[22M] Asalto al tren de Benny D. Souto, último gran pirata del West Blue

Era el momento de abordar el tren e investigar el interior de los vagones, aunque el flujo de los sucesos había tomado un curso ligeramente diferente al que se había imaginado originalmente. Al comienzo, pensó que el súper pato alcanzaría al tren y quiso abordarlo en los primeros minutos, pero fue imposible. Sin embargo, ahora la criatura estaba tan motivada que atravesó rápidamente el desierto y permitió que Christa alcanzara el vagón número 2, seguida de Loki mientras Isara descendía del cielo para posarse con violencia sobre la intersección entre el tercer y segundo vagón. Identificó la puerta y notó que estaba abierta, por lo que intuyó que alguien se había colado. Sabía que había gente peleando contra los piratas, era la única manera de explicar las explosiones y el caos.

Al entrar se dio cuenta de que había muchísima gente allí, quizás todos piratas y enemigos, pero el gran detalle es que estaban muertos. Sí, la mayoría estaba muerta. Una sensación de asco se apoderó del cuerpo de Christa y sostuvo las ganas de vomitar, pero le fue imposible sostener la mirada. ¿Qué diablos había pasado allí? ¿Y quién había sido el responsable? Elevó la vista hasta el otro lado del vagón, aguzó la mirada y notó diferentes presencias en la plataforma de anclaje. Un hombre de cabellos rubios y aspecto delgado, un tipo bajito y de gabardina, además de otros que todavía no podía dilucidar bien. ¿Quién era el bueno y quién era el malo? Espera, ¿siquiera podía haber alguien bueno en aquel tren, considerando la masacre que había provocado?

Como sea, estaba allí para lidiar con los piratas y no para ajusticiar al resto. No le pagaban por ello ni tenía la moral para exigir ninguna cosa. El rostro de Christa empalideció cuando vio una gran esfera negra aparecer como por obra de magia. Se trataba del poder de una fruta del diablo, era la única explicación. La esfera comenzó a atraer a cadáveres y vivos por igual, pólvora y balas, pistolas y espadas. En cuestión de segundos había engullido todo cuanto estuviera a su alcance, lo que en sí era un escenario desolador y aterrador en partes iguales.

-¿Quién es esta gente? -se preguntó a sí misma en voz baja.

Atrevida e imprudente, atravesó el vagón preocupándose de esquivar los cadáveres sin mirarlos. Todavía no tenían un aspecto aterrador, pero la ausencia del brillo en sus ojos ya de por sí era espeluznante. Una vez llegó al otro extremo del vagón, cerca de la plataforma de anclaje, permitió que la energía elemental fluyese por su cuerpo a través de la Sinfonía Elemental, Inducción Electromagnética, y luego se dejó llevar por su intuición.

El dueño de la esfera de oscuridad estaba atacando, posiblemente el responsable de las muertes, pero su instinto le decía que estaban del mismo lado. Sin querer robarle el protagonismo y manteniendo una posición segura y conveniente, se fijó en los movimientos del espadachín oponente. Probablemente intentaría defenderse con su espada. De ser ese el caso, utilizaría sus poderes magnéticos para intervenir en la defensa, entorpecerla y volverla completamente inútil. Si decidía bloquear una bala, movería la espada hacia abajo para que el proyectil impactase; si intentaba atacar, desviaría el arma con un gesto violento. Manipularía el metal para convertirlo en un auténtico torpe. Cualquier cambio en el peso de la espada, por mínimo que fuese, supondría una gran molestia para el espadachín.

Resumen:

Si, definitivamente estaban enfadados, otro cañón empezó a girar para apuntarme. Por mi parte me preparé para repetir la hazaña de antes, esto era un buen entrenamiento, y seguro que no sería útil en un futuro. Lo había hecho una vez, no podía ser tan difícil sólo esperar al boom y golpear, pan comido, donde acabase el disparo era otra cosa, pero con un objetivo tan grande era casi un pecado fallar.

Quizás falló algo, escuché el boom pero estuve lento, o puede que al acercarnos el tiempo no fuera el mismo. El caso es que me había confiado y había hecho estallar la bala de cañón en la espada. De entre el humo una figura más grande e inhumana emergió, con grandes colmillos, garras, cuernos y una piel azulada. Aunque me hubiera transformado en el último momento dolía, pero el dolor no era más que una señal de que estaba vivo y podía seguir luchando. Ahirumaru se movió por su cuenta, apartándose de los disparos de carabina y de un segundo cañonazo, era una buena montura, con un instinto impecable. Miré a un tercer cañón concentrado, esta vez no fallaría, le devolvería al golpe con creces.

Casi ni vi el destello, casi ni lo escuché, pero mi cuerpo se movió casi sin pensar, con una velocidad y fuerza mejoradas por la forma de oni. El sonido parecido a una campanada retumbó por el cuerpo a la vez que cambiaba la dirección de la hoja para evitar que la bala estallase, rotando mis caderas con la fuerza del disparo y aplicando la mía. El proyectil salió despedido a mayor velocidad que antes contra aquella serpiente de acero y madera. Hiciera el daño que hiciera no podía perder más el tiempo, miré al frente, definitivamente Alice estaba ahí.

- Ahirumaru, esto puede ser peligroso, quédate fuera y ayuda a quien lo necesite. - Ordené al pato gigante mientras nos acercábamos al espacio entre los vagones. - Bien, creo que esta distancia bastará, buena suerte Ahirumaru.

Solté las riendas y salté, quizás subestimando el tamaño de la bestia mecánica, estaba más lejos de lo que me esperaba, con toda seguridad me caería sobre las arenas del desierto, y a esta velocidad dolería. Pero entonces un ángel de la guardia en forma de perro apareció entre la arena y el polvo, portando una chuleta en la boca, persiguiendo el tren. No me hacía gracia la idea, pero por el tamaño que tenía podría soportarlo. El tiempo se ralentizó cuando extendí el pie con la intención de saltar sobre el lomo del enorme perro y propulsarme para entrar entre los vagones.

Resumen:

Se agarró a un asiento destrozado para intentar mantener el equilibrio, pero un un crujido, el respaldo terminó de romperse. El agente tropezó contra otro tripulante y lo derribó sin querer. Aquel golpe había sido más fuerte que los anteriores. ¿Alguien había llevado armas pesadas a la fiesta? Sabía que había más operativos de la agencia, pero que supiese, ningún legionario ni nadie con armamento capaz de causar ese daño. Tal vez el tren había vuelto a chocar contra algo. En medio del caos, su den den mushi comenzó a retransmitir una voz familiar.

- ¡Ahora mismo, señor! - respondió al oficial pirata. Sin intención de cumplir realmente las órdenes recibidas, levantó al tripulante derribado. Antes de que el hombre pudiera siquiera darle las gracias, lo sujetó usándolo como escudo humano y se cubrió tras él. Las granadas estallaron en sucesión, aumentando el caos del vagón. "Buen trabajo. Has aprendido bien" dijo la Voz Pragmática.

- Que te jodan, sinceramente. Y que no te guste - masculló, sin importarle que le escucharan hablar consigo mismo. Echó mano al interior de la túnica y sacó el comunicador - Agente RAL, aquí Omega. Agredeceré la extracción, las cosas están a punto de ponerse feas. Vagón nueve.

Dejó caer el cuerpo maltrecho de su escudo humano y se fijó en su mano derecha. Tenía varios fragmentos de metralla clavados. Se los arrancó con calma y miró al doctor - Me parece que tus hombres van a necesitar ayuda, Doc. Aunque primero tendrás que bailar conmigo.

Con un movimiento fluido, se sacó la túnica y la lanzó contra el pirata. Bajo esta, Omega llevaba una camiseta ceñida blanca, pantalones de entrenamiento y un arnés con munición y dos de sus pistolas colgadas. Mientras la túnica volaba, Atsu desenfundó a Peacemaker y, localizando la posición del médico pirata con su haki, realizó un único tiro con la mayor precisión de que fue capaz.

resumen:

Thor hizo varios movimientos bruscos para evitar disparos enemigos mientras se aproximaban. Iulia se agarró a los bordes de la nube para evitar caerse y frunció el ceño - Vuela más suave o te paso la aspiradora cuando volvamos al barco - le dijo, ofendida.

- ¡No puedo evitarlo! Alpha se enfadaría conmigo si te hacen daño.

Iulia refunfuñó, molesta, y se frotó el brazo izquierdo. El día anterior se había llevado un buen golpe al caer de un tejado mientras huía de la guardia, tras robar un vestido nuevo. La herida no era severa, pero tenía un moratón bastante feo y dolía cada vez que usaba el brazo. MIentras el tren deceleraba tras un movimiento brusco que hizo zozobrar los vagones, llegaron al vagón once... o lo que quedaba de él. Dejó que el capi hiciera su entrada triunfal y mientras tanto se llevó los dedos a la boca y le dedicó un silbido obsceno y un guiño a Berry.

- ¡Ha llegado la caballería, sexy! - tras eso se giró a Alpha - Creo que tendrás que correr, hermanito. Llegamos tarde a la fiesta y el resto está reventándote el tren.

Bajó de Thor de un salto y aterrizó sobre el suelo destrozado del vagón. Mientras el nuevo homie de Alpha usaba al oficial enemigo de saco de boxeo, un chaval rubio con aspecto de tío repelente, la ninja empezó a realizar tres extraños gestos esotéricos con las manos. A su alrededor se formaron diez shurikens de aire que prendieron en llamas.

- Pyō, Rin, Zai - murmuró mientras hacía cada gesto - Ninpō: ¡Hi Shuriken no Arashi!

Los diez shurikens salieron disparados, trazando arcos en dirección al rubio desde sus flancos.

resumen:

Pues el carro iba muy rápido. Demasiado rápido, a decir verdad. ¿Cómo podían todos esos pollos correr a tanta velocidad? Aunque lo que me causaba más curiosidad es por qué esa inmensa mole que me había arrollado antes se acercaba tan peligrosamente a nosotros.

Y entonces, algo ocurrió. El grandullón feucho lanzó una sustancia amarilla muy rara —que vete tú a saber de dónde la sacó— y creó un camino hacia el interior de esa cosa. Sí, cosa, porque me falta vocabulario para describirlo de otra forma. En fin, fue una pena que tuviésemos que entrar, porque eso significó el final de la canción. Con lo bien que me lo estaba pasando con los pollos...

La cosa fue así. El interior era caótico, mucho más que un comedor escolar el día que toca pizza. «Hmmm, pizza». Todo mal, me había entrado hambre. Con suerte podría encontrar algo de comer entre aquel vórtice de luz, fuego y destrucción. También había gente de toda clase y colores, incluso estaba mi amigo Seth, aunque parecía estar entretenido con sus otros amigos y preferí dejarle disfrutar de su compañía; ya le hablaría más tarde para ir a nadar a un oasis o algo.

—Pero... ¿Dónde está el pollo de arriba? —pregunto, confundido, cuando un chico, o chica, todavía no distingo bien los géneros de los humanos, aparece en el lugar dónde mi amigo musical había estado hace unos segundos—. Ya sabes, ese de colores, que canta bien. El lerdo no, el gracioso. ¿Lo has visto?

El pollo lerdo, a su lado, me mira y amaga con lanzarme un picotazo, pero me agacho a tiempo. En fin, la gente había casi desaparecido, menos esos cuerpos sin vida y solo estábamos el chico/chica de pelo rojo, yo, los pollos y un viejo que podría ser perfectamente mi abuelo si no le faltase pelo. Las cosas se sucedieron muy rápido, y los pollos empezaron a crear una estructura de trabajo para, de alguna forma que no terminaba de comprender, mover aquella estancia tan grande que por algún motivo habían soltado del resto de... ya sabes... esa cosa. Al menos el fuego se había apagado, algo era algo.

—Oye —le pregunto al viejo en cuanto tengo oportunidad—. ¿Tienes un poco de agua? Cantar me ha fastidiado un pelín la garganta.

Resumen:

Todos parecían ajenos a que acabase de llegar al tren, aquello era bueno, sobre todo porque estaban centrados en una sola persona e ignoraban su alrededor. Sin embargo, la persona que estaba siendo atacada de forma constante, la reconocí por sus habilidades. Un látigo se había vuelto más negro aún que la propia oscuridad, y luego el interior del vagón también se tornó en oscuridad. Solo conocía una persona capaz de hacer aquello, Alice.

Se encontraba enfrentándose a dos enemigos bastante buenos. Sin pensarlo demasiado, después de que ella le hiciese unas estocadas al oponente que tenía una espada. Si ella se centraba en ese, intentaría ir a por el otro.

Aprovechando la pared del vagón, me impulsé con toda la potencia que pude hacia el que parecía un mendigo, que parecía estar preparándose para algo. Al avanzar hacia él cogí un par de clavos marcándolos a la vez y los lancé a las paredes laterales opuestas del vagón. Tras lanzarlos pasé al lado de Alice y le di un toque en el hombro dejándole una marca en caso de ser necesario.

Al llegar hasta el mendigo realicé un corte dirigido a sus rodillas con la intención de restringir sus movimientos. La verdad no esperaba darle si era alguien mínimamente hábil como pensaba. Sin embargo, seguro que me daba tiempo para centrarme alrededor mio y en la estática. Al hacer esto, noté como mi campo de percepción se notaba los movimientos de los cuatro que quedábamos en aquel lugar.

Echo esto, con mi mano libre cogí tres clavos más y los marqué. Luego del ataque y ya pendiente de lo que sucedía a mi alrededor los fui lanzando formando una especie de circulo alrededor del combate. Serían puntos estratégicos para evitar algún ataque en caso de que no nos diera tiempo a defendernos, solo esperaba no volver loca a Alice.

-Alice, ¿dónde ha quedado Hayato? ¿Se ha vuelto a dormir?

resumen:

¿Pero es que estos tíos no se cansaban? Por si fuera poco Yor estaba haciendo el piromante por el maldito vagón. El lugar ya no era seguro como era obvio, así que había que salir de aquel puñetero infierno de disparos, acero y fuego valyrio. ¿ Cómo?. La respuesta es muy sencilla, porque de todo el grupo que venía a por mi mientras el resto estaba a lo suyo, solo dos iban con pistola. No sería muy difícil apuntar a esos dos con las balas de la recámara antes de ir a por los otros. Aún así ya estab algo cansada de tanta voltereta, disparo y ver el mundo arder.

Miré por encima de la cobertura, viendo a todos aquellos tipos que se me venían encima. Entonces también pude ver la escotilla del techo, cerrada con un candado. Bingo. Así que sin dudarlo salí por encima de la cobertura, a medio torso, apuntando mis armas a los dos tipos que tenía enfrente, dándoles sendos tiros en la mandíbula y frente, antes de, vaciar el cargador con un tiro al candado de la escotilla de arriba, abriéndola. la carga era inminente así que aprovechando el sable que le había robado a uno de los muertos previamente, salté por encima de la cobertura con una voltereta para clavar la espada en al barriga de uno de estos tipos. El tipo pegó un grito con la espada en la mano y la otra en el vientre, momento que aproveche para coger su arma y clavársela al siguiente que venía en el cuello. Nuevamente cogería la espada de este, dejándole la previa en el cuello, y clavándosela en el costillar. Y así sucesivamente hasta un total de seis.

Finalmente uno más alto y gordinflón me atacó con una gran prorra. No fue difícil colarme por sus piernas hasta clavar la espada en su espalda, gritando este e dolor y aprovechando su altura, para, dar un salto hacia la escotilla del techo. Una vez logrado le gritaría a los dos compañeros de abajo.

-¡Yo que vosotros saldría ya de este sitio!- les dije indicándoles que aquellas cajas tenían...PÓLVORA.- ¡YOR NI SE TE OCURRA CREAR MÁS FUEGO Y VENID POR AQUI!- le dije antes de salirme al techo a los tres , a pesar de que no conocía al los otros individuos, pero no debían ser problemáticos, ya que ahora el problema es el vagón en si, no los recién llegados.- ¡Yor olvídate del metralletas!

Resumen:

Vale, finalmente estaba a salvo. En el techo de este tren no debería tener ningún problema con explosiones indeseadas. Y con esta altura, y Ingrid a su lado, podían seguir avanzando y limpiando los vagones. Tal vez incluso llegar a la locomotora y parar este monstruo. Y todo sin ninguna bom—

Y entonces ocurrió. El vagón explotó. No, el doce no. El once. Joder. Elyria salió volando por los aires con violencia, sin mucho tiempo para tomar el control de la trayectoria.

“Ha sido esa zorra violenta que abandonó la marina para irse con unos piratas,” dijo Nissa indignada, volando a su lado hacia una caída inevitablemente dolorosa.

“¡Maldita seas berry la ornitorrin—zoooorraaaaa!”

En cualquier caso, no le quedaba otra que aceptar su destino. Al menos a esa altura las vistas eran espectaculares. Mucha, muchísima arena. Vale, igual no tanto. Con el impulso, su Sky Walk no iba a ser lo suficientemente fuerte, pero el enorme techo de metal volaba junto a ella, tal vez… Elyria consiguió rotar en el aire, se puso de rodillas en el borde del techo. Solo que en horizontal. Detallitos. Y entonces lo empujó con todas sus fuerzas con sus dos piernas, en dirección a la locomotora, y con una rotación monstruosa. Un frisbee un tanto peligroso, y cargado de haki de armadura. O de un intento, no tuvo tiempo de comprobar su efectividad. No podía apuntar con demasiada precisión, obviamente, aunque malo sería que no le diera a algo. Y no había ciudades cerca.

El problema, claro, fue que existía la tercera ley de Newton. Por cada acción, hay una reacción igual y contraria. Excepto cuándo le decías algo inteligente a Berry. El problema era que esa fuerza igual y contraría la mandó a volar con aún más fuerza. Puta física. También dejó atrás a Ingrid, pero dudaba que le pasase nada particularmente grave con la caída. Le preocupaba más el pobre suelo.

Finalmente, cayó con fuerza contra la arena con fuerza. Dicen que amortigua el golpe, pero joder como dolía. De hecho, el golpe fue tal, que incluso rebotó. Y no pasaría demasiado con eso, si el putisimo vagón doce no viniera en dirección a ella a toda velocidad, tirado por su ejército de patos. ¿Qué cojones? Pero claro, eso provocó que el segundo rebote, que decían que dolía menos, no fuese contra arena, si no contra una pared de metal. Se había colado por la enorme puerta, y la otra estaba cerrada. Ouch.

Elyria se levantó rápidamente. No sabía cómo había acabado aquí el vagón doce, pero recordó que esto estaba a punto de explotar. Cuándo vió que no existía esa urgencia, volvieron las señales de dolor. Su hombro estaba dislocado por la hostia contra la pared, y su ropa manchada de sangre. Nada que fuese a matarle, pero joder si escocía. Se sacudió la ropa, completamente desgarrada, creando una pequeña montaña de arena, en el vagón, y ajustando un poco su hombro, miró a su alrededor. El viejo seguía ahí. Y encima ahora se había llenado de otra gente bastante rara. ¿Cómo había cambiado tanto el panorama en unos segundos?

“Eh, tú eres el simpático presentador del concurso de bañadores. ¡El que nos robó nuestra merecida victoria, corrupto!” Le dijo a Claude, lanzándole una mirada penetrante. Entonces sacó su pistola cambiadora para dispararle. Si no lo esquivaba, cambiaría su ropa a un disfraz de pato amarillo. Aún no los había cambiado.

Sólo entonces, miró al abuelo. “Pero ese viejo cachondo está con los piratas, quita.”

Y se acercó a él con precaución. Había aguantado sus ataques, no era un parguela precisamente. Y no quería comprobar si atacaba igual de bien que defendía. O que tanqueaba, más bien. Así que usó su Haki del rey a su alrededor, no con la intención de desmayar a nadie, pero sí de paralizarlos por unos segundos. Lo habría focalizado en el viejo, pero no sabía nada de los nuevos ocupantes del tren, y no permitiría que le detuvieran. No le apetecían hostias por la espalda, con lo que aún le dolía todo el cuerpo. En cualquier caso, se les pasaría rápido, solo necesitaba tiempo para esposarle.

“Ahora quédate quietecito y no será necesaria más violencia, ¿si?” Le dijo mientras mantenía la mirada en sus ojos, acercándose, hubiese o no funcionado su haki, manteniéndose alerta por si acaso. Entonces sacó sus esposas verdes, agachándose a intentar ponérselas. Estas atraparían al hombre con raíces, en caso de funcionar.

resumen:

¿Me acababa de quedar sola? Bueno, estaba Seth conmigo, pero viendo como estaba no creo que fuera a durar mucho, igual debía retirarse y beber algo de agua. También había que ser muy bobo para no llevarse a los sitios a los que viajas una botellita de agua por lo menos. ¿De donde iba yo a sacar agua? Ni idea. Pero ahora mismo la prioridad es otra. Con Elyria fuera de juego, al menos por un tiempo todo dependía de nosotros ,así que no lo dudé.

-¡Seth, si puedes tira para adelante, sino retírate!- le dije mientras empezaba a correr hacia el vagón 10- Trataré de llegar a la locomotora cuanto antes, o paramos este tren o la hemos liado.

Comencé a correr por lo que quedaba de las tabla del vagón y pude ver que había más tipos, aparte de la esfinge allí posicionados. Realmente era un milagro que siguieran vivos, imagino que fueron ellos quienes liaron la explosión. Imbéciles. No había tiempo para pararse con ellos; primero porque no eran una prioridad, segundo porque Ely querría que paráramos esa mole de metal, aunque parecía que todo el tren tenía una fiesta montada la mar de curiosa.

Esperaba que Seth estuviera bien, si me encontraba con algún enemigo como los anteriores, no me demoraría, y golpearía rápido para seguir corriendo, y una vez llegado a la unión del vagón 11 con el diez, haría nuevamente lo mismo, derretir la unión. Claramente esperaría a ver que hace Seth, si venía o si por el contrario optaba por saltar del tren. Aunque tampoco tardaron mucho en recibirme en el vagón 10 una fiesta, parece que había varias personas entretenidas. ¡PERO QUIEN SON TODOS ESTOS TOLAIS! ¡¿Que tiene este tren que atrae a todo el mundo?!

Resumen:

Las llamas habían envuelto al animal, el cual no parecía muy muerto, pero sí bastante desorientado. Era un compuesto de fósforo, con un impacto directo no podría deshacerse de esas llamas fácilmente si me perseguía, lo más seguro sería echarse al suelo y rodar sobre la arena, pero eso le costaría tiempo. Un tiempo que no tenía. Por otra parte tenía otra preocupación, el tren estaba de nuevo a plena toda máquina, aunque visiblemente más maltrecho que hacía unos minutos, se notaba que algo más que el CP y las fuerzas locales estaban llevando a cabo un asalto con todas sus fuerzas en el tren.

De pronto algo hizo que se me erizase el pelo. Un montón de "miradas" dirigidas a mí, todas ellas procedentes del quinto vagón, sólo podía significar una cosa, varias salvas de artillería coordinadas. No tenía mucho tiempo, tenía que reaccionar antes de que sucediera. Puse el Kataphraktos a toda máquina, acelerando lo máximo posible en dirección al tren para escapar de la línea de tiro de los cañones. Una serie de estelas de humo se trazaron en mi cabeza, como un bosque de árboles cuyos troncos acababan en la boca de cada cañón. Apreté los dientes, tenía solo un par de segundos para reaccionar. Giré bruscamente a la derecha en la cresta de una duna, los primeros nueve disparos pasaron por encima del casco al descender por esta, aprovechando para frenar de golpe y pasar a modo sumergible, plegando las patas. El casco del sumergible se estremeció al comenzar a rodar por la arena duna abajo, dejando atrás la segunda salva, que había pasado mucho más cerca. Desplegué las patas de nuevo coincidiendo con el final de la vuelta de campana, viendo las estelas de la salva final en mi cabeza justo al frente. En ese momento golpeé el panel lateral de la consola de controles, dejando los cables al descubierto, tiré de uno de ellos con todas mis fuerzas para arrancarlo, era el del compensador inercial conectado a la torreta. Giré esta a un lado, apuntando al tren y disparé, no buscaba un punto en concreto, sino lograr que el retroceso del arma, sin la compensación del sistema, asistiera a hacer un giro más pronunciado. El derrape fue espectacular, las explosiones se sucedieron alrededor del vehículo bañándolo en humo y metralla.

El Kataphraktos emergió de entre el humo derrapando en dirección al tren, visiblemente dañado, pero funcional, habiendo evitado un golpe fatal. A esa distancia la cantidad de cañones que tenían línea de tiro eran muy pocos. Pero no había terminado. Estaba en frente del vagón donde se encontraba Omega, recordaba su "mirada", y estaba con otra persona. Me quedaba un disparo y tenía que contar. Giré la torreta en la dirección contraria esperando a que se alinease el tiro, en ese momento apreté el gatillo. Un último disparo salió en dirección a la "mirada" que estaba con omega, buscando atravesar el casco y darle con el proyectil perforante, dejando un agujero y aprovechando el retroceso del segundo disparo para frenar el derrape casi tocando el vagón.

- Extracción lista, salgamos de aquí. - Le dije al agente Omega. - El Kataphraktos está bastante tocado, pero si me cubres desde arriba podemos llegar a juntarnos con los otros.

Resumen:

Los primeros clavos que había lanzado se los había tragado la oscuridad de Alice, tendía que decirle que los liberase para poder usarlos. Luego un par de ataques perdidos pareció que aparecieron de repente, aunque el daño fue mínimo y apenas cortaron la ropa, no me explicaba como había sido posible aquel error.

Ignoré aquel echo y me centré lo que pude en lo que tenía enfrente, que era una especie de vagabundo que esquivó fácilmente mi ataque como imaginaba dado que la complejidad del ataque había sido nula. Los clavos que había lanzado después no habían quedado como había querido, pero servirían por el momento. Cogí espació y marqué varios clavos más a la vez que los sacaba de las placas de la armadura. Esta vez me aseguré de lanzarlos donde quería.

Lancé uno a los pies donde se encontraba Alice, otro al marco de la puerta por la que había entrado, seguido de otro a la otra puerta del vagón. Lacé un par de ellos a los lados del combate de Alice y un par al techo, uno sobre cada combate. En ese momento, y como no podía ser de otra forma, Hayato entró en el vagón de forma bastante aparatosa. No lo dudé y lancé un clavo al lado de donde había caído con el espadachín.

Chasqueé los dedos en el momento en el que una ventana se rompía y entraba un perro enorme tras la orden de su dueño. Mi posición quedó sobre el último clavo que había lanzado y el clavo en mi antigua posición. Aproveché el momento para intentar atravesar al enemigo con la espada y toqué a Hayato para ponerle una marca. Chasqueé los dedos de mi mano libre nuevamente y Hayato pasó a estar en la posición del clavo donde había estado yo hacía un momento que ahora había un clavo y el clavo en la posición del Hayato.

-Bien – dije en voz alta y dando un par de pasos hacia atrás para prepararme ante posibles ataques y cogiendo una posición defensiva intentando que ambos oponentes quedasen en mi rango de visión entre ambos combates – Es hora de jugar a golpear al topo. No hay reglas salvo que se salve el que pueda. Por mi parte, Alice, Hayato, da igual lo que pase, no dejéis a medias lo que empecéis, solo confiad en mí.

Chasqueé un par de veces los dedos de la mano libre esperando que aquello distrajese a los oponentes dado que acababan de ver como “funcionaba” mi habilidad. Si, crear el escenario era un poco rollo, pero bien jugado podía dar una buena ventaja.

resumen:

Solo recordabas estar tan cerca de la capitana... salir volando, imágenes de la capitana pateando algo, y salir despedida en dirección contraria hacia el vagón 12, el cual, contra todo pronóstico, era el que no había explotado. "¿Cómo era esto posible?", entonces lo recordó: en ese vagón había un criminal que había aguantado los golpes de la capitana y ahora estaba solo allí. Era encomiable su abnegación y...

"¿El vagón 12 se está moviendo con superpatos?", si bien es cierto que no alcanzaba la velocidad del tren y que perdía metros por segundos, el maldito vagón seguía en marcha. "¿Quién era el tarado que había ideado esa solución?", demasiadas preguntas, demasiada arena. Sintió su cabeza atolondrada por el golpe y la boca llena de arena. Gracias al cielo, el casco, el escudo y la armadura habían absorbido casi toda la metralla de la explosión. Trataría sus rasguños superficiales cuando todo aquello terminase. "¿Quién había sido el descerebrado que había volado el vagón?", pensó.

Tras ponerse en pie, adecentarse y asegurarse de no haberse dejado nada en el desierto, comenzó a correr en dirección al vagón número 12. Sus pies hacían retumbar la arena con cada zancada y en la séptima zancada dio un largo salto hacia delante, transformándose de nuevo en electricidad en el aire y desplazándose contra el vagón número 12. No se hizo corpórea al llegar para evitar que su peso la delatase; simplemente hizo notar su presencia a la Capitana, dejando fluir la electricidad por todo el techo a modo de señal.

Solo debía pedirlo y ahí estaría en menos de un instante.

Resumen:

Las entradas con estilo no eran mi fuerte, los aterrizajes tampoco, los saltos por otro lado se me daban bien, demasiado esta vez. Me pasé un poco de fuerza y, en vez de aterrizar directamente sobre el vehículo lo hice sobre otro hombre, por lo que había visto en los instantes que estaba en el aire se estaba enfrentando él solo contra Alice. Hablando de Alice, nunca la había visto con esas ropas, sí había visto esas ropas en un armario suyo a parte, y los pijamas eran cómodos, pero me preguntaba ¿por qué tenía esa ropa y nunca se la ponía? Hasta ahora.

Los dos acabamos en el suelo, el claramente molesto y yo muerto de vergüenza. Aunque hubiera sido sin querer había interrumpido el duelo de otra persona, y eso no se podía hacer. Lo mínimo que podía hacer era ayudarlo a levantarse y disculparme por mis pésimos modales. Me incorporé yo primero y aproveché mi mejor forma para levantarlo sin que tuveira que hacer ningún esfuerzo y sacudirle el polvo de la ropa.

- Disculpa la interrupción, no pensaba saltar tan lejos. - Me disculpé llevándome la mano izquierda tras la cabeza a la vez que me inclinaba levemente. Entonces lo vi, un clavo a mis pies, uno muy familiar.

Sabía lo que significaba eso. Con mi conciencia más tranquila llevé las dos manos al arma y me preparé para recibir lo que fuera, poniéndome a la defensiva. En un parpadeo, y con el chasquido de dedos de Sasaki, cambiamos posiciones. Tras el cambio una cara familiar apareció, era el mismo perro que me había ayudado a subir, el cual se había lanzado a morder a Sasaki, por fortuna yo tenía más mano con los animales.

Interpuse mi arma entre mi cuerpo y los dientes del canino se chocaron contra esta, lejos de quedarse mordiendo, comenzó a lanzar dentellada tras dentellada. No tenía pinta de querer parar, así que tendría que enseñarle modales con un poco de amor. Dejé que me mordiese la pierna izquierda, dolía, pero la piel endurecida de esta forma me evitaría daños irreparables. Entonces tomé aire y levanté mi arma con las dos manos, apuntando al perro que estaba mordiéndome.

- Mira que eres travieso Carboncillo... - Comenté entre dientes antes de atacar. - ¡SIÉNTATE! - En ese momento exhalé soltando un golpe con todas mis fuerzas, la hoja roma de mi espada bajó con un destello oxidado a toda velocidad.

Le hubiera dado o no, el sonido característico de Sanda, similar a un trueno y la fuerza del golpe deberían haber bastado para aturdir a la bestia. Si había dado en el suelo, por lo menos habría dañado la serpiente de metal sobre la que estábamos. Fuera cual fuera el resultado me volvería a poner en guardia esperando el siguiente ataque.

RESUMEN:

Suspiras profundamente, joven pirata. Tratas de relajarte un poco después de momentos tensos antes de subir al tren. Bajas de la plumífera y te acercas a Berry, quien notas se encuentra algo agotada y cansada. Magullada, tal vez. Pero aun así no podías negar que había hecho un gran trabajo limpiando el camino para ustedes. Le hiciste unos cuantos gestos con la mano, para que volviera a su forma normal. - ¿Estas bien, preciosa? – la cargaste entre tu brazos cual princesa. Thor se acercó a ustedes y tú con mucho cuidado te dispusiste a dejarla sobre de él. Le diste unas caricias con ternura en su mejilla y le besaste en la frente. – Bien hecho. – Le dijiste sonriendo. – Ahora, debemos avanzar pero debemos asegurarnos de no agotarnos del todo mientras llegamos al final.

- ¿Estas bien, Berry? – Pregunto Logi acercándose a ti. – Definitivamente eres un caso perdido. – Dijo pareciendo gruñón, aunque realmente estaba era preocupado.

- Ya, no pasa nada. – Respondió Thor. – Ya estamos todos aquí.

Luego estaba a tu lado el nuevo miembro, Bartolo. – ¡Me alegró de verte, hermano! – Dijiste sonriendo. – ¡Aunque deberías no gritar tanto! – El también necesitaba descansar. Pero se le notaba en condiciones más óptimas que Berry. Quizás ella había tomado toda la responsabilidad mientras que el resto solo trataba de asistirle. Una gran estratagema, la verdad. Ella claramente era una espada, pero faltaba el escudo. Aquel que defenderá mientras los demás atacan.

Por suerte, ese escudo había llegado.

- Iulia… Bartolo… asístanme. – Dijiste mientras tronaste un par de veces tu cuello. Metiste tu mano en el bolsillo y sacaste de ella tu protector bucal de acero. – Hace mucho tiempo ya no me tomo las cosas en serio. Pero creo que es necesario. – Te colocas tu artilugio entre los dientes. Muerdes fuertemente, asegurándote que este en su lugar. Comienzas a avanzar, pero curiosamente no está sobre la plumífera. Ella aguarda justo detrás de ti, al igual que Thor, que lleva a Berry encima. Los que te acompañan a cada lado son Seth y Logi. Al elemental de arena se le nota con mucha pereza y sueño, mientras que el de fuego claramente esta de mucha mala hostia.

Pasan al otro lado sin perder mucho tiempo e ignorando a los marines que los ignoraron. La situación ante ti es un poco bastante complicada.  Puedes ver a prometió siendo amenazado por unos cuantos enemigos. Aparte, una salamandra gigante la cual parece que está luchando con un hombre con una ametralladora. Algunos enemigos ya han caído. Observas sus pistolas y espadas en el suelo. Sonríes. Relames el acero de tu protector bucal para sentir su metálico sabor. También es curioso que alguien prenda fuego en una habitación donde hay pólvora.  No es que fuera en cantidades absurdas, pero preferías tenerla resguardada para más adelante que desperdiciarla justo ahora.

- Logi a comer. – Indicaste al fuego que rápidamente se lanzó contra las llamas del lugar. El objetivo del elemental de fuego era consumir todas las llamas. – Seth, asísteme. – El elemental de arena se decido pesando a ser un gran charco de arena. Donde tú caminabas, él te seguía rodeándote. Quien te intentara atacar, Seth lo golpearía con un golpe de arena. Lo siguiente que harias es usar esperanza de vida robada para reanimar las armas que estuvieran en el suelo y comenzar a devolver el ataque a los enemigos.

Poco a poco, era momento de avanzar inteligentemente.

Resumen:

Tuvo la mirada fija en el techo durante unos largos minutos, ignorando las explosiones y sacudidas del tren. Era como un fantasma. Los piratas bien armados habían pasado de él y desaparecieron por un momento, permitiendo que una humana rubia y de porte elegante improvisara una sala médica. Qué gran iniciativa por parte de la chica, eso salvaría muchas vidas. Incluso, con voz autoritaria, le hizo un llamado de atención y le dio la orden de ayudar.

Prometeo se levantó sin apuro y se quitó el polvo de la ropa como si no estuviera en una situación urgente, solo entonces miró a la chica con gesto despreocupado. Le dolía la cabeza y estaba deshidratado, los labios secos y la mirada pesada. Con hastío en el rostro y sin ningún intento por disimular el sentimiento, observó a la muchacha. ¿Quién era? Estaba seguro de haberle visto en algún momento de su existencia, pero no recordaba exactamente dónde.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó, su voz cansada y áspera como si fumase decenas de cigarrillos al día-. No, eso no importa. Has hecho un gran trabajo hasta ahora y como soldado del Ejército Revolucionario agradezco tus esfuerzos, pero deja que se encargue un… -La mirada de Prometeo se dirigió a la botella de agua que estaba ahí, junto a un montón de comida que brillaba intensamente en un mundo opaco y aburrido-. Por favor, continúa. Mantener el estómago lleno es tan importante como salvar vidas, ¿no te parece? Soy Prometeo, teniente del Ejército Revolucionario, y cocinaré para comer antes del gran combate.

Caminó hasta el rincón de la comida que convenientemente estaba ahí, esperando ser usada por las manos de Prometeo. Bebió agua como si de eso dependiera su vida en ese momento, e improvisó una cocina bastante rústica pero funcional. En ese momento, vio a los piratas que entraban en el vagón y pasaban de la muchacha, y también de él. Los jóvenes de ahora no tenían modales. Tampoco los iba a molestar, parecía que estaban muy ocupados pasando de un lado a otro. Igual después les daba hambre y pasaban a comer, el olor los atraería como la miel a las abejas.

Sacó los cuchillos y la tabla para picar, ollas y sartenes de un pequeño maletín. Lo curioso es que los cuchillos eran exactamente iguales como si hubieran sido impresos. Picó cebollas, pimentones y zanahorias para el estofado, y echó papas y espárragos a la olla: haría una exquisita sopa de marisco y verduras. No había nada mejor que un caldo de pescado con mariscos y verduras para combatir la resaca. Además, la chica y sus amigos se veían un tanto hambrientos, no pasaría nada por pararse a comer un momento.

-Pareces saber bastante sobre lo que está pasando aquí. ¿Me podrías contar lo que sabes, por favor? -le pidió a la chica, la mirada puesta en el caldo que hervía a fuego medio.

Resumen [Vagón 4:

Hacía un día espectacular. Llevabas ya unas semanas en Arabasta investigando su flora, fauna, clima y los bolsillos de sus enfermos. Es sorprendente lo fácil que vacían sus carteras cuando están mirando a la parca a los ojos. Aunque tuvieras el diagnóstico adecuado desde la primera visita, sabías que un poquito de desesperación, especialmente en clases pudientes que no estaban acostumbradas al no por respuesta, terminaba resultando en un aumento sustancioso en tu minuta.

Estaban siendo unos buenos días. Habías recogido muestras, hecho dibujos, diseccionado bichos, participado en un par de trifulcas de taberna, bebido y fumado hasta perder un día o dos en cama por resaca. Pero la verdad es que era una isla agradable, si no fuera por la arena. La maldita arena se te pegaba al hocico, se te metía por las orejas y creías que no conseguirías sacarte los granos de tu pelaje hasta la próxima muda. Decidiste coger tus cosas y aprovechar el día para hacer un estudio de gases en el aire del desierto. Tal vez tomar muestras de alguna nube esporádica si la encontrabas encima de algún oasis. En el fondo solo querías ir a tomar el sol, hacer algunos apuntes y tal vez cazar algún pájaro despistado. Te transformaste en gas y te dejaste mecer por el aire caliente, cogiendo altura sin apenas esfuerzo.

Llevabas cerca de dos horas en tu apacible tranquilidad cuando de pronto escuchaste un estruendo. Giraste la cabeza y viste cómo un engendro mecánico había impactado contra una ciudad costera, destruyendo parte de ella. Eso era bueno. Heridos, mutilados, parecía un buen lugar para descender en un rato y llenar tus bolsas aún más sin mucho esfuerzo, pero se estaba tan bien flotando...

De pronto, el resplandor de un rayo iluminó el cielo. "Pero ¿Qué cojones? Si no hay nubes de tormenta", pensaste. Entonces lo viste. El engendro avanzaba en tu dirección y allí, en el último vagón, ¿podría ser? Pensabas que no verías ninguno en Paraiso, un gigante. Debías camelártelo para que te dejara estudiarlo, tomar muestras. "¿Quién no querría poder escribir una tesis de medicina sobre gigantes de primera mano?", pensaste mientras te sacabas arena de la nariz con las garras. Decidido, esperarías a que se acercaran y luego bajarías tranquilamente.

A medida que se acercaba, viste que mucha gente trataba de subir al tren, y al mismo tiempo desde el mismo había un constante tiro al plato, "Maldición, se lo están pasando en grande. Yo quiero ir a esa fiesta", pensaste, recordando las peleas en las que participabas para sacarte unos cuartos.

Sin pensártelo dos veces, comenzaste a acercarte. Entonces, el último vagón se soltó y una explosión convirtió el ahora último vagón en metralla que voló en todas direcciones. Conseguiste esquivar gran parte de las heridas, pero algunos trozos te pillaron desprevenido y no pudiste evitar algunos cortes superficiales.

La sangre te hervía. Volaste directo hasta el onceavo vagón donde ya se agrupaba bastante gente, dispuesta a partirle la cara al idiota responsable de tus heridas de metralla.

Por fin, caíste al grito de: "¿Quién ha hecho explotar esto? Voy a darle una paliza hasta que los huesos se le ablanden".

Resumen:

Sin la capitana, Seth debía obedecer a esa marine pelirroja, pues él no debía estar ahí por lo que, si esa mujer sí podía, tenía más importancia que un simple pescado que se dejó atropellar por los eventos acontecidos... Nunca mejor dicho -¡Puedo!- Gritó algo agitado pero no cansado, en realidad aún no había hecho nada, simplemente correr, asustarse y deshidratarse. Quiso correr al lado de la muchacha pero por desgracia (O no) resbaló con algo y tropezó con el brazo de uno de los muertos por Ingrid. Cayó al suelo de bruces sobre un charco de sangre -¡O por dios, que asco!- Gritó intentando ponerse de pie, pero había mucha sangre y cada vez brotaba más de los cuerpos inertes de los piratas, resbaló una, tras otra, tras otra vez, hasta que finalmente pisando carne humana consiguió ponerse de pie, recordemos que como iba nadando solo mantenía los pantalones blancos de la marina ahora rojos totalmente, iba sin camisa, cuando está bajo el agua solo molesta por lo que su cuerpo también estaba bañado en sangre, lo único que se libraba era... A no, su coleta también estaba roja -¡Seguro que pillo una infección!- Tras lo que saltando de cuerpo en cuerpo consiguió salir de aquél mini pantano de sangre carmesí...

Pasó por al lado de Alpha, quien su cara le sonaba pero no sabría decir de donde, ¿Marine quizás? también pasó al lado de aquella esfinge sin reconocer a su antigua superior al cargo y al lado de Bartolo pero no se fijó mucho en él, simplemente se centró en seguir a Nia al siguiente vagón al cual no dudó en pasar -¡Necesito hidratarme o no valdré de mucho, lo siento señora!- Dijo como si Nia fuera la misa autoridad que Elyria al no fijarse en su rango puesto en la ropa.

Ahora, más rojo que rosa, entró en el vagón número diez, donde como diría la frase "saltó de la olla para caer al fuego" -¡PERO QUE TODOS LOS VAGONES ESTÁN EN LLAMAS O QUÉ!- Gritó a pleno pulmón enfadado por la situación que estaba teniendo, la cual no podía ser más desfavorable para él. En este vagón también hacía mucha calor, pero eso no detuvo a nuestro pequeño de dos metros rosado, bueno rojo, nada más entrar se puso a buscar entre las cosas de los piratas algo para hidratarse, agua, ron, manzanilla, lo que tuvieran por ahí que pudiera retrasar la piel seca y el olor a pescado pasado...

Resumen:

¿Cuáles eran las probabilidades de que se encontrase con un oficial del ejército revolucionario en mitad de un extraño tren a medio explotar. Después de hacerse pasar por la amante de un pirata super peligroso, que colase, y mandar a un grupo de doscientos cincuenta hermenegildos a jugar al vagón cinco. Y encima el teniente se estaba poniendo a hacer de comer cómo si fuese otro miércoles más, sin nada fuera de lo común. No pudo evitar pellizcarse a si misma, y darse una bofetada. No. No estaba soñando. Y seguía montada en su super pato, evidentemente.

“¿El ejército revolucionario? Espero que tengas más estabilidad mental que el último que vino a entrenarme a Elyndor. Esa babosa, o morsa, yo que sé. Se hace llamar Maki, aunque ya no me creo nada la verdad…”

Elaina suspiró. Esa había sido una experiencia cuánto menos… curiosa. La verdad es que sí. “Y cocinar ahora, ¿en serio? Espero que al menos sea para los heri—”

Cuándo aparecieron corriendo los hombres, Elaina tragó saliva. Podría incluso decirse que se le cerró cierta parte del cuerpo. Pero por suerte, la mayoría la ignoraron y siguieron de largo. Pero luego… Joder. Si traían al capitán al vagón, estaba muerta. Pero por alguna razón, no salió por patos de ahí. Si no se había ido hasta ahora, este no iba a ser el momento.

“Gracias chicos, le hablaré bien a Benny de vosotros,” dijo guiñándoles un ojo. Ya no sabía ni cómo actuar. “¡Pero no llenéis todo el suelo de mierda, que acabo de limpiar! Aquí, mi amigo y yo aténderemos a los heridos y les daremos de comer, ¿entendido? ¡Quiero a todos los hermenegildos en fila, en orden alfabético!” Vale, eso tal vez los confundiría por un rato.

Entonces se acercó a Prometeo, alejada del resto. Por suerte, estaban o en la puerta al vagón cinco, o habían huido despavoridos en dirección a la locomotora. Así que si hablaban en voz baja no les escucharían.

“Por cierto, soy Elaina. Princesa de Elyndor. Y revolucionaria infiltrada. Más o menos. Es un concepto extraño, soy consciente. Y sé lo mismo que tú. Al parecer hay una fiesta de gente atacando este tren. Y escuché a un hermenegildo decir que el tren iba camino a la capital. Ya destruyó varias ciudades, si logra llegar… Pero soy débil, así que hago lo que puedo.”

resumen:

Todo había ocurrido muy rápido, vio llegar a Alpha y a los otros aunque su cuerpo sintióvel dolor de algunos cortes, estaba viva eel dolor era prueba de aquello. Quizás se había excedido demasiado, su capitán le indicó descansar y la dejó sobre algodón de azucar. Fueguito parecía preocupado aunque la zorra le guiñó el ojo, el malo estaba muerto y ella viva. Mientras todo transcurría escuchó la voz de Bartolomeo, se sorprendió que no hiciera caso y se hubiera quedado el plan era volarse a ella misma con el vagón para librarse del tipo banana antes de que ocurriese algo.

Sonrió al ver a Seth aunque este no pareció reconocerla, estaba algo quemada por lo que le restó importancia al asunto y se acurrucó en algodón de azucar mientras el pitido en su oído iba desapareciendo.

—¡Ha pasado tiempo rosadito! No deberías estar aqui por tu salud es mejor que vuelvas al agua.—

Gritó mientras saludaba al rosado tritón que parecía lleno de salsa, por alguna razón comenzaba a tener hambre y no había llevado nada para el viaje. El vagón 11 y 10 olía a bastante carne ahumada, haciendo que Berry babeara buscando el origen de esa comida pero sus heridas le impedían saltar a comer alguna cosa que no estuviera carbonizada.

—¿Es un avión? ¿Es un pollo ahumado volando? ¡No! ¡Es... ANAGUMITSUUUU!—

La mink señaló el cielo por donde caía su amigo, siempre aparecía en momentos oportunos, en la isla helada para darle un remedio y ahora podría vendarle un poco. Se declaró como la culpable de volar el vagón mientras reía.

—¿A qué fue genial? Si quieres pelear con gusto te arranco otros tres dientes luego de que me cures un poco.—

Declaró en la típica jerga que ambos minks tenían para expresarse cariño, después de todo golpear a Anagumitsu por alguna razón era muy terapeutico. Y más cuando era en pleno rostro, la mink se recostó esperando las curaciones pertinentes viendo que el grupo se dirigía a otro vagón en llamas. Intentó detener a algodón de azucar jalando sus ¿Orejas? Lo que sea que fuesen esas protuberancias cercanas a sus ojos para quedarse lo más cerca de la puerta. No fuera a ser cosa de que volvieran a explotar y Anagumitsu era un civil a proteger.

—¡Vamos Fueguito come come come! ¡Piensa que es un vagón de chocolate!—

Alentaba la mink golpeando sus palmas desde la puerta, fue entonces cuando sintió un aroma, lejano pero distinto a la carne, tal vez ya lo estaba imaginando pero el aroma era tan delicioso que ahora babeaba el doble. Deberían saltarse ese vagón, la mink se colocó de espaldas.

—¡Anagumitsu! Trata de curar lo que veas de mi espalda primero, debemos ir al vagón de comida más adelante. ¡Hhmmm ese aroma es delicioso!—

La mink seguía insistiendo en un aroma que para alguien sin su agudo sentido del olfato le sería imposible notar, incluso a ella le costaba sentirlo por mucho tiempo. Estaba decidido, un pequeño descanso y avanzaría hasta aquel intrigante vagón.

Resumen:

Ahí estaba de nuevo, esa técnica que le había visto realizar un par de veces anteriormente, esa onda de energía que corta todo a su paso, con increíble poder... Tenía que sonsacarle como se hacía, para poder entrenarla, un ataque poderoso con una puntería excelente era algo que nunca me vendría mal aprender, pero a ver quien le dice a ese egocéntrico que quiero una técnica suya, se pondría exquisito con no darme más armas con mi moral... Santurrón de los cojo... Su ataque fue devastador dejando así una marca en el vagón por la cual entraba la luz, el viento y la arena, pero aún así ese hombre que había desviado mi cuchillo con una mano como quien aparta una mosca de su vista, seguía vivo... Si bien su arma tenía demasiada capacidad o sus manos eran más rápidas que mis ojos, escuché un total de treinta detonaciones, ¿Había disparado treinta veces? Nada, a tomar por culo pedirle el favor al Shinigami, si sobrevivía tenía que sonsacarle la información de como había disparado tanto...

Dejé a esos dos monstruos a la suya y pude observar como los piratas que estaban entrando querían volver al vagón anterior por ese maldito monstruo que los estaba acojonando a todos, las creaciones de tinta del perro del gobierno, cada vez eran más terroríficas... Por lo que pensé, que si podían entrar a sus anchas por el de delante... ¿Cuanta gente habría en el de atrás? Disparé a los soldados más cercanos que tenía para no quedarme muy al descubierto y ahí si, me mostré ante mi público -¡Cubreme con tus monstruos!- Le grité a Rokuro sin saber que esa araña era otra persona, soldado, lo que sea...

Con rapidez, me acerqué a la puerta que daba al vagón seis y antes de hacer nada, volví a lanzar un segundo cuchillo contra el que usaba una pistola como metralleta, usando sabiamente el poder de mi akuma no mi para acabar con el, pero ese no era el plan por el que me había descubierto, en mi cabeza había una estrategia mejor para proteger nuestro culo nunca mejor dicho...Con mi poder intenté desenganchar los vagones para evitar ser rodeados por más soldados, si nos hacían un sandwichs ahora mismo, acabaríamos bajo tierra sin duda alguna, por lo que lo más lógico, es deshacerse de los obstaculos y centrarse en una sola dirección, si no podían venir por detrás, solo teníamos que ir limpiando hacia el frente... Solo esperaba que Christa eligiese correctamente uno de los vagones delanteros...

Resumen:

La nacida en Wano estaba tan preocupada por aquella salamandra gigante roja con topos negros que no entendió cuan en peligro estaba, sus gritos no solo llamaron la atención de Yor para volver a ponerlo en pie y motivarlo lo suficiente para prender fuego a diestro y siniestro, ¿Qué funcionó? Sí, ¿Qué más personas pusieron la atención en Hikari lanzando su odio y ataques contra ella? También. En su cabeza todo pasó muy rápido, todos apuntaron a Hikari con sus armas y dispararon, no tenía como defenderse o eso pensó, hasta que cayó en la cuenta. No sabía como bloquear tantas balas, ¿Se cubriría? No podía desplazarse a tiempo, ¿Las bloquearía? Sí, tenía una forma de bloquear todas los proyectiles pero no sabía si funcionarían. Volvió a lanzar su haz de energía, pero no a los enemigos ni a las balas, no estaba segura que a su paso eliminase o congelase todas las bolitas de plomo, por lo que más seguro e inteligente con la información que se tiene era romper esa energía delante suyo.

El haz de energía se tornó blanquecino, golpeó el suelo delante de Hikari y se rompió en un muro de estalagmitas heladas lo que hizo de muro para bloquear todos los proyectiles que venían hacia ella. Lo malo de reventar una técnica tan descontrolada cerca, es la posibilidad de recibir daño y así fue, una de las estalagmitas salió en forma de pico con mala leche la cual rozó el costado derecho de la herrera, creando en esta un pequeño corte que a la vista y con sus ropas blancas, sangraba un poco -¡Mierda!- Gritó del dolor punzante que sintió, pero en el fondo estaba agradecida, pues ahora podía usar esa pequeña "Barricada" de hielo como parapeto.

Con la espalda helada al estar apoyada en el frío tempano, escuchó las indicaciones de aquella guarrilla que estaba con Yor, seguro que intentó ligar con él en el vagón y les interrumpieron, menuda fresca estaba hecha... Pero vamos a decir que un poco de razón tenía en el momento pues el fuego lo rodeaba todo, por si fuera poco, dos marines habían entrado en la sala, la cosa se iba a complicar -¡Capitán, que arda todo!- Gritó para librarse de los marines aún siendo contradictorio a lo dicho por la pelo alga, luego rápidamente corrió hacia la escalera dejando el sitio seguro en el que estaba y subiendo las escaleras tras Judy, digo esa guarrilla quita hombres...

Resumen:

Por lo visto la táctica funcionaba, algunos empezaban a retroceder por lo que no había que cambiar, aún que por mucho que lo intentara, Matt se estaba imponiendo a los más débiles de forma natural pues no hacía nada que no hiciera ya. Pero la apariencia importa por lo que siguió dando espadazos al primero que pillaba y pisoteando con esas patas tan de repelus los muertos, uno se le quedó enganchada en la izqueirda de atrás, aún así seguia caminando lo que hizo que a la gente le diera más mal rollo, pero eso no era lo único, tubo una buena idea para imponer aún más... Si un cadáver en la pata de atrás siendo arrastrado asustaba, ¿Que pasaría si...? Nada de pensar, lo puso a prueba, agarró a uno de los don nadie que estaban así con las tres manos que le sobraban y le dio un bocado en el cuello, haciendo que de este brotase lo que brota de un cuello abierto, sangre a borbotones, por eso brota y no frota, ¿Me explico? ¿Me entiendes? Si no, usa el comodín del público. Tras morderle empezó a... bueno... Mejor esto lo pongo en spoiler

Un poco gore, no mirar:

Tras esa escena, tiró el cuerpo del pobre y joven Paco, padre de siete hijos, dos ex-mujeres con sus correspondientes ex-suegras (Quieras o no de eso se salvó) y actualmente era dueño de un perro que era el único que le aguantaba, todos conocían su pasión por el perro, que vivia solo con él y que solo se apuntó a esta misión para poder pagar a sus dos ex-mujeres cada cual más vivora, la pensión... Seguro que ahora esas suegras bailarán contentas y borrachas sobre su tumba...


Bueno, que me despisto, para finalizar tan macabra escena digna de un adulador de Saw, Matt pegó un grito de los que sueltan perdigones y finalizó escupiendo tela de araña para impedir el movimiento de los que aún tengan ganas de seguir adelante con el combate, malditos valientes... Que por cierto, esa telaraña tiene un color un tanto rojo...

resumen:

El vagón tarda un momento en arrancar. Es normal que le cueste, entre dar instrucciones a los patos y hacer un esfuerzo consciente para coordinarlos, además de mover todo el peso del aparato. Pero estaba bastante claro que este plan iba a funcionar: veintiún patos de potencia es aproximadamente la que genera un Kai, o lo que es lo mismo un Arthur de fuerza recorriendo un Leiren de distancia en un Jack de tiempo; y un Arthur es mucha fuerza, un Leiren es bastante distancia y un Jack es bastante poco tiempo. Al menos en comparación a otros sistemas de medición cronológica más rudimentarios.

- En realidad nadie tiene muy claro qué es exactamente un Kai de potencia, ¿sabes, viejo? -le comento-. Tirar los cañones sería un problema; lo ético sería devolver a su dueño el vagón y no quiero que me haga pagar la artillería. Además, una vez lo reacoplemos y el dueño de esta cosa se una a mi tripulación el tren entero será mío, así que... ¡¿Qué carajo acaba de ser eso?!

Me doy la vuelta de golpe. Frente a mí hay un tipo... Peculiar. Feo. Feo pero feo. De los que son la definición de feo. Feo nivel profesional, como si lo fuesen a echar de un concurso amateur de feos por estar demasiado por encima. ¡Como un pecado! Sí, y además no un pecado bonito como el orgullo o la lujuria -bueno, la lujuria no es especialmente bonita, pero sí estética hasta cierto punto- sino un pecado feo, como abofetear a tu padre con un calcetín lleno de mierda mientras le cuentas las ridículas hazañas de Freites D. Alpha... O si le hablas de Alpha en general, sí. Su cara es tan terrible como obligar a alguien a escuchar sobre ese puto enano.

- Técnicamente era un gallo -contesto. Además de feo es un poco maleducado-. Y deberías saber quién soy. -Adelanto el pecho a medida que echo los brazos hacia atrás, estirándome mientras siento todo mi cuerpo tensarse levemente-. Yo soy Claude von Appetit, capitán de este barco, mejor espada del mundo y hombre de tus sueños... Y de todo el mundo, en realidad. Ahora, pórtate bien y ayúdame con los cadáveres. Si te portas bien quizá podrías llegar a ser mi nuevo subcapitán.

Se hace el remolón, pero se le ve en la cara que está deseoso de entrar a formar parte del equipo. De hecho carga los cadáveres con la ilusión propia de cualquier grumete con grandes aspiraciones. Es bonito, en cierto modo, e incluso trae una gran cantidad de ideas revolucionarias: Peligrosas, por supuesto, pero revolucionarias. Con quien no esperaba toparme es con esta chica... ¿Eloísa? Sí, eso debe ser. Me saluda y le devuelvo el saludo, pero me encañona sin dudarlo y antes de poder reaccionar mi ropa ha sido sustituida por un disfraz de pato. Frunzo el ceño mientras sigo hablando con el feo, aunque parece no interesarle la opción de buscar cangrejos de arena.

- Ayuda un poco, ¿quieres? -La interpelo, lanzándole un cadáver, mientras sigo hablando sobre una posible solución a que el tren siga sacándonos ventaja-. Y devuélveme la ropa, por favor, que es cara. ¿Tú sabes lo que me costó robarla?

Está molesta por haber perdido el concurso de trajes de baño, creo. Aunque se acabó enrollando con la chica rubia en mitad del escenario, para muchas personas encontrar el amor sería suficiente premio. Supongo que no estará de acuerdo en que la propuesta de Omega era la más picante y digna de premio que había en el concurso, pero para ser justos yo tampoco. De hecho, no recuerdo que participase. De hecho, ¿quién es Omega? Ni siquiera subió a recoger su premio ni a escuchar mi inspiradora canción obviamente no basada en una balada a capela. En cualquier caso algo me detiene. No puedo moverme y un hormigueo recorre mi cuerpo. Me cuesta moverme. Hacía tiempo que no sentía esta sensación; mucho tiempo. No es igual de intensa, pero sí lo bastante. Es lo que busco. Respiro lentamente, tratando de calmar los topetazos sobresaltados de mi corazón mientras aferro con la mano la empuñadura de Pluma. La última vez que el harem recorrió mi cuerpo tuve que usarla.

No. No será necesario. Cuando Por fin soy capaz de moverme doy un paso hacia ella, y otro, y otro más. Aún siento la mano entumecida alrededor de la empuñadura, pero logro separarla antes de encarar a la marine.

- La última persona que se atrevió a hacerme eso está muerta. -En realidad no sé si Dark Satou está muerto, pero teniendo en cuenta el tiempo que ha pasado y la edad que tenía seguramente lo esté-. Ese hombre está en mi barco y por tanto forma parte de mi tripulación; déjalo en paz o vete. -Miro a Vanko-. ¡Y tú, carga con las piernas! Que te vas a moler la espalda.

Resumen:

Parece que este teatrillo estaba teniendo efecto, por las miradas de los demás podía decir que les había tocado la fibra sensible. Quizás demasiado. No me veían como un enemigo, pero tras beber un poco de agua en el baño Goldy me ofreció de su pipa, y eso me planteaba una serie de problemas. No iba a dejar que se reflejase en mi cara, pero el olor de las hierbas que había metido en la pipa no me indicaba que fuese una sustancia que conociese ¿Una planta desconocida? ¿Una mezcla extraña? Ni idea, por sus palabras podía deducir que era psicoactivo. Los efectos que me podía esperar estarían lejos de un simple opiáceo, si, me aliviaría el supuesto dolor, pero seguro que había algo más.

¿Y si de verdad había algo más? ¿Y si había visto a través de mi disfraz y me estaba siguiendo el juego? Puede que me estuviera drogando, no por compasión, sino por conveniencia. A lo mejor estaba intentando reducir a un intruso, o hacer que bajase la guardia. Puede que sospechase y aprovechase para interrogarme, intentando sacar mis verdaderas intenciones en un momento de vulnerabilidad con las capacidades cognitivas reducidas, y esta música no ayudaba. O puede que simplemente quisiera ejecutarme sin que tuviera oportunidad de resistirme, con ese cuerpo podía tapar la vista de la caldera y hacerlo sin que se enterasen lo operarios. No era veneno, eso fijo, él había dado la primera calada. Cabía la posibilidad de que fuera una mera prueba de lealtad. Había muchas opciones, pero acabar drogado tan pronto no era una de ellas. Tenía que evitar esto en la medida de lo posible sