[22M] Asalto al tren de Benny D. Souto, último gran pirata del West Blue

-piiiiiiiii- un zumbido cada vez más fuerte resonaba en mi cabeza, ese maldito zumbido en los oídos que tanto me molesta. Abrí los ojos, la cabeza me daba vueltas y mi visión era algo borrosa. Aún, así podía saber que todo era un caos, el vagón estaba completamente destruido y no podía ver ninguna cara conocida, todo estaba lleno de polvo y madera rota, algunos cuerpos de los tripulantes descansaban en el suelo sin vida.

-¡Ouch! -grité cuando quise ponerme en pie

Me había dado un buen golpe en la cabeza, un pequeño hilo de sangre corría por mi cara y un enorme chichón sobresalía tantito arriba de la frente, iba a tardar un par de días en bajar la hinchazón. ¿Qué había pasado, en dónde estaban todos? Lo último que recordaba era al otro hombre lagarto lanzando fuera del vagón al enemigo, ¿qué había pasado después?  Salí lentamente de aquel infierno que antes era un vagón y pude observar el panorama completo: la mitad del tren se había desanclado al chocar contra un pequeño pueblo a mitad de un oasis.

Aproveché para tomar un trago de agua y limpiar mi cara de sangre, la locomotora parecía haber perdido velocidad y poco a poco trataba de marcharse de aquel sitio catastrófico. Giré la cabeza de lado a lado en búsqueda de mis amigos, ¿Alpha, Berry, Hikari, el otro hombre reptil? No pude encontrarlos, ¿cuánto tiempo había perdido el conocimiento? Quizás se habían adelantado ya a lo que quedaba del tren, tenía que apresurar el paso y dirigirme hacia ellos también.

El tren, poco a poco, parecía empezar a retomar su ritmo anterior. Aún con un un poco de nauseas, decidí acelerar a todo lo que podía con mis piernas dinosáuricas, esquivando todos los escombros que había dejado ese fatídico accidente. La imagen de los primeros vagones se iba haciendo más clara, si no me unía de nuevo a la fiesta no podría conseguir mi cita. Tomé impulso y di un gran salto hacia el techo de los vagones. En cuánto iba en el aire pude sentir mi estomago moverse de un lado a otro, seguía mareado por el choque de hace poco. Puse mis dos pies sobre el techo del tren, era un verdadero caos, ¿en qué vagón estaba? ¿por qué tanta conmoción? Mi mente giró aún más a mi cerebro y terminó por ocurrir lo inevitable: ¡un gran vómito de colores! Vaya entrada gloriosa había hecho.

Sobre el tejado, ¿ese pequeño de ahí era Alpha? Tomé una menta de mis bolsillos para disimular el olor a vómito y me dirigí hacia él.

Spoiler:

Por fin había podido golpear a aquel tipo, tres intentos para poder lograr mi objetivo. No era un mal promedio, sin embargo, era alguien más duro de lo que pensaba dado que apenas hice que retrocediese con la patada. La verdad no parecía haber sufrido nada contra la batalla contra Alice o quien mierdas fuese dado que eran iguales.

El ciego se recompuso bastante rápido y no tardó en comenzar con su ofensiva. A pesar de verlo, notaba sus movimientos, como iniciaban, como perturbaban el aire hacia mi posición. Parecían simples estocadas, pero como siempre, y como había aprendido durante mi vida, no se podía esperar menos de un ataque y suponer que siempre iba con algo más o por lo menos que eran más poderosos de lo que parecían.

Di unos pasos hacia atrás para evitar algunas de las estocadas. Pude notar que estas a pesar de ir dirigidas hacia mí su trayectoria era baja dado que mi posición era más baja. Estaba seguro de que aquello no le resultaba tan cómodo como si yo estuviese luchando erguido como él hacía.

Entonces pude ver una oportunidad, iba a ser algo complicado, sin embargo, podría darme una buena ventaja. Cuando se propuso ha hacer unas nuevas estocadas, en vez de apartarme de ellas, usé el arma de mi mano izquierda para desviar su arma ligeramente de donde él había apuntado y salvando de esta forma una herida mucho más fea de lo que iba a ser. A pesar de eso, el arma se clavó en la armadura y la atravesó ligeramente haciéndome una nueva herida.

Solté un ligero quejido al notar el acero, sin embargo, con la mano izquierda, tras soltar el arma y antes de que el espadachín pudiese retirar el arma la intenté sujetar para evitar que la retirase de la herida. Si lograba llegar a tocarla, o tan siquiera rozarla la dejaría marcada.

Tras aquel intercambio nada positivo para mí intenté retroceder un par de pasos antes de que pudiese hacerme algún ataque, pero su embestida fue más rápida de lo que pensé e hizo un barrido similar al que yo había echo. Cuando comenzó a hacerla me tiré de espaldas al suelo justo cuando la espada pasaba sobre mí. Aproveché aquello dado que pareció no terminar su movimiento nada más pasar sobre mí su arma, para dar un giro en el suelo sobre mí mismo y hacer un barrido en espiral ascendente y así poder levantarme del suelo y prepararme para el siguiente ataque.

Con aquel ataque intentaría hacerle algún corte en la pierna que estaba más adelantada así como en el brazo o en el pecho. Una vez en pie, retomé mi posición para combatir a cuatro patas y avancé para intentar recuperar mi arma.

resumen:

- ¡Vanko, necesito a los patos dentro ya! -ordeno-. ¿No ibas a hacer una rueda interior? Te estás demorando, y esa aberración mecánica parece endeble. Tienes que repasarla para que podamos seguir navegando.

Por eso no me gusta contar con aficionados. Si hubiésemos confiado en Monty y sus compañeros para dirigir el vagón quizá los giros no podrían ser tan cerrados, pero se sentirían bastante menos bruscos. Encima con el tren deteniéndose hemos llegado casi hasta la mitad de este, y no parece que les haga mucha gracia. Puedo ver que se fijan en nosotros mientras pasan de vagón en vagón apresuradamente. Algunos me hacen gestos obscenos desde las ventanillas, y les guiño un ojo. Nunca está de más que hablen un poco de mí; tampoco que fantaseen. La fama es la fama.

Es entonces cuando llega ese momento incómodo de coqueteo entre piratas: Yo te guiño un ojo a ti, tú dices "arr", yo digo "arr" y acabas recibiendo una salva de cañonazos porque ningún pirata que se precie ha tomado nunca clases de lectura de banderas. Y puede ser un poco preocupante, porque los patos están ahí y si les dan podría acabar haciéndoles daño. Por suerte los primeros disparos fallan, lo que me da tiempo de pensar un poco. No es que valga de mucho, porque tampoco puedo hacer frenar a los patos de golpe sin que se conviertan en relleno para nuggets y se me ocurren pocas maneras de solucionar esto, pero de golpe una solución viene a mi cabeza.

- ¡Vanko, vira el barco a babor! -grito, esta vez con urgencia. Con suerte eso debería hacer que el resto fallen-. Yo debo hacer uso del rito prohibido. Espera mi regreso, subcapitán.

Me doy un segundo para coger aire. No lo suelto todavía, me concentro en mis piernas. Echo a correr a todo lo que me dan y salto por la ventanilla delantera cuchillo en mano, trazando una diagonal. Mientras vuelo casi puedo escuchar una canción junto a un mundo a cámara lenta, o algo así, y me cubro de Habuso mientras trato de cortar las balas de rifle que amenazan a los patos. Si no fuera porque les he guiñado el ojo pensaría que quieren hacernos algo malo. Pero eso es altamente improbable, así que me centro en mi mayor problema por el momento: El aterrizaje.

Dejo que mis piernas se flexionen y trato de rodar nada más rozar la arena, reduciendo la fuerza del impacto ampliamente. El vagón me deja atrás y el tren poco a poco también, pero no pasa nada: Separo las piernas hasta que mis muslos quedan paralelos en el suelo, y elevo mis brazos doblados en ángulo recto, con las manos elevadas. Entonces, alternativamente, echo a caminar pesadamente moviéndome de lado a la vez que mis pulgares chasquean al chocar contra el resto de mis dedos; es la danza del cangrejo, el rito prohibido que en Arabasta invoca hordas de grandes cangrejos de arena. Aunque yo con uno me conformo: Sí, con uno bastará.

- ¡Cuak!

Pego un salto al escucharlo, pero me mantengo en posición.

- ¡Monty! -exclamo-. ¿Tú también vienes a bailar la danza del cangrejo?

No, parece que no. Porque me ha subido sobre él sin mi consentimiento y ahora estoy sobre un pato regresando al vagón. Espero que ese breve tiempo haya sido suficiente para invocarlo.

Resumen:

La bala atravesó su muslo y la chica cayó de rodillas. Escuchó el grito de Alpha a su lado, per estaba en shock. Fuego, gritos, cuerpos muertos... el rostro del joven muerto le devolvió una mirada vacía. El dolor de sus pies y de la herida se desvanecieron por la impresión. "Sigo en peligro. ¡Reacciona!" pero su cuerpo se negaba a obedecer. Entonces vio una enorme masa de magma creciendo en el techo del vagón, en forma de gigantesco puño. Trató de incorporarse, pero el dolor volvió de golpe. Con un gruñido volvió a caerse cuando sus piernas le fallaron. Pero entonces llegó Alpha sobre Suzaku. Su capitán la agarró y el ave saltó fuera del vagón.

Habían salido vivos. Alpha le había salvado. Y, pese a todo, no era gratitud lo primero que sintió. Fue vergüenza, frustración, rabia ante su propia debilidad. Había sido una carga para Alpha. No había estado lo bastante atenta y se había herido seriamente entrando en el vagón y luego se había llevado el corte y el disparo. Apretó los dientes. ¿Dónde se quedaban todas sus promesas, todo su orgullo, cuando fallaba en el momento de probarse a sí misma? Lágrimas de furia rodaron por sus mejillas. Escuchó las palabras de su hermano y su abrazo. Aunque sintió algo de consuelo, también se sintió más inútil. No era el momento de distraer a Alpha.

- Capitán... te prometo que no volveré a dudar - con la voz quebrada, juró - me haré fuerte para no volver a ser una carga. Lo juro.

Suzaku aminoró el paso y escuchó voces familiares cercanas. Alpha la dejó sobre la nube y escuchó cómo hablaba con una persona que no reconocía. Se secó las lágrimas y vio a un mink de aspecto salvaje. Estaban hablando de atender sus heridas. No era la clase de persona que hubiese esperado que fuera un médico. Tras hablar con Alpha, el mink se dirigió a ella y le indicó que iba a tratarla sin anestesia. Iulia se limitó a asentir y apretó los dientes. Las quemaduras de sus pies eran dolorosas y no fue agradable que las manos peludas del doctor las toqueteasen, pero lo peor fue la bala. El corte fue rápido y repentino, y cuando las garras comenzaron a hurgar en la herida soltó un grito contenido. La bala salió rápido, pero a continuación el hombre con aspecto de tejón hizo algo más y notó una intensa quemazón en su herida. Fue apenas un momento, pero le dejó sin aliento. En comparación, los puntos de sutura apenas le dolieron... en comparación, claro. Cuando hubo acabado, la joven estaba pálida y dolorida.

- Gracias, doctor - dijo, aceptando la bala y la pastilla. Cogió su cantimplora y dio un buen trago para bajar la píldora y rehidratarse. Ya no le quedaba mucha agua, pero aún así le ofreció el resto a Bartolo. Parecía necesitarla. Guardó la bala en su riñonera y aguardó tumbada a que Thor llegase a su destino. "Tres días sin caminar... no voy a poder cumplir esa indicación." pensó. Aún había cosas por hacer.

resumen:

"He montado, soldado y ensamblado un diferencial de chatarra y un volante en menos de un minuto. Lo imposible lo hago al momento, pero los milagros tardo un poco más!", grité mientras trataba de evitar el fuego enemigo siguiendo las indicaciones de Claude.

Entonces vi cómo Claude saltó por la ventana. "¿Pero dónde cojones va?", pensé.

Me centré en la labor que me ocupaba. Solo quedábamos en el vagón el tritón, el viejo y yo, así que, "Anciano, me parece muy bien que coma plátano, ni puedo imaginarme qué hace alguien como usted en este fregado, pero necesito que me indique si vamos bien hacia la locomotora. No quiero tener percances hasta poder hablar con quien lo gobierna.", ordené tratando de controlar la situación con mi haki de observación, mientras comprobaba todo lo habitualmente posible la integridad de la chapuza. Por el momento, parecía que aguantaba a pesar del traqueteo.

"Sardinilla, asómate a ver si Claude sigue vivo y el estado de los patos. No me gustaría quedarme tirado en mitad de la arena sin ellos", le dije al tritón.

Aproveché el momento de calma para extender rápidamente mi ámbar por los bajos del tren hasta el eje que traqueteaba. En el engranaje del volante, mantuve el ámbar líquido alrededor, esperando que su espesor hiciera más suave y duradero mi apaño. Solo teníamos que llegar hasta la locomotora, solo un poco más. Luego dirigí el chorro que salía de mi otro pie hacia las ruedas donde corrían los patos, tratando de hacer una tejavana de ámbar duro y resistente que les diera cierta cobertura, al menos contra los disparos de fusil. Cuando terminé, lo separé de mí, dejando que se solidificara la formación.

Estábamos a punto de estar borda con borda con los vagones delanteros. Casi podía oler el dinero de aquel sucio pirata.

Resumen:

Vi como Hikari me adelantaba un poco, no sabía de dónde venía la energía después de todo la acción que estábamos viviendo, pero no me iba a quejar. Fue agradable saber que había estado bien este tiempo, durante su ausencia no había habido día en el cual no me preocupara por cómo estaba. Era su capitán al fin y al cabo.

-El tren no creo que nos lleve ya a ningún lado, sea lo que sea que haya ocurrido más adelante, lo ha parado por completo. Pero igual sí que es interesante ver qué hay al final. ¿Quién demonios será el dueño de este bicho? Nunca había oído de un tren capaz de surcar la arena.

Realmente dudaba que fuera alguien agradable. Una buena persona no permitiría que sus lacayos fueran atacando a cualquier persona que se subiera al tren… Ni permitiría que el mismo tren destruyese pueblos enteros a su paso, no me imaginaba cuánto iba a costar reparar todo aquello. Por suerte, yo me metí a pirata no a político por lo que no tengo que preocuparme de estas cosas. Desde aquí podía escuchar como tanto por delante como por detrás seguía habiendo caos, todo la gente de interés parecía haberse reunido en torno a este evento, igual de aquí salía algo interesante. En ese momento me sobresaltó alguien saliendo de uno de los vagones, por la ventana. Pude distinguir a Claude haciendo un baile bastante raro; yo me limité a levantar una mano y la voz para que me viera.

-¡Hey, Claude! ¡Nos vemos luego más adelante, pásatelo bien y ten cuidado, este sitio está lleno de gente rarísima!- Me acerqué hasta Hikari, estando finalmente el uno al lado del otro-. Hice ese amigo mientras estábamos separados, es un pirata bastante guay. Me enseñó a hacer sacayulo, muy peligroso.

Me hizo cierta ilusión habérmelo encontrado y si no fuera porque estaba ya en compañía, habría ido a ver cómo estaba en ese momento. Esta serie de encuentros tan poco probables empezaban a ser graciosos, quizá vería a alguien más conocido en esta aventura. Espero que no a todos, mi hermana o Jin serían desde luego unos encuentros de lo más desagradables, no estaba preparado para ninguno de los dos. Sacudí la cabeza sacándome a esos de mis pensamientos y me concentré en lo que tenía delante.

-¿Tú qué crees que habrá al final? ¿Algún tesoro? Yo creo que va a ser algo decepcionante…

Resumen:

No recuerda como, pero de pronto estaba bebiendo un agua con un sabor bastante a cerveza y tras parpadear dos veces, corriendo por el desierto nuevamente bajo ese sol abrasador. Corría al lado de Nia, pero de pronto escuchó una voz que gritó una orden directa -¿¡Tatarabuela!? ¿Eres tú?- Preguntó mirando al cielo, pero el sol le cegaba por lo que no pudo ver la innecesaria pero bonita pirueta de su capitana. ¿Recordáis la frase que tanto hemos escuchado de críos de "Mira por donde andas"? Pues Seth no y por tanto, se estampó con lo que parecía un cacho de hielo -¡Los malos!- Gritó mientras empezaba a soltarle puñetazos al hielo -¡Tú indiferencia no me deja frío!- Nada, estuvo unos treinta segundos hasta que se dio cuenta... -Ostias que cansao.. Anda, Hielo... Pal cubata...- Arrancó los picos formados y empezó a masticarlo... -Ahora que lo pienso, mi tatarabuela tenía voz de Ely... ¡¡Capitana!!- Y con dos barras de hierro bajo los brazos empezó a correr sin mucho éxito...

Segundos más tarde tampoco fue muy consciente como atrapó a un pato de Arabasta, trajeado, sí, sí, llevaba traje, corbata y gafas de sol, muy elegante -¡Más dejao patriudufiso, no... Patrinchipudo, no, así no era... ¡Disufopation! Eso.. Eso sí...- Había cogido uno de los patos que algún tío con mucho derroche de swag habría usado para la misma finalidad, así que con un pato trajeado, hielo debajo del brazo y gritando -¡Yiiiiiiijaaaaaaaaa- Mientras movía el cuello para mover la coleta cual vaquero del lejano oeste se acercaba al vagón número "A" ¿Era una "A"? Bueno, a ese que él creía que era una "A"

Se quiso lanzar de cabeza por una de las ventanas para acceder a lo que parecía el vagón "A" pero no estaba muy confiado de sus cálculos y acabó acelerando, pensando que si se lanzaba antes, conseguiría más opciones de entrar por una de las ventanas, pero como estaba solo borracho y no era gilipollas pensó "quizás están cerradas" Así que antes de lanzarse, iba a comprobar si la ventana estaba cerrada, para luego volver al pato y poder entrar por la ventana como quería... Avanzó hasta el anclaje del vagón "E" al reves hasta el "A" (Vamos, entre el 3 y el 4) pero cuando consiguió abrir la puerta un murcielago gigante (Omega) pasó de vagón a vagón liandola parda -¡Ostias un murciejalo!- Gritó mientras con las manos se quitaba algo del pelo... Que no tenía...

Spoiler:

Tras la explosión final de su último ataque, todos los eventos ocurrieron casi al instante.

El primero y más impactante fue la detención del tren. El por qué se había detenido o quién lo había hecho era una incógnita, y aunque en su cabeza tomaron formas diferentes teorías, se obligó a centrarse en la situación.

Ignoró los posibles conflictos internos entre los piratas, o la posibilidad de algún otro factor como que las fuerzas armadas de Arabasta o alguna división similar hubiese abordado el tren con la misma intención que él de detenerlo y se centró tanto en los eventos a su alrededor como en quién le rodeaba.

Lo primero y más importante fue el hecho de que el cuerpo de Pistolo había desaparecido. Por un instante pensó que, a causa de la explosión, había salido volando a través de la brecha que había abierto en el lateral del tren con el Rankyaku, pero cuando vio cómo se escapaba por la puerta hacia el cuarto vagón decidió que no había tiempo que perder.

Dio las órdenes precisas a su compañero, quién había logrado acabar con la mayoría de los soldados, e hizo un par de indicaciones a Mako para que avanzara de vagón. Su presencia en el tren era preocupante, pero parecía que seguían teniendo intereses en común, así que decidió interrogarlo más tarde y centrarse en la misión.

Justo después se comunicó con el resto de agentes cercanos a través del Den Den Mushi informando de la situación. Durante la transmisión, recibió el comunicado de la aparición del agente 810, quién abordó el tren. No lo conocía en persona, pero se alegraba de contar con más refuerzos.

Una vez terminó de realizar las comunicaciones, deshizo los dibujos que había creado y se movió hacia la puerta por la que había visto huir al forajido. ¿Qué pretendía? ¿Huir? ¿Buscar refuerzos? En cualquiera de los casos, no podía dejarle escapar, así que se usó una vez más su haki de observación para rastrear la presencia del que, hasta el momento, estaba siendo uno de sus mayores rivales.

Estaba resultando todo muy divertido. Aquella chica, que resultó ser la jefa de Seth, era un poco extraña, pero como todos supongo. Y si todos éramos extraños... ¡Entonces ninguno lo era! Y eso me hacía gracia, la verdad.

El pollo que ya no era un pollo y el feucho manitas se pusieron a hacer muchas cosas que no entendí, así que dejé de prestarles atención. Casi podría decirse que me quedé en la inopia, mirando al cielo. Hacía un buen día, un maravilloso día de playa, pero faltaba el agua.

―¡Claro! ―recuerdo de repente, al pensar en la playa―. ¡El castillo de arena!

¿Cómo había podido olvidarlo? Había montado sobre un pollo que montaba a otro pollo y subido a aquella estrafalaria máquina que funcionaba con... sí, con más pollos, para poder dar caza a la cosa esa que arrasó con la construcción de los niños de la playa. Que vaya, no me pegaba mucho cazar nada, pero no dejaba de ser un cazarrecompensas. ¿Habría alguna recompensa? Bueno, de momento lo que me hacía falta era agua.

Y lo del agua se solucionó muy fácilmente. El anciano resultó ser de lo más amable, y me ofreció encantado su agua. Rápidamente fui a la mochila con forma de caparazón de tortuga y saqué una cantimplora. Eché un largo trago y después derramé un chorro sobre mí cabeza, refrescándome. Gasté como la mitad del agua, y decidí guardar el resto por si me hacía falta más tarde. O por si Seth estaba igual que yo. Todos sabíamos lo despistado que era ese grandullón rosita. ¡Qué haría sin mí!

El caso fue que el ancianito daba mucha pena. Estaba esposado y pasando penurias, y lo único que me pidió fue darle un platanito que tenía en su mochila. ¿Cómo iba yo, después de la amabilidad que me había mostrado, a negarle tal cosa?

Saqué el plátano y se lo llevé. Muy educadamente, tal y como me había enseñado mi mamá desde pequeño, se lo pelé y empecé a dárselo.

―¡Aquí viene el avión! ―dije mientras hacía una maniobra con el plátano antes de metérselo en la boca. El viejo la abrió con ganas y se lo metió entero―. ¡Vaya, sí que tenías hambre! ¿Está bueno? Si necesitas alguna cosa más no dudes en pedírmela.

Puse mi mejor cara, con una amplia sonrisa y entrecerrando los ojos. Me decían que era una cara simpática, y las chicas solían derretirse ante ella. Derretirse literalmente no, solo es una forma de hablar. O eso creo.

De pronto la puerta que daba acceso al vagón trasero se abrió de golpe y comenzaron a entrar personas, y no en un número pequeño, parecía que todas las personas que había en los vagones estaban yendo hacia aquel vagón.

Por suerte, Raven me daba una buena vista de lo que estaba sucediendo fuera. Parecía ser que no era el único que se encontraba atacando el tren, uno de los vagones estaba volcado, y al haber tenido que parar mucha gente había tenido oportunidad de avanzar por fuera.

De nuevo atento a lo que ocurría en el vagón en el que me encontraba noté que las dos últimas bombas que había lanzado no habían causado tanto daño como me había imaginado, y lo que era peor, alguien ya me había visto y los tiros comenzaría pronto, debía encontrar alguna forma de salir de allí y las puertas no parecían una opción.

Podía salir rápidamente de allí, pero prefería esperar a que no tuviese otra opción y esa fuese la única salida que tenía. Escuché como dispararon un par de veces, me dejé caer del techo a lo que quedaba de oscuridad de la segunda granada de oscuridad.

-Etzena, limpia y bloquea la puerta de atrás del vagón – ordené sin alzar la voz mientras me levantaba.

De mi sombra salió invocado la sombra del enorme escorpión y puso dirección hacia la puerta trasera del vagón. Me centré en sus ojos y tras salir a toda velocidad de la oscuridad pude ver como los piratas de primera línea se sorprendían ante el escorpión de cuatro metros que había surgido de la oscuridad. Con un exoesqueleto negro y un resplandor azul en ojos, el aguijón, el interior de las pinzas, los colmillos y finas líneas donde se juntaban las placas del exoesqueleto.

Mientras, usé la pistola de trion que tenía en mi mano mientras que en la otra hice un cubo de trion dividiéndolo en lo más pequeño que podía, calculaba que tendría algo más de cien proyectiles, más los que la pistola. Sin esperar una invitación, me giré hacia la puerta que se encontraba hacia la puerta que me daba acceso al próximo vagón y comencé a disparar con la pistola con el arma a la altura del pecho y usé diez de los pequeños cubos de trion de la misma forma que la pistola mientras avanzaba hacia dicha puerta.

Posiblemente no fuese la mejor estrategia que tenía, pero debía empezar a dejar de jugar al pilla pilla con aquellos tipos si quería salir vivo, una vez generase algunas bajas intentaría aumentar mi número de sombras para igualar la situación.

resumen:

¡Maquillaje! ¿Maquillaje? Maquillaje... Tenía pinta que era lo que había en ese papelito, aunque con las caladas que estaba metiendo Goldy me preguntaba ¿Cómo había podido olerlo? A lo mejor llevaba tal colocón que le había parecido oler eso y la realidad era diferente. Pero viendo la resistencia que tenía a lo que fuera que estaba fumando no tenía muchas esperanzas. El plan B estaba fallando y no tenía pinta de que me quisiera dejar solo, no por lo menos durante mucho tiempo. Él seguía a lo suyo, sin dar señales de que sospechase de mi, pero el tiempo pasaba y el tren se acercaba a su objetivo. Quería sacar algo de todo esto antes de llegar a la capital y me juntasen con esta panda, no me convenía tener todos estos crímenes asociados a mí. Si la situación se volvía desesperada podía intentar sabotear el tren... Pero eso estaba demostrando ser más difícil que encontrar algo valioso entre tanta máquina.

Goldy, por su parte seguía insistiendo en que lo siguiese hasta la cabina donde estaba Benny. No me venía bien tener más ojos cerca, pero dado lo entusiasta que se escuchaba su canción dudaba que reparase demasiado en mí. A lo mejor si Goldy pensaba que estaba a salvo se largaría a otro sitio y yo podría hacer lo mío. Me había quitado el ojo de encima un momento pensando que lo seguiría, no tenía muchas opciones y mi mano no tenía cartas preparadas. Tenía que ver las que me daban si llegaba a la locomotora.

Suspiré resignándome a que ahora no me quedaba más opción que seguirle la corriente. Puede que arriba la fortuna me sonriese, o puede que este tren se llenase de intentos de héroe buscando llevarse la gloria intentado satisfacer su ego con una máscara de justiciero altruista, tratando de llevar un final épico el villano de la historia mediante el uso de violencia desmedida que, en su cabeza, sonaba como la sonata de la justicia. Y claro, cuando juntabas muchos de esos en un sitio nadie lo decía pero no eran tan estúpidos de dejar que le levantasen ser el objeto de elogios delante de sus narices. El reconocimiento y la falta de validación eran adictivos, fuera cual fuera tu motivación, y pocos sabían apartarse y dejar trabajar a otros. En mi cabeza hacía apuestas silenciosas ¿Cuántos ataques fallarán por culpa de haber demasiados? ¿Cuántas veces se escapará Benny gracias a la intervención de alguien que "sólo estaba ayudando"? y, lo más gracioso de todo ¿Cuántos se pelearán por dar el golpe de gracia al pirata?

Una cosa tenía clara, una vez se desatase ese pandemonio no quería tener nada que ver con lo que fuera que liasen, había otras formas de hacer las cosas que no fuera por fuerza bruta.

- Oh... Parece que tenemos a nuestra primera participante... - Susurré al escuchar la voz.

Resumen:

Notó la amenazadora escopeta del enmascarado y se quedó quieto, relajándose solo cuando decidió apuntar hacia otro lado. Prestó atención a sus palabras y le dio la razón, asintiendo con la cabeza. Como médico también sería útil que estuviera en Nanohana o cualquier otro pueblo del Reino de Arabasta, pero se había emborrachado la noche anterior y se había despertado en el tren. No era un hombre partidario de las salidas a beber con desconocidos, solo se había dejado llevar. Aun así, Prometeo era más que solo un médico: era un médico de guerra. Tenía la obligación de estar allí donde los fusiles tronasen y el choque de las espadas chirriase.

-Sigan su camino, nosotros no intervendremos -respondió el revolucionario con su voz áspera pero afable-, y si alguno de ustedes termina herido, no hace falta ir hasta Nanohana: los sanaremos en este vagón.

Por alguna razón, el compañero del escopetero también había aprovechado el momento para criticar las acciones de los revolucionarios. ¿Acaso lo estaban haciendo mal? ¿O era una extraña forma de decir que no les gustaba el estofado de verduras? Los carnívoros todavía seguían de moda. De la misma manera que aceptaba a los veganos, Prometeo le dirigió una sonrisa pacífica al hombre que cuestionaba el impacto de sus acciones.

-Detrás de cada estadística hay vidas reales que desearías salvar. Mis métodos pueden no tener un impacto real, pero si estás herido en combate, haré todo lo posible por salvarte y, más allá de cualquier número, habré tenido un impacto real en ti -respondió al otro agente con expresión serena y, si se lo permitía, agregaría-: Es cierto que estamos en bandos contrarios, pero eso no nos convierte en malos hombres. Buena suerte.

Al mismo tiempo que los agentes sermoneaban a Prometeo, un androide desconfigurado atacaba a los piratas del tren. No mostraba interés ninguno en la conversación ni en la estación médica, mucho menos en el exquisito estofado que el revolucionario estaba preparando. Solo se dedicó a machacar a todo el que estuviera en su camino, empeorando la situación para lo que Prometeo estaba próximo de hacer.

Buscó un lugar un tanto más alto para tener las vistas del visionario, de aquel que conduciría a los hombres por el fogoso camino de la rebeldía, y encontró un banquito de madera que le daba unos escasos veinte centímetros adicionales. Tendría que tomar prestado el rol del Comandante en situaciones críticas como esa y no estaba seguro de haber aprendido todo lo necesario, pero lo iba a intentar. No sabía si el MANUAL lo permitía ni si tendría efecto en los piratas a los que solo les esperaba la muerte. Era la única forma que se le ocurría de poder salvarlos de individuos como el androide desconfigurado.

-¡Escuchen con atención, camaradas del mar! ¡Escuchen y luego coman estofado hasta vomitar! -anunció Prometeo sobre el banquito, sosteniendo un cucharón con el que golpeaba la olla para llamar a los piratas. Comenzar el discurso era la parte más difícil de todas-. ¿No están cansados de ser tratados como simples piratas sin siquiera nombre? Oh, es cierto: sus jefes no conocen sus nombres. Tú debes ser el de las pistolas y tú el de las escobas. Tú tienes pinta de ser el escopetas. Los han golpeado, disparado y acuchillado, y ninguno de sus jefes ha venido a salvarlos -continuó, deteniéndose unos segundos de suspenso para aclararse la garganta y analizar el momento con la mirada-. Pero eso no sucede en la Revolución. Los camaradas usamos los mismos camarines. Boina grande o boina chica comemos tres veces al día. Y, si son los favoritos del Comandante, tendrán clases de protesta y desorden público una vez a la semana -terminó para darse cuenta de que faltaba un final apropiado. De su anillo hizo aparecer un libro grande y que brillaba por sí mismo como una estrella en la oscuridad: el MANUAL-. ¡Únanse a las filas del Comandante y conságrense a las enseñanzas del MANUAL!

Resumen:

El viaje fue rápido aunque al parecer al capitán no le sentó bien tanta turbulencia, Berry entre tantas costuras y otros arreglos apenas sentía algo más. Cuando finalmente aterrizaron la mink saltó de algodón de azucar cayendo con estilo, sus heridas estaban aseguradas y mientras no hiciera esfuerzos brutos no molestarían además de tener a Anagumitsu cerca por las dudas. Crujió sus nudillos mientras se ajustaba los guantes de acero, preparando su electro para acabar con quienes conducieran esa locura.

—¡Muy bien piratas les ha llegado la hora! ¡Detengan esto por las buenas o por las malas!—

Fue entonces cuando escuchó una voz, un vigía que hizo aparecer a unos cuantos matones apuntando. Berry sonrió, les observó preparar sus armas mientras se colocaba frentre a todos sus compañeros tomando su forma de esfinge como un escudo humano.

—¡Todos detrás de mí! ¡Tekkai!—

La ahora esfinge de cinco metros endureció su cuerpo mientras las balas rebotaban en su dura piel, algunas balas seguían de largo pero quienes se pusieran detrás de ella estarían a buen resguardo. Tras detenerse, la mink utilizó una de sus garras para barrer a una buena cantidad de piratas, era salvaje y con ese aspecto de esfinge no parecía cambiar mucho, al menos su rostro era guapo.

—¡Ingriiid! ¿Cómo se ven las alturas? ¿Hay alguno más? ¡Te ves bien hermosa como siempre!—

Berry saludó a la marine a los gritos mientras agitaba los brazos ahora garras llenas de sangre enemiga, aterrizando como un fiero animal alado sobre la locomotora. Siguio usando sus zarpas como armas hasta que tras ver que los enemigos seguían apareciendo, tomó un trozo de metal para usarlo como porra y aplastar a tantos como veía.

—¡Nadie daña a mis amigos sucios piratas ladrones y malditos!—

Al parecer el hecho de poner en peligro a Anagumitsu, Iulia, Alpha descompuesto y su amiga marine habían puesto de muy mal humor a la esfinge que parecía solo saciarse al dejarlos como picadillo sobre la locomotora que empezaba a teñirse de sangre, no era extraño un paisaje así cuando Berry luchaba por proteger a quienes quería nunca le importaba lo que otros pudiesen pensar.

—¡¿Creen que pueden meterse con mis amigos?! ¡¿Quieren que vuele esto a pedazos también?!—

Rugió mientras avanzaba como un león hacia sus presas, sintiendo el aroma de Elyria cerca.

—¡Elyyyy! Llegas justo a tiempo, si queremos terminar con este infierno debemos exterminar a estos malditos criminales. ¡Te cubro las espaldas!—

Rugió otra vez,en esta ocasión con mucho más entusiasmo. Avanzando hacia delante, intentando aplastar con la gruesa lámina de metal a tantos enemigos como vieran sus ojos. Se le notaba de bastante mal genio y más tras tener que interrumpir su viaje por culpa de esos locos.

Resumen:

Ni rastro del bandido. Rokuro dejó atrás la puerta del quinto vagón, y aún centrándose activamente en la búsqueda de aquel hombre, le fue imposible dar con él. Se había volatilizado. ¿Había tardado mucho en ir tras él? Era posible.

Entró en el cuarto vagón, donde un poderoso disparo le recibió nada más entrar. El agente Ral, o debería decir la agente Ral —algo que, si bien le sorprendió, no fue impactante—, acaba de abrir un boquete en el suelo del vagón. «Tratará de seguir su plan para detener el tren» dedujo. La agente Ral había dedicado sus esfuerzos a detener el avance del vehículo mientras el resto se dedicaban a disminuir el número de soldados enemigos.

Una vez determinó que lo mejor era dejar a la agente con su plan, estudió su alrededor. Desde luego, Matt se encontraba en el techo del vagón, haciendo cosas de Matt. Su compañero arácnido robótico había desempeñado un espectacular papel a la hora de reducir los efectivos piratas, y poco lo que tenía que comentarle. Aunque, por otro lado, como superior debía de ejercer cierta retroalimentación para que supiera que iba por el buen camino y debía seguir así.

—Muy bien, Matt —le dijo a su compañero—. Ahora puedes bajar y seguir actuando según los parámetros iniciales establecidos para la misión.

«Ahí está» pensó al enfocar a un hombre al fondo del vagón, en una esquina, bien cubierto mientras sostenía su arma. Preparado para reaccionar ante la más mínima amenaza. Rokuro logró mantener contacto visual unos segundos con el hombre, lo suficiente para hacerle comprender que no tenía por qué esconderse, pero algo más preocupante que un mercenario de lealtad dudosa llamó su atención. Las llamas de la Revolución.

A un lado, cerca de un improvisado puesto de cocina —que olía francamente bien, todo había que decirlo—, había un peculiar hombre quién se había subido a un pequeño escalón para poder ser visto y oído por todos, aunque con poco éxito debido a la carnicería que había estado efectuando Matt. Aún así, aquel discurso adoctrinador no le había gustado lo más mínimo, y menos todavía al descubrir de quién se trataba. No lo había conocido en persona, pero sin duda aquel hombre de pelo blanco era Prometeo, un oficial miembro de la Armada Revolucionaria. Aunque no tenía mucha información sobre su persona, su mera presencia no resultaba nada alentadora.

El revolucionario sacó mágicamente un libro, algo más gordo que un diccionario, y pidió a los piratas que se unieran a él. «Lo que nos faltaba —pensó mientras lo observaba agitar el libro—. No podemos permitir que hayan más conflictos internos». Rokuro, desde su posición, sacó un cuchillo kunai, lo giró sobre su mano y lo lanzó hacia Prometeo. El cuchillo se clavó en la tapa del voluminoso tomo, que fue arrojado con fuerza hacia atrás. Cayó al suelo con un estrepitoso ruido y, lanzando una mirada cargada de autoridad a los pocos soldados que habían estado escuchando al revolucionario para que se apartaran de su camino, se acercó al predicador.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó, dando a entender que no le preocupaba tanto su persona como el hecho de que la Revolución se hubiera movilizado—. ¿Estáis aliados con estos piratas? No lo creo, porque en ese caso hubierais atacado a mis compañeros, pero... ¿Qué pretendéis? ¿Llevaros el mérito cuando detengamos el tren? No vamos a permitir que utilicéis nuestro éxito como propaganda para engrosar vuestras filas.

Entonces se percató de que no solo habían preparado un puesto de comida, sino también una enfermería. ¡Una enfermería! En mitad de la embarcación enemiga.

—¿Estáis tratando y curando a los piratas que pretenden arrasar esta isla? —recriminó señalando el puesto de enfermería—. ¡Y vosotros os hacéis llamar aliados del pueblo! Tú no eres ningún joven iluso que cree que puede salvarlos a todos. Para llegar a dónde has llegado has tenido que pasar por cosas. Cosas que hacen ver a un hombre la realidad del mundo. ¡Y aún estás ayudando al enemigo! Vete de aquí y deja de entorpecernos, o si no tendremos que detenerte junto a Benny D. Souto.

Resumen:

La explosión habría retumbado los tímpanos de Matt... Sí tuviera, ahora mismo son sensores y esas cosas que no entiendo. Empuñó nuevamente el arma, había localizado a una pirata que estaba curando a los demás heridos por lo que era una prioridad, había calculado el salto, colocarse tras de la mujer y con su arma hacerle la de María Antonieta de Austria y Reina consorte de Francia... Pero justo antes de saltar y rebanarle el pescuezo junto al palo de la escoba, una voz familiar y autoritaria se hizo presente, dando ordenes de ponerse en otra estrategia. Matt saltó, sí, pero después de correr un poco por el techo para caer al lado de Rokuro evitando el gran agujero. En medio del salto (No va a ser Ely la única que haga cosas chulis) se... Vale, Matt no es de edulcorar las cosas, dejemos lo bonito a esa repipi de la marina... Que cayó al lado del soldado al cargo en su forma humana... (Bueno, humana...)

Le importaba bien poco que la gente supiera su forma, iban a morir todos igualmente. Se quedó observando a todos los presentes mientras ponía la espada a su espalda y cambiaba las luces de su visor a un color azul. Ahora los demás lo tenían fácil, Matt ya no era una máquina de matar, simplemente era un agente que si no había una amenaza directa no atacaría. Aún así, no dejaba de observar a todos los presentes, si alguno se movía raro, agarraba un arma o se ponía a barrer, la Mattanza volvería a surgir...

El análisis actual estaba en positivo por parte de los agentes del gobierno (O eso creía Matt) Omega estaba en la vanguardia y en el vagón actual habían tres agentes más en plena forma, sin heridas reseñables, podían seguir adelante, pero los demás quizás si necesitaban un respiro, así que con total tranquilidad, Matt se puso a hacer cola para conseguir dos platos de ese estofado de rata, uno para el agente RAL y el otro para Kurokage... Un estomago lleno era un estomago feliz...

Spoiler:

Aunque había hecho todo lo posible por resaltar, Alpha no se dio cuenta de mi entrada triunfal y continuó su camino, estaba por seguir sus pasos cuando me pude percatar de algo desconcertante: decenas de tripulantes subían por el vagón comandados por un sujeto imponente. Aquel sujeto cargaba con una caña y dirigía a la pequeña tropa de tripulantes con mucha eficiencia, no tardarían mucho en darse cuenta de mi presencia.

La situación no pintaba del todo bien, el tren era un caos por el choque de recién, la tripulación actuaba sin coordinación y si dejaba que tomaran un buen ritmo otra vez, quizás no tendría otra buena oportunidad para detener el tren y obtener mi cita. Ahora bien, para seguir dispersando el caos y evitar que se reagruparan, tendría que encargarme de aquel sujeto imponente, ¿podría ganarle? Era un hombre fuerte, no cabía duda. No había tiempo para dilación, no podía preguntarrmelo simplemente tenía que hacerlo. Seguramente era uno dels oficiales de la tripulación y si lograba derrotarlo, todos esos súbitos extras quedarían a su santa voluntad.

Desenfundé mis espadas. El momento de cargar contra él era ese, quizás tomándolo por sorpresa una brecha podría abrirse. Aceleré y acorté la distancia entre los dos, algunos tripulantes despistados se quedaban boquiabiertos ante la silueta dinosáurica que pasaba como un destello frente a ellos. Me lancé con ambas espadas de frente antes que siquiera pudieran darle aviso a su oficial. Para mi sorpresa, el sujeto reaccionó de manera impecable y utilizó su caña para bloquear mi doble tajo frontal. Saltaron chispas y se escuchó ese chirrido típico de cuando nos metales están chocando, ¿cómo había detenido dos espadas con una simple caña? Mi enemigo sonrió y, por el impacto, retrocedió un poco mientras yo daba un pequeño salto hacia atrás para recomponer mi postura.

Era un enemigo fuerte, no había duda. Sonreí un poco como muestra de mi nerviosismo, tenía un largo tiempo que no sentía ese latir en mi corazón. Ahora estábamos sobre el tren, así que no debería haber mayor problema con el asunto del fuego.

-Flare.

Las flamas recubrieron mis espadas poco a poco hasta prenderse por completo, cuando estuvieron listas me volví a lanzar en su contra. Aunque breve, fue un intenso intercambio de golpes entre su caña y mis espadas flamígeras. Entre el chirrido de los metales chocando, uno de mis tajos alcanzó a dañar su brazo izquierdo, dejándolo en llamas, pero antes cantar victoria, el maldito asestó un cañazo en mi estómago que me hizo retroceder.

Resumen :

Bueno, así como lo dicta el destino. Viajar rápido no te ha sentado muy bien. Digamos que no fue muy agradable el hecho que echaras el desayuno por un costado, pero realmente el tener un mal sabor de boca durante un rato era lo menos que tenía que preocuparte. Al caer en el techo del vagón, respiraste profundamente. Lo primeros que haces es tomar la cantimplora de café que siempre llevas en las alforjas y dar un sorbo. No lo tragas. Literalmente comienzas a enjuagar tu boca con café, buscando eliminar el mal sabor de boca. Escupiendo luego a un lado. Tu expresión sigue siendo muy poco amigable.  Pero ahora, estas en silencio.  Berry les indica que se cubran detrás de ella, cosa que tú y los tuyos hacen sin pensarlo mucho. Luego de eso, a tu chica se le nota muy enojada y se lanza al ataque.

Das un suspiro, al parecer tú no eres el único enojado. Poco haces en dedicarle un par de mirada a los marines que están presentes. Sinceramente, no te llaman mucho la atención y no tienes mera intención de decirles nada. En tu mente, estas de cacería buscado un objetivo importante.  Ahora, en donde se encontraban, prácticamente era muy parecido a un barco. De hecho, era uno pero sin velas. Estabas rodeado de un sinfín de enemigos. En escenarios así… te rentaba más intentar luchar con Knight, en vez de tu alabarda.  Tomaste el escudo y la espada. Muy animadamente Logi y Thor se acercan a ti.

-¿Es momento, Alpha? – Te preguntan los dos al unísono. - ¿Es momento de cantar y luchar? – Preguntaron una vez más.

De hecho, esa expresión juguetona, tétrica y sínica acompañada con esa sonrisa por parte de tus homies te hizo sonreír un poco y recuperar un poco tu buen humor.  Sus existencias eran curiosas. Pero en parte, las comprendías. Después de todo, forman parte de ti. Incluso si cada uno forma parte de algo diferente de ti, todos compartían cierto apetito por la batalla.  Además, lo que ellos te decían, no estaba muy lejos de la realidad.

Todos los presentes… están en tu terreno de caza.


Comenzaste a cantar mientras te preparabas. Te preguntabas quien de tus tripulantes te seguiría la canción después la primera estrofa. El fuego y la nube ladeaban la cabeza de un lado felizmente.  Terminaste de ajustar el escudo en tu antebrazo izquierda mientras tomabas la espada con la diestra con bastante soltura. Diste un salto sobre la nube, la cual se tornó negra y relampagueante.  Por su parte, el fuego por su parte se postro sobre ti. Empuñaste la espada con tu mano izquierda un momento y con la diestra tomaste a Logi.  En tu mano, era una bola de fuego de dos metros. Alli te lanzas a ayudar a Berry a limpiar enemigos, utilizas a lógico como un puño de fuego enorme.  Tu objetivo era intentar limpiar la mayor cantidad de enemigos del lugar.  Aunque era una imagen curiosa la de tu persona. Un joven montado sobre una nube utilizando una flama como puño. Cualquiera pensaría que era algo de otro mundo.



Thor y Logi comenzaron a cantar mientras tú seguías intentado acabar con el fuego a tus enemigos. Aunque, aun no sonreías del todo. Solo se te notaba más animado. Tratando de disfrutar de esta batalla.

ha tu manera, por supuesto.

Resumen:

Tomar la ofensiva parecía una buena idea después de todo. La sombra del escorpión sin duda alguna estaba siendo mucho más eficiente de lo que pensaba a pesar de estar siendo algo sobrepasado por tanta gente que estaba entrando en el vagón desde la parte de atrás. Sin embargo, algo me llamó la atención cuando miré un momento atrás, y es que un tipo cuando entró al vagón le ignoró y siguió avanzando hacia mí.

Mientras, los piratas que estaban saliendo del vagón se apresuraron más aún al ver la efectividad de los disparos, que quedaba algo más de medio cargador y además de eso el cubo. Dado que los tipos aquellos intentaban por todos los medios escapar del vagón no se lo impediría más y me centraría en el nuevo invitado que no se hizo derogar en llamar mi atención.

El tipo aquel tosió un momento y luego lanzó a gran velocidad un par de cosas, no sabía lo que eran, pero sin duda alguna no serían nada bueno. Me agaché rápidamente y apoyé en el suelo la mano en la que tenía la pistola. Me centré en la sombra que cubría el suelo del vagón y realicé un cuatro disparos con el cubo, uno a cada lado del tipo aquel y otras dos por encima para evitar que saltase o se moviese a algún lado.

Cuando los proyectiles salieron del cubo activé lorategi iluna, y del suelo salieron unos brazos que agarrarían lo que tuviesen encima, en este caso el médico y varios de los piratas que había detrás de él. Si había logrado por suerte agarrar a mi objetivo principal, el médico que me había lanzado los viales, usaría cuatro disparos más del cubo directos a su pecho y dos a sus piernas para que si lograba deshacerse de ellos su movilidad estuviese limitada.

Cuando terminase, me levantaría de nuevo para estar preparado para mi oponente, llevé la pistola a mis lumbares como si la estuviese guardando, sin embargo, la guardé en la sombra y a cambio saqué la otra, quizás en este caso sería más útil de lo que me sería la primera. Además, ya tenía el cubo para compensar la pistola.

-Como les dije a tus amigos, esto podría haberse solucionado si me hubiesen dejado suicidarme a gusto en vez de pasar con un tren por mitad de un pueblo.

Resumen:

Elyria estaba subiendo las escaleras, alerta. Esa patada en la puerta había sido bastante anticlimática, la verdad, se esperaba encontrarse algo más. Aunque iba con cuidado, en cualquier momento podían lanzarse a atacarle. Aunque ahora que podía asegurar esta zona, probablemente era buena idea esperar a sus compañeros. Así que miró a Ingrid. O al rayo, supongo.

“Esperemos a Nia y a Seth, podemos mantener nuestra posición aquí y organizar mejor el ataque.”

Y entonces, escuchó el ruido de balazos. Y los gritos de la puta loca de Berry. Lo que le faltaba. No le apetecía nada tener que lidiar con esto con todo el trabajo que quedaba por hacer en el tren. Y encima estaba comportándose cómo la loca violenta, salvaje y sin cabeza ni percepción de sus alrededores que era, reventandolo todo a su paso. Ya podría haberse quedado atrás haciendo el idiota. Aunque tenía que andarse con ojo, no quería salie mal parada otra vez porque la mink era incapaz de pensar con la cabeza durante medio segundo seguido. Y para colmo, le estaba llegando un olos horrible a vómito de entre la pólvora. ¿Qué demonios comía la gente?

“Deja de comportarte como una loca sin cabeza, zorra traidora,” dijo con una muesca de asco. “Sé que te cuesta, pero haz un esfuerzo. Cúbrenos y no molestes.” Al menos podría usarla. Si quería hacer de escudo humano, allá ella. Menos bajas entre sus compañeros. Y con suerte, unos criminales menos. Dos pájaros de un tiro. Si no tuviese la prioridad de parar el tren, se aseguraría de arrestarla. Una loca así no podía ser dejada en libertad.

Miró rápidamente a Ingrid de nuevo, y asintió con la cabeza. “Cuando lleguen esos dos, cargamos contra la locomotora. Ve preparándote, puedo sentir una fuerza abrumadora en la misma dirección que esta música del demonio y me preocupa. Va a ser difícil, pero es nuestro trabajo detener a estos asesinos.”

Suspiró, y escuchó a otra persona cantando en la cubierta. Cuándo se asomó, pudo ver a otros dos. Por la situación, seguramente amiguitos criminales de la zorra loca. Y llenando todo de fuego otra vez. ¿Qué obsesión tenían todos con el fuego? Y con la explosiones que ya habían ocurrido por hacer el gilipollas entre tanta pólvora… ¿Acaso llegaban a sumar más de una neurona entre todos? En cualquier caso, esta vez estaría atenta a cualquier desastre que pudieran provocar.

resumen:

Tras ver al gran murciélago pasar al vagón, a Seth le dio un poco de repelús, esos animales que cuando cagan se manchan todo el pechamen son un poco asquerosos por no decir que tienen muchas enfermedades, así que miró a Nia y con toda serenidad (Bueno, cerrando un ojo mientras el otro bailaba) -Compi Niaaaaaaaaaa, esto está plagado de plagas plagosas... Hay murciejjjjjjalos, mejor vamos a otro... - No dudó en saltar de nuevo al pato, su intención claramente era la de quedarse sobre él como en las películas del Zorro cuando salta sobre su caballo, pero este no estaba para hacer cálculos y se tubo que enganchar del cuello -¡Vamos con tu Flow!- Le gritó al pato trajeado hasta conseguir ponerse como es debido.

EL pato aceleró como si no hubiera un mañana, Seth seguía haciendo de cowboy hasta llegar donde observó que se estampaba una maldita esfinge enrome y... Espera -¡Pechyyyyy!- Gritó al reconocer a su ex-superior entrar en la locomotora, cual jinete profesional consiguió avanzar hasta la locomotora por la cual entró por donde se debe entrar, por la puerta, donde se encontró a la capitana gritando a Berry -¡Pero que son estas patas tan largas!- Bueno, caras... Cerró la puerta tras de si mostrando claramente los grados de alcohol en sangre, ladeó la cabeza hacia la izquierda y se golpeó en la oreja derecha, haciendo que de la oreja contraria cayera toda la arena que ha ido acumulando en toda esta misión -¡Ya estoy aquí! Recluta Seth para mimir! ¿Sentir? ¡¡Servir!!- Ladeo la cabeza hacia el otro lado e hizo lo mismo para luego erguirse y como si se tratara de un buen estreñimiento hizo fuerza como marcando musculo (Como un saiyan pasando a super-saiyan ¿mejor así?) Las venas de la cabeza se le hincharon cual culturista dopado, en los brazos también se marcaban hasta que por sus orificios corporales (Los de respirar imbécil) cual cafetera italiana antigua empezó a salir a presión una mezcla de, arena, sangre y cerveza que mancharía a cualquiera que estuviera cerca de el al más puro estilo "Mierda con petardo"

Tras mancharlo todo miró a su capitana -Que a gusto se queda uno...- Luego se miró la mano y tras unos segundos de observación se dio cuenta que no había hecho el saludo inicial, por lo que con ímpetu hizo el saludo, pegándose una ostia en el ojo derecho el cual se tapó inmediatamente -Tsssssssk, mi ojo...- Agarró una de las barras de hielo y la apoyó contra el suelo y su ojo modo empalamiento pero sin empalar, por la inflamación y eso...

Spoiler:

Cubrías a Elyria, comentó esperar a que llegasen los compañeros para entrar en tromba a la locomotora. Tu cometido era aguardar ordenes, no querías empeorar la situación entrando a lo loco si delante había gente peligrosa.

Agarraste el escudo con ambas manos y te preparaste para moverte todo lo rápido que fuese necesario para cubrir a tus compañeros, serías un muro móvil, el muro mas rápido de la marina. Siempre protegiendo, golpearías cuando te lo dijeran, en el fondo no querías perder la posibilidad de exculpar tus cagadas por la intervención de otros. Eso siempre ayudaba a evitar grandes broncas si tu aspecto no era suficiente.

Escuchaste a la capitana llamar traidora a la teniente Berry, “¿Que había sucedido?, te había parecido una marine comprometida durante aquella batalla. Durante el entrenamiento. ¿Cómo podía haber dado la espalda a la justicia?”, se quedó aturdida por la revelación por unos segundos, pero decidió aclarar mas tarde aquello, “Debía tratarse de una operación encubierta, seguro.” ,pensó.

Se centró en si misma, en ser consciente de su cuerpo, trató de vislumbrar a todos alrededor, tratando de activar ambos hakis, puede que su uso aun no fuera consistente o suficiente para controlarlo, pero no por ello iba a desistir de intentar usar todos los recursos a su alcance.

Una vez estuvo completamente concentrada y lista para entrar en acción tomó su forma elemental e invadió completamente los metales alrededor de la capitana, ya no era solo algo de electricidad avisando de su presencia. Dejó de existir fuera del tren para ser una gran masa de electricidad, un gran arco eléctrico en torno a la capitana. Solo había usado esta habilidad durante su entrenamiento, pero ya en aquella ocasión fue capaz de mantenerse en esta forma lo suficiente para revisar barrios enteros en busca de aquella mascota.

Ahora enmarcaba el interior del vagón alrededor de la capitana, como un arco voltaico continuo que iba y venia por paredes y techos, dejando espacio suficiente para que la capitana pudiese combatir, zumbando evitando que ningún rayo alcanzase a ninguno de los suyos. Prestando atención a cada presencia, tratando de ver sin ojos, de sentir y lista para emerger a la orden de su superior.

Era una ocasión de probarse a si misma, de mostrar al mundo que había venido a marcar la diferencia en la Marina.

Resumen:

Sin esperarlo mucho ya sabía donde tenía que ir -¡Ese gigantesco ser es quien me está acompañando en la travesía, es bastante fuerte y estará acompañado de su capitán pirata, creo que es ahí donde deberíamos ir, además así veremos si tiene tesoros esta cosa tan rara!- Comentó haciendo fuerza hacia el frente pues la arena picaba bastante pero tenía que seguir. No estaba cerca del borde pero por un momento pudo ver un punto negro y rosa corriendo por las dunas, quizás algún grano de arena le había dañado algún pixel del ojo, pasó de ese detalle y mientras avanzaba hacia la locomotora se atrevió a preguntar -¿Que te ha traído a Arabasta capitán?- Era curiosa pero no se esperaba encontrarse tan pronto a su capitán, y mucho menos antes de terminar su objetivo

Le encantaría pedirle a este joven, apuesto y caballeroso ser que le acompañara pero no podía poner en riesgo la vida de Yor, no ahora, por lo que se juntó con la tripulación de Alpha la cual si bien es verdad que le está cogiendo cariño, en un principio eran peones a los que sacrificar no le traería remordimientos de conciencia, por otra parte eran fuertes si la misión de la herrera les traía problemas, podrían derribar cualquier obstáculo... O casi cualquier...

-Siento haberme marchado, pero aún no puedo volver... Cuando termine te encontraré- Dijo sin mirar atrás pues no podría pronunciar esa frase mientras esos ojos de mirada tan luminosa le observaban fijamente. De un salto pasó de un vagón a otro intentando llegar lo antes posible a la locomotora, encima del techo no era precisamente cómoda la situación.
Consiguió llegar hasta el último vagón donde bajó por el hueco y al abrir la puerta algo le explotó en la cara... Con sus dos manos se quitó la porquería cual guerrillero perdido en la jungla y miró con muy mala ostia a la cosa rosa, para luego ver que era un marine y detrás otro, y otro y otro y.. A no, esa es Berry y de pronto un campo de truenos, rayos y centellas aparece delante de sus ojos, por lo que se cubre con la pared exterior cerrando la puerta del susto -¡Hay una tormenta ahí dentro!- Le grita a Yor antes de que entre...

No daba crédito pero como no es la primera cosa rara que ve, en seguida cae en la cuenta, hay mucha gente rara y fuerte en esta cosa, ¿Usuaria?

Spoiler:

Al entrar en el vagón, me encontré con un caos indescriptible. Los bandidos, con expresiones de sorpresa y furia, apenas tuvieron tiempo de reaccionar ante mi violenta entrada. Tras identificarme como CP no había mas que pensar, si hay hostiles deben ser erradicados por el bien de la isla y del gobierno mundial. Sin dudarlo, me lancé contra ellos, convertido en un imponente oso cavernario de mas de 7 metros, con mis garras listas para desgarrar y mis colmillos ansiosos por la carne de los criminales.

Había un hombre, bueno un ser casi de pesadilla allí, tal vez fuera su oficial, en cualquier caso no resultaba activamente hostil hacia mi y si quería poderle hacer frente mejor que no tuviera a sus palmeros en condiciones de luchar.

Todo pasó muy rápido, el sonido de los cristales estallando aún resonaba en el vagón cuando me abalancé sobre el grupo más cercano de bandidos que portaban armas. Mis poderosos golpes y mi furia desatada los barrieron como hojas secas ante un vendaval, no vieron ni que los atacó. Con cada movimiento, sentía cómo la adrenalina corría por mis venas, alimentando mi ferocidad y mi determinación.

Los bandidos intentaron resistir e incluso me apuntaron con sus armas, pero estaban abrumados por la situación. Mis garras se hundían en sus cuerpos, desgarrando la carne y dejando un rastro de sangre en mi estela. No había piedad; después de todo, eran criminales que amenazaban la seguridad de la región y del gobierno mundial. Cada cadáver nuevo no era una victima, era un aviso de lo que iba a suceder a todo el mundo que no rindiese las armas y se pusiera a besar el suelo.

Uno por uno, cayeron alrededor de 12 hombres bajo mis embates, hasta que el vagón quedó cubierto por un manto de sangre y envuelto en una agonía de aquellos con heridas fatales, pero a los que aún les quedaba un aliento de vida. La violencia del enfrentamiento me había permitido sacar lo que tanto tiempo llevaba dentro, me había permitido tomar contacto por primera vez con aquello para lo que fue forjado.

Soy el Agente 810 y soy un arma humana, solo necesito seguir puliéndome hasta ser el mejor.

Al final, cuando la mayoría estaban demasiado asustados como para seguir combatiendo, me detuve al lado de una montonera de cajas de suministros, cubriéndome mientras recuperaba el aliento y evaluaba la situación. Sabía que aún quedaba trabajo por hacer, pero no era un loco suicida. Con paso firme y decidido, puse a mi espalda un rincón del vagón sin nadie vivo y observé la reacción del demonio ante mi antes de lanzarme al ataque. Tenía pinta de ser un rival fuera de lo habitual.

Resumen:

Mi cara la cual estaba DETRÁS DE UNA MASCARA al igual que mi calva... Tapaba la expresión de sorpresa máxima que se me quedó al ver que aquél dibujo no era un dibujo, era un compañero del "Shinigami" algo que aterraba a la misma medida que la sorpresa. Aún tenía el pitido en mis oídos del disparo suicida de aquella insensata que se le ocurrió agujerear el suelo con todo lo que podría haber salido mal. No me gustaba la sensación, muchos soldados del gobierno, muchos enemigos, este vagón era un pequeño hospital improvisado que no tenía interés y no había venido por ninguno de ellos, por lo que con sigilo salgo por la misma puerta que entré y con total tranquilidad como si fuera Spiderman aún que no se quien es ese, empiezo a caminar por la pared hasta llegar al techo por donde camino también sin mucho problema ya que uso el poder de mi fruta para imantar mis pies y poder tener un agarre estable.

Observé a mucha gente en el techo, parecía más concurrido que dentro de los vagones pero no era de mi interés. Apunté a los que vi con la mirilla del arma (Yor, Hikari...) pero estaban lejos, la arena no me permitía ver bien quienes eran (Por suerte para Yor) Lo que si estaba claro es que no eran Christa. Avancé hasta el sigueinte vagón pero no salté, baje por la pared donde vi a un ser rosa saltar y a una marine pelirroja con cara de pocos amigos -A los buenos días- Comenté con total tranquilidad mientras seguía caminando por la pared del siguiente vagón (el 3), como el que no quiere la cosa. No subí al techo hasta mirar primero quien había dentro del vagón pero con todo el caos, muerte y sufrimiento que vi en un simple vistazo, preferí pensar que ahí no estaba la muchacha. Y al llegar al techo de este me dispuse a atravesarlo.

Al llegar al anclaje del vagón dos al tres, observé en el interior del segundo tramo del tren/barco a Christa quien estaba dándolo todo con sus compañeros peludos. No me hacía falta saber más, desde fuera del vagón, sin acceder a el, abrí la puerta y me puse a cubrir a su animal, sabía que si este quedaba libre, Christa estaría en su salsa por lo que sin dudarlo disparé una buena salva de proyectiles contra el perro del enemigo... Osea, el perro del perro del enemigo, su can no perro de adjetivo bueno da igual, que disparé al puñetero perro coño

Spoiler: