El ocaso del North Blue

 
 
 

No sabía bien lo que estaba sucediendo. ¿Aquél marine les acababa de dar la misma orden a ambos, incluso tras haber reconocido que su compañero tenía razón? Sinceramente, por las pintas que tenía lo último que parecía era un marine de alto rango. Su tembleque comenzó a disiparse, ya por aburrimiento del propio cuerpo que por otra cosa, aunque aún se podía ver a simple vista el terror a través de sus ojos. El marine finalmente se marchó, sin dejar que ninguno de los dos añadiera nada, ni un mísero reproche.

Observando a su compañero, Kenichi se sorprendió a ver que este mismo le tendía la mano, para así presentarse como un Teniente de la marina. "Guau" era todo lo que el joven podía pensar, realmente parecía una persona muy fuerte, alguien en quien podía confiar.

- M-Mi nombre es Shirahama Kenichi... E-E-Es todo un placer, Kimura-san. Fui llamado aquí, pero no pertenezco a la marina.

Kenichi agarró saludó al recién conocido Kimura agarrando su mano con ambas y realizando una pequeña reverencia, mostrando respeto. Cuando hizo contacto con él, una sensación de calma invadió su cuerpo de pies a cabeza, para luego deshacer dicho saludo. Pensó durante pocos segundos lo que acababa de suceder, cuando Kimura reinició su discurso. Quería saber su opinión sobre todo este asunto y por lo que decía, no le había caído nada bien aquél hombre que les había ordenado dirigirse a la lanzadera número 2. El plan de su compañero se basaba en repeler las fuerzas enemigas que hayan intentado rodear la isla en la que se encontraban, evitando así una situación aún peor.

Sin dudarlo lo primero que sentiría es miedo, pero Kenichi, estando al lado de aquél teniente de la marina, se sintió más valeroso. Suponiendo que en el fragor de la batalla poco podría hacer por su parte, decidió seguir la idea que su compañero había sugerido.

- Si puedo ser útil, por favor, dígame que debo hacer Kimura-san. - Por su voz, parecía que al fin había conseguido calmarse, al menos por el momento. Parecía mucho más sereno y entregado a la causa.

"Por fin me traen el chocolate", pensó el pirata tras bajar de un salto al suelo. Lo hizo justo cuando vio al tipo que le traía la chocolatina, y prácticamente se la quitó de las manos y la devoró con ansias. Viajar con Franklin le había convertido en una especie de bestia que devoraba cualquier cosa lo más rápido posible, de lo contrario, se arriesgaba a que el maldito engendre le arrebatase la comida de las manos. De hecho, la sombra de la pesada morsa ya se acercaba atraída por el olor del chocolate pero se detuvo en cuanto Arribor le echó una siniestra sonrisa que dejaba claro lo que pensaba hacerle para vengarse por lo de la barca.

-¿De verdad no eres un siervo de Derian? Tienes pinta de villano -le preguntó un chaval del pueblo. Llevaba también una horca como muchos otros, aunque era casi tan grande como el mismo y no parecía apañarse muy bien con ella.

-¿Siervo? -le replicó Arribor. -No te equivoques, enano. Yo no sirvo a nadie más que a mí mismo. -"Y a veces ni eso", estuvo a punto de añadir, pero supuso que eso le restaría credibilidad frente a aquellos desconocidos. -Si quiero encontrar al conde es para terminar un asunto pendiente. Yo soy... -hizo una pausa dramática para darle algo de efecto. -... un cazador de vampiros. Así que echadme una mano y decidme para donde debo ir.

Curiosamente, el niño pareció creerse de verdad que no era su enemigo, algo raro teniendo en cuenta que nadie le creía nunca, pues le señaló al que él consideraba como "malo". Se le hacía raro oír esa palabra de un niño sin que fuera referida a él. Normalmente su aspecto hacía que la gente lo juzgase como alguien malvado, salvaje, loco y agresivo. Y de malvado no tenía nada. Pero aquel tipo sí que lo parecía realmente. El resto del pueblo parecía de acuerdo con el joven pues le miraban como si solo su presencia les incomodara. Tal vez fuese porque tenía más barba que cabellera. Casi sin darse cuenta, su instinto, su Haki, su sexto sentido especial o lo que fuera, le dijo que era más fuerte que los demás. Tal vez resultase interesante o tal vez supiese donde encontrar al vampiro. De hecho, si era de verdad "malo" tal vez trabajase para él.

