Estaba enfadado, muy enfadado. Y tú en silencio, todavía superada por la situación. En menos de un segundo la tetería de Nanohana se había convertido en escombros sobre nuestra cabeza y te quedaste paralizada sin saber qué hacer, sin saber qué pensar, sin poder reaccionar. Pero yo sí pude. Como siempre que tu terror me arrastraba estaba preparado, aunque no esperaba encontrarme con lo que vi cuando todo terminó: Dejándonos atrás un grotesco tren avanzaba, una máquina abigarrada que se movía sobre gigantescas ruedas de paleta.
Respiré hondo hasta serenarme mientras la oscuridad me vestía. Ajusté el parche cuidadosamente, me coloqué bien las mangas del chaquetón y refresqué un poco las plumas del sombrero. Para aquella ocasión, eso sí, me coloqué las alas de la libertad en lugar de cinturón. Ese era el hombre que estábamos esperando: Benny D. Souto, aunque no habría imaginado que su tren fuese tan grande. Ni que se moviese libremente, ni por tierra, pero el hecho era que lo estaba haciendo. Negué con la cabeza mientras desenfundaba la pistola, disparaba una primera bala de oscuridad y el primer garfio de las alas salía tras él, atrapándolo y llevándome con él a una velocidad que apenas podía medir.
Era doloroso; siempre lo era. El primer impulso de la aceleración nos forzaba una postura concreta y tiraba de nosotros como si pretendiese partirnos, pero pronto se estabilizó, y entonces extendí las alas para elevarme a los cielos, recogiendo el riel mientras sonreía con emoción. ¿Cuánto tiempo llevaba sin volar? El plumaje arcoíris del chaquetón era escasamente discreto, pero no importaba: El tren estaba robando toda la atención, muy probablemente. Y yo iba muy deprisa, tanto que casi no pude ni contar los vagones antes de adelantar el tren completamente, pero eché a dar vueltas tratando de frenar mientras contemplaba la artillería de los vagones llevarse por delante la vida de un gran número de soldados locales mientras... ¿Eso era un pez montado en un gallo montado en un súper pato? Igual no veía tan bien como creía, pero no importaba. El tren levantaba tanta arena que descender sobre él podía resultar imposible, aunque la locomotora... Sobre ella apenas había arena flotando, por lo que era una posibilidad... No, no podía ir a por Benny directamente o toda su tripulación se me echaría encima. Sin embargo, una incursión rápida en los vagones podría funcionar. Especialmente si podía hacerlo discretamente... O no, ¿para qué? Sonreí con malicia; tenía una idea.
Di un par de vueltas más mientras planeaba, calculando sin descanso para que mi velocidad no fuese excesiva cuando me pegase al tren y, con cierta precisión, conseguí subirme al anclaje que unía el primer vagón con el segundo. Me habría gustado hacerlo entre el cuarto y el quinto, pero habría decelerado demasiado y la ganancia de inercia sería un golpe muy duro que no podía permitirme. En fin... Hora de trabajar.
Abrí la portezuela al segundo vagón mientras una masa oscura se formaba a mis pies rápidamente, aunque no tardó en compactarse en seis pequeñas esferas del tamaño de una bola de billar girando en mi brazo, cada una enlazada a mí por un pequeño cable de oscuridad. Cuando el primero de los presentes me dirigió una mirada todas ellas comenzaron a mostrar una poderosa fuerza de atracción, algo superior a la que la propia Tierra podía ejercer aunque con un rango mucho más reducido. La sorpresa y la nueva gravedad hicieron caer a casi todos, que empezaron a resbalar hacia la fuerza. Algunos, incluso, cayeron hacia ella. Unos pocos llegaron a atravesar la puerta, saliendo despedidos contra el primer vagón y cayendo bajo él en el proceso, y cuando los primeros fueron llegando yo fusioné todas las esferas en una más grande y poderosa, lo bastante para que cualquiera en el vagón se viese irremediablemente atraído. Una caída insuficiente para acabar con ellos, pero toda esa gente se asfixiaría entre ella fácilmente, por no hablar de la presión que debían estar sufriendo en sus adentros. O quizá... ¿Debía hacerlo? No, mejor no. ¿O sí?
Abrí de una patada la puerta del primer vagón y con un poderoso lanzamiento dejé que la esfera de oscuridad, con todo su poder, corriese a gran velocidad por él. Algunos cuerpos salieron volando del segundo vagón, ya inertes, aunque otros ocuparon su lugar bloqueando la puerta mientras, en el primero, la gente empezaba a volar. Y estaba deseando dar el siguiente paso.
Respiré hondo hasta serenarme mientras la oscuridad me vestía. Ajusté el parche cuidadosamente, me coloqué bien las mangas del chaquetón y refresqué un poco las plumas del sombrero. Para aquella ocasión, eso sí, me coloqué las alas de la libertad en lugar de cinturón. Ese era el hombre que estábamos esperando: Benny D. Souto, aunque no habría imaginado que su tren fuese tan grande. Ni que se moviese libremente, ni por tierra, pero el hecho era que lo estaba haciendo. Negué con la cabeza mientras desenfundaba la pistola, disparaba una primera bala de oscuridad y el primer garfio de las alas salía tras él, atrapándolo y llevándome con él a una velocidad que apenas podía medir.
Era doloroso; siempre lo era. El primer impulso de la aceleración nos forzaba una postura concreta y tiraba de nosotros como si pretendiese partirnos, pero pronto se estabilizó, y entonces extendí las alas para elevarme a los cielos, recogiendo el riel mientras sonreía con emoción. ¿Cuánto tiempo llevaba sin volar? El plumaje arcoíris del chaquetón era escasamente discreto, pero no importaba: El tren estaba robando toda la atención, muy probablemente. Y yo iba muy deprisa, tanto que casi no pude ni contar los vagones antes de adelantar el tren completamente, pero eché a dar vueltas tratando de frenar mientras contemplaba la artillería de los vagones llevarse por delante la vida de un gran número de soldados locales mientras... ¿Eso era un pez montado en un gallo montado en un súper pato? Igual no veía tan bien como creía, pero no importaba. El tren levantaba tanta arena que descender sobre él podía resultar imposible, aunque la locomotora... Sobre ella apenas había arena flotando, por lo que era una posibilidad... No, no podía ir a por Benny directamente o toda su tripulación se me echaría encima. Sin embargo, una incursión rápida en los vagones podría funcionar. Especialmente si podía hacerlo discretamente... O no, ¿para qué? Sonreí con malicia; tenía una idea.
Di un par de vueltas más mientras planeaba, calculando sin descanso para que mi velocidad no fuese excesiva cuando me pegase al tren y, con cierta precisión, conseguí subirme al anclaje que unía el primer vagón con el segundo. Me habría gustado hacerlo entre el cuarto y el quinto, pero habría decelerado demasiado y la ganancia de inercia sería un golpe muy duro que no podía permitirme. En fin... Hora de trabajar.
Abrí la portezuela al segundo vagón mientras una masa oscura se formaba a mis pies rápidamente, aunque no tardó en compactarse en seis pequeñas esferas del tamaño de una bola de billar girando en mi brazo, cada una enlazada a mí por un pequeño cable de oscuridad. Cuando el primero de los presentes me dirigió una mirada todas ellas comenzaron a mostrar una poderosa fuerza de atracción, algo superior a la que la propia Tierra podía ejercer aunque con un rango mucho más reducido. La sorpresa y la nueva gravedad hicieron caer a casi todos, que empezaron a resbalar hacia la fuerza. Algunos, incluso, cayeron hacia ella. Unos pocos llegaron a atravesar la puerta, saliendo despedidos contra el primer vagón y cayendo bajo él en el proceso, y cuando los primeros fueron llegando yo fusioné todas las esferas en una más grande y poderosa, lo bastante para que cualquiera en el vagón se viese irremediablemente atraído. Una caída insuficiente para acabar con ellos, pero toda esa gente se asfixiaría entre ella fácilmente, por no hablar de la presión que debían estar sufriendo en sus adentros. O quizá... ¿Debía hacerlo? No, mejor no. ¿O sí?
Abrí de una patada la puerta del primer vagón y con un poderoso lanzamiento dejé que la esfera de oscuridad, con todo su poder, corriese a gran velocidad por él. Algunos cuerpos salieron volando del segundo vagón, ya inertes, aunque otros ocuparon su lugar bloqueando la puerta mientras, en el primero, la gente empezaba a volar. Y estaba deseando dar el siguiente paso.
- Resumen:
- Llegar al espacio entre vagones tras el 1. Generar una esfera de oscuridad híper atractiva para hacer caer a los piratas del vagón 2 contra un lado, pretendiendo que se asfixien bajo su propio peso para después lanzarla libre por el vagón uno.
Uso de Akuma [5 energía]
Aurelius Maximus
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Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
Varios
La brisa marina inundaba mis fosas nasales mientras los gritos de niños felices inundaban mis oídos.
—Maxi, Maxi, ¡hazlo otra vez! —me pedían.
Les sonreí cariñosamente y comencé a menear el pompis. Realicé el mismo baile infantil, melodía tarareada incluida, y al acabar empezaron a desternillarse de la risa. Me reí junto a ellos y caímos sobre la arena, donde no paramos de carcajear.
El resto de personas en la playa no dejaban de observarnos, algunos con miradas tiernas, otros enfadados porque les habíamos salpicado de arena al correr por su lado. Me daba igual. Hacía solo media hora que había conocido a esos niños, pero me lo estaba pasando como nunca con ellos. No recordaba la última vez que había disfrutado tanto de la playa.
—Y ahora toca… ¡La fortaleza! —grité emocionado—. ¡Hagámosla!
Y de pronto, un ejército de niños armados con palas de playa y cubos plásticos de agua empezaron a cavar en la arena con mucho ímpetu. Había diseñado, con un palo que me encontré por ahí tirado, un plano del aspecto que debía tener el castillo. Robusto pero bello, y sobre todo enorme; lo justo era que pudiésemos caber todos los que habíamos participado en él.
Tras lo que fueron varias horas de trabajo sin parar, con broncas de algunos padres de por medio —que si era explotación infantil, que si estaba invadiendo su isla por ser gyojin, lo típico—, logramos acabar la fortaleza. No conseguimos hacerle el segundo piso, pero el interior era amplio y rebosaba de personalidad, como yo. Además, por fuera, lo habíamos adornado con toda clase de conchas marinas que recogí del fondo del mar para darle un aspecto más elegante, y el resultado nos embaucó a todos. Hasta aquel fatídico momento.
Pude notar como la arena vibraba debajo de mis pies, y de pronto lo escuché. Como si una ballena hubiese emergido del mar, apareció rampante arrasando con todo a su paso.
—¡Corred! —grité apurado—. ¡Idos ya!
Los niños que estaban conmigo en el interior del castillo salieron corriendo, despavoridos. Uno de ellos, el pequeño Timmy, se tropezó y se cayó al suelo. Me acerqué a él y lo recogí, pero aquel ser devastador que había surgido del mar se nos estaba echando encima. Tomé una decisión rápida: lancé a Timmy en el último segundo antes de que nos atropellase, convirtiéndome en la única víctima. Sí, fui atropellado por aquella mole de madera y hierro que destruyó nuestro castillo, y con él, nuestros sueños. Por suerte para mí, que siempre he sido muy afortunado, la arena del castillo amortiguó el golpe y pude escapar indemne, pero aquello se había convertido en una afrenta personal.
Corrí y corrí y corrí detrás del gigantesco y largo… No sabía definirlo. Tenía un aire a barco, pero también a las lombrices de tierra que me comía de pequeño a escondidas. En fin, lo perseguí, pero mis patitas no dieron para más y poco a poco me fue dejando atrás.
Y entonces lo vi. ¡Un pollo subido sobre otro pollo! Parecían ser bastante veloces, y eran tan llamativos que me resultaba irresistible reparar en ellos. Así que tuve que hacerlo.
Realicé un sprint, saqué mi tridente y, golpeando con él fuertemente sobre una roca cercana, me impulsé para realizar un gigantesco salto, dar dos vueltas sobre mí mismo y caer a horcajadas sobre el pollo superior.
—¡Arre, pollito, arre! —grité a todo pulmón— ¡A por esa lombriz!
—Maxi, Maxi, ¡hazlo otra vez! —me pedían.
Les sonreí cariñosamente y comencé a menear el pompis. Realicé el mismo baile infantil, melodía tarareada incluida, y al acabar empezaron a desternillarse de la risa. Me reí junto a ellos y caímos sobre la arena, donde no paramos de carcajear.
El resto de personas en la playa no dejaban de observarnos, algunos con miradas tiernas, otros enfadados porque les habíamos salpicado de arena al correr por su lado. Me daba igual. Hacía solo media hora que había conocido a esos niños, pero me lo estaba pasando como nunca con ellos. No recordaba la última vez que había disfrutado tanto de la playa.
—Y ahora toca… ¡La fortaleza! —grité emocionado—. ¡Hagámosla!
Y de pronto, un ejército de niños armados con palas de playa y cubos plásticos de agua empezaron a cavar en la arena con mucho ímpetu. Había diseñado, con un palo que me encontré por ahí tirado, un plano del aspecto que debía tener el castillo. Robusto pero bello, y sobre todo enorme; lo justo era que pudiésemos caber todos los que habíamos participado en él.
Tras lo que fueron varias horas de trabajo sin parar, con broncas de algunos padres de por medio —que si era explotación infantil, que si estaba invadiendo su isla por ser gyojin, lo típico—, logramos acabar la fortaleza. No conseguimos hacerle el segundo piso, pero el interior era amplio y rebosaba de personalidad, como yo. Además, por fuera, lo habíamos adornado con toda clase de conchas marinas que recogí del fondo del mar para darle un aspecto más elegante, y el resultado nos embaucó a todos. Hasta aquel fatídico momento.
Pude notar como la arena vibraba debajo de mis pies, y de pronto lo escuché. Como si una ballena hubiese emergido del mar, apareció rampante arrasando con todo a su paso.
—¡Corred! —grité apurado—. ¡Idos ya!
Los niños que estaban conmigo en el interior del castillo salieron corriendo, despavoridos. Uno de ellos, el pequeño Timmy, se tropezó y se cayó al suelo. Me acerqué a él y lo recogí, pero aquel ser devastador que había surgido del mar se nos estaba echando encima. Tomé una decisión rápida: lancé a Timmy en el último segundo antes de que nos atropellase, convirtiéndome en la única víctima. Sí, fui atropellado por aquella mole de madera y hierro que destruyó nuestro castillo, y con él, nuestros sueños. Por suerte para mí, que siempre he sido muy afortunado, la arena del castillo amortiguó el golpe y pude escapar indemne, pero aquello se había convertido en una afrenta personal.
Corrí y corrí y corrí detrás del gigantesco y largo… No sabía definirlo. Tenía un aire a barco, pero también a las lombrices de tierra que me comía de pequeño a escondidas. En fin, lo perseguí, pero mis patitas no dieron para más y poco a poco me fue dejando atrás.
Y entonces lo vi. ¡Un pollo subido sobre otro pollo! Parecían ser bastante veloces, y eran tan llamativos que me resultaba irresistible reparar en ellos. Así que tuve que hacerlo.
Realicé un sprint, saqué mi tridente y, golpeando con él fuertemente sobre una roca cercana, me impulsé para realizar un gigantesco salto, dar dos vueltas sobre mí mismo y caer a horcajadas sobre el pollo superior.
—¡Arre, pollito, arre! —grité a todo pulmón— ¡A por esa lombriz!
Asalto al tren de Benny D. Souto
One Piece Definitive
Puntos de salud restantes: 26.900
Daño recibido: El tren de Benny D. Souto recibe daño de la siguiente manera: Atacar la estructura hace tanto daño como la destreza más su otro atributo de daño (fuerza, velocidad o precisión) menos 15. Cada técnica lanzada hace 20 puntos de daño por categoría (20 especiales, 100 definitivas). Los tripulantes ordinarios del tren pueden ser derrotados de un golpe o mediante técnicas como acción cerrada, perdiendo el encuentro 2 puntos de vida por cada uno de ellos. Destruir los 12 vagones quita 12.000 puntos de vida al encuentro.
Desanclar un vagón: Desanclar un vagón es una proeza de fuerza que requiere fuerza 10 más 1 rango por cada vagón amarrado. Desarmar el vagón 12 necesita fuerza 10 y el vagón 1 (mientras no se haya soltado lastre) fuerza 22. También puede ser roto atacándolo hasta hacerle 100 puntos de daño.
Calor: Cada tripulante derrotado incrementa el calor de un personaje en 5 puntos. Con 100 puntos de calor los oficiales se fijarán en él en lugar de en el personaje más cercano.
- Alpha:
- En efecto, la gente está en pánico porque hay un tren de dimensiones grotescas destruyéndolo todo por la ciudad, y cuando pasa cerca de ti unas siete carabinas te disparan. Pan comido para ti, pero qué afrenta.
- Judy:
- El pato avanza sin descanso para dar caza al tren, pero este toma velocidad y parece que el ave no es capaz de alcanzarlo del todo. Sin embargo in extremis eres capaz de agarrarte al vagón. Te subes a él y entras, topándote con una situación no demasiado agradable: Cientos de piratas corretean por todas partes cargando munición a los cañones mientras otros hacen guardia, volteándose muchos de ellos a mirarte porque, por si no te has dado cuenta, eres una intrusa.
– ¡Hey, qué haces a…!
Sus palabras son rotas por el sonido de una cristalera que, de hecho, se rompe. Quizá conozcas al tipo morenito que ha entrado al vagón por su cicatriz en la cara, su ropa no demasiado limpia y que nada más entrar hace un chiste malo para empezar a soltar mamporrazos por todas partes. A siete personas que deja noqueadas de un golpe, un octavo que lanza contra otros dos y va a por uno más pero trastabilla y tiene que detenerse en medio del vagón… Con mucha gente alrededor.
Yor, has llamado la atención de una persona muy particular: No parece estar muy bien de la cabeza y lleva una ametralladora que empieza a disparar contra ti. Alguna bala perdida irá a por Judy, pero ahora mismo tiene otros problemas. De hecho, los dos estáis en problemas porque a Yor le llueven treinta disparos de pistola y veinte espadazos desde diferentes ángulos, y a Judy se le acercan diez tipos que tratan de hacer carpaccio de criminal con ella. Cincuenta espadazos que se lleva la señorita.
Calor de Yor: 55.
- Ely, Ingrid y Seth:
- La arena es terriblemente molesta y se os mete por todas partes. Resulta un poco agotador porque apenas podéis respirar bien, pero por fortuna Ingrid abre el techo del vagón como si fuese una lata de sardinas y ahora hay un hueco perfecto para entrar. El problema es que muchos de los malos se fijan en vosotros y apuntan sus arcabuces hacia ahí, disparando una salva de cinco balas cada uno de los veintipico piratas que no tienen nada mejor que hacer.
Calor de Ingrid: 5.
- Nia:
- Vale, parece que te has precipitado y haces más ruido del que esperabas. Por suerte no te han visto todavía, pero escuchas un chirrido gigantesco y ves a través de la portezuela de cristal cómo el techo se abre de golpe (o parte de él), dejándose ver la gigantesca silueta de una gigante. Sí, gigantesca gigante.
- Claude y Maxi:
- ¿Os lo pasáis bien? Par de tontos. ¡Tirad contra el tren, bobos, que se os va!
- Iulia:
- Fred relincha al ritmo de “A horse with no name”. Qué guapo, tú.
- Berry, Hikari, Bartolomeo:
- Berry, una sagaz deducción: Desde luego parece un ladrón, uno no muy discreto, pero no parece importunarse por tu ataque y frente a tu primer golpe saca raudamente un plátano de su bolsillo… Espera, no es un plátano, tiene un enorme filo. ¿De verdad le cabía eso en el pantalón? El caso es que el filo rápidamente se ennegrece y detiene tu primer puñetazo fácilmente. Te duele: Notas un ligero corte entre los nudillos, sin ninguna gravedad, justo donde te ha detenido. Esquiva varios golpes, y aunque uno le da y lo manda volando varios metros cae de pie tras una voltereta en el aire.
– Eso no ha sido de muy buena edu… ¡Eh, tú, baja de ahí!
Si volteas la cabeza podrás ver a un hombre-pez atascado en una ventanilla, siendo golpeado por la culata de un rifle. Por alguna razón no le han disparado, pero acaba cayendo sobre tres tipejos a los que deja ko de un culazo. Una pena que ahora cinco pistolas apunten hacia él y cinco señores trajeados saquen espadines de duelo para cercarlo y tratar de hacerle encajar veinticinco estocadas y otros tantos tiros.
Tú, Berry, sin embargo… No vas a recibir solo eso. Con un gesto caballeroso el rubito inclina su cabeza y carga contra ti para lanzar diecisiete tajos que cortan el aire con fuerza al tiempo que dos cañones se desencajan de las ventanillas y te apuntan. Pronto estarán listos para disparar, pero por ahora preocúpate de las más de cuarenta balas que llueven sobre ti.
Calor de Bartolomeo: 15
Calor de Berry: 0
- Gareth, Miles:
- Gareth, cuando te envían a por más munición puedes sentir cómo la gravedad cambia de sentido, revolviendo tu estómago y viéndote atraído hacia la puerta trasera del vagón junto a la mayor parte de tus compañeros.
Si levantas la mirada, puedes ver cómo unos cuántos han conseguido resistir —los que se encontraban cerca de las escotillas laterales— agarrándose a dónde podían. Otros no han tenido tanta suerte y algunos cañones que también han sido arrastrados les han aplastado la cabeza. Una montaña de cuerpos se apila sobre la entrada mientras te ves dirigido hacia ella. Por suerte, eres de los últimos en caer y quedas encima de todos los soldados, hasta que desaparece la alteración de la gravedad.
Si te giras, podrás ver cómo “Ojeras” pudo resistir la caída, si se le puede llamar así, clavando su espada en el suelo del vagón y agarrándose a ella. Al acabar, se dirige hacia la multitud de cuerpos.
Miles, por tu parte ves cómo estás arrasando con gran cantidad de personas. Cuando los soldados son atraídos por tu poder, algunos salen despedidos por la puerta, cayendo justo al lado de la unión de los dos vagones y siendo atropellados por el barco-tren. El resto se queda atascado en la entrada, mientras el resto de soldados siguen cayendo sobre ellos junto a cañones, balas de cañón y diversas cajas que los aplastan y hieren de gravedad. Además, puede que algún cuerpo haya sido mutilado al pasar junto a la esfera de oscuridad.
Cuando tu poder se disipa, puedes ver cómo Morgan pudo resistir al agarrar una pata de Woody, quién estaba mordiendo con fuerza el pomo de la puerta trasera del segundo vagón.
Morgan no está nada contento, y azuza a su perro contra ti lanzándote una chuleta de cerdo bastante grasienta que te da en toda la cara. Además, con su látigo busca enredar tus piernas.
Por si fuera poco, un hombre ciego de pantalón verde y chaleco naranja se abre paso entre los cuerpos del primer vagón a base de espada para lanzarse sobre ti y atacarte con diez potentes tajos que acaban con un tajo en forma de Z que busca, ya no solo herirte, sino también derribarte.
Calor de Miles: 1500
- Morgoth:
- Se respira mal ahí en el techo. Hay tanta arena que te viene a la cabeza una película con cierto romance insulso y te dan ciertas ganas de organizar un genocidio de moradores del desierto. Pero por lo demás todo guay.
- Prometio:
- Poco a poco consigues recortar las distancias con el tren, pero de pronto comienza a coger velocidad y pierdes algo de fuelle. Estás cerca del vagón once, pero te cuesta seguirle el ritmo a la máquina y no tardas en acabar junto al 12. Sin embargo pareces bastante amenazante y los artilleros del lugar no dudan en disparar contra ti hasta tres obuses y unas cinco balas de carabina.
- Rokuro y Matt:
- Parece que vuestra entrada coge por sorpresa a todo el mundo. A vuestros pies caen los primeros diez piratas y se arma un buen barullo en el tren mientras gran parte de los tripulantes que pululaban llevando munición ahora miran hacia vosotros entre el terror y la ira. Sobre todo cuando Matt ataca a Pistolo, que encaja la onda cortante sin inmutarse… O no, porque le has cortado uno de sus guantes.
– Y… Empieza la acción.
Sin embargo tarda en empezar. Muchos tripulantes se miran a las muñecas, desesperados cuando se ven encadenados, pero poco a poco algunos parecen capaces de deshacerse de ellas: Tres de ellos se liberan lo bastante deprisa como para disparar. Dos disparan a Rokuro hasta diez disparos, mientras el tercero se centra en Matt. Pistolo, por su parte, ve el peligro de Rokuro y centra sus dieciocho disparos en él.
Calor de Rokuro: 50
- Prometeo y Elaina:
- Las cajas son cómodas, Prome, pero muy pronto un tipo te ve holgazaneando en ellas y grita “polizón”, alertando a cuanta persona hay en el lugar. Escuchas mucho alboroto, aunque también hay gente que grita otras cosas. El sonido de disparos al que tristemente ya estás tan hecho resuena en tu cabeza, pero por ahora estás a salvo. Por ahora.
Elaina, ¿qué haces ahí? Un montón de ojos te observan al momento. En un punto escuchas el grito de alguien, pero muy lejos de ti. ¿De verdad alguien más se ha colado en ese lugar? En fin, te apuntan con sus armas pero no disparan… Al principio. Dudan por un momento. No pareces una amenaza, pero has subido… Al final una andanada de 50 balas llueve contra ti.
- Mako, Christa:
- Pues por ahí va el tren. Si aceleráis igual lo pilláis, aunque tiene pinta de que subirse va a ser más difícil de lo que parece a simple vista.
- Omega:
- El vagón nueve ya no tiene techo. Ni media pared izquierda. Probablemente para volver a navegar necesiten desacoplarlo primero, pero parece complicado que el OST evite los obuses que se dirigen a él… O al gigantesco búfalo tritón que carga mugiendo salvajemente contra el vehículo. Tú por tu parte te encuentras en el interior del vagón en llamas más de un centenar de personas corriendo como pollos sin cabeza, tratando de cortar regueros de pólvora que se han producido por culpa de los impactos. Por ahora nadie se percata de tu presencia, así que quizá tengas una oportunidad.
Calor de Omega: 350
- RAL:
- No consigues hacerle mucho daño a la rueda delantera, pero la trasera temblequea y ves cómo la protección de esta se desprende casi golpeando el vehículo. Por fortuna no te da y puedes ver cómo lentamente se va separando hasta caerse. El tren pierde velocidad, pero por ahora no parece que tu táctica tenga especial efecto más allá de conseguir que tres vagones distintos se fijen en ti, tratando de impactarte cinco obuses en total.
Calor de RAL: 20
- Vanko:
- El ruido de los patos es horrible. Graznan mucho, pero van rápido. Estás muy cerca del tren y pronto podrías darle alcance.
Judy
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Akuma no mi
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¡Cojonudo! Esto si que era entrar con buen pie en la escena de un combate del todo inesperado. Yo rodeada, muchos tíos, muchas armas y yo solo con dos pistolas y un tío raro con una ametralladora. Esto solo podía significar una cosa : ¡TIENE QUE HABER UN BOTÍN DE NARICES!. Dios por fin tendría algo más de liquidez que para comprarme un bollo en la panadería de la esquina. Pero bueno primero concéntrate...porque la cosa está un poquito, solo un poquitio negra. Estaba allí en el medio de esos tipos, que parecían guardias, no muy diferentes con los que me solía apalizar en las tabernas de Whisky Peak las noches de borrachera o de luces. Me quedé tiesa como uan vara, moviendo solo los ojos, hasta que vi aquel tipo al otro lado, y a aquella maldita voz....me cago en la puta...¡reconocía esta maldita voz!
-¡¿Yor?! -dije en voz alta antes de que uno de los atacantes intentara lanzarme un sablazo de frente, haciendo que yo me apartara hacia un lado, le agarrara las muñecas con las dos manos, para luego darle un rodillazo en sus cataplines, cayendo al suelo- ¿Que demonios haces tu aquí? - le volví a gritar al pirata antes de coger y enfundarme la espada del tipo al que había noqueado.
Mi gozo duró lo menos de unos segundos, pues no tardaron el resto en abalanzarse para darme unos suculentos tajazos. No les iba a dejar hacerlo, así que rodé por el suelo agarrando al tipo que había noqueado por la cintura y echándomelo a la espalda como una mochila. Varios de los impactos de espada le golpearon la espalda al guardia, el cual comenzó a sangrar a cada corte. Aproveche que lo tenía de " escudo" para ir hacia atrás y cargar contra otro que intentaba atacarme, tirándolo al suelo y desarmándolo en la caída. Uno a uno fui golpeándolos, ya que estos vacilaban en golpear más a su compañero, o compañeros, ya que a guardia que iba dejando en el suelo, lo cambiaba como nuevo escudo, a la par que desenfundaba mi pistola de la muslera e iba complementando golpes y disparos. Igualmente me llevé un ligero corte en el brazo, ya que este estaba algo al aire, pero ya al ver que me quedaban un par de esos idiotas, tiré el escudo humano contra ellos, tirándolos al suelo y corriendo para cubrirme tras unas cajas de munición. ¿Esto por que? Primero por mi seguridad personal, segundo, porque el tío de la ametralladora aún no descubrió que puede dispararme a mi al estar ocupado con Yor. No tardé en desenfundar mi segunda pistola.
No sabía si Yor iba a poder contra aquellos tipos mas el metralletas, pero aún así procuré salir lo justo de la cobertura para soltar algunos tiros y quitarle peso a Yor para que se centrara en el metralletas.
-¡¿Yor?! -dije en voz alta antes de que uno de los atacantes intentara lanzarme un sablazo de frente, haciendo que yo me apartara hacia un lado, le agarrara las muñecas con las dos manos, para luego darle un rodillazo en sus cataplines, cayendo al suelo- ¿Que demonios haces tu aquí? - le volví a gritar al pirata antes de coger y enfundarme la espada del tipo al que había noqueado.
Mi gozo duró lo menos de unos segundos, pues no tardaron el resto en abalanzarse para darme unos suculentos tajazos. No les iba a dejar hacerlo, así que rodé por el suelo agarrando al tipo que había noqueado por la cintura y echándomelo a la espalda como una mochila. Varios de los impactos de espada le golpearon la espalda al guardia, el cual comenzó a sangrar a cada corte. Aproveche que lo tenía de " escudo" para ir hacia atrás y cargar contra otro que intentaba atacarme, tirándolo al suelo y desarmándolo en la caída. Uno a uno fui golpeándolos, ya que estos vacilaban en golpear más a su compañero, o compañeros, ya que a guardia que iba dejando en el suelo, lo cambiaba como nuevo escudo, a la par que desenfundaba mi pistola de la muslera e iba complementando golpes y disparos. Igualmente me llevé un ligero corte en el brazo, ya que este estaba algo al aire, pero ya al ver que me quedaban un par de esos idiotas, tiré el escudo humano contra ellos, tirándolos al suelo y corriendo para cubrirme tras unas cajas de munición. ¿Esto por que? Primero por mi seguridad personal, segundo, porque el tío de la ametralladora aún no descubrió que puede dispararme a mi al estar ocupado con Yor. No tardé en desenfundar mi segunda pistola.
No sabía si Yor iba a poder contra aquellos tipos mas el metralletas, pero aún así procuré salir lo justo de la cobertura para soltar algunos tiros y quitarle peso a Yor para que se centrara en el metralletas.
- Resumen:
-Usar de escudo humano a uno de los atacantes para ir tumbando uno a uno a los agresores, recibiendo un corte en el brazo, pero logrando esconderme tras unas cajas para tener cobertura, y desenfundando mi otra pistola, a la espera de ver que hace Yor, pero aprovechando de disparar a los atacantes que tiene alrededor para ayudarle.
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Vale, ya estamos dentro ¿ y ahora que? ¿ Que demonios pasaba con aquel maldito tren? No estaba registrado ,seguro, no estaba legalizado, seguro...esto era un puñetero atentado en ciernes. Había que actuar rápido, puesto que el vagón estaba plagado de lo que parecían ser piratas. ¿ Piratas? ¿ O criminales? Bueno, realmente es lo mismo. Solo sabía una cosa, y era que era la hora de las tortas. No tardé ni un segundo en calentarme, empezando a emanar humo de mis hombros y cabeza, pero el rollo se me cortó pronto en cuanto vie que el techo del vagón se abría como un abrelatas. ¿Ingrid? ¿Era ingrid? Dioses, como dudarlo con ese tamaño. ¿ Que hacía aquí? ¿ La habían enviado acaso a Arabasta por algo? ¿ Sabía algo de este tren y yo no?. La sorpresa fue mayúscula, pero más mayúscula fue cuando vi a Elyria junto a ella aparecer.
-¿Jefa?-dije sorpresiva. Maldita sea, ¿de verdad que tenía que aparecer un superior justo este mismo día? Entonces estas dos debían de saber algo acerca de esto. No había tiempo para hacerle las preguntas oportunas ahora mismo, ya que los piratas no se detuvieron a hacerlas tampoco. No tardaron ni un segundo en apuntar con sus arcabuces a las dos marines, lo que provocó que actuara rápidamente.
-¿Pero nunca os dijeron que es de mala educación señalar a señoritas con armas mortales?- dije mientras generaba una bola de magma en mi garganta, cual sapo para luego disparar varias más pequeñas hacia los arcabuces, con el objetivo de destrozarlos o dejarlos inutilizados. El problema es que estas esferas explotaban al contacto y varias "chispas" de magma cayeron en las ropas de los piratas, prendiéndolas como pequeñas cerillas, entreteniendo más así a los criminales. Eso si caía la chispa en la ropa, sino igual se quemarían un poco, pero nada que con agua y pomada no se curara.Si bien no pude parar la primera ráfaga de disparos ,esperaba que no pudieran disparar nuevamente. Aún así procuré dar un grito a mis compañeras.
-¡ Señora! ¡ Ingrid! ¡Yo me encargo de estos!. ¡No sé que pasa con este tren pero creo que debemos detenerlo, que alguien rompa la junta de este vagón ! ¡ O si no limpiemos esto rápido!
Sabía que no era buena idea dar órdenes a una superior, pero en este momento creo que era una sugerencia natural. Mientras tanto yo procuraba ya estar alerta, para convertir mi cuerpo en magma en caso de que aquellos tipos sacaran espadas o algo, a lo que yo respondería sacando mi espada y enfrentándolos uno a uno a modo de distracción. No era necesario matarlos, aún.
-¿Jefa?-dije sorpresiva. Maldita sea, ¿de verdad que tenía que aparecer un superior justo este mismo día? Entonces estas dos debían de saber algo acerca de esto. No había tiempo para hacerle las preguntas oportunas ahora mismo, ya que los piratas no se detuvieron a hacerlas tampoco. No tardaron ni un segundo en apuntar con sus arcabuces a las dos marines, lo que provocó que actuara rápidamente.
-¿Pero nunca os dijeron que es de mala educación señalar a señoritas con armas mortales?- dije mientras generaba una bola de magma en mi garganta, cual sapo para luego disparar varias más pequeñas hacia los arcabuces, con el objetivo de destrozarlos o dejarlos inutilizados. El problema es que estas esferas explotaban al contacto y varias "chispas" de magma cayeron en las ropas de los piratas, prendiéndolas como pequeñas cerillas, entreteniendo más así a los criminales. Eso si caía la chispa en la ropa, sino igual se quemarían un poco, pero nada que con agua y pomada no se curara.Si bien no pude parar la primera ráfaga de disparos ,esperaba que no pudieran disparar nuevamente. Aún así procuré dar un grito a mis compañeras.
-¡ Señora! ¡ Ingrid! ¡Yo me encargo de estos!. ¡No sé que pasa con este tren pero creo que debemos detenerlo, que alguien rompa la junta de este vagón ! ¡ O si no limpiemos esto rápido!
Sabía que no era buena idea dar órdenes a una superior, pero en este momento creo que era una sugerencia natural. Mientras tanto yo procuraba ya estar alerta, para convertir mi cuerpo en magma en caso de que aquellos tipos sacaran espadas o algo, a lo que yo respondería sacando mi espada y enfrentándolos uno a uno a modo de distracción. No era necesario matarlos, aún.
- Resumen:
Nia atrae la atención de los que han disparado y trata de inutilizar sus armas ,para luego combatir uno a uno mediante espada a dichos piratas. Le pide tanto a Ely como a Ingrid que separen el vagón si pueden, o en caso de no hacerlo, limpiar el vagón de criminales cuanto antes.
Nombre de la técnica: Maguma-bōru (Bola de magma)
Categoría: Genuina
Naturaleza: Akuma no mi.
Descripción: Genera desde su boca una bola de magma del tamaño de una pelota. Cuando la lanza explota al impactar y quema al objetivo.
Dorito
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Miré a mi alrededor, percatándome de que igual no había hecho la mejor decisión a la hora de tirarme como un loco. Sin embargo, en ese momento de dudas, escuché la voz de Judy, que reconocí al instante. No la busqué con la mirada para hablarle porque en ese momento no podía despegar la mirada de todos los que me estaban arrinconando para darme la paliza de mi vida.
-¡Ya sabes, Judy, buscando un poco de diversión! ¡Te recomiendo no acercarte mucho a mí, voy a hacer algo muy peligroso!
En menos de un segundo mi transformación tomó lugar. Mis extremidades se alargaron, acabando en garras de lo más afiladas. La piel se endureció en escamas de color negro zabache con motas amarillas que quedaban de lo más lindas. Mis ojos negros como el abismo y mi pelo pronto se avivó en literal fuego. Mi monstruosa transformación me hacía mucho más fuerte y alto con unos intimidantes cuatro metros. Sin embargo, esto no era solo para presumir, sino que pronto de entre mis escamas comenzó a rezumar un líquido viscoso. Este veneno pronto, con potencia, salió en forma de rocío y los ilusos que se habían acercado para darme se vieron intoxicados por este. De esta manera podía defenderme de ataques cuerpo a cuerpo mientras a la vez hacía un daño considerable al concentrar tanto veneno. De esta pelea no podía librarme sin bajas, así que decidí ir con todo.
Corrí en línea recta hacia el hombre de la ametralladora. Las personas que se me acercaban rápidamente caían redondas en cuanto los goterones de veneno caían en su piel, hinchándose y enrojeciéndose en menos de un segundo. Estar en transformación también agudizaba mis sentidos, escuchaba los disparos en mi dirección y prácticamente de forma instintiva sabía cómo esquivarlos. El caso es que mi estampida hacia el tonto del mono azul no fue interrumpida, los pocos disparos que iban hacia mi los pude esquivar gracias a mis reflejos y el rocío de veneno que paraba las balas. Abollaba el suelo bajo mis pisadas de la fuerza que estaba ejerciendo. Recubrí entonces mi brazo con haki de armadura, iba a romperle la cara al idiota este.
-¡Yo que tú no abriría la boca! ¡Me han dicho que no sabe nada bien!- Dije mientras impactaba y las gotas se esparcían por doquier.
El hombre se recompuso tras el ataque y usó el cañón enorme de la ametralladora para atacarme, el cual bloqueé poniendo ambos brazos en medio. Agarré el ánima y empecé a regurgitar una bola de saliva viscosa, abultando mi garganta. Imbuí en llamas esa bola viscosa y la escupí en el hueco, esperando que aquello derritiese su arma y me librase de más problemas. Tras aquello, me limité a intentar conectar golpes contra el oficial.
-¡Ya sabes, Judy, buscando un poco de diversión! ¡Te recomiendo no acercarte mucho a mí, voy a hacer algo muy peligroso!
En menos de un segundo mi transformación tomó lugar. Mis extremidades se alargaron, acabando en garras de lo más afiladas. La piel se endureció en escamas de color negro zabache con motas amarillas que quedaban de lo más lindas. Mis ojos negros como el abismo y mi pelo pronto se avivó en literal fuego. Mi monstruosa transformación me hacía mucho más fuerte y alto con unos intimidantes cuatro metros. Sin embargo, esto no era solo para presumir, sino que pronto de entre mis escamas comenzó a rezumar un líquido viscoso. Este veneno pronto, con potencia, salió en forma de rocío y los ilusos que se habían acercado para darme se vieron intoxicados por este. De esta manera podía defenderme de ataques cuerpo a cuerpo mientras a la vez hacía un daño considerable al concentrar tanto veneno. De esta pelea no podía librarme sin bajas, así que decidí ir con todo.
Corrí en línea recta hacia el hombre de la ametralladora. Las personas que se me acercaban rápidamente caían redondas en cuanto los goterones de veneno caían en su piel, hinchándose y enrojeciéndose en menos de un segundo. Estar en transformación también agudizaba mis sentidos, escuchaba los disparos en mi dirección y prácticamente de forma instintiva sabía cómo esquivarlos. El caso es que mi estampida hacia el tonto del mono azul no fue interrumpida, los pocos disparos que iban hacia mi los pude esquivar gracias a mis reflejos y el rocío de veneno que paraba las balas. Abollaba el suelo bajo mis pisadas de la fuerza que estaba ejerciendo. Recubrí entonces mi brazo con haki de armadura, iba a romperle la cara al idiota este.
-¡Yo que tú no abriría la boca! ¡Me han dicho que no sabe nada bien!- Dije mientras impactaba y las gotas se esparcían por doquier.
El hombre se recompuso tras el ataque y usó el cañón enorme de la ametralladora para atacarme, el cual bloqueé poniendo ambos brazos en medio. Agarré el ánima y empecé a regurgitar una bola de saliva viscosa, abultando mi garganta. Imbuí en llamas esa bola viscosa y la escupí en el hueco, esperando que aquello derritiese su arma y me librase de más problemas. Tras aquello, me limité a intentar conectar golpes contra el oficial.
- Resumen:
Yor se pone modo berserker y utiliza la siguiente técnica para defenderse y hacer daño a los que se acerquen "Presencia tóxica". Intenta esquivar los ataques mientras se acerca al oficial con esta técnica y sus sentidos agudizados por la transformación y le da un golpe con el haki de armadura. Tras esto, intenta derretir el cañón de la ametralladora y luego se limita a intentar conectar más golpes potenciados con haki.
Al estar transformado, adquiere una mejora de 1 rango a Fuerza, 3 a Agudeza, 2 a Destreza y 2 a Fortaleza.
Nombre: Presencia tóxica
Tipo: Técnica
Categoría: Mítica
Requisitos: Tendrás que mantenerlo cada asalto que quieras tenerlo activo.
Naturaleza: Akuma no mi.
Descripción: En vez de concentrar el veneno en una parte de su cuerpo o escupirlo, lo esparce por todo su cuerpo como si fuese rocío de modo que cualquiera que se acerque a él sufre el riesgo de caer envenenado.
Elyria Priscraft
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En unos segundos, pasaron tantas cosas que Elyria quedó confundida por unos segundos. Primero, ¿Qué demonios hacía Seth allí? Y otra marine. Un poco alta, la verdad. Y cabo, según las insignias de su uniforme. Cuándo esta última abrió el techo del vagón, pudo tambien ver a Nia. Echando humo. ¿En qué momento había conseguido una de las frutas del diablo más poderosas del mundo? ¡Qué demonios! Y ni siquiera podía gritar, le preocupaba que se le llenase la boca de arena, era realmente molesto e incómodo.
“¡Te lo dije!” Gritó Nissa de la nada. Por supuesto. Iba a estar recordándoselo durante meses. ¿Pero cómo demonios iba a pensar que Nia ahora era una mujer de lava? Y la cabo de electricidad. Este vagón era un peligro, demasiado poder destructivo que mantener bajo control.
Esquivar los disparos no fue particularmente difícil. Solo era un agujero en el techo, así que nada más sintió lo que iba a ocurrir, simplemente se apartó, usando el propio metal del vagón cómo cubierta. Y según el ruido y los gritos de Nia, los estaba distrayendo lo suficiente cómo para poder entrar sin demasiados problemas.
Así que tocaba dar las órdenes. Antes de nada, se tapó la boca con la mano, para no acabar cómo un niño de tres años en la playa. Lo suficiente para cubrirse de la arena, pero no para que no se le escuchase gritar.
“¡Soy la capitana Elyria. La recluta Nia está dentro del vagón, tenemos que ayudarle,” dijo en un tono serio y autoritativo, que dejaba claro que no permitiría quejas. No había tiempo. Y si, esa masa de destrucción era una recluta. Aún no entendía muy bien por que, algo muy malo tenía que haber hecho para seguir ahí con tanto poder. “Me vais a seguir los dos. Siento una presencia más fuerte que el resto en el vagón, así que andad con cuidado. Si acabamos con él deberíamos poder pasar al siguiente vagón. Y tal vez desanclar este detrás nuestra si es necesario, cómo dice Nia. ¡Vamos, no quiero ver a nadie holgazaneando, hay muchas vidas en juego!”
Y saltó dentro del caos. Lo primero que vió fue gente ardiendo, a causa de los ataques de Nia. Iba a tener que hacer algo con esa mujer, con ese poder tan peligroso. Sería muy útil para la marina, pero era demasiado fácil causar más destrucción de la necesaria. Aunque ahora mismo no había tiempo para discutir. Antes de que los atacantes pudieran reaccionar, Elyria dió un salto mortal hacia atrás, utilizando sus piernas para crear dos ondas de corte cargaditas de energía elemental de hielo. Y cómo no, seguida de una potente onda de choque, gracias a una tercera patada, uniéndose en un único y potente ataque en dirección al que identificó cómo líder. Y llevándose unos cuantos cuajaditos por el camino, claro. Al menos tendrían una muerte rápida.
“¡Cubridme!” Gritó antes de cargar contra el hombre, yendo a pegarle una fuerte y rápida patada en el mentón, seguida de nueve estocadas y una última patada en el pecho.
“¡Te lo dije!” Gritó Nissa de la nada. Por supuesto. Iba a estar recordándoselo durante meses. ¿Pero cómo demonios iba a pensar que Nia ahora era una mujer de lava? Y la cabo de electricidad. Este vagón era un peligro, demasiado poder destructivo que mantener bajo control.
Esquivar los disparos no fue particularmente difícil. Solo era un agujero en el techo, así que nada más sintió lo que iba a ocurrir, simplemente se apartó, usando el propio metal del vagón cómo cubierta. Y según el ruido y los gritos de Nia, los estaba distrayendo lo suficiente cómo para poder entrar sin demasiados problemas.
Así que tocaba dar las órdenes. Antes de nada, se tapó la boca con la mano, para no acabar cómo un niño de tres años en la playa. Lo suficiente para cubrirse de la arena, pero no para que no se le escuchase gritar.
“¡Soy la capitana Elyria. La recluta Nia está dentro del vagón, tenemos que ayudarle,” dijo en un tono serio y autoritativo, que dejaba claro que no permitiría quejas. No había tiempo. Y si, esa masa de destrucción era una recluta. Aún no entendía muy bien por que, algo muy malo tenía que haber hecho para seguir ahí con tanto poder. “Me vais a seguir los dos. Siento una presencia más fuerte que el resto en el vagón, así que andad con cuidado. Si acabamos con él deberíamos poder pasar al siguiente vagón. Y tal vez desanclar este detrás nuestra si es necesario, cómo dice Nia. ¡Vamos, no quiero ver a nadie holgazaneando, hay muchas vidas en juego!”
Y saltó dentro del caos. Lo primero que vió fue gente ardiendo, a causa de los ataques de Nia. Iba a tener que hacer algo con esa mujer, con ese poder tan peligroso. Sería muy útil para la marina, pero era demasiado fácil causar más destrucción de la necesaria. Aunque ahora mismo no había tiempo para discutir. Antes de que los atacantes pudieran reaccionar, Elyria dió un salto mortal hacia atrás, utilizando sus piernas para crear dos ondas de corte cargaditas de energía elemental de hielo. Y cómo no, seguida de una potente onda de choque, gracias a una tercera patada, uniéndose en un único y potente ataque en dirección al que identificó cómo líder. Y llevándose unos cuantos cuajaditos por el camino, claro. Al menos tendrían una muerte rápida.
“¡Cubridme!” Gritó antes de cargar contra el hombre, yendo a pegarle una fuerte y rápida patada en el mentón, seguida de nueve estocadas y una última patada en el pecho.
- resumen:
Localizacion: Vagon 12
Elyria da sus ordenes y entra al vagon, cargando contra el lider mientras pide que le cubran de los secuaces.
Tecnica:
Nombre: Kiridashi kikku
Tipo: Técnica
Categoría: Genuina
Naturaleza: Física Agilidad + Velocidad
Descripción: Elyria aprovecha su agilidad para dar un mortal hacia atrás en el aire, usando sus piernas para crear dos ondas cortantes, transfiriendo en estas la energía elemental de Khione. Al terminar de girar, pega una fuerte patada, creando una onda de choque que se une a la cortante. Esta destroza y debilita el objetivo para que el corte sea más eficaz. Tiene un alcance de veinte metros.
Algo en mí se revolvió hasta cierto punto. Era la primera vez que sentía apagarse tantas vidas, y aunque no estaba concentrado en sentir el brillo fue como, de alguna forma, posarme sobre una cámara anecoica por un instante. Aun con todo no sería del todo cierto decir que no lo disfruté, más bien que la magnitud de mi poder me sobrepasó por un momento: Sabía que podía hacer cosas terribles con él, pero nunca lo había llevado a la práctica. Quizás, con la espinita arrancada, empezase a comportarme de una forma más responsable... Pero no ese día. No allí. No mientras Benny D. Souto siguiese siendo una amenaza; no mientras Benny D. Souto no pagase por casi habernos matado.
Dudé por un instante en qué vagón colarme. El segundo estaba lleno de cuerpos a la entrada, el primero seguramente mucho menos afectado que el otro. La perspectiva de vísceras desparramadas por el suelo no era especialmente agradable, pero una horda de piratas furiosos por mi enérgico saludo quizá tampoco fuese la situación ideal. Quizá lo mejor habría sido desplegar las alas y llegar hasta el tercer vagón o moverme directamente a la locomotora, pero tampoco parecía la mejor opción vistos los impresionantes chorros de arena que el tren despedía hacia el cielo. Antes de darme cuenta estaría sofocado por ellos, en el mejor de los casos.
Por suerte o por desgracia tampoco tuve tiempo de pensar mucho más en ello porque unos pasos furibundos a mi espalda me hicieron mirar hacia el segundo vagón, aunque los gruñidos hambrientos del gigantesco perro-lobo también tuvieron algo que ver. Casi sin poder reaccionar un tipo andrajoso me lanzó una chuleta a la cara, golpeándome en la frente con el puro hueso, haciéndome soltar un quejido lastimero.
- ¡Au! -protesté-. Eso es de mala educación, caball...
El animal se abalanzó sobre mí. Quería la carne. No tenía sentido resistirse, y tratar de esquivarlo sería un gasto de energía completamente inútil. En lugar de evitarlo traté de colocarme lo más a la derecha que pude, al borde del vagón, tragando saliva mientras convencía a mis piernas de que dejasen de temblequear durante esa fracción de segundo que duró siglos. Se impulsó sobre los cuartos traseros; muchos animales lo hacían: Un pequeño salto, un impulso que los codos de sus patas delanteras lastrarían. Y se lanzó.
Pulsé el botón de las alas. Un riel se desplegó al instante contra el suelo. Era el único lugar seguro sobre el que podía clavarse, el resto eran superficies de metal, y el garfio atravesó la madera con cierta facilidad mientras yo me dejaba empujar por la inmensa criatura, tratando de dar una voltereta utilizando su vientre como superficie de apoyo -suena más fácil de lo que es, en realidad- y retraje el cable al tiempo que activaba a mínima potencia el sistema de ascenso, lo justo para asegurar que no me daría de cabeza contra el vagón y podría aterrizar de pie... Aunque doliese.
Con lo que no contaba era con el látigo. Antes de que pudiese disfrutar de mi regreso al voladizo noté la cortante fuerza del cuero atrapar mis piernas, y no solo eso: Por el otro lado, conmigo atrapado, un hombre de pantalones verdes y chaleco amarillo se acercaba en silencio. Si el andrajoso casi jadeaba con brutalidad ese hombre se movía con gracia felina, un silencio antinatural del que permeaba una extraña aura de peligro que de alguna forma sentí no me ponía todo lo alerta que debería haber estado.
Cuando lo vi moverse mi primer impulso fue moverme, pero no pude: El látigo. Solté una maldición muy poco caballerosa mientras adelantaba la mano extendiendo una pantalla negra que absorbió los impactos, o la mayoría. Solo llegó a rozar la palma de mi mano, pero fue suficiente para hacerla sangrar profusamente. Si tan solo fuese capaz de redirigir esa potencia hacia ellos... Pero no estaba en condiciones. Con la mano sana, sin embargo, me agaché para agarrar el látigo y dejé que la oscuridad reptara hacia el vagabundo como una serpiente, rauda y veloz, casi sutil, que intentaba inutilizar su arma mientras de la herida comenzaba a desparramarse un pequeño mar de oscuridad en el que asomó media culebrina apuntando al espadachín.
El ruido fue atronador en el disparo, y el retroceso absorbido por la oscuridad. Ese sí podía aprovecharlo, aunque fuese solo para potenciar un siguiente golpe. En ese momento retraje el cañón y reabsorbí la oscuridad, hasta cierto punto emocionado por saber cuánto destrozo podría hacer esa arma a bocajarro, pero sin dejar de prestar atención también al mendigo. Aquello era francamente estimulante.
Dudé por un instante en qué vagón colarme. El segundo estaba lleno de cuerpos a la entrada, el primero seguramente mucho menos afectado que el otro. La perspectiva de vísceras desparramadas por el suelo no era especialmente agradable, pero una horda de piratas furiosos por mi enérgico saludo quizá tampoco fuese la situación ideal. Quizá lo mejor habría sido desplegar las alas y llegar hasta el tercer vagón o moverme directamente a la locomotora, pero tampoco parecía la mejor opción vistos los impresionantes chorros de arena que el tren despedía hacia el cielo. Antes de darme cuenta estaría sofocado por ellos, en el mejor de los casos.
Por suerte o por desgracia tampoco tuve tiempo de pensar mucho más en ello porque unos pasos furibundos a mi espalda me hicieron mirar hacia el segundo vagón, aunque los gruñidos hambrientos del gigantesco perro-lobo también tuvieron algo que ver. Casi sin poder reaccionar un tipo andrajoso me lanzó una chuleta a la cara, golpeándome en la frente con el puro hueso, haciéndome soltar un quejido lastimero.
- ¡Au! -protesté-. Eso es de mala educación, caball...
El animal se abalanzó sobre mí. Quería la carne. No tenía sentido resistirse, y tratar de esquivarlo sería un gasto de energía completamente inútil. En lugar de evitarlo traté de colocarme lo más a la derecha que pude, al borde del vagón, tragando saliva mientras convencía a mis piernas de que dejasen de temblequear durante esa fracción de segundo que duró siglos. Se impulsó sobre los cuartos traseros; muchos animales lo hacían: Un pequeño salto, un impulso que los codos de sus patas delanteras lastrarían. Y se lanzó.
Pulsé el botón de las alas. Un riel se desplegó al instante contra el suelo. Era el único lugar seguro sobre el que podía clavarse, el resto eran superficies de metal, y el garfio atravesó la madera con cierta facilidad mientras yo me dejaba empujar por la inmensa criatura, tratando de dar una voltereta utilizando su vientre como superficie de apoyo -suena más fácil de lo que es, en realidad- y retraje el cable al tiempo que activaba a mínima potencia el sistema de ascenso, lo justo para asegurar que no me daría de cabeza contra el vagón y podría aterrizar de pie... Aunque doliese.
Con lo que no contaba era con el látigo. Antes de que pudiese disfrutar de mi regreso al voladizo noté la cortante fuerza del cuero atrapar mis piernas, y no solo eso: Por el otro lado, conmigo atrapado, un hombre de pantalones verdes y chaleco amarillo se acercaba en silencio. Si el andrajoso casi jadeaba con brutalidad ese hombre se movía con gracia felina, un silencio antinatural del que permeaba una extraña aura de peligro que de alguna forma sentí no me ponía todo lo alerta que debería haber estado.
Cuando lo vi moverse mi primer impulso fue moverme, pero no pude: El látigo. Solté una maldición muy poco caballerosa mientras adelantaba la mano extendiendo una pantalla negra que absorbió los impactos, o la mayoría. Solo llegó a rozar la palma de mi mano, pero fue suficiente para hacerla sangrar profusamente. Si tan solo fuese capaz de redirigir esa potencia hacia ellos... Pero no estaba en condiciones. Con la mano sana, sin embargo, me agaché para agarrar el látigo y dejé que la oscuridad reptara hacia el vagabundo como una serpiente, rauda y veloz, casi sutil, que intentaba inutilizar su arma mientras de la herida comenzaba a desparramarse un pequeño mar de oscuridad en el que asomó media culebrina apuntando al espadachín.
El ruido fue atronador en el disparo, y el retroceso absorbido por la oscuridad. Ese sí podía aprovecharlo, aunque fuese solo para potenciar un siguiente golpe. En ese momento retraje el cañón y reabsorbí la oscuridad, hasta cierto punto emocionado por saber cuánto destrozo podría hacer esa arma a bocajarro, pero sin dejar de prestar atención también al mendigo. Aquello era francamente estimulante.
- Resumen:
- Dejarme empujar al vacío por el lobo para caernos ambos por la borda, aunque yo regreso. Quedar atrapado por el látigo del mendigo y absorber la mayor parte de los ataques de Ojeras, aunque me hiere la mano. Luego extiendo oscuridad por el látigo para desarmarlo mientras disparo con una culebrina a Ojeras.
Côté obscur - 10 de energía: En la oscuridad, siempre que no esté directamente bañado por un foco de luz, Miles resulta prácticamente invisible. Podrá percibirse de él su sonrisa y, según la distancia a este foco de luz, su cuerpo parecerá "desvanecerse" en las sombras o materializarse de estas, de modo que al borde del haz se vería casi perfectamente y a un par de metros una inquietante sonrisa flotante. Activamente, una vez cada tres asaltos puede crear una pantalla de oscuridad frente a él que reciba el impacto de un ataque cualquiera en su lugar. Esta energía se disipará de inmediato, no pudiendo utilizarse para contraatacar.
Culverine - 10 de energía: Técnica genuina
Descripción: Alice es capaz de almacenar y mantener hasta dos culebrinas funcionales en el interior de su oscuridad. Debe liberarlas parcialmente para que estas puedan disparar.
Uso de Akuma no mi: -5 energía.
Total gastado en el evento: 30 de energía.
Ingrid Bjorndottir
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El vagón se abrió como una latilla de sardinas ante tu espada, lo que no podias prever era lo que sucedería a continuación, o tal vez si que podías preveerlo, pero había mucha arena por todos los lados. Así que esa era Nia, te habría gustado pararte a charlar con ella, pero el momento era un drama. Gracias a dios contaban con la presencia de un superior que guiase la operación.
Conseguiste ver la andanada de balas un poco antes de que te impactasen, pero no lo suficiente, debías seguir entrenando tus hakis si querías se útil, viste como la capitana esquivó ágilmente todos los impactos. Ojalá algún día pudieras llegar a ese nivel. Gracias a tu armadura y casco gran parte de la andanada quedó en nada y los que consiguieron impactarte fueron meros rasguños en los brazos, a pesar de ello no estabas dispuesta a seguir soportando esos ataques, así que rápidamente empuñaste tu escudo y te aprestaste a seguir las órdenes de la capitana y darla cobertura.
La verdad es que nunca has valorado mucho las situaciones, a ti lo que te encanta es la acción, así que con tu cuerpo transformado en electricidad para evitar futuros disparos a traición te deslizaste por el hueco del techo, te posicionaste en el flanco derecho de la capitana y con tu escudo lágrima en horizontal a modo de muro de algo mas de siete metros de alto y varios mas de largo avanzaste usando el Aegis, mientras lanzabas cortes por encima del mismo evitando que nadie tratase de saltar y vadearte. No era tu intención expresa matar a nadie, si no mas bien crear un muro móvil que evitase que flaqueasen a tu superior, pero supongo que no pensaste muy bien en que ese arrastre fue barriendo, acumulando, electrocutando y restregando contra la pared una montonera de criminales bajo una cada vez mayor presión, los cuales al ver un escudo de semejantes dimensiones chirriando de electricidad aplastando compañeros comenzaron a titubear sobre en que dirección moverse.
“Por el momento por aquí resistimos mi señora, dele tranquila su merecido a ese cabrón”, vociferó mientras sonreía como poseída por el fragor de la batalla. En su fuero interno Ingrid solo deseaba ganarse la aprobación de Elyria, tal vez unas medallas y el respeto de Nia en la que veía una futura compañera de entrenamiento con la que superar todos sus límites.
Conseguiste ver la andanada de balas un poco antes de que te impactasen, pero no lo suficiente, debías seguir entrenando tus hakis si querías se útil, viste como la capitana esquivó ágilmente todos los impactos. Ojalá algún día pudieras llegar a ese nivel. Gracias a tu armadura y casco gran parte de la andanada quedó en nada y los que consiguieron impactarte fueron meros rasguños en los brazos, a pesar de ello no estabas dispuesta a seguir soportando esos ataques, así que rápidamente empuñaste tu escudo y te aprestaste a seguir las órdenes de la capitana y darla cobertura.
La verdad es que nunca has valorado mucho las situaciones, a ti lo que te encanta es la acción, así que con tu cuerpo transformado en electricidad para evitar futuros disparos a traición te deslizaste por el hueco del techo, te posicionaste en el flanco derecho de la capitana y con tu escudo lágrima en horizontal a modo de muro de algo mas de siete metros de alto y varios mas de largo avanzaste usando el Aegis, mientras lanzabas cortes por encima del mismo evitando que nadie tratase de saltar y vadearte. No era tu intención expresa matar a nadie, si no mas bien crear un muro móvil que evitase que flaqueasen a tu superior, pero supongo que no pensaste muy bien en que ese arrastre fue barriendo, acumulando, electrocutando y restregando contra la pared una montonera de criminales bajo una cada vez mayor presión, los cuales al ver un escudo de semejantes dimensiones chirriando de electricidad aplastando compañeros comenzaron a titubear sobre en que dirección moverse.
“Por el momento por aquí resistimos mi señora, dele tranquila su merecido a ese cabrón”, vociferó mientras sonreía como poseída por el fragor de la batalla. En su fuero interno Ingrid solo deseaba ganarse la aprobación de Elyria, tal vez unas medallas y el respeto de Nia en la que veía una futura compañera de entrenamiento con la que superar todos sus límites.
- Resumen:
Entrar al vagón algo arañada por la andanada de disparos, agarrar en ristre el escudo en horizontal en una suerte de para quitanieves y usando la técnica Aegis cargar hacia delante dejando que aquellos que voy empujando rueden hacia el borde del vagón creando una suerte de acumulación de cuerpos mas o menos vivos al final del escudo.
Nombre: Aegis
Tipo: Técnica
Categoría: Especial
Naturaleza: Akuma no mi.
Descripción: Canaliza electricidad a través de su escudo cuando va a bloquear con el mismo un arma metálica cuerpo a cuerpo haciendo que el atacante sufra una descarga al impactar que de deja entumecido la parte de cuerpo con la que golpee (Su funcionalidad se verá reducida, pero no incapacitada)
Coste: 10 Energía - 10 energía por Aprendizaje rápido= 0 energía
Uso de Akuma no mi: -5 energía.
Total gastado en este post: 5 de energía
Total gastado en el evento: 10 de energía.
Berry
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El sujeto era fuerte, la mink sonrió al ver que no caía de un golpe y estaba dispuesto a seguir luchando. Sin embargo, algo le llamó la atención, apretó los puños y se giró señalando al recién ingresado creyendo que era otro más de los piratas del barco.
—¡Qué no soy un gato! ¿Qué haces en taparrabos Barto?—
La zorra pronto sintió los disparos y sin perder tiempo tomó parte de la pared para arrancarla, creando una barrera que cumplió la tarea de escudo frenando las balas que rebotaban hasta ser cortada por uno de los tantos espadazos del chico banana que partió la enorme estructura en cuatro mitades. La zorra aprovechó para tomar el trozo de pared, rodando sobre si misma hasta llegar cerca de su compañero, evadiendo por poco otros tres cortes que rozaron de cerca su piel.
—¡Agacha la cabeza!—
Gritó para cual bate de beisbol lanzar un fuerte barrido lateral que mandó a volar a los rufianes que amenazaban al gyojin. La mink se siguió moviendo por el vagón, golpeando ahora con un asiento que arrancó de camino a todo el que se cruzara hasta volver a la puerta por la que había ingresado. Su cuerpo comenzó a cambiar, creciendo hasta los tres metros mientras con una fuerza descomunal tomaba la enorme puerta entre sus manos y la ingresaba de golpe al interior del vagón.
—¡¿Hikari?! ¿Qué haces colgada de mi puerta aplasta piratas?—
Preguntó la zorra al ver que no solo había entrado la puerta si no que también a la samurai con esta. Le dejó bajar antes de utilizar la puerta bateando de lado a lado mientras avanzaba por el vagón nuevamente como una fuerza imparable para llamar la atención. Y también tratando de despejar la zona lo mayor posible antes de lanzar la puerta como un martillo descendente en contra del chico banana.
—¡Escuchen, debemos matar a este en particular y todo en general! No duden en usarlos de escudo, de armas, o lo que vean oportuno. ¡La muerte es lo único que merecen estos criminales!—
Y sin perder tiempo la gigantesca zorra esfinge se lanzó contra el chico banana, usando su guante derecho para golpear con una potente explosión delante de ella, su fuerza se encontraba en un nivel completamente diferente ya que su propio peso agrietó el suelo del vagón. La zorra esperaba que el ataque fuese lo suficientemente potente para dejar al oficial a merced de sus dos compañeros si era que el suelo cedía bajo sus pies, si lograban tirarlo por ese recoveco el tren se encargaría del resto.
—¡Qué no soy un gato! ¿Qué haces en taparrabos Barto?—
La zorra pronto sintió los disparos y sin perder tiempo tomó parte de la pared para arrancarla, creando una barrera que cumplió la tarea de escudo frenando las balas que rebotaban hasta ser cortada por uno de los tantos espadazos del chico banana que partió la enorme estructura en cuatro mitades. La zorra aprovechó para tomar el trozo de pared, rodando sobre si misma hasta llegar cerca de su compañero, evadiendo por poco otros tres cortes que rozaron de cerca su piel.
—¡Agacha la cabeza!—
Gritó para cual bate de beisbol lanzar un fuerte barrido lateral que mandó a volar a los rufianes que amenazaban al gyojin. La mink se siguió moviendo por el vagón, golpeando ahora con un asiento que arrancó de camino a todo el que se cruzara hasta volver a la puerta por la que había ingresado. Su cuerpo comenzó a cambiar, creciendo hasta los tres metros mientras con una fuerza descomunal tomaba la enorme puerta entre sus manos y la ingresaba de golpe al interior del vagón.
—¡¿Hikari?! ¿Qué haces colgada de mi puerta aplasta piratas?—
Preguntó la zorra al ver que no solo había entrado la puerta si no que también a la samurai con esta. Le dejó bajar antes de utilizar la puerta bateando de lado a lado mientras avanzaba por el vagón nuevamente como una fuerza imparable para llamar la atención. Y también tratando de despejar la zona lo mayor posible antes de lanzar la puerta como un martillo descendente en contra del chico banana.
—¡Escuchen, debemos matar a este en particular y todo en general! No duden en usarlos de escudo, de armas, o lo que vean oportuno. ¡La muerte es lo único que merecen estos criminales!—
Y sin perder tiempo la gigantesca zorra esfinge se lanzó contra el chico banana, usando su guante derecho para golpear con una potente explosión delante de ella, su fuerza se encontraba en un nivel completamente diferente ya que su propio peso agrietó el suelo del vagón. La zorra esperaba que el ataque fuese lo suficientemente potente para dejar al oficial a merced de sus dos compañeros si era que el suelo cedía bajo sus pies, si lograban tirarlo por ese recoveco el tren se encargaría del resto.
- Resumen:
- Berry arranca parte de la pared para cubrirse de la mayoría de ataques y evade por los pelos algunos cortes que logran hacerle heridas superficiales. Arranca un asiento para abrirse paso hasta la puerta y adquiriendo su forma "Tank Mode" la arranca entrando a Hikari accidentalmente. Con la puerta en su poder sigue bateando gente a su alrededor e intenta aplastar al oficial con esta. Tras dar rienda suelta a sus compañeros lanza un golpe explosivo con intenciones de romper el suelo y tirar a Dicks por el agujero para que el tren se encargue de este.
Técnica
Nombre: Sphinx: Tank Mode
Tipo: Transformación de Akuma
Categoría: Genuina
Requisitos: Reemplaza los stats de su forma híbrida no los suma.
Naturaleza: Akuma no mi.
Descripción: Berry se adapta a una nueva forma híbrida gracias a su visión de las esfinges como guardianas bajo su intuición de que un guardián debe proteger y golpear duro, lo que da como resultado una transformación mucho más orientada al combate. Su tamaño crece hasta alcanzar los tres metros de altura, su tren superior crece en musculatura y tamaño, siendo recubierto de duras escamas y sus alas toman una forma mas gruesa e intimidante. En esta forma todo el potencial de Berry está orientado a la parte física, siendo que sus piernas traseras mantienen su función de mantenerle erguida y crecen en tamaño para soportar su propio peso. En contrapartida sus rasgos se vuelven una mezcla entre felino y mink la que la asemeja mucho más a un gato que a una zorra para su disgusto. (+3 Fuerza, +3 Fortaleza +2 Agudeza) (-10)
Explosión de guante: Queda un guante cargado.
Energía: 524/544
Okada Rokuro
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La música inunda el vagón, inmovilizando a los pasajeros. La mayoría acaban en un estado de desconcierto, sin comprender qué les está ocurriendo. Y, en medio de la acción, resuena su Ko Den Den Mushi de su muñeca.
—Pere pere pere pere. Pere pere pere pere. Kacchau —emitió el caracol antes de empezar a transmitir.
«Es un buen plan» decidió Rokuro al escuchar las palabras del agente Ral, con quién ya había trabajado. Resultaba ser muy competente.
—Aquí el agente Kurokage junto al agente Matt, nos encontramos... —pudo observar, por el rabillo del ojo, cómo unos pocos hombres se empezaban a mover, dispuestos a dispararle. Una andanada de balas fue disparada hacia su dirección, aunque pudo resistirlo con el Tekkai Kempo. Sin embargo, no podía permitirse recibir demasiados disparos seguidos o acabarían por atravesar su defensa—...en el quinto vagón. Vamos a vaciarlo para establecer... —otra ráfaga de balas fue disparada hacia él. En esta ocasión, rodó por el suelo y se resguardó detrás de otro de los soldados, todavía inmóvil—...una zona segura. Nos mantendremos informando.
Una vez informó a su superior, continuó con su labor. Debía despejar el vagón para garantizar una zona libre de peligros desde la que poder operar, pero no iba a ser tan sencillo. La tinta negra comenzó a nacer del cuerpo de Rokuro, resbalándose hacia el suelo y expandiéndose, tomando la forma de un gigantesco charco. De ella, empezaron a surgir una serie de caballeros portando espadas y armaduras completas de color gris. Cincuenta fueron las creaciones, y aunque parecían tener una extraña consistencia, como si sus armaduras se hubiesen derretido deformándolas, se movían a la perfección. Se abalanzaron sobre los hombres, incapaces de reaccionar, arrebatándoles la vida con tajos directos a sus cabezas. Y justo cuando Rokuro planeaba, unirse a la matanza, su mirada se entrecruzó con la del hombre a cargo del vagón, el mismo al que Matt había atacado con su devastadora fuerza. «Oh, mierda» se descubrió pensando.
Una nueva ráfaga de balas, esta vez mayor, más veloz y más certera, fue enviada directa a su pecho. Sin perder el tiempo generó un chorro de tinta de su mano izquierda que tomó la forma de un caballero negro de unos tres metros de alto, ataviado con armadura y escudo. Su cuerpo parecía grasiento, y estaba pringoso al contacto, pero se interpuso entre las balas y Rokuro con su escudo, protegiéndolo de la andanada. Así, aprovechando la distracción que el Gran Caballero había creado, corrió hacia su espalda y la usó de apoyo para saltar y elevarse por encima de todos. Una vez en el aire dio vida a su última creación lanzando otro chorro de tinta desde su mano izquierda, que esta vez tomó la forma de un dragón bicéfalo. El dragón extendió las alas y se mantuvo volando a la altura en la que fue creado. Rokuro cayó sobre su espalda y dio la orden.
—¡Ahora! —gritó con fuerza.
Una de las cabeza, la de la derecha, expulsó una especie de gas verde sobre los hombres a los que todavía no habían alcanzado los caballeros, que empezó a expandirse. La otra cabeza, por su parte, abrió la mandíbula y empezó a chasquear la lengua hasta que, de repente, un poderoso chorro de fuego fue disparado hacia los mismos soldados que habían sido alcanzados por el gas. De pronto, un fogonazo de luz y una ola de calor lo abarcaron todo. El fuego comenzó a propagarse, devorándolo todo con una voracidad insaciable, mientras el calor abrasaba todo lo que tocaba.
Y no contento solo con eso, Rokuro había urdido una última artimaña para detener al oficial. Desde su ventajosa posición, había rebuscado entre sus bolsillo hasta encontrar una peculiar semilla y, colocándola entre el pulgar y el dedo corazón, apuntó hacia el peligroso pistolero. Como un chasquido, la semilla salió disparada cuál bala, directa hacia el hombre. No importaba si le daba o no, ya que al impactar contra él o contra el suelo, se convertiría en una serie de enredaderas que lo atraparían e inmovilizarían.
—Pere pere pere pere. Pere pere pere pere. Kacchau —emitió el caracol antes de empezar a transmitir.
«Es un buen plan» decidió Rokuro al escuchar las palabras del agente Ral, con quién ya había trabajado. Resultaba ser muy competente.
—Aquí el agente Kurokage junto al agente Matt, nos encontramos... —pudo observar, por el rabillo del ojo, cómo unos pocos hombres se empezaban a mover, dispuestos a dispararle. Una andanada de balas fue disparada hacia su dirección, aunque pudo resistirlo con el Tekkai Kempo. Sin embargo, no podía permitirse recibir demasiados disparos seguidos o acabarían por atravesar su defensa—...en el quinto vagón. Vamos a vaciarlo para establecer... —otra ráfaga de balas fue disparada hacia él. En esta ocasión, rodó por el suelo y se resguardó detrás de otro de los soldados, todavía inmóvil—...una zona segura. Nos mantendremos informando.
Una vez informó a su superior, continuó con su labor. Debía despejar el vagón para garantizar una zona libre de peligros desde la que poder operar, pero no iba a ser tan sencillo. La tinta negra comenzó a nacer del cuerpo de Rokuro, resbalándose hacia el suelo y expandiéndose, tomando la forma de un gigantesco charco. De ella, empezaron a surgir una serie de caballeros portando espadas y armaduras completas de color gris. Cincuenta fueron las creaciones, y aunque parecían tener una extraña consistencia, como si sus armaduras se hubiesen derretido deformándolas, se movían a la perfección. Se abalanzaron sobre los hombres, incapaces de reaccionar, arrebatándoles la vida con tajos directos a sus cabezas. Y justo cuando Rokuro planeaba, unirse a la matanza, su mirada se entrecruzó con la del hombre a cargo del vagón, el mismo al que Matt había atacado con su devastadora fuerza. «Oh, mierda» se descubrió pensando.
Una nueva ráfaga de balas, esta vez mayor, más veloz y más certera, fue enviada directa a su pecho. Sin perder el tiempo generó un chorro de tinta de su mano izquierda que tomó la forma de un caballero negro de unos tres metros de alto, ataviado con armadura y escudo. Su cuerpo parecía grasiento, y estaba pringoso al contacto, pero se interpuso entre las balas y Rokuro con su escudo, protegiéndolo de la andanada. Así, aprovechando la distracción que el Gran Caballero había creado, corrió hacia su espalda y la usó de apoyo para saltar y elevarse por encima de todos. Una vez en el aire dio vida a su última creación lanzando otro chorro de tinta desde su mano izquierda, que esta vez tomó la forma de un dragón bicéfalo. El dragón extendió las alas y se mantuvo volando a la altura en la que fue creado. Rokuro cayó sobre su espalda y dio la orden.
—¡Ahora! —gritó con fuerza.
Una de las cabeza, la de la derecha, expulsó una especie de gas verde sobre los hombres a los que todavía no habían alcanzado los caballeros, que empezó a expandirse. La otra cabeza, por su parte, abrió la mandíbula y empezó a chasquear la lengua hasta que, de repente, un poderoso chorro de fuego fue disparado hacia los mismos soldados que habían sido alcanzados por el gas. De pronto, un fogonazo de luz y una ola de calor lo abarcaron todo. El fuego comenzó a propagarse, devorándolo todo con una voracidad insaciable, mientras el calor abrasaba todo lo que tocaba.
Y no contento solo con eso, Rokuro había urdido una última artimaña para detener al oficial. Desde su ventajosa posición, había rebuscado entre sus bolsillo hasta encontrar una peculiar semilla y, colocándola entre el pulgar y el dedo corazón, apuntó hacia el peligroso pistolero. Como un chasquido, la semilla salió disparada cuál bala, directa hacia el hombre. No importaba si le daba o no, ya que al impactar contra él o contra el suelo, se convertiría en una serie de enredaderas que lo atraparían e inmovilizarían.
- Resumen:
- Rokuro recibe la llamada de RAL y le responde mientras esquiva los ataques enemigos. Una vez hecho, aprovecha la inmovilidad de los soldados para masacrarlos con un ejército de caballeros de tinta, mientras se protege de las balas de Pistolo con el Gran Caballero, una creación superior de capacidades defensivas. Acto seguido crea un dragón de dos cabezas para hacer arder al resto de soldados y acaba disparando una semilla Enredadera para inmovilizar al oficial.
Consumo de energía: 5 (akuma) + 20 (técnica genuina)
Nombre: Proyectil dactilar
Tipo: Técnica
Categoría: Genuina
Requisitos: Soru y Tekkai
Naturaleza: Física
Descripción: Haciendo uso de sus conocimientos del Rokushiki, Rokuro es capaz de concentrar el Tekkai en sus dedos pulgar y anular para, junto con el Soru, proyectar pequeños objetos del tamaño de una canica o una moneda a la velocidad de una bala.
Dibujos especiales en uso: 2/3
Energía: 431/456
Matt
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Tras la técnica de Matt, este se retiró dando un gran salto del alcance de su objetivo, movimiento absurdo pues era mejor estar cerca pero no tenía datos sobre el hombre y no podía saber que luchaba a distancia. Observó por su lente, la cual había cambiado el color azulado de sus leds a uno rojizo que significaba que estaba en modo combate serio, vamos, asesino psicópata en serie, observó como el enemigo iba a contraatacar, intentó ponerse frente a Rokuro para interceptar él mismo las balas pero no llegó a tiempo, antes de que pudiera reaccionar, su compañero ya estaba en modo pulpo escupiendo tinta por todos los poros de su piel.
Al no tener que interceder por él, simplemente se limitó a protegerse a si mismo, pues había un rezagado que quería su momento de gloria. Clavó su espada delante de él y se cubrió con esta, bloqueando así todos los proyectiles menos uno que le rozó en el hombro derecho ya que la hoja de la espada tenía su límite, pero dicha bala simplemente dejó un pequeño surco en el hierro, como un arañazo en la puerta del coche cuando le pides mimitos a la columna del parking.
Tras haber bloqueado el ataque del agresor, Matt notó como una especie de "gas" o "humo" verde se hacía presente en el lugar, sabía lo que era por sus datos sobre Rokuro por lo que velozmente salió del rango de este. No estaba cerca, pero quería alejarse lo más posible de ello pues sabía lo que se venía. Corrió nuevamente por el objetivo que no pudo matar con su "mejor" técnica (Actual) para acabar el trabajo.
Matt pudo observar como atacó a su compañero por lo que era un soldado a distancia, así que no le daría más espacio. El agente del gobierno que corría cual jugador de Rugby espada en mano, empezó a deformar su cuerpo, sus piernas se dividieron en dos, sus brazos también, su espadón ya no estaba sujeto por el mango con una mano, ahora también tenía otra por debajo de esta sirviendo de apoyo y, justo en el momento oportuno cual película de acción estadounidense, cuando alcanzó su forma Híbrida completa, dio un salto y a la par el dragón de Rokuro chasqueó la lengua... El enemigo vio como un puñetero monstruo más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado se le abalanzaba con la espada por encima de la cabeza ahora agarrada con las cuatro manos, dispuesto a partirle en dos la sesera nuevamente saltó a la par que una gran explosión a su espalda se hizo presente... Buaa, de Óscar la imagen...
Matt, con ese salto quería terminar de un solo golpe, pero habían posibilidades, cálculos y demás cosas de ordenador inteligente que daban un porcentaje elevado de riesgo, así que no se la jugó y antes de caer con el espadón, rápidamente escupió su tela de araña para evitar así que el enemigo pudiera esquivar de forma optima su ataque. Tras el escupitajo cual guillotina cayó sobre su oponente y realizó un total de siete golpes...
Al no tener que interceder por él, simplemente se limitó a protegerse a si mismo, pues había un rezagado que quería su momento de gloria. Clavó su espada delante de él y se cubrió con esta, bloqueando así todos los proyectiles menos uno que le rozó en el hombro derecho ya que la hoja de la espada tenía su límite, pero dicha bala simplemente dejó un pequeño surco en el hierro, como un arañazo en la puerta del coche cuando le pides mimitos a la columna del parking.
Tras haber bloqueado el ataque del agresor, Matt notó como una especie de "gas" o "humo" verde se hacía presente en el lugar, sabía lo que era por sus datos sobre Rokuro por lo que velozmente salió del rango de este. No estaba cerca, pero quería alejarse lo más posible de ello pues sabía lo que se venía. Corrió nuevamente por el objetivo que no pudo matar con su "mejor" técnica (Actual) para acabar el trabajo.
Matt pudo observar como atacó a su compañero por lo que era un soldado a distancia, así que no le daría más espacio. El agente del gobierno que corría cual jugador de Rugby espada en mano, empezó a deformar su cuerpo, sus piernas se dividieron en dos, sus brazos también, su espadón ya no estaba sujeto por el mango con una mano, ahora también tenía otra por debajo de esta sirviendo de apoyo y, justo en el momento oportuno cual película de acción estadounidense, cuando alcanzó su forma Híbrida completa, dio un salto y a la par el dragón de Rokuro chasqueó la lengua... El enemigo vio como un puñetero monstruo más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado se le abalanzaba con la espada por encima de la cabeza ahora agarrada con las cuatro manos, dispuesto a partirle en dos la sesera nuevamente saltó a la par que una gran explosión a su espalda se hizo presente... Buaa, de Óscar la imagen...
Matt, con ese salto quería terminar de un solo golpe, pero habían posibilidades, cálculos y demás cosas de ordenador inteligente que daban un porcentaje elevado de riesgo, así que no se la jugó y antes de caer con el espadón, rápidamente escupió su tela de araña para evitar así que el enemigo pudiera esquivar de forma optima su ataque. Tras el escupitajo cual guillotina cayó sobre su oponente y realizó un total de siete golpes...
- Spoiler:
Matt se aparta del fuego y vuelve a atacar siete veces (Ya que su parametro de agilidad a subido en su forma híbrida) no sin antes intentar inmovilizar a su oponente escupiendo tela de araña
Parámetros nuevos:
Fuerza: 12
Fortaleza: 7
Velocidad: 8
Agilidad: 7
Destreza: 9
Precisión: 8
Agudeza: 10
Intelecto: 8
Instinto: 1
Técnicas usadas:
Nombre: La trampa de Tetragnatha
Tipo: Técnica
Categoría: Especial
Requisitos: ----
Naturaleza: Akuma no mi.
Descripción:
Desde patas o boca, Matt lanza una tela de araña que se adhiere a cualquier superficie, persona u objeto. Suele ser usada para recoger objetos, atrapar a oponentes o lanzar cosas al objetivo.
Apariencia actual:
Las patas de araña que tiene en las costillas serán brazos extra para cumplir las ocho extremidades.
Energía: 314 + 20 (Por la transformación, el aumento de la fortaleza) = 334 - 5 (trasnformación) - 10 (técnica) = 319
Lumin Maj
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Aún que había desobedecido una orden sin querer, se le había dado otra, la capitana Elyria había ordenado actuar por lo que esa que si estaba en su mano no iba a ser quebrantada, cuando se intentó acercar a su superior una andanada de disparos fue lanzada contra ellos, estaban en el techo y Seth se había alejado para no ser partido por la mitad por lo que desde su posición fue fácil esquivarlas aún que se tubo que tirar para atrás pues alguna de las balas atravesaron el techo. Una vez parecía seguro saltar al interior y vio como Elyria lo hacía, decidió hacer lo mismo, pero claro, él estaba acostumbrado a saltar al agua pero si lo hacía en suelo normal quizás se haría daño, por lo que intentó ser inteligente por una vez y la mejor forma que se le ocurrió fue usar a su compañera de transporte. De un salto intentó agarrarse al dorado, brillante y por qué no decirlo aterciopelado mechón de Ingrid, pero quien iba a pensar que un humano normal y corriente podía transformarse en energía eléctrica...
Tras caer de una altura considerada al no poder aferrarse a nada pues su elemental compañera desapareció y... elementalmente pues.. cayó. Seth aterriza sobre uno de los sofás del tren, no amortiguó la caída en su totalidad pero evitó que se abriera la cabeza. Tras levantarse entre los pequeños escombros de madera generados, observó como la misma Giganta estaba haciendo de quitanieves y la capitana soltó una técnica que helaría la sangre a más de uno... -¿Que diablos?- Preguntó en voz alta asustado mientras se iba inconscientemente hacia atrás, estaba viendo a dos monstruos jugar con los elementos como si fueran unos maestros del Gyojin Karate pero si agua... Claro, manipular el agua tenía sentido pero ¿Otros elementos? ¡Eso era imposible!
Mientras caminaba hacia atrás, notó algo, empezó a sentir como dorada que entra en un horno precalentado a ciento ochenta grados con un vestido de rodajas de limón sobre un lecho de patatas previamente horneadas -¿Por qué hace tanto calor aquí?- Giró su cabeza y observó a Nia, una marine la cual no solo desprendía un calor que parecía salir del mismisimo infierno, también brotaba humo de su cabeza... ¿Estaba enfadada? -Me siento como pez fuera del agua...- Comenta mientras claramente se aleja de su compañera volcánica.
Las ordenes de la capitana eran sencillas, cubrirle, por lo que muy a su pesar, pues no estaba preparado para lo que se le venía encima, echó a correr en dirección a su capitana (Claramente por que la conocía y sabía que jugaba con hielo que es lo que buscaba) y empezó a cumplir la orden. Se acercó a un pequeño grupo de soldados piratas, eran cuatro que intentaban apagar el fuego generado por Nia con sus chaquetas, de un salto, el cual se vio potenciado pues estaba corriendo hacia ellos, lanzó una patada al pecho de uno, un puñetazo al segundo, agarró la nuca del tercero y le arreó un cabezazo y al cuarto simplemente lo placó y empotró contra la pared, luego miró a sus compañeros, necesitaba cubrir bien a la superior
Tras caer de una altura considerada al no poder aferrarse a nada pues su elemental compañera desapareció y... elementalmente pues.. cayó. Seth aterriza sobre uno de los sofás del tren, no amortiguó la caída en su totalidad pero evitó que se abriera la cabeza. Tras levantarse entre los pequeños escombros de madera generados, observó como la misma Giganta estaba haciendo de quitanieves y la capitana soltó una técnica que helaría la sangre a más de uno... -¿Que diablos?- Preguntó en voz alta asustado mientras se iba inconscientemente hacia atrás, estaba viendo a dos monstruos jugar con los elementos como si fueran unos maestros del Gyojin Karate pero si agua... Claro, manipular el agua tenía sentido pero ¿Otros elementos? ¡Eso era imposible!
Mientras caminaba hacia atrás, notó algo, empezó a sentir como dorada que entra en un horno precalentado a ciento ochenta grados con un vestido de rodajas de limón sobre un lecho de patatas previamente horneadas -¿Por qué hace tanto calor aquí?- Giró su cabeza y observó a Nia, una marine la cual no solo desprendía un calor que parecía salir del mismisimo infierno, también brotaba humo de su cabeza... ¿Estaba enfadada? -Me siento como pez fuera del agua...- Comenta mientras claramente se aleja de su compañera volcánica.
Las ordenes de la capitana eran sencillas, cubrirle, por lo que muy a su pesar, pues no estaba preparado para lo que se le venía encima, echó a correr en dirección a su capitana (Claramente por que la conocía y sabía que jugaba con hielo que es lo que buscaba) y empezó a cumplir la orden. Se acercó a un pequeño grupo de soldados piratas, eran cuatro que intentaban apagar el fuego generado por Nia con sus chaquetas, de un salto, el cual se vio potenciado pues estaba corriendo hacia ellos, lanzó una patada al pecho de uno, un puñetazo al segundo, agarró la nuca del tercero y le arreó un cabezazo y al cuarto simplemente lo placó y empotró contra la pared, luego miró a sus compañeros, necesitaba cubrir bien a la superior
- Spoiler:
Seth entra en el vagón y ataca a cuatro soldados
- Propenso a la deshidratación (moderada): 2/5 post sin agua
Sasaki
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Arabasta, No era un país de mi gusto, mucha arena, todo un desierto con cuatro oasis mal contados. Por alguna razón la caza nos había llevado hasta a aquel lugar. Los rumores de que iba a acontencer algo malo allí nos había echo llegar a estas tierras. Hayato y Alice se habían quedado en la ciudad de Nanohana, mientras, yo comencé a revisar la ciudad.
En cierto momento, salí de la ciudad, no había sido me mejor idea, pero había escuchado en las calles que la capital del reino, por lo que me dirigí hacia la salida en la que debería dirigirse hacia aquella ciudad. Sin embargo, por alguna razón, algo me hizo pensar que podría explorar un poco el camino en aquella dirección, por lo que me comencé a adentrar en aquel desierto. Cuando llevaba unos minutos de camino, pude escuchar unos ruidos bastante fuertes provenientes del pueblo del que venía.
Me giré para ver si podía ver algo de lo que estaba pasando, sin embargo, no pude, una duna se interponía en mi vista hacia la ciudad, tras un suspiro, comencé a subir de nuevo la duna para poder ver algo, a parte de una columna de arena que estaba subiendo al cielo y caía nuevamente. De todos modos, y por las experiencias pasadas que tenía, me preparé por si tenía que defenderme o reaccionar rápido.
El ruido se iba haciendo más intenso según subía la duna y la arena también estaba más cerca. Algo andaba mal de verdad. Saqué uno de los clavos de la armadura ya marcado con la habilidad de la akuma dispuesto a lanzarlo en el momento preciso. Y la verdad es que no tuve que esperar demasiado, ni para lanzarlo, ni para descubrir que era lo que había tras la duna.
Casi a la vez que me asomaba por encima de la duna, un enorme vehículo iba en la dirección en la que yo estaba. Conseguí saltar hacia un lado para que no me llevase por encima, sin embargo, si me golpeó lanzándome más hacia el lado que había saltado. Mis reflejos me habían salvado. Sin dudarlo y con la intención de detener el trasto aquel dado que parecía descontrolado, lancé el clavo, el cual quedó entre dos vagones.
Acto seguido de esto, usé mi habilidad dando a la vez un chasquidos con los dedos y mi posición pasó a estar sobre el clavo. La velocidad del tren hizo que me chocase contra la pared de un vagón. Sin embargo, al subir pude ver que en uno de los dos vagones estaba habiendo pelea, y no normal, escuché el chasquido de un látigo y pude notar como la luz perdía intensidad como tragada por algo.
Cuando me recuperé, desenfundé mis armas y me preparé para comenzar el combate, aunque esperaría a ver realmente quienes eran los villanos de esta historia.
En cierto momento, salí de la ciudad, no había sido me mejor idea, pero había escuchado en las calles que la capital del reino, por lo que me dirigí hacia la salida en la que debería dirigirse hacia aquella ciudad. Sin embargo, por alguna razón, algo me hizo pensar que podría explorar un poco el camino en aquella dirección, por lo que me comencé a adentrar en aquel desierto. Cuando llevaba unos minutos de camino, pude escuchar unos ruidos bastante fuertes provenientes del pueblo del que venía.
Me giré para ver si podía ver algo de lo que estaba pasando, sin embargo, no pude, una duna se interponía en mi vista hacia la ciudad, tras un suspiro, comencé a subir de nuevo la duna para poder ver algo, a parte de una columna de arena que estaba subiendo al cielo y caía nuevamente. De todos modos, y por las experiencias pasadas que tenía, me preparé por si tenía que defenderme o reaccionar rápido.
El ruido se iba haciendo más intenso según subía la duna y la arena también estaba más cerca. Algo andaba mal de verdad. Saqué uno de los clavos de la armadura ya marcado con la habilidad de la akuma dispuesto a lanzarlo en el momento preciso. Y la verdad es que no tuve que esperar demasiado, ni para lanzarlo, ni para descubrir que era lo que había tras la duna.
Casi a la vez que me asomaba por encima de la duna, un enorme vehículo iba en la dirección en la que yo estaba. Conseguí saltar hacia un lado para que no me llevase por encima, sin embargo, si me golpeó lanzándome más hacia el lado que había saltado. Mis reflejos me habían salvado. Sin dudarlo y con la intención de detener el trasto aquel dado que parecía descontrolado, lancé el clavo, el cual quedó entre dos vagones.
Acto seguido de esto, usé mi habilidad dando a la vez un chasquidos con los dedos y mi posición pasó a estar sobre el clavo. La velocidad del tren hizo que me chocase contra la pared de un vagón. Sin embargo, al subir pude ver que en uno de los dos vagones estaba habiendo pelea, y no normal, escuché el chasquido de un látigo y pude notar como la luz perdía intensidad como tragada por algo.
Cuando me recuperé, desenfundé mis armas y me preparé para comenzar el combate, aunque esperaría a ver realmente quienes eran los villanos de esta historia.
- Resumen:
- Situación antes de la aparición del tren. casi soy atropellado por este y gracias a mi akuma me cuelo entre los vagones 1 y 2. me preparo para el combate.
Gasto de energía: 5
Mikazuki Hayato
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No podía decir que no disfrutase las cacerías que hacíamos, nos llevaban por islas exóticas y paisajes de los cuales sólo había leído en libros. Arabasta era lo contrario a lo que estaba acostumbrado, un gran desierto árido y caluroso, los pocos refugios eran los escasos oasis y las ciudades cerca de la costa y los ríos. Incluso en estas se notaba el calor y el implacable sol que bañaba las calles, de todas formas los lugareños sabían perfectamente como adaptarse, el interior de los edificios era refrescante y las pequeñas plazas estaban la mayor parte del día a la sombra, con una fuente central que refrescaba con algo de humedad y el sonido relajante del agua corriente.
Estábamos a la espera de Beni D. Souto, al parecer tenía algo grande planeado y no éramos los únicos que lo sabíamos. Estábamos casi seguros del lugar donde desembarcaría, lo que no teníamos tan claro era la hora, así que nos separamos en busca de víveres y, cómo no, una vez cubierta esa necesidad, hacer algo de turismo. Al fin y al cabo Nanohana era un puerto comercial, el turismo era un cómodo complemento que venía con los negocios. A Alice se le había antojado probar el té local, a Sasaki le había perdido la vista hacía una hora, pero sabíamos donde reunirnos llegado el momento. Con un momento para mí mismo y la atmósfera relajante de aquella pequeña plaza decidí sentarme en un banco al lado de una fuente y cerrar los ojos para disfrutar del relajante sonido.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero un estruendo me despertó. Lo primero que vi fueron un montón de plumas amarillas, un grupo de enormes patos con silla de montar se habían sentado a descansar a mi alrededor, estos comenzaron a despertarse sobresaltados por el repentino ruido. Levanté la mirada y pude ver un un enorme barco metálico, largo como una serpiente marina y que escupía humo por su proa arrollar la ciudad, pasando por encima de los edificios y abriendo fuego para sembrar el caos. Ese era nuestro hombre, supuse. Pero lo que me preocupaba era que Alice estaba en esa dirección, la había dejado muy cerca de donde estaba pasando el barco.
Las enormes aves comenzaron a correr de un lado a otro despavoridas a la vez que unos pocos soldados llegaban para tomar sus riendas y salir persiguiendo el monstruosos vehículo. No podía quedarme quieto, tomé prestado uno de esos patos, uno notablemente más grande, con una cicatriz en el ojo derecho, se notaba que estaba bien entrenado por su comportamiento. Subí sobre su silla y lo espoleé en dirección a donde estaba Alice.
Cuando llegué el local estaba arrasado, pero no había ni rastro de la capitana. Miré en dirección a la bestia de hierro y pude ver una silueta familiar moviéndose entre las nubes de polvo, sin pensarlo dos veces giré y me puse a perseguir nuestra presa, esperando que Sasaki hiciera lo mismo.
La velocidad de aquella montura era impresionante, no esperaba que se moviera tan bien sobre las arenas del desierto, pudiendo igualar la velocidad de aquel extraño barco en pocos minutos. De todas formas no podía ver una oportunidad de abordarlo, no mientras se moviera tan rápido. Nadie había perdido el tiempo, se podía ver cómo la tripulación se afanaba a repeler a los asaltantes, así como varias personas que estaban intentando colarse o lo habían logrado. De pronto una sensación familiar me llegó de la parte delantera del barco, seguido de gritos y personas saliendo despedidas a los lados, pasando por una inconfundible explosión. Traté de aumentar la velocidad para llegar a la sección delantera pero había un pequeño problema. Varias troneras del navío se habían abierto para dejar salir los cañones de rifles y artillería, varios disparos pasaron silbando a mi lado y otros acertaron a los soldados que tenía alrededor. Abrí los ojos cuando pude ver uno de los cañones apuntando en mi dirección y por un momento solté las riendas y me aferré con las piernas lo mejor que pude.
Llevé las manos a mi arma y, con un rápido movimiento coordinado con mi respiración lancé un golpe a la vez que escuché la detonación del arma. Noté un enorme impacto en las manos y una fuerza que casi me tira de la montura, pero la explosión nunca había llegado, no por lo menos a mi lado. De alguna manera mi golpe no había parado la bala de cañón, la había desviado, impactando esta en el barco. Respiré achacándolo a un golpe fortuito pero preparándome por si acaso, si algo hacía que se ralentizase intentaría llegar con Alice.
Estábamos a la espera de Beni D. Souto, al parecer tenía algo grande planeado y no éramos los únicos que lo sabíamos. Estábamos casi seguros del lugar donde desembarcaría, lo que no teníamos tan claro era la hora, así que nos separamos en busca de víveres y, cómo no, una vez cubierta esa necesidad, hacer algo de turismo. Al fin y al cabo Nanohana era un puerto comercial, el turismo era un cómodo complemento que venía con los negocios. A Alice se le había antojado probar el té local, a Sasaki le había perdido la vista hacía una hora, pero sabíamos donde reunirnos llegado el momento. Con un momento para mí mismo y la atmósfera relajante de aquella pequeña plaza decidí sentarme en un banco al lado de una fuente y cerrar los ojos para disfrutar del relajante sonido.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero un estruendo me despertó. Lo primero que vi fueron un montón de plumas amarillas, un grupo de enormes patos con silla de montar se habían sentado a descansar a mi alrededor, estos comenzaron a despertarse sobresaltados por el repentino ruido. Levanté la mirada y pude ver un un enorme barco metálico, largo como una serpiente marina y que escupía humo por su proa arrollar la ciudad, pasando por encima de los edificios y abriendo fuego para sembrar el caos. Ese era nuestro hombre, supuse. Pero lo que me preocupaba era que Alice estaba en esa dirección, la había dejado muy cerca de donde estaba pasando el barco.
Las enormes aves comenzaron a correr de un lado a otro despavoridas a la vez que unos pocos soldados llegaban para tomar sus riendas y salir persiguiendo el monstruosos vehículo. No podía quedarme quieto, tomé prestado uno de esos patos, uno notablemente más grande, con una cicatriz en el ojo derecho, se notaba que estaba bien entrenado por su comportamiento. Subí sobre su silla y lo espoleé en dirección a donde estaba Alice.
Cuando llegué el local estaba arrasado, pero no había ni rastro de la capitana. Miré en dirección a la bestia de hierro y pude ver una silueta familiar moviéndose entre las nubes de polvo, sin pensarlo dos veces giré y me puse a perseguir nuestra presa, esperando que Sasaki hiciera lo mismo.
La velocidad de aquella montura era impresionante, no esperaba que se moviera tan bien sobre las arenas del desierto, pudiendo igualar la velocidad de aquel extraño barco en pocos minutos. De todas formas no podía ver una oportunidad de abordarlo, no mientras se moviera tan rápido. Nadie había perdido el tiempo, se podía ver cómo la tripulación se afanaba a repeler a los asaltantes, así como varias personas que estaban intentando colarse o lo habían logrado. De pronto una sensación familiar me llegó de la parte delantera del barco, seguido de gritos y personas saliendo despedidas a los lados, pasando por una inconfundible explosión. Traté de aumentar la velocidad para llegar a la sección delantera pero había un pequeño problema. Varias troneras del navío se habían abierto para dejar salir los cañones de rifles y artillería, varios disparos pasaron silbando a mi lado y otros acertaron a los soldados que tenía alrededor. Abrí los ojos cuando pude ver uno de los cañones apuntando en mi dirección y por un momento solté las riendas y me aferré con las piernas lo mejor que pude.
Llevé las manos a mi arma y, con un rápido movimiento coordinado con mi respiración lancé un golpe a la vez que escuché la detonación del arma. Noté un enorme impacto en las manos y una fuerza que casi me tira de la montura, pero la explosión nunca había llegado, no por lo menos a mi lado. De alguna manera mi golpe no había parado la bala de cañón, la había desviado, impactando esta en el barco. Respiré achacándolo a un golpe fortuito pero preparándome por si acaso, si algo hacía que se ralentizase intentaría llegar con Alice.
- Resumen:
- Hayato se queda dormido con los patos, cuando todo ocurre se sube en uno y sale a perseguir el tren, le disparan un cañonazo y logra batear la bala de cañón.
Freites D. Alpha
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Sorprendente es la situación, joven pirata. Si, eres despertado por una calamidad que ocurre en la tranquila ciudad. Lo primero que divisas, es un enorme tren que ha hecho un desastre a su paso. Lo miras fijamente y la codicia te entra. En un instante, te das cuenta que por el curso que ha tomado, parecía ser que se dirigía a la ciudad capital. Realmente no estaba seguro, recuerdos vagos tienes de la última vez que viniste a esta isla. Pero si tus sospechan eran ciertas, lo que vendría sería algo malo.
-¿Mmmm? – Fuiste apuntado desde los vagones del tren. Muchos rifles apuntaban a ti. De pronto una andanada de disparo se hizo presente, un fuerte rugido de armas de fuego se alzó frente a ti. Buscando hacerte añicos. Tú, aun bostezando. Simplemente solidificaste tu cuerpo. – Tekai… - Todas las balas revotaron en tu cuerpo, no logrando atravesar tu carne. Pero he de decir, que si era molesto tener que sacudirse las bala de encima. Puesto que mientras lo hacía no tenías una cara muy feliz.
- Que fastidio… ¡Suzaku! – Llamaste a la plumífera, quien llego hasta ti. - ¿Han respondido al llamado?
- Si, Alpha. – Respondió ella. – Los pocos homies que colocaste en la ciudad me han informado que todos están aquí. Berry se encuentra con el gran señor de los sombreros: Sombrerito. – Menudo nombre le pone Berry a sus regalos… vaya. Aunque la simple función del sombrero es tener un amigo con quien poder platicar siempre y siempre mantenerlos a todos comunicados por el radio homie. - Y el nuevo recluta, se encuentra con ella, ademas de Hikari. Están en el vagón once. Iulia y Prometio se encuentras detrás del tren, se nos han adelantado pero no nos tomara mucho alcanzarlos.
- ¿Es muy grande el tren? – Pregúntate
- Inmenso. – Respondió ella. – Susanoo es nuestros ojos en los cielos. Nos mantendrá informado si algo fuera de lo común ocurre. Pero por ahora, toca correr.
- ¡Logi! ¡Thor! A trabajar…
- ¡Si, Alpha!
Te montas en la plumífera. Todos salen a la carrera. Era ventajoso que Suzaku tuviera en su terreno. Era rápida y precisa. No parecía tener ningún problema en avanzar a toda velocidad, mientras esquivaba a la gente y obstáculos producidos por el caos. Tardaron un poco, pero finalmente alcanzaron a Iulia. – ¡Hey! – Gritaste a tu hermana. - ¿Lista para la cacería? – Preguntaste sonriente. – Todos han respondido al llamado. Berry está adentro con el nuevo recluta. Prometió ha de estar cerca del tren.
- Susanoo ya lo vio, Alpha. Esta más adelante. – Dijo la plumífera.
-Bien, vamos. Que Sombrerito informe a Berry que llegaremos pronto.
Avanzaron a gran velocidad. Pasaría un rato hasta que finalmente llegarían hasta el dinosaurio- ¡Hey! ¡Prometio! – Gritaste al espadachín. – ¡Respondiste al llamado! Berry y el nuevo se encuentran en el vagon once. Tenemos que encontrar una forma de entrar.
- Va a ser complicado, Alpha. – Añadió la plumífera. – Si no te fueras quedado dormido…
- Vale, vale. Perdón. – Dijiste estirando la mano y alcanzado una cantimplora llena de café. Era momento de echar un buen trago antes de comenzar a batallar. – Tenemos que buscar una oportunidad y aprovecharla. Pero antes.
Manifiestas un trozo de tu propia alma en tu mano. Respiras profundo y te concentras. Miras la arena y mentalizas lo que quieres. – Yo te elijo a ti, poderoso elemento. Tú representas la trio de elementos que ha de escuchar a mí llamado. Yo… quiero que seas parte de mí y yo parte de ti. Te pido oh gran madre tierra… ¡Te pido que la arena escuche mi llamado! - De pronto, se comienza a formar un gólem hecho de arena. Era uno grande. De cuatro metros. Se manifestó atrás de ti. Tu alma entro en él. Haciendo que este finalmente cobrara vida. - ¡Despierta, Seth!
El gólem despierta. Formado totalmente de arena. Este se desmorona por un segundo pasando a forma arena, la cual se encuentra flotando detrás de tu siguiéndote el paso. – Si… Alpha. – Responde el con una voz bastante grave. Pero a su vez, parecía como si este tuviera bastante pereza.
- Bien… ahora toca entrar.
-¿Mmmm? – Fuiste apuntado desde los vagones del tren. Muchos rifles apuntaban a ti. De pronto una andanada de disparo se hizo presente, un fuerte rugido de armas de fuego se alzó frente a ti. Buscando hacerte añicos. Tú, aun bostezando. Simplemente solidificaste tu cuerpo. – Tekai… - Todas las balas revotaron en tu cuerpo, no logrando atravesar tu carne. Pero he de decir, que si era molesto tener que sacudirse las bala de encima. Puesto que mientras lo hacía no tenías una cara muy feliz.
- Que fastidio… ¡Suzaku! – Llamaste a la plumífera, quien llego hasta ti. - ¿Han respondido al llamado?
- Si, Alpha. – Respondió ella. – Los pocos homies que colocaste en la ciudad me han informado que todos están aquí. Berry se encuentra con el gran señor de los sombreros: Sombrerito. – Menudo nombre le pone Berry a sus regalos… vaya. Aunque la simple función del sombrero es tener un amigo con quien poder platicar siempre y siempre mantenerlos a todos comunicados por el radio homie. - Y el nuevo recluta, se encuentra con ella, ademas de Hikari. Están en el vagón once. Iulia y Prometio se encuentras detrás del tren, se nos han adelantado pero no nos tomara mucho alcanzarlos.
- ¿Es muy grande el tren? – Pregúntate
- Inmenso. – Respondió ella. – Susanoo es nuestros ojos en los cielos. Nos mantendrá informado si algo fuera de lo común ocurre. Pero por ahora, toca correr.
- ¡Logi! ¡Thor! A trabajar…
- ¡Si, Alpha!
Te montas en la plumífera. Todos salen a la carrera. Era ventajoso que Suzaku tuviera en su terreno. Era rápida y precisa. No parecía tener ningún problema en avanzar a toda velocidad, mientras esquivaba a la gente y obstáculos producidos por el caos. Tardaron un poco, pero finalmente alcanzaron a Iulia. – ¡Hey! – Gritaste a tu hermana. - ¿Lista para la cacería? – Preguntaste sonriente. – Todos han respondido al llamado. Berry está adentro con el nuevo recluta. Prometió ha de estar cerca del tren.
- Susanoo ya lo vio, Alpha. Esta más adelante. – Dijo la plumífera.
-Bien, vamos. Que Sombrerito informe a Berry que llegaremos pronto.
Avanzaron a gran velocidad. Pasaría un rato hasta que finalmente llegarían hasta el dinosaurio- ¡Hey! ¡Prometio! – Gritaste al espadachín. – ¡Respondiste al llamado! Berry y el nuevo se encuentran en el vagon once. Tenemos que encontrar una forma de entrar.
- Va a ser complicado, Alpha. – Añadió la plumífera. – Si no te fueras quedado dormido…
- Vale, vale. Perdón. – Dijiste estirando la mano y alcanzado una cantimplora llena de café. Era momento de echar un buen trago antes de comenzar a batallar. – Tenemos que buscar una oportunidad y aprovecharla. Pero antes.
Manifiestas un trozo de tu propia alma en tu mano. Respiras profundo y te concentras. Miras la arena y mentalizas lo que quieres. – Yo te elijo a ti, poderoso elemento. Tú representas la trio de elementos que ha de escuchar a mí llamado. Yo… quiero que seas parte de mí y yo parte de ti. Te pido oh gran madre tierra… ¡Te pido que la arena escuche mi llamado! - De pronto, se comienza a formar un gólem hecho de arena. Era uno grande. De cuatro metros. Se manifestó atrás de ti. Tu alma entro en él. Haciendo que este finalmente cobrara vida. - ¡Despierta, Seth!
El gólem despierta. Formado totalmente de arena. Este se desmorona por un segundo pasando a forma arena, la cual se encuentra flotando detrás de tu siguiéndote el paso. – Si… Alpha. – Responde el con una voz bastante grave. Pero a su vez, parecía como si este tuviera bastante pereza.
- Bien… ahora toca entrar.
- Resumen:
Gareth Silverwing
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Por un momento pensé que era mi imaginación, un leve torón hacia atrás que poco a poco fue incrementando. Según crecía las teorías más locas se iban sucediendo una tras otra en mi cabeza. Primero pensé que el calor me estaba mareando, luego que el tren estaba subiendo una duna muy empinada, por último que en medio del desierto había un looping y esto era una montaña rusa gigante. Pero todas ellas se fueron al traste cuando vi que las sombras proyectadas desde las escotillas no cambiaban de sentido, era como si la gravedad de pronto estuviera a nuestras espaldas.
Traté de agarrarme como pude, varias docenas de piratas les fallaron las fuerzas o no encontraron un punto de apoyo, cayendo y amontonándose en una pila humana agonizante. Estaba claro que los de abajo habían muerto aplastados, la mayoría asfixiados y, unos pocos afortunados, entre los cuales me encontraba, simplemente paralizados por la presión sobre nuestros cuerpos. De pronto, tal y como apareció, la misteriosa fuerza desapareció, dejándonos caer y respirar. Me quedé junto a los heridos, tratando de recuperarme de aquella experiencia mientras veía como "Ojeras" se acercaba con cara de pocos amigos y comenzaba a abrirse paso.
¿Cómo no? Ya tardaban en aparecer. Tras la puerta había comenzado un combate de personas con habilidades sobrehumanas y poderes sobrenaturales. Ya me lo dijo mi abuelo "Si viajas en el tiempo no toques nada, y no juegues con las fuerzas fundamentales del universo". En su momento me lo hubiera tomado como frases de un viejo que empezaba a ser senil, pero tras esto comenzaba a pensar que la sabiduría de la experiencia estaba en sus palabras.
En fin, no había mal que no pudiera ser aprovechado, con la tripulación en shock, afanándose por rescatar a los heridos y salvar lo que pudieran nadie se fijaría en lo que haría un simple grumete. Estarían más atentos a lo que pasase tras esa pared que a este lado. Me incorporé no sin antes haberme manchado convenientemente de sangre, varios moratones y pequeños cortes aparecieron en mi piel junto con la cantidad justa de sangre. No parecía tan herido como para quedar fuera de juego, pero podía seguir siendo útil, que deambulara un poco no le extrañaría a nadie. Me levanté y procuré que mis andares parecieran algo doloridos mientras me dirigía a la puerta izquierda que daba al acceso a la locomotora, pero de pronto un carraspeo llamó mi atención.
- ¿Se puede saber qué haces chaval? - Preguntó Malcom, un veterano de la tripulación, sería seguramente el segundo o tercero al mando de "Ojeras". Se había llevado la mano a la cabeza tratando de tapar un golpe reciente en una calva mal disimulada bajo una cortinilla. Lo había visto interactuar estos últimos días, era testarudo, ni aunque razonases las cosas daría su brazo a torcer, no al menos si pensaba que la idea era de otra persona. Pero si era idea suya...
- T-Tenemos muchas bajas señor alguien tiene que ir a... - Hice una pausa mirando al montón de piratas, escuchando los ruidos de lucha al otro lado. - No... estoy seguro que Kirk y Morgan podrán con él. Volveré a mi puesto, no haré perder el tiempo a los jefes. - Dije con una sonrisa optimista.
- No, espera... - Me paró mientras se llevaba la mano al mentón y pensaba. - Aunque ganen no estará mal pedir refuerzos, la situación es justificable. Ve a la locomotora e infórmales de la situación. Y por el amor de dios endereza esa postura y deja de quejarte por un par de golpes. - Me ordenó golpeando mi espalda para luego irse a dar más órdenes.
Con el camino despejado ya sólo quedaba salir de ahí. Abrí la puerta y salí del vagón camino a la locomotora, guardándome en el bolsillo un pequeño recuerdo que le había sustraído a Malcom sin que se diera cuenta. Por supuesto con el tamaño que tenía un novato herido podía perderse fácilmente entre sus instalaciones antes de llegar a avisar a los jefazos, y a saber qué podría encontrar ese desdichado novato entre las paredes de acero de aquella bestia mecánica.
Traté de agarrarme como pude, varias docenas de piratas les fallaron las fuerzas o no encontraron un punto de apoyo, cayendo y amontonándose en una pila humana agonizante. Estaba claro que los de abajo habían muerto aplastados, la mayoría asfixiados y, unos pocos afortunados, entre los cuales me encontraba, simplemente paralizados por la presión sobre nuestros cuerpos. De pronto, tal y como apareció, la misteriosa fuerza desapareció, dejándonos caer y respirar. Me quedé junto a los heridos, tratando de recuperarme de aquella experiencia mientras veía como "Ojeras" se acercaba con cara de pocos amigos y comenzaba a abrirse paso.
¿Cómo no? Ya tardaban en aparecer. Tras la puerta había comenzado un combate de personas con habilidades sobrehumanas y poderes sobrenaturales. Ya me lo dijo mi abuelo "Si viajas en el tiempo no toques nada, y no juegues con las fuerzas fundamentales del universo". En su momento me lo hubiera tomado como frases de un viejo que empezaba a ser senil, pero tras esto comenzaba a pensar que la sabiduría de la experiencia estaba en sus palabras.
En fin, no había mal que no pudiera ser aprovechado, con la tripulación en shock, afanándose por rescatar a los heridos y salvar lo que pudieran nadie se fijaría en lo que haría un simple grumete. Estarían más atentos a lo que pasase tras esa pared que a este lado. Me incorporé no sin antes haberme manchado convenientemente de sangre, varios moratones y pequeños cortes aparecieron en mi piel junto con la cantidad justa de sangre. No parecía tan herido como para quedar fuera de juego, pero podía seguir siendo útil, que deambulara un poco no le extrañaría a nadie. Me levanté y procuré que mis andares parecieran algo doloridos mientras me dirigía a la puerta izquierda que daba al acceso a la locomotora, pero de pronto un carraspeo llamó mi atención.
- ¿Se puede saber qué haces chaval? - Preguntó Malcom, un veterano de la tripulación, sería seguramente el segundo o tercero al mando de "Ojeras". Se había llevado la mano a la cabeza tratando de tapar un golpe reciente en una calva mal disimulada bajo una cortinilla. Lo había visto interactuar estos últimos días, era testarudo, ni aunque razonases las cosas daría su brazo a torcer, no al menos si pensaba que la idea era de otra persona. Pero si era idea suya...
- T-Tenemos muchas bajas señor alguien tiene que ir a... - Hice una pausa mirando al montón de piratas, escuchando los ruidos de lucha al otro lado. - No... estoy seguro que Kirk y Morgan podrán con él. Volveré a mi puesto, no haré perder el tiempo a los jefes. - Dije con una sonrisa optimista.
- No, espera... - Me paró mientras se llevaba la mano al mentón y pensaba. - Aunque ganen no estará mal pedir refuerzos, la situación es justificable. Ve a la locomotora e infórmales de la situación. Y por el amor de dios endereza esa postura y deja de quejarte por un par de golpes. - Me ordenó golpeando mi espalda para luego irse a dar más órdenes.
Con el camino despejado ya sólo quedaba salir de ahí. Abrí la puerta y salí del vagón camino a la locomotora, guardándome en el bolsillo un pequeño recuerdo que le había sustraído a Malcom sin que se diera cuenta. Por supuesto con el tamaño que tenía un novato herido podía perderse fácilmente entre sus instalaciones antes de llegar a avisar a los jefazos, y a saber qué podría encontrar ese desdichado novato entre las paredes de acero de aquella bestia mecánica.
- Resumen:
- Salgo de entre los cuerpos usando Sangre falsa y Autolesión para parecer herido y consigo que me ordenen informar a los jefazos en la locomotora, claro que, el plan no es ir directo.
Iulia Markov
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La verdad, en los libros las batallas eran menos caóticas e incómodas que aquella persecución. Hacía calor, estaba sudando y tantas cosas ocurrían a la vez que le costaba entender todo lo que estaba ocurriendo. Incluso con aquellas ropas propias de Arabasta, aquel calor era demasiado para ella. Resopló cansada. ¿Por qué había tantos ruidos? Explosiones, disparos, tiroteos... empezaba a sentirse muy molesta. "Me estoy deshidratando" comprendió a tiempo. Bajo aquel sol abrasador, su enfermedad se agravaba aún más. Buscó con torpeza su cantimplora y bebió como pudo mientras cabalgaba. Un poco de refresco de cola manchó la tela de su túnica.
Mientras recuperaba poco a poco sus sentidos, bebiendo a sorbos más cola para recuperar azúcar y líquidos. El tren había recuperado velocidad tras el choque con la ciudad y empezaba a tomarles ventaja. Fred era un buen caballo, pero aquella máquina era muy veloz. Pese a todo el daño que parecían haber recibido algunos vagones, el tren parecía imparable. Probablemente el motor estuviera al frente del todo... eso creía recordar de los libros que había leído. Entonces algo pasó velozmente a su lado: era Alpha cabalgando a Suzaku, junto con Logi y Thor.
- ¡Al fin llegas, dormilón! - gritó a Alpha, sonriendo - Fred no va a poder seguir el ritmo del tren. Necesito que me llevéis y que alguien guíe a Fred de vuelta. ¡Prepárate, Thor, que subo!
Se puso de pie sobre los estribos y esperó a que Thor se acercase a ella. Entonces, en una maniobra arriesgada, apoyó las manos sobre la silla y saltó al homie nube. Se sentó con las piernas cruzadas y se puso cómoda - ¡Adelante, a por esa máquina! - se rió con ganas, animada. Viajar sobre Thor era mucho más cómodo que galopar por la arena. Aprovechando su nueva y cómoda posición, estudió el campo de batalla. El tren tenía cañones y tiradores en las ventanas. No parecía que hubiera mucho que los atacantes pudieran hacer, la cantidad de tripulantes de aquel monstruo debía ser inmensa.
- ¡Hola, Prome! - saludo Iulia agitando la mano en cuanto alcanzaron al chico dinosaurio. Mientras Alpha creaba un nuevo homie, sacó su catalejo y trató de observar qué ocurría en el vagón 12, con la esperanza de localizar a Berry a través de alguna de las ventanas o de ver posibles amenazas. Aprovechó para hacer un barrido general de la zona del tren en busca de cualquier cosa que le llamara la atención.
Mientras recuperaba poco a poco sus sentidos, bebiendo a sorbos más cola para recuperar azúcar y líquidos. El tren había recuperado velocidad tras el choque con la ciudad y empezaba a tomarles ventaja. Fred era un buen caballo, pero aquella máquina era muy veloz. Pese a todo el daño que parecían haber recibido algunos vagones, el tren parecía imparable. Probablemente el motor estuviera al frente del todo... eso creía recordar de los libros que había leído. Entonces algo pasó velozmente a su lado: era Alpha cabalgando a Suzaku, junto con Logi y Thor.
- ¡Al fin llegas, dormilón! - gritó a Alpha, sonriendo - Fred no va a poder seguir el ritmo del tren. Necesito que me llevéis y que alguien guíe a Fred de vuelta. ¡Prepárate, Thor, que subo!
Se puso de pie sobre los estribos y esperó a que Thor se acercase a ella. Entonces, en una maniobra arriesgada, apoyó las manos sobre la silla y saltó al homie nube. Se sentó con las piernas cruzadas y se puso cómoda - ¡Adelante, a por esa máquina! - se rió con ganas, animada. Viajar sobre Thor era mucho más cómodo que galopar por la arena. Aprovechando su nueva y cómoda posición, estudió el campo de batalla. El tren tenía cañones y tiradores en las ventanas. No parecía que hubiera mucho que los atacantes pudieran hacer, la cantidad de tripulantes de aquel monstruo debía ser inmensa.
- ¡Hola, Prome! - saludo Iulia agitando la mano en cuanto alcanzaron al chico dinosaurio. Mientras Alpha creaba un nuevo homie, sacó su catalejo y trató de observar qué ocurría en el vagón 12, con la esperanza de localizar a Berry a través de alguna de las ventanas o de ver posibles amenazas. Aprovechó para hacer un barrido general de la zona del tren en busca de cualquier cosa que le llamara la atención.
- resumen:
- Me monto en Thor (uno de los homies de Alpha) y uso mi catalejo para observar bien lo que ocurre en torno al tren.
Hikari
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La fuerza del viento por la velocidad de esa increíble máquina, dificultaban la movilidad de Hikari, intentaba agarrarse bien para acceder al tren pero la arena le impedía ver donde agarrarse, el viento le vapuleaba el pelo que dificultaba más si cabe la visión y el movimiento del tren no ayudaba, si se soltaba y fallaba al agarrarse, saldría despedida y lo más probable es que muriera del impacto contra la arena o al caer entre los mecanismos de movimiento del tren. Cuando iba a tomar la "valentía" de hacer el intento para acceder, de pronto la pared se hundió hacia el interior del barco y observó a... ¿Berry? Joder, no se que come esa muchacha pero los niños de hoy en día crecen muy rápido... ¿Cuanto mide? ¿Tres metros? -Holis- Dijo colgada de la puerta en una situación bastante embarazosa... -Al final he decidido echaros una mano- Se soltó rápidamente para poder ser testigo del tremendo ataque que realizó contra quien había marcado como objetivo -¡No me quedo atrás!- Gritó la samurái al ver como Berry mostraba todo su poder...
Hikari corrió detrás de Berry, usando su cuerpo para protegerse y para segundos más tarde del ataque de la Ex-marine, poder hacer el suyo e intentar ayudarle, aún que dudaba de si ese oponente iba a sobrevivir a un golpe tan tremendo como el de la mujer de los mil poderes. Su primera intención fue prender la espada en llamas, pero recordó que su arma "Yuki" extinguía el fuego nada más tocarlo, así que simplemente fue sin excederse. Apareció por el flanco derecho de Berry y atacó con cinco estocadas rápidas, lanzaba y recogía, lanzaba y recogía, parecía una máquina de coser.
No entendía que interés tendría Alpha en un evento de este calibre, pero si le ayudaba con esto, quizás dejaría de sentir que le debe algo, además esta tripulación cada vez daba más miedo y no por la mujer peligrosa de más de tres metros de altura, ella era la segunda que más miedo daba... Tras los ataques, al enemigo, se apartó y dejó que su compañera siguiera con su destrucción. Sabía que cuanto más espacio tuviera mejor se movería por lo que sería como una avispa, entraría, atacaría y se apartaría.
Una vez cogió distancia, alzó a Yuki, su hermosa espada blanquecina que reflejaba la luz del ambiente con unos tonos nieve y con un rápido y brusco movimiento generó un haz de energía directo al enemigo, el haz de energía se tornó blanco con tonos azules y se envolvió de elemento hielo
Hikari corrió detrás de Berry, usando su cuerpo para protegerse y para segundos más tarde del ataque de la Ex-marine, poder hacer el suyo e intentar ayudarle, aún que dudaba de si ese oponente iba a sobrevivir a un golpe tan tremendo como el de la mujer de los mil poderes. Su primera intención fue prender la espada en llamas, pero recordó que su arma "Yuki" extinguía el fuego nada más tocarlo, así que simplemente fue sin excederse. Apareció por el flanco derecho de Berry y atacó con cinco estocadas rápidas, lanzaba y recogía, lanzaba y recogía, parecía una máquina de coser.
No entendía que interés tendría Alpha en un evento de este calibre, pero si le ayudaba con esto, quizás dejaría de sentir que le debe algo, además esta tripulación cada vez daba más miedo y no por la mujer peligrosa de más de tres metros de altura, ella era la segunda que más miedo daba... Tras los ataques, al enemigo, se apartó y dejó que su compañera siguiera con su destrucción. Sabía que cuanto más espacio tuviera mejor se movería por lo que sería como una avispa, entraría, atacaría y se apartaría.
Una vez cogió distancia, alzó a Yuki, su hermosa espada blanquecina que reflejaba la luz del ambiente con unos tonos nieve y con un rápido y brusco movimiento generó un haz de energía directo al enemigo, el haz de energía se tornó blanco con tonos azules y se envolvió de elemento hielo
- Spoiler:
Resumen:
Hikari al entrar en el vagón, se mueve por detrás de Berry y ataca ocultandose con ella, lanza cinco ataques normales y tras coger distancia lanza una técnica fusionada con la pasiva de su arma
Nombre de la técnica: Onda cortante
Categoría: Especial
Prerrequisitos: Fuerza 6 o Velocidad 6
Descripción: El personaje concentra fuerzas en su arma o pierna para proyectar un corte que alcanza unos quince metros, capaz de cortar a la mitad muebles de madera y partir a la mitad animales pequeños.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t26134-armeria-de-hikari
-El arma "guarda" una técnica elemental en su interior: Cuando el usuario lanza su propia técnica de "Onda de corte" esta al cortar crea hielo en todo lo que corta. Cuando la técnica golpea contra algo y se "rompe" genera un bloque de hielo
Energía:
Base: 344 - 10 = 334
Morgoth
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El tiempo de pensar en el techo del vagón fue escaso o más bien nulo, no me había percatado cuando subí del caño de arena que se formaba al avanzar el tren por las arenas del desierto, y estas caían sobre el techo.
Me desplacé hacia la parte posterior, si no calculaba mal, sería el espacio entre los vagones seis y siete. Según llegué al borde del techo, escuché como una puerta se abría y cerraba. Iba a esperar un momento, sin embargo, un golpe del chorro de arena que no me esperé hizo que cayese por el hueco.
En la caída con una mano me agarré a algo, pero no detuvo mi caída. Ya en el suelo, descubrí que era un tipo, posiblemente el que había salido del vagón. Cuando nos recuperamos de la caída y este me vio rápidamente llevó la mano a un cuchillo que tenía en la cintura, sin embargo, yo fui más rápido y creé un filo de trion y le apuñalé en la garganta.
El cuerpo inerte de aquel tipo lo arrojé por el hueco al desierto, sabía que no colaría que entrase yo en el vagón en vez de él, pero dejarlo en el hueco si salía alguien del vagón contiguo. Echo aquello, saqué de la sombra con una mano la pistola, mientras con la otra mano saqué cinco canicas. Además, dado que iba a estar a la sombra, me quité la técnica que me cubría de sombras.
Respiré hondo y abrí la puerta. La verdad no esperaba que aquello estuviese tan repleto de gente como estaba. Detuve mi plan de forma momentánea e intenté pasar desapercibido, aunque solo quería ver como reaccionaban.
-Ho...Hola, creo que me he equivocado, me dijeron que aquí está el servicio, ¿o estáis haciendo cola porque están ocupados?
Evidentemente, ante aquella estupidez, al principio quedaron sorprendidos al verme, sin embargo, rápidamente se pusieron alerta y me apuntaron con armas. Aquello se puso feo, pero feo de verdad. Solté la pistola en el bolsillo y usé la sombra para sacar algunas canicas más.
-Vale, tranquilo todo el mundo, no quiero problemas. La verdad es que me habéis jodido el suicidio. Había saltado desde un cuarto piso de cabeza porque perdí todo mi dinero en el casino y ahora tengo deudas. Y para librarme iba a suicidarme, pero me habéis jodido, exijo una indemnización. O por lo menos que me llevéis a algún lugar donde pueda matar por mi cuenta, porque no quiero que alguien me mate, debo ser yo que para eso es mi responsabilidad.
Mientras dije esto avancé unos paso hacia el interior del vagón, esperaba que al menos colase durante un momento para poder empezar mi movimiento desde una posición algo más ventajosa.
Me desplacé hacia la parte posterior, si no calculaba mal, sería el espacio entre los vagones seis y siete. Según llegué al borde del techo, escuché como una puerta se abría y cerraba. Iba a esperar un momento, sin embargo, un golpe del chorro de arena que no me esperé hizo que cayese por el hueco.
En la caída con una mano me agarré a algo, pero no detuvo mi caída. Ya en el suelo, descubrí que era un tipo, posiblemente el que había salido del vagón. Cuando nos recuperamos de la caída y este me vio rápidamente llevó la mano a un cuchillo que tenía en la cintura, sin embargo, yo fui más rápido y creé un filo de trion y le apuñalé en la garganta.
El cuerpo inerte de aquel tipo lo arrojé por el hueco al desierto, sabía que no colaría que entrase yo en el vagón en vez de él, pero dejarlo en el hueco si salía alguien del vagón contiguo. Echo aquello, saqué de la sombra con una mano la pistola, mientras con la otra mano saqué cinco canicas. Además, dado que iba a estar a la sombra, me quité la técnica que me cubría de sombras.
Respiré hondo y abrí la puerta. La verdad no esperaba que aquello estuviese tan repleto de gente como estaba. Detuve mi plan de forma momentánea e intenté pasar desapercibido, aunque solo quería ver como reaccionaban.
-Ho...Hola, creo que me he equivocado, me dijeron que aquí está el servicio, ¿o estáis haciendo cola porque están ocupados?
Evidentemente, ante aquella estupidez, al principio quedaron sorprendidos al verme, sin embargo, rápidamente se pusieron alerta y me apuntaron con armas. Aquello se puso feo, pero feo de verdad. Solté la pistola en el bolsillo y usé la sombra para sacar algunas canicas más.
-Vale, tranquilo todo el mundo, no quiero problemas. La verdad es que me habéis jodido el suicidio. Había saltado desde un cuarto piso de cabeza porque perdí todo mi dinero en el casino y ahora tengo deudas. Y para librarme iba a suicidarme, pero me habéis jodido, exijo una indemnización. O por lo menos que me llevéis a algún lugar donde pueda matar por mi cuenta, porque no quiero que alguien me mate, debo ser yo que para eso es mi responsabilidad.
Mientras dije esto avancé unos paso hacia el interior del vagón, esperaba que al menos colase durante un momento para poder empezar mi movimiento desde una posición algo más ventajosa.
- resumen:
- Bajo del techo del vagón y entro en el vagón 6 después de cargarme a uno. Suelto un discurso para ganar algo de tiempo antes de empezar hacer algo agresivo.
Gasto total de energía: 30 (10 uso de akuma, 10 por estar sobre el tren y 10 uso de trion).
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Era normal, el disparo en movimiento era complicado, más aun si necesitaba que fuera efectivo, pero cada vez estaba recortando más distancia y con los resultados vistos podía hacer los ajustes necesarios para que esta vez tuviera más éxito. Observé como una de las ruedas se desprendía y era dejada atrás, con dos o tres más podía tener efecto, pero necesitaba un puso firme y un buen criterio para disparar. Pero antes tenía que encargarme de un pequeño problema, el navío enemigo estaba devolviendo el fuego, como era obvio.
El sol se reflejó sobre la superficie metálica de cinco cañones que se movieron en mi dirección, momentos antes de que estos escupieran su carga con una nube de humo que no tardó en perderse tras el tren. No perdí el tiempo, procurando no perder el objetivo inicié maniobras evasivas, frenando de golpe en el sitio. De ser suelo sólido habría volcado de frente, quedando mi vehículo con el vientre expuesto, pero al ser arena el Kataphraktos pasó a deslizarse sin frenar del todo. Dos columnas de arena se levantaron ante mí al impactar los disparos sobre el desierto. Aceleré y cambié bruscamente de dirección, dejando un tercer y cuarto disparo peligrosamente cerca del casco y escuchando cómo un último rozaba el techo, rebotando sobre el meta, pero abollándolo notablemente. Ya no podría sumergirme sin reparar ese daño, la cámara ya no era estanca.
Respiré de nuevo, tomando el rumbo mientras recargaban y apuntando a mi objetivo. Distancia 280 metros, ángulo de impacto 87º según el telémetro, un tiro más ideal que el anterior. Misma munición y parámetros, tiempo estimado de vuelo menos de 0,3 segundos. Apreté el gatillo del mando y el tercer disparo salió en rumbo a la rueda ya tocada, buscando rematar el eje e inutilizarla. Tras eso giré la torreta y apunté a la rueda delantera del vagón 8, pero este disparo sería diferente.
Repetí el proceso que había hecho cientos de veces con mi pistola o mi escopeta, pero centrándome en el cañón del vehículo. Una niebla oscura y ominosa se extendió desde mi cuerpo hasta el cañón, formando una forma parecida a una calavera en su boca. Era la primera vez que lo probaba con algo tan grande, pero situaciones como esta llamaban a la necesidad de pensar a lo grande. Con la mente fijada en el objetivo disparé. Una estela de neblina oscura siguió el proyectil el cual parecía haber sido disparado desde un ángulo poco óptimo. Todo ocurrió en un instante, pero si alguien era lo suficientemente perspicaz habría visto cómo la niebla guiaba el disparo cambiando ligeramente la trayectoria para que impactase con el ángulo más dañino posible en el eje de la primera rueda del octavo vagón.
Tras eso calculaba que los cañones enemigos estarían listos para responder, así que apunté la torreta al frente. Al lado del gatillo principal uno más pequeño descansaba en una posición un poco menos accesible. Mi pulgar se posó sobre este pulsándolo unas ocho veces en intervalos de un segundo. Cada activación una granada de humo salía de un lanzador de la torreta, generando una cortina a medida que me desplazaba, tratando de dificultar el apuntado. En condiciones normales este permanecería un tiempo en el aire, pero al estar en movimiento tenía que apuntar al frente para entrar en las nubes que iba generando. A su vez cambié el movimiento a uno más errático mientras me seguía acercando para dificultar más que me acertasen.
El sol se reflejó sobre la superficie metálica de cinco cañones que se movieron en mi dirección, momentos antes de que estos escupieran su carga con una nube de humo que no tardó en perderse tras el tren. No perdí el tiempo, procurando no perder el objetivo inicié maniobras evasivas, frenando de golpe en el sitio. De ser suelo sólido habría volcado de frente, quedando mi vehículo con el vientre expuesto, pero al ser arena el Kataphraktos pasó a deslizarse sin frenar del todo. Dos columnas de arena se levantaron ante mí al impactar los disparos sobre el desierto. Aceleré y cambié bruscamente de dirección, dejando un tercer y cuarto disparo peligrosamente cerca del casco y escuchando cómo un último rozaba el techo, rebotando sobre el meta, pero abollándolo notablemente. Ya no podría sumergirme sin reparar ese daño, la cámara ya no era estanca.
Respiré de nuevo, tomando el rumbo mientras recargaban y apuntando a mi objetivo. Distancia 280 metros, ángulo de impacto 87º según el telémetro, un tiro más ideal que el anterior. Misma munición y parámetros, tiempo estimado de vuelo menos de 0,3 segundos. Apreté el gatillo del mando y el tercer disparo salió en rumbo a la rueda ya tocada, buscando rematar el eje e inutilizarla. Tras eso giré la torreta y apunté a la rueda delantera del vagón 8, pero este disparo sería diferente.
Repetí el proceso que había hecho cientos de veces con mi pistola o mi escopeta, pero centrándome en el cañón del vehículo. Una niebla oscura y ominosa se extendió desde mi cuerpo hasta el cañón, formando una forma parecida a una calavera en su boca. Era la primera vez que lo probaba con algo tan grande, pero situaciones como esta llamaban a la necesidad de pensar a lo grande. Con la mente fijada en el objetivo disparé. Una estela de neblina oscura siguió el proyectil el cual parecía haber sido disparado desde un ángulo poco óptimo. Todo ocurrió en un instante, pero si alguien era lo suficientemente perspicaz habría visto cómo la niebla guiaba el disparo cambiando ligeramente la trayectoria para que impactase con el ángulo más dañino posible en el eje de la primera rueda del octavo vagón.
Tras eso calculaba que los cañones enemigos estarían listos para responder, así que apunté la torreta al frente. Al lado del gatillo principal uno más pequeño descansaba en una posición un poco menos accesible. Mi pulgar se posó sobre este pulsándolo unas ocho veces en intervalos de un segundo. Cada activación una granada de humo salía de un lanzador de la torreta, generando una cortina a medida que me desplazaba, tratando de dificultar el apuntado. En condiciones normales este permanecería un tiempo en el aire, pero al estar en movimiento tenía que apuntar al frente para entrar en las nubes que iba generando. A su vez cambié el movimiento a uno más errático mientras me seguía acercando para dificultar más que me acertasen.
- Resumen:
- Esquivo en la medida de lo posible los disparos, recibiendo uno de ellos. Devuelvo el fuego disparando a la rueda que faltaba en el vagón 7 y la delantera del vagón 8 con una técnica. Para terminar dificulto que me disparen con una cortina de humo.
Técnica Genuina: Punit Venator
Elaina Sylveraen
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Sinceramente, no sabía que se esperaba. ¿Acaso se pensaba que si abría las puertas del vagón de un barco tren pirata que estaba destruyendo ciudades enteras a su paso, no pasaría nada? Qué le saludarían y darían los buenos días, invitándole a unas refrescantes caipiriñas en este calor abrasador? ¡Claro que no, pedazo de gilipollas! ¡Claro que le iban a atacar! En fin. Que cincuenta hombres le apuntaron nada más abrir. Por supuesto, y al borde de cagarse encima, su acto reflejo fue cerrar la puerta. Pudo escuchar claramente como las balas chocaban contra el metal. Menos mal que no era de madera, o ahora mismo sería una princesa colador. Y a no ser que quisiera convertirse en un mártir, eso era de todo menos ideal.
Ahora necesitaba un plan. Espera, ¿cómo que un plan? ¡Coge a este maldito super pato amarillo y vete corriendo de aqui! ¿O pateando? ¿Cómo se llamaba a cabalgar en un pato, y por qué nadie se había hecho esa pregunta hasta ahora? Tal vez debería escribir un libro. Si no le apetecía siempre podía pedírselo al den den mushi gpt. Nah, eso era de hijos de puta. Pero en fin, que por alguna razón, en vez de huir, pensaría en un plan.
Si entraba por la misma puerta sería un problema, le dispararían al instante, y esta vez no le daría tiempo a cerrarla. Así que, subió las escaleras hasta el techo del vagón. Y ese pato era tan inteligente y ágil que fue capaz de subir con sus super patitas de super patito, uniéndose a ella. Elaina le acarició la cabeza orgullosa, y pateó hasta el otro lado del vagón, haciendo lo mismo para bajar. La pregunta ahora era, ¿mismo vagón, o el nuevo? Bueno, mejor lo malo conocido que lo probablemente peor por conocer.
Abrió de nuevo la puerta, montada en su super pato. Aunque esta vez actuó rápido, levantando los brazos haciéndose la enfadada y gritando. Necesitaba un nombre lo más común posible, para aumentar las probabilidades de acertar de pura casualidad. Había estado pensando en lo más típico que se le ocurriese en su increíble pateada.
“¡Hermenegildo, traigo órdenes del capitán! ¡No disparéis si no queréis que tenga vuestro pescuezo, putos locos! ¿Qué creéis que pasará si matáis a su nueva amante?”
¿Qué? En Elyndor era un nombre super típico.
“¡¿Qué?!” Gritaron doscientos cuarenta y nueve de los hombres al unísono al escuchar su nombre. ¿Veis? Os dije que era un nombre super común, que no me hacéis caso. Aún así no esperaba que todo el vagón se llamase igual. Aunque claro, eran todos unos putos NPCs. Menos uno que no parecía encajar con el resto. Era el único con el pelo de otro color, y gritaba ¡protagonista! Cómo en las novelas visuales y rpgs.
“¡¿Estáis sordos?!” Gritó de nuevo indignada, sacando todo el tono autoritativo que pudo de sus venas. Y lo llevaba en la sangre. “¡Vuestro puto jefe ha dicho que vayais al vagón cinco, que hacen falta refuerzos, joder! ¡Nos atacan los piratas del sombrero de hojalata, idiotas! Igual si matáis a su capitán el jefe os dará una buena recompensa…”
Ahora necesitaba un plan. Espera, ¿cómo que un plan? ¡Coge a este maldito super pato amarillo y vete corriendo de aqui! ¿O pateando? ¿Cómo se llamaba a cabalgar en un pato, y por qué nadie se había hecho esa pregunta hasta ahora? Tal vez debería escribir un libro. Si no le apetecía siempre podía pedírselo al den den mushi gpt. Nah, eso era de hijos de puta. Pero en fin, que por alguna razón, en vez de huir, pensaría en un plan.
Si entraba por la misma puerta sería un problema, le dispararían al instante, y esta vez no le daría tiempo a cerrarla. Así que, subió las escaleras hasta el techo del vagón. Y ese pato era tan inteligente y ágil que fue capaz de subir con sus super patitas de super patito, uniéndose a ella. Elaina le acarició la cabeza orgullosa, y pateó hasta el otro lado del vagón, haciendo lo mismo para bajar. La pregunta ahora era, ¿mismo vagón, o el nuevo? Bueno, mejor lo malo conocido que lo probablemente peor por conocer.
Abrió de nuevo la puerta, montada en su super pato. Aunque esta vez actuó rápido, levantando los brazos haciéndose la enfadada y gritando. Necesitaba un nombre lo más común posible, para aumentar las probabilidades de acertar de pura casualidad. Había estado pensando en lo más típico que se le ocurriese en su increíble pateada.
“¡Hermenegildo, traigo órdenes del capitán! ¡No disparéis si no queréis que tenga vuestro pescuezo, putos locos! ¿Qué creéis que pasará si matáis a su nueva amante?”
¿Qué? En Elyndor era un nombre super típico.
“¡¿Qué?!” Gritaron doscientos cuarenta y nueve de los hombres al unísono al escuchar su nombre. ¿Veis? Os dije que era un nombre super común, que no me hacéis caso. Aún así no esperaba que todo el vagón se llamase igual. Aunque claro, eran todos unos putos NPCs. Menos uno que no parecía encajar con el resto. Era el único con el pelo de otro color, y gritaba ¡protagonista! Cómo en las novelas visuales y rpgs.
“¡¿Estáis sordos?!” Gritó de nuevo indignada, sacando todo el tono autoritativo que pudo de sus venas. Y lo llevaba en la sangre. “¡Vuestro puto jefe ha dicho que vayais al vagón cinco, que hacen falta refuerzos, joder! ¡Nos atacan los piratas del sombrero de hojalata, idiotas! Igual si matáis a su capitán el jefe os dará una buena recompensa…”
- resumen:
Localizacion: Vagon 4
Elaina entra por el otro lado del vagon, haciendose pasar por la amante de Benny. O de otro de los dos, eso es a la imaginación de Hermenegildo. Que casualmente son todos los npcs del vagón.
Charlotte Prometio
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Alcancé el tren sin muchísimo esfuerzo, pero poco a poco me fue costando seguirle el ritmo, retrocediendo hasta el último de los vagones. Vaya que esa maldita ebstia de acero era veloz para su enorme tamaño, no debería ser capaz de moverse tan rápido. Si el tren seguía moviéndose así de rápido tendría que usar mi máxima velocidad para poder subirme en él. No pude ni siquiera ordenar mis pensamientos cuando sonaron las primeras explosiones, al principio todos los proyectiles iban dirigidos hacia los pobladores, pero súbitamente unos desgraciados se fijaron en mí y comenzaron a apuntarme. Racismo hacia los dinosaurios seguramente.
-¡Gadolinium! -sí, aún grito mis técnicas porque digan lo que digan, mola y mucho.
Me detuve por un momento, desenfundé ambas espadas y comencé a girar sobre mi propio eje generando un pequeño tornado que repelió los ataques hacia mí de manera efectiva. Aunque había logrado evitar los ataques de manera efectiva, le había perdido aún más el ritmo al tren. Comencé a correr de nuevo, si no seguía moviendo mis piernas, no podría llegar aunque sea al vagón final. Por el lado positivo, al no estar tan cerca del vagón los disparos en mi contra habían cesado. El tren se alejaba lenta pero constantemente de mí, ¿tendría que utilizar mi forma velocista para alcanzarle? ¿Si le alcanzaba volverían a dispararme? Bueno, en esa forma no tendría que preocuparme por ataques tan fáciles de predecir.
Una voz un tanto conocida resonó al lado mío: cabellera enorme negra, ojos rojos como el fuego de mis aceros, no podía ser otra más que Lulia que además iba montada en el homie de nube de Alpha. Qué comodidad, yo por el otro lado corría sin cesar detrás del tren. Parecía que íbamos tras el mismo objetivo, ¿la nube de Alpha? Giré la cabeza de un lado a otro, ahí venía el pequeño montado en su curiosa ave; lo envidié de igual manera. Había sido mala idea dejar a Kirara detrás mío, aunque pensándolo bien no era un animal que le hubiese gustado fungir como montura.
-¡Heeeeeey! -grité a ambos sin dejar de correr- ¿a qué vagón van?
Las habilidades de Alpha y Lulia venían como anillo al dedo para detener al gigante tren, aunque no entendí bien por qué ellos querrían subirse a él. Bueno, más tarde les explicaría la importancia de detener ese tren. ¡Al final del día mi cita dependía de ello!
-¡Gadolinium! -sí, aún grito mis técnicas porque digan lo que digan, mola y mucho.
Me detuve por un momento, desenfundé ambas espadas y comencé a girar sobre mi propio eje generando un pequeño tornado que repelió los ataques hacia mí de manera efectiva. Aunque había logrado evitar los ataques de manera efectiva, le había perdido aún más el ritmo al tren. Comencé a correr de nuevo, si no seguía moviendo mis piernas, no podría llegar aunque sea al vagón final. Por el lado positivo, al no estar tan cerca del vagón los disparos en mi contra habían cesado. El tren se alejaba lenta pero constantemente de mí, ¿tendría que utilizar mi forma velocista para alcanzarle? ¿Si le alcanzaba volverían a dispararme? Bueno, en esa forma no tendría que preocuparme por ataques tan fáciles de predecir.
Una voz un tanto conocida resonó al lado mío: cabellera enorme negra, ojos rojos como el fuego de mis aceros, no podía ser otra más que Lulia que además iba montada en el homie de nube de Alpha. Qué comodidad, yo por el otro lado corría sin cesar detrás del tren. Parecía que íbamos tras el mismo objetivo, ¿la nube de Alpha? Giré la cabeza de un lado a otro, ahí venía el pequeño montado en su curiosa ave; lo envidié de igual manera. Había sido mala idea dejar a Kirara detrás mío, aunque pensándolo bien no era un animal que le hubiese gustado fungir como montura.
-¡Heeeeeey! -grité a ambos sin dejar de correr- ¿a qué vagón van?
Las habilidades de Alpha y Lulia venían como anillo al dedo para detener al gigante tren, aunque no entendí bien por qué ellos querrían subirse a él. Bueno, más tarde les explicaría la importancia de detener ese tren. ¡Al final del día mi cita dependía de ello!
- Resumen:
El dino pelirrojo bloquea los ataques lanzados y se encuentra con Lulia y Alpha.- Energía:
Gadolinium técnica genuina (-20)
Transformación básica Zoan* (-5)
Energía: 363/388
Bartolomeo Gaztañeta
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Cuando el tipo con la espada con forma de plátano empezó a cortar a diestro y siniestro, Bartolo se hizo un ovillo en el suelo, con las manos en la cabeza, rodeado por los tripulantes del tren. Sabía que lo mejor era no moverse y esperaba que la defensa de Berry fuera suficiente para no salir malparado. Al poco, Berry le quitó encima a los que le amenazaban y empezó a correr hacia el otro lado del vagón. Bartolomeo lamentó que Berry ya no se encontrara entre él y el tipo de la espada plátano, el único de todos aquellos mequetrefes que parecía de armas tomar.
—¡HO-HO-HO! Tendrías que ver tu cara —respondió al primer comentario de Berry—. Pues menos mal que la historia no es muy larga—contestó de nuevo, ignorando a los que había apuntándole a su alrededor—. Me estaba dando un baño y esta calamidad ha aparecido de la nada—continuó.
Por suerte para él, Berry volvía a estar allí y es que, con toda la que había liada, solo se llevó un culatazo en la cabeza. Empezaba a ser costumbre que la mink salvara el culo del gyojin. Por su parte, el timonel de los kurokami no kaizokudan se levantó lo más rápido que pudo del suelo con las manos arriba, sonriente, y se agachó de nuevo para agarrar a uno de los tipos que había aplastado por la pierna con la intención de lanzarlo hacia el lado del vagón donde se encontraba el que vestía de rayas blancas y negras. Una vez lanzado, se agachó a cachear a los maleantes y les robó las armas, haciéndose con dos pistolas cargadas con las que disparó a los miembros de la banda de Benny D. Souto que tenía alrededor para espantarlos. Cuando Berry, muy distinta a como jamás la había visto, pasó por su lado a toda velocidad e intentó golpear al tipo de la espada plátano, ya había encontrado una cobertura entre los asientos del tren. El aspecto de Berry era realmente intimidante hasta para él, no parecía la misma. ¿Hasta donde es capaz de llegar?, pensó. Seguidamente concentró los últimos tres disparos de aquellas pistolas en el oficial, para ver si podía pillarle con la guardia baja.
—¡Luego dirás que no eres una gata! —bromeó—. Gracias por salvarme otra vez, no sé qué haría sin ti. ¡Ho-ho-ho!
—¡HO-HO-HO! Tendrías que ver tu cara —respondió al primer comentario de Berry—. Pues menos mal que la historia no es muy larga—contestó de nuevo, ignorando a los que había apuntándole a su alrededor—. Me estaba dando un baño y esta calamidad ha aparecido de la nada—continuó.
Por suerte para él, Berry volvía a estar allí y es que, con toda la que había liada, solo se llevó un culatazo en la cabeza. Empezaba a ser costumbre que la mink salvara el culo del gyojin. Por su parte, el timonel de los kurokami no kaizokudan se levantó lo más rápido que pudo del suelo con las manos arriba, sonriente, y se agachó de nuevo para agarrar a uno de los tipos que había aplastado por la pierna con la intención de lanzarlo hacia el lado del vagón donde se encontraba el que vestía de rayas blancas y negras. Una vez lanzado, se agachó a cachear a los maleantes y les robó las armas, haciéndose con dos pistolas cargadas con las que disparó a los miembros de la banda de Benny D. Souto que tenía alrededor para espantarlos. Cuando Berry, muy distinta a como jamás la había visto, pasó por su lado a toda velocidad e intentó golpear al tipo de la espada plátano, ya había encontrado una cobertura entre los asientos del tren. El aspecto de Berry era realmente intimidante hasta para él, no parecía la misma. ¿Hasta donde es capaz de llegar?, pensó. Seguidamente concentró los últimos tres disparos de aquellas pistolas en el oficial, para ver si podía pillarle con la guardia baja.
—¡Luego dirás que no eres una gata! —bromeó—. Gracias por salvarme otra vez, no sé qué haría sin ti. ¡Ho-ho-ho!
- RESUMEN:
- Bartolo aprovecha que los maleantes le rodean para protegerse del ataque del oficial. Luego se queda quieto y Berry lo libra de los maleantes que había a su alrededor apuntándole. Finalmente coge las pistolas de los tipos que ha aplastado durante la entrada al vagón y las aprovecha para crear una zona segura a su alrededor. Apoya a Berry cuando ataca al oficial disparándole a la vez. Creo que no he hecho ninguna acción que requiera utilizar energía así que supongo que estoy a tope.
Omega
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En el tanque
Andy se encontraba en problemas. Las salvas de disparos del tren explotaban a su alrededor, levantando grandes columnas de arena y provocando severos daños en el blindaje del tanque. No aguantaría mucho un bombardeo concentrado. Mientras comenzaba la retirada, escuchó un mugido monstruoso y algo golpeó con fuerza descomunal el vehículo, empujándolo y abombando todo el lateral izquierdo. Andy se cayó de su asiento y se golpeó contra la pared contraria. Con una racha de tacos digna de un marinero, se incorporó y corrió hacia el asiento. Con un quejumbroso sonido del motor, forzó a la máquina a retroceder hacia la ciudad. Mientras tanto, desde su tejado, Ray recargó la torreta portátil y apuntó hacia la criatura que había atacado el tanque, listo para ofrecer fuego de cobertura en caso de que siguiera atacando.
En el noveno vagón
Hacer brecha había resultado inesperadamente fácil. Con semejante monstruo de vehículo, había esperado que los vagones estuvieran blindado. Tras darle un par de vueltas, Atsu llegó a la conclusión de que todo lo que habían gastado en cantidad de material para construir algo tan colosal, lo habían ahorrado en calidad. Probablemente la locomotora no fuese tan frágil por otro lado, a juzgar por su paso por Nanohana.
El interior del vagón estaba sumido en tal caos que nadie había reparado en su llegada. Probablemente si alguien se había fijado si quiera en cómo se levantaba del suelo, habría asumido que se había caído por las explosiones. ¿Y ahora, qué? Había esperado tener que abrirse paso a sangre y fuego, no poder pasearse como si fuera un tripulante más. Si bien jugaba a su favor, no era su especialidad. Lo suyo era neutralizar objetivos, no infiltrarse. Pero, qué diablos. Aprovecharía la situación mientras durase.
Recorrió el pasillo esquivando a otros tripulantes y escombros. Alcanzó a avistar a un hombre con aspecto de doctor que ladraba órdenes y lo reconoció de los informes. Era uno de los oficiales de la banda. Podía intentar eliminarlo allí mismo... o podía priorizar llegar a la locomotora y detener aquel vehículo antes de que llegase a Alubarna. Pero antes trataría de causar todo el daño posible. Metió la mano dentro de la túnica y agarró una "sorpresa de cumpleaños". Sin sacarla de su ropa, colocó su contador en veinte segundos, activó el pegamento y la pegó a un asiento medio destrozado disimuladamente. Repitió la operación con dos bombas más mientras seguía avanzando al trote hacia el vagón ocho. Si nadie le detenía, aprovecharía el caos para atravesar la puerta y dejarlos atrás con las granadas.
- resumen:
- El OST trata de retirarse, con daños considerables, mientras Ray cubre su retirada con la torreta portátil desde un tejado. En el tren, Omega coloca como quien no quiere la cosa tres granadas y si nadie le detiene, pasa al vagón ocho.
Energía: 526/556- granadas:
- Sorpresas de cumpleaños [Arma Especial]
Descripción del objeto: Unas bombas de color gris metálico y forma esférica, del tamaño de un puño. Tienen un botón para activarlas y una pieza que se puede girar para poner el tiempo de cuenta atrás.
Habilidades únicas o destacables: Tienen potencia suficiente como para reventar un muro poco grueso y al estallar arrojan metralla. El contador tiene tres posiciones: tres segundos, cinco o diez. Además, en el momento en que se pulsa el botón, si se deja apretado sin liberarlo no comienza la cuenta atrás y, en su lugar, libera una pequeña cantidad de adhesivo por el lado opuesto al botón, suficiente como para dejar la bomba pegada a algo.
Stock:2522
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