en estas. Trescientos pájaros de un tiro... ¿O no era así el dicho? Bueno, no importa. El caso es que una vez se decidió por esta opción comenzó a dirigirse hacia el lugar donde se encontraba el arma.

- Sin embargo... Hay bastante vigilancia -dijo para sí mismo, casi sin hablar realmente.

Aquello podía ser un verdadero problema, sobre todo si llamaba la atención demasiado, pero tenía una idea. Tan solo quedaba esperar un milagro y que aquellos tarugos no fueran demasiado listos... O no estuviesen lo suficientemente bien informados. Con esto en mente se puso en marcha con total tranquilidad, mostrando una expresión que tan solo inspiraba calma y seriedad.