-Hey, "hombre malo". ¿Eres malo porque trabajas para el conde? -exclamó acercándose con curiosidad. -Seguro que tú puedes llevarme hasta Deri-chan, ¿verdad?

Acciones:

Me volvió a golpear otra vez y me dijo:

- ¿Que vas a hacer, escoria?

Me trisqué los nudillos de ambas manos mientras lo miraba fijamente.

- No pensé que pelearía tan pronto pero, no me queda otra opción. Te avisé y seguiste, esto lo has buscado tú.

Ahora mismo me daba igual todo pues solo quería darle su merecido a este cretino, luego ya le diría a Derian lo que había pasado aquí. Primero tenía que comprobar como se desenvolvía luchando, así que me preparé mientras les instaba a venir haciéndole un gesto con la mano.
Mientras, seguí mirándole fijamente a los ojos sin ningun gesto de temor por mi parte.

Estaba decidido a pelear con el, pasase lo que pasase. Le había avisado con anterioridad y se atrevió a golpearme otra vez y no me quedaba más remedio que pelear contra él e intentar derrotarlo. No sabía cuan fuerte era pero me daba igual, si era muy fuerte me gustaría más pelear contra él. Esperaba que no fuera un enclenque si no me desilusionaría mucho este combate.

Aunque bueno, quizás el no tuviera en mente combatir. Habría que esperar a ver quesucede

Cuando me recuperé del balazo que el haki había amortiguado un poco el dolor, volví a la forma híbrida de mi akuma, teniendo menos brillo y con un poder de autocuración menor, pero si el barco pretendía atacar no sería un blanco tan fácil, pues pretendía aventurarme a introducirme en el barco pues, a pesar de la incertidumbre y el cierto temor que me ocasionaba lo que me podía encontrar en el barco, no estaba solo o al menos eso esperaba.

Cogí del suelo la gabardina que contenía los cargadores de mis pistolas y las pistolas y las volví a enfundar en mis pistoleras que llevaba a la cintura y me dispuse a emprender el vuelo pero antes le dije a Kaito - Kaito, he pensado que deberíamos introducirnos en el barco ya que, quién sabe podemos encontrar incluso al amor de mi vida o algo valioso, pero también es posible que nos encontremos con la muerte pero, no caeremos sin luchar ¿cierto?. Por cierto un consejo vuela lo más alto que puedas así quizás pasemos desapercibidos-

Desplegué mis alas y me elevé lo mas alto que pude, pero el dolor del balazo aún me dolía un poco, aunque la luz que emanaba mi cuerpo que me daba algo de poder de autocuración amortiguaba el dolor haciendo que volar no me costara demasiado, fui volando hacía el barco y cuando lo tuve bajo mis pies descendí poco a poco y al poner mis pies en la cubierta no hice el más mínimo ruido. Desenfundé mis armas saqué los cargadores vacíos y puse en una de mis armas un cargador de balas píricas y en la otra de balas de luz. Ahora solo hacía falta es que kaito llegase a mi posición y ver donde nos habíamos metido.

Alex sintió cómo su sangre hervía cuando la pelirroja aquella agarró una de sus empanadillas con toda la cara del mundo para después comérsela. Y además, el gato de Amy le hostigaba por el otro lado. El médico crujió los nudillos mientras movía sigilosamente su mano dentro de la chaqueta, donde llevaba uno de sus bisturís. Cuando la chica, a la que el vampiro llamaba Señorita North Blue, apareció de nuevo en la sala, el obcecado médico lanzó un puñetazo desde su asiento a la cara de la chica, agarrando el bisturí entre sus dedos corazón y anular. El puño volaba rápidamente hacia ella, conectado al resto del cuerpo de Alex mediante un chorro de cloro. El ataque iba con mala leche, sí. Pero nadie tocaba sus empanadillas y salía indemne.

Mientras tanto, con la otra mano, había agarrado un tenedor y mantenía un duelo encarnizado con una aceituna, tratando de pincharla, pero aquel fruto infernal parecía querer reírse de él, pues se resbalaba entre las púas. Enfadado con el mundo, el doctor se levantó del asiento con un ruido bastante cantoso, arrastrando la silla.

- Os odio a todos... me voy a buscar material de trabajo. -el médico se dirigió a la ventana. 

Abriéndola de golpe, el doctor se vaporizó, y se lanzó al vació, dejándose caer al lado de la pared del castillo, paralelo al muro hasta estrellarse contra el suelo del patio de armas. Su cuerpo gaseoso se extendió en todas direcciones para un par de segundos después volver a concentrarse en el punto de aterrizaje. Observó el cielo, buscando lluvia intensa en las siguientes horas. Bueno, qué más daba... era Hallstat, allí llovía cuatrocientos días al año, más aún en bisiestos.

El doctor empezó a curiosear por el patio de armas de la fortaleza, para luego decidir que lo mejor sería volver a cuarto de invitados en el que se estaba hospedando a recuperar sus cosas. Al fin y al cabo, una guerra estaba a punto de comenzar, con todo lo que aquello implicaba: muerte, destrucción, sangre, agonía, órganos frescos... sin mucho más que hacer, el chico entró de nuevo en el castillo, por otra ventana, buscando su cuarto para recoger todas sus cosas y prepararse. Aquel conflicto sería un gran campo de pruebas para probar venenos y armas químicas. Y por armas químicas no se refería a las flatulencias de Drake, aunque con el agente que había metido en su carne de aquella mañana estaba seguro de que algo útil harían...

El barco avanzaba a un ritmo más o menos bueno. Byakuro había vuelto a la cubierta, y estaba ayudando a mover algunos cabos de las velas para tensarlas, cuando el barco se detuvo. Alguien gritó, y el cazador vio que bajo ellos, a ambos lados del navío había una especie de montaña de muertos vivientes tratando de asaltarlos. Algunos de ellos se habían colado en las turbinas, atascándolas, lo que había provocado aquel parón en la navegación.

- Maldita sea... -gruñó para sí el peliblanco-. No solo nos vale con que nuestros espadachines desaparezcan, ahora la casa de la bruja nos visita...

Ante la aparición de zombies en cubierta, el chico simplemente agarró su bastón con ambas manos. Luego, cerró los ojos, centrándose en su mantra para ver de dónde venían todos aquellos seres. El cazador dijo con voz firme:

- Devolvedlos al mar. No podemos retrasarnos más. -dicho esto, lanzó un bastonazo al primero de ellos. Vio cómo Theo peleaba con otro de los zombies, y sonrió ligeramente. Tras dar un par de bastonazos más, el chico se dio cuenta de que a aquel ritmo no acabarían nunca. Soltó su arma, y gritó-. ¡Paso, que arraso! -colocó ambos brazos frente a él, extendidos, y echó a correr hacia delante, mientras creaba una pantalla de tinta sólida, reforzada con haki, a modo de parapeto. Doce zombies fueron embestidos por el ariete humano que era Byakuro.

Tras eso, el chico agarró a otro de los cadáveres andantes con una cadena de energía, y de un tirón le partió el cuello, dejándolo caer en cubierta.

- ¡Yoko, Lowell! ¡Id a ver las turbinas! ¡Nosotros cubriremos la cubierta! -exclamó el chico. Unos instantes después, escuchó una puerta cerrarse, mientras sus compañeros bajaban a la cubierta del motor, para desatascarlas.

Byakuro se vio de pronto rodeado por quince de aquellos monstruos, por lo que creó un gran charco de tinta bajo sus pies, del que surgieron tres copias de sí mismo, completamente idénticas a él. Entre los cuatro pronto limpiaron la mayor parte de la cubierta principal. Observó a Chrome y Viole, para ver cómo se estaban manejando.

Byakuro como ariete humano... más o menos:

Quitamos por fin las piedras de encima del magullado vicealmirante y saqué un pequeño botiquín de la mochila, pero antes de que me planteara utilizarlo, noté consternación en algunas voces de los que me rodeaban. No sabía a qué o quién atender primero, pero estaba claro que alguien se aproximaba a nosotros y era en lo que debía centrarme. O al menos, era lo que más preocupaba a mis compañeros y tenía cierto sentido. ¿Qué... qué estaba pasando? Me giré y vi, entre lo poco que quedaba en pie del cuartel, cómo un barco se acercaba a la costa.

-¡Venga ya! -susurré, intentando contenerme para no llamar demasiado la atención. -Esto no tiene pinta de ser bueno...

Le pegué un puñetazo no demasiado fuerte al suelo y apreté los dientes. ¿Enemigos, aliados? Esto de jugar a varias bandas era complicado, sobre todo viendo cómo se aproximaban desconocidos de quién sabe qué facción, mientras unos revolucionarios cuidaban de un marine medio muerto. No se podia decir que fuese nuestro estado natural.

-Melchiah, déjale el libro a Airi si no es algo que sepas utilizar para pelear; él se quedará aquí con el marine. Y por cierto, con que me llames Alice es suficiente. ¡Nada de jefa! -Le dediqué una pequeña sonrisa, intentando no sonar dura. Apoyé mi mano en su hombro, empujándolo ligeramente hacia la dirección en la que estaban los desconocidos. -Vendrás conmigo a ver qué quieren los del barco. De hecho... -dudé. Aunque era una buena idea, quizás fuera demasiada presión. -Nada, olvídalo.

Dejaría la invisibilidad para otro momento en que me hiciera más falta; era mejor ir de frente por el momento. Miré a Esmejit y fruncí el ceño, pensativa.

-No sé si sabes algo de medicina básica o primeros auxilios, pero ese botiquín es lo mejor que tenemos. No te preocupes demasiado, el hombre parece estable. Solo... ¿intenta que no se muera? -Le guiñé el ojo para relajar la posible tensión. -Si se despierta, dale algo de agua. Ah, y sí, haces bien cogiendo esas piedras. Intenta cubrirnos de ser necesario.

Joder, me estaba volviendo una mandona. En fin, ni idea de si Airi podía hacer otra cosa que no fuera tirar piedras, pero tampoco tenía tiempo para quedarme a descubrirlo. Eché a caminar hacia la costa esperando que no estuvieran demasiado cerca todavía. No quería un enfrentamiento directo ni nada por el estilo, sino hablar con ellos antes. Como se suele decir, iba en son de paz.

Aquel tipo de olor extraño se puso a comprobar los nombres que Rose y Kuroi la habían dado, la verdad no sé por Kuroi nos había presentado a Kabil y a mí, sobre todo a mí. Que estaba en forma completa pareciendo un simple animal, pero bueno. El guardia tardo en responder, no parecía de los más listos del lugar, pero al fin dijo que no estábamos en la lista, !Ja¡ eso sí que era gracioso. Me habría abalanzado sobre en el acto podía hacerlo pero Rose no había hecho ningún movimiento hasta que habló:

-Entendido – Dijo con un tono algo raro. – Ya que no puedo entrar…

Rose se giró y se medió trasformó, había visto pocas veces a la capitana así, pero eso solo significaba una cosa el guardia resultaría herido, bastante herido. Y efectivamente fue lo que pasó, Rose se acercó a él a gran velocidad y lo golpeo con su manos trasformadas. Algún día yo llegaría a dominar mi fruta como ella. Pero de momento me conforme con levantarme y erizar todos los pelos del cuerpo. No había dado una orden directa pero iniciar un ataque al menos implicaba que me pusiera en guardia. Aún no había probado mi estilo de ocho garras en forma completa y aquella podía ser una buena oportunidad. Tras el golpe el guardia cayó al suelo muerto o inconsciente, no estaba demasiado seguro. Pero Rose le habló con un tono bastante alto y cabreada.

-Escucha estúpido, yo soy Rose L. capitana de Sons of Anarchy así que voy a entrar. Tengo mucha prisa y ya me has hecho perder demasiado tiempo.

Tras ello note como sus facciones volvían a la normalidad, pero no su respiración y ritmo cardiaco. Aquella trasformación parcial debía consumir muchas energías o quizás fuera por la naturaleza de su fruta pues no era un tigre normal. De cualquier manera no podía permitir que nadie se acercara ahora a la capitana asique pase a forma hibrida y me puse en actitud defensiva. Al poco Rose pareció recuperarse y nos habló:

-Bueno ¿Seguimos? – Nos dijo sonriendo.

-Por supuesto Capitana, tras usted.-Le respondí señalando el camino, y volviendo a mi forma completa me dispuse a seguirla atento a cualquier novedad, sobre todo por la retaguardia.

Los engranes resonaron y en poco tiempo un mecanismo no muy eficiente que digamos, nos llevaba al frontis del majestuoso castillo que hoy visitaba con fines diplomáticos, o al menos si todo salía correctamente, así sería, pero bueno, tampoco soy tan optimista, y es que aunque muchos (incluyéndome) tacharían de insensato tratar de persuadir al rey vampiro de mantener un juramento en el que asegure el bienestar y justicia de aquel mar que añora dominar, no me agradaba tampoco luchar mano a mano con aquellos uniformados que día tras día combato para arrebatar gente inocente de sus tiranas garras. Y antes que las puertas del transbordador se abrieran una pegajosa frase hizo eco en mi cabeza… “Mejor diablo conocido, que diablo por conocer”, oí ese refrán en los pasillos de la armada revolucionaria antes de partir rumbo a Hallstat junto a Henry, pero no estuve de acuerdo, y no es que sea un idiota o un ciego, sé que la victoria de Derian solo significa pasar las pobres almas de los habitantes del North Blue, de las manos de un opresor a otro, pero mi manera de pensar es más… “táctica” por decirlo de alguna forma, considero que toda derrota para la marina es una victoria para la revolución, y si bien un nuevo enemigo aparecerá eventualmente en nuestro horizonte, será una batalla completamente distinta, adornada para nuestra causa con la luz de la experiencia en este tipo de confrontación, así, la batalla en contra de esta recién nacida facción, que aun que crece rápidamente, aún puede ser controlada y algún día abatida por nuestras fuerzas, o al menos eso creo yo… En mis propios términos, prefiero darle fichas a un jugador nuevo si eso significa quitárselas a mi mayor adversario en la mesa. Y compartí esta última frase con mi subordinado un poco antes de pisar esta lúgubre isla, confío en que lo entienda, y en su lealtad que hasta hoy jamás ha mostrado debilidad ni dudas. Mientras pensaba en el momento en que compartí mis ideas con mi subordinado las puertas se abrieron dejándonos ver el ya mencionado castillo, antes de abandonar el artefacto de transporte le di un vistazo al rostro de Henry, el cual además de nervios comprensibles, me mostraban ansiedad y determinación, no sé si tenía fe en la misión y sus términos, pero el muchacho tenía fe en mí, lealtad pura, y eso me llenó de orgullo y de motivación. Y con la idea de que saldríamos victoriosos de esta guerra de una forma u otra, crucé el portal hacia el exterior y en dirección al portón del castillo.
Luego de un rápido vistazo a todo el entorno divisé a una joven junto a la puerta, estaba tendida en el piso algo desorientada, y aun que no podía asegurarlo por el Angulo de visión parecía que alguien más andaba por ahí, también pude divisar a lo lejos a otro sujeto extraño, cabello verde si mis ojos no me mentían, y no es que lo hagan muy a menudo, todo me causaba duda y de mi frente brotó una gota de sudor frio, tan frio como las palmas de mis manos que añoraban el calor de un arma de fuego, o al menos un cuchillo para lanzar, lo que fuera que pudiera hacerme sentir un poco más seguro en este maldito edificio medieval, no quería acercarme a la chica en realidad, todo me provocaba duda a estas alturas, pero era todo lo que podía hacer, así que caminé en su dirección confiado en que mi compañero me seguiría de cerca.

No bajes la guardia por nada del mundo, si esto se vuelve contra nosotros tendremos que dar todo para salir de aquí en una pieza.

Le susurré con frívola tranquilidad y sin mueca alguna en mi rostro… al llegar a la puerta me quedé duditativo al darme cuenta que la chica no se movía en absoluto, y aun que me inquietó el hecho me limité a hacer una señal con la mano para que henry me siguiera y crucé el umbral de la entrada principal, ya estaba dentro del castillo, y la tensión era tal que se sentía como un peso en la espalda, entré y caminé lo más calmadamente posible rogando en mi mente que todo saliera bien y que Henry me siguiera de cerca y a salvo.

Busco Al Rey Derian III, quisiera analizar la posibilidad de formar una alianza en contra de un enemigo mayor...

Vociferé animadamente y sin vergüenza, pero sin tender a la altanería o la soberbia, esta vez no andaba buscando problemas, al menos no por el momento.

Quería pensar positiva mente e imaginarme que estábamos yendo por buen camino, aunque la realidad fuese otra. Yo aun estaba distraído con aquella pieza increíble que había encontrado mi compañero, seguía preguntándome que podría significar, era cierto que podría no ser nada importante pero tampoco dejaría perder tan fantástica oportunidad. No era bueno con esas cosas, y aunque no fuera un novato, tampoco era lo suficientemente profesional sin mencionar que no teníamos mucha información sobre aquel extraño idioma que contenía la estela. “Me hubiera gustado tener a un traductor” pensé mientras podía notar como Teo se había percatado de algo, que ni bien pasaron unos 20 segundos y pude notarlo también.

“¡Pero qué demonios…!” era lo que casi grito al ver como un grupo de soldados portadores de lanzas se encontraban amenazándonos, por causas bastante razonables, aunque muy inoportunas. Sus ropas, algo extrañas para mi gusto, se movían al compas del leve viento mientras uno de ellos empezaba a hablar. Al parecer, las intenciones de aquellas personas armadas eran simples, a lo que mi compañero les contesto con una respuesta igual de simple. Me resultaba algo agotador imaginar en todas las posibilidades, si serian comprensibles, ¿nos atacarían? Cosas que pasaban por mi mente pero que no podía responder, cosas las cuales me molestaban bastante. ¿Qué encontraremos allí? ¿Sera algo bueno o algo malo? ¿Descubriremos cosas impresionantes? ¿Lograremos encontrar a esa civilización extinta…o ya la encontramos? Eran las preguntas que seguían y seguían.

De repente, vi como todos entraban en la cueva y nos invitaban a seguirles, era algo extraño ya que nosotros éramos desconocidos para ellos, eso me hizo dudar bastante sobre la situación en la que me encontraba. Teo me aviso del peligro que suponía el confiar mucho en ellos y yo lo sabía bastante bien pero aun así debíamos ser más precavidos y ver que lo que estemos pisando no sea una trampa.

-Pienso lo mismo. (Le respondí con una sonrisa para pasar a estar completamente serio) –No te separes de mi Kuroten. (Volví a hablar, dirigiéndome esta vez al lobo el cual estaba comportándose algo hostil con los soldados)

Decidimos adentrarnos con ellos, y no paso mucho tiempo hasta que logre ver adentro de la cueva, una especia de rio que parecía adentrarse más al fondo. Es más, si no estaba equivocado, podría jurar que aquellos soldados iban en la dirección al rió, como si este les estuviera mostrando el camino hacia algún lugar. “También podría estar volviéndome loco y solo quieran agua” pensaba mientras los veía atentamente por si hacían algún movimiento en falso. Estaba algo impresionado por el interior de aquel magnifico lugar, y mientras me encontraba estupefacto mantenía al lobo Kuro cerca de mí, pues de esa forma se mantendría más calmado y no escaparía por ahí a hacer de las suyas. La verdad es que era muy juguetón, y siempre suele querer correr y saltar. Pero al fin y al cabo era obediente y no haría nada estúpido sin mi consentimiento, yo lo sabía.

Y allí me encontraba, siguiendo a Teo el cual seguía a los soldados, los cuales estaban caminando al lado de un rió, que nos guiaban hacia quien sabe dónde. Lo único que esperaba era que no fuese una trampa, pero no podía estar seguro.

Esmejit soltó un largo soplido cuando por fin lograron apartar la losa que cubría al marine. El pobre hombre debía tener las costillas aplastadas, y en ese momento el chico supo que era una mierda no saber nada de medicina para poder tratarlo. Dejándose caer al lado del hombre, sentado en el suelo, el pelirrojo escuchó las órdenes que estaba dando Alice. Desde su posición, le pareció ver a unas cuantas decenas de metros a un hombre embutido en una armadura, rebuscando en el suelo. Melchiah se acercó a él y a Alice, portando un libro que el chico no recordaba de antes. ¿Lo habría encontrado entre los restos del cuartel? La jefa de la operación empezó a dar órdenes a ambos. Mientras ella y Mel se acercaban a ver a los desconocidos que acababan de llegar a la isla, él se quedaría cuidando del moribundo vicealmirante. De ser necesario, tendría que cubrirlos a base de pedradas de un posible enemigo. La verdad es que la situación no era alentadora.

Alice le dijo a Melchiah que dejase el libro ahí, para poder pelear mejor, ante lo que Esmejit extendió la mano para recogerlo y colocarlo posteriormente en el suelo... si es que el chico se lo cedía, claro.

Luego, el pelirrojo se quedó mirando al vicealmirante herido. Si se despertaba, posiblemente se preguntaría qué ocurría y quién era el joven que estaba sobre él. "Por favor, que no despierte, por favor, que no despierte..." pensó para sí el joven mago, cruzando los dedos de las manos en la espalda. Lo último que le apetecía era tener que responder preguntas de un alto cargo de la Marina. Agarró un par de piedras y se levantó, observando la situación que ocurría más adelante, entre los revolucionarios y los recién llegados.