AlexEmpanadilla
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La sala está a oscuras por completo, iluminada tan solo por una vela cuya llama tiembla levemente, movida por una brisa casi inexistente. Situada sobre una mesa redonda con siete asientos a su alrededor, ya ha empezado a consumirse, y algunas gotas de cera han manchado el fino mantel de seda que cubre el mueble. Al fondo, una puerta de madera, amplia como para permitir el paso de un gigante agazapado, y en la pared del frente, un ventanal acristalado con vidrieras de colores vivos que forman una imagen siniestra: un dragón rojo como la sangre incendiando un castillo. Afuera se escuchan las gotas de lluvia golpeando con insistencia el cristal. Todas las sillas están vacías a excepción de una de ellas, en la que reposa una figura masculina, de pelo níveo y ojos grises. Parece pensativo, cavilando para sí mismo, meditando en algo más allá de la comprensión del espectador.
Entonces, un rayo ilumina el rostro del hombre, que alza la mirada, clavándose sus ojos en un punto indeterminado del aire. No, incluso parece ver más allá, fijando sus ojos en alguien que no parece estar en ese lugar. En tus ojos, lector. Te mira y una sonrisa leve se forma en sus labios. Con un gesto señala los demás asientos, que ahora están ocupados por varias figuras con gesto taciturno: cinco hombres y una mujer. Ella es delgada y estilizada, con el pelo esmeraldino y una complexión seria. A su derecha, un chico joven, pelirrojo, vestido con una chaqueta negra y con los ojos cambiando de color entre el azul más brillante y el negro más absoluto. En el siguiente asiento, otro hombre de cabellos rojizos, cuyo rostro permanece oculto tras una máscara, mantiene los brazos cruzados, expectante. En el siguiente asiento, dos adolescentes de siniestro rostro, con astas de aspecto demoníaco y la cara lívida, mirando alrededor con gesto a la par triste y asustado. A su lado, un hombre cuyo rostro moreno no puede ocultar una lividez cada vez mayor, mientras se lleva sus huesudos dedos al cuello, del que un extraño collar pende. En la última silla, a la izquierda del albino, un chico joven, de pelo azabache y ojos claros, permanece dormido, con un gesto calmado pero apenado.
- Bien señores... -comienza el hombre de pelo blanco-. Es el momento de partir. Espero que hayáis disfrutado de vuestras estancias en este lugar, pero ahora tenemos encomendadas otras... metas. Dejad atrás vuestras tribulaciones, porque no pienso ser la mamá de nadie. ¿Comprendido? -el doctor cuervo parece estar saboreando cada una de las palabras con fruición, sonriendo cada vez más ampliamente, en contraste con los rostros cada vez más cenicientos de sus compañeros. Con un movimiento rápido y vivo, saca un papel perfectamente blanco de su abrigo, así como una estilográfica con detalles dorados y plateados, y comienza a escribir rápidamente, mientras echa una mirada de nuevo más allá de la cuarta pared:
"Queridos usuarios:
Ha sido una estancia bonita en el foro, pero de un tiempo a esta parte he notado cómo mis ganas de entrar disminuían progresivamente, ya no solo a nivel de Staff (como se puede haber comprobado), sino simplemente para rolear y hacer el tonto con mis personajes. El hecho de estar hasta arriba de trabajos y lecturas obligatorias no ayuda tampoco, la verdad. Así pues, dejo el foro una temporada indefinida. Pueden ser unas semanas, puede ser para siempre. La verdad es que ahora mismo no me importa. Si fuera un chico de 22 años que estudia en la universidad, probablemente diría que siento los problemas que podría ocasionar esto, y que espero seguir hablando con todos aquellos con los que he compartido buenos momentos en este lugar de internet, así como decir que podéis encontrarme en el Den-Den-Whatsapp o en el Skype... pero yo soy el doctor Alex Cooper, y lo que les ocurra a una gentuza como vosotros me da bastante igual mientras tenga empanadillas para comer y gente para experimentar
Un besito con sabor a fresitas"
Tras escribir la nota, el hombre la dobla y la deja sobre la mesa. Como si fueran uno solo, todos se levantan de sus asientos y empiezan a caminar como almas en pena hacia la puerta, que se abre mágicamente. Uno a uno, van desapareciendo por el umbral, hasta que el doctor queda solo en la sala. Con una última sonrisa triunfal, el doctor cuervo se saca su sempiterna gabardina, la cuelga del pomo de latón y se interna en la oscuridad. La puerta se cierra tras él, y tras unos segundos, una brisa más fuerte apaga la vela, sumiendo la sala en la oscuridad.
Entonces, un rayo ilumina el rostro del hombre, que alza la mirada, clavándose sus ojos en un punto indeterminado del aire. No, incluso parece ver más allá, fijando sus ojos en alguien que no parece estar en ese lugar. En tus ojos, lector. Te mira y una sonrisa leve se forma en sus labios. Con un gesto señala los demás asientos, que ahora están ocupados por varias figuras con gesto taciturno: cinco hombres y una mujer. Ella es delgada y estilizada, con el pelo esmeraldino y una complexión seria. A su derecha, un chico joven, pelirrojo, vestido con una chaqueta negra y con los ojos cambiando de color entre el azul más brillante y el negro más absoluto. En el siguiente asiento, otro hombre de cabellos rojizos, cuyo rostro permanece oculto tras una máscara, mantiene los brazos cruzados, expectante. En el siguiente asiento, dos adolescentes de siniestro rostro, con astas de aspecto demoníaco y la cara lívida, mirando alrededor con gesto a la par triste y asustado. A su lado, un hombre cuyo rostro moreno no puede ocultar una lividez cada vez mayor, mientras se lleva sus huesudos dedos al cuello, del que un extraño collar pende. En la última silla, a la izquierda del albino, un chico joven, de pelo azabache y ojos claros, permanece dormido, con un gesto calmado pero apenado.
- Bien señores... -comienza el hombre de pelo blanco-. Es el momento de partir. Espero que hayáis disfrutado de vuestras estancias en este lugar, pero ahora tenemos encomendadas otras... metas. Dejad atrás vuestras tribulaciones, porque no pienso ser la mamá de nadie. ¿Comprendido? -el doctor cuervo parece estar saboreando cada una de las palabras con fruición, sonriendo cada vez más ampliamente, en contraste con los rostros cada vez más cenicientos de sus compañeros. Con un movimiento rápido y vivo, saca un papel perfectamente blanco de su abrigo, así como una estilográfica con detalles dorados y plateados, y comienza a escribir rápidamente, mientras echa una mirada de nuevo más allá de la cuarta pared:
"Queridos usuarios:
Ha sido una estancia bonita en el foro, pero de un tiempo a esta parte he notado cómo mis ganas de entrar disminuían progresivamente, ya no solo a nivel de Staff (como se puede haber comprobado), sino simplemente para rolear y hacer el tonto con mis personajes. El hecho de estar hasta arriba de trabajos y lecturas obligatorias no ayuda tampoco, la verdad. Así pues, dejo el foro una temporada indefinida. Pueden ser unas semanas, puede ser para siempre. La verdad es que ahora mismo no me importa. Si fuera un chico de 22 años que estudia en la universidad, probablemente diría que siento los problemas que podría ocasionar esto, y que espero seguir hablando con todos aquellos con los que he compartido buenos momentos en este lugar de internet, así como decir que podéis encontrarme en el Den-Den-Whatsapp o en el Skype... pero yo soy el doctor Alex Cooper, y lo que les ocurra a una gentuza como vosotros me da bastante igual mientras tenga empanadillas para comer y gente para experimentar
Un besito con sabor a fresitas"
Tras escribir la nota, el hombre la dobla y la deja sobre la mesa. Como si fueran uno solo, todos se levantan de sus asientos y empiezan a caminar como almas en pena hacia la puerta, que se abre mágicamente. Uno a uno, van desapareciendo por el umbral, hasta que el doctor queda solo en la sala. Con una última sonrisa triunfal, el doctor cuervo se saca su sempiterna gabardina, la cuelga del pomo de latón y se interna en la oscuridad. La puerta se cierra tras él, y tras unos segundos, una brisa más fuerte apaga la vela, sumiendo la sala en la oscuridad.
- Si os habéis leído este tocho, os merecéis mi aprobación:
- Creo que el mensaje ha quedado claro: me voy del foro un tiempo sin concretar. Con mis personajes podéis hacer lo que os venga en gana, ya sea matarlos, hacerlos NPCs, usarlos para planes malvados en el Staff, coméroslos con patatas... me da bastante igual, la verdad. En cierto modo me da rabia no quedarme, pero para no hacer nada, prefiero irme y que más adelante me vuelva (si cabe) el mono de rolear.
Y ahora la tanda de mensajes que todos estábamos esperando:- Mensajes de despedida emotivos:
- No hay mensajes, ¡a pastar! A cambio os traigo un gif graciosoMensajes de verdad
Aún ofrecen precio por tu cabeza, Cooper. No va a terminar esta vida sin que la cobre, y vas a estar ahí para verlo.
Mientras sigas respirando, recuerda que mi hoja te busca allá donde te encuentres, pequeño miserable.
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Ha sido un honor tener al gran Alex Empanadilla desfilando por aquí. Espero que te vaya bien fuera de aquí, y que hablemos por Whats o Skype.
Ya veremos si vuelves algún día con ganas de seguir llevándote a la cama a todo el que se menea.
Muchas gracias por tus capítulos y muertes de gratis, que siempre hemos amado tanto. Te queremos.
¡Un abrazo!
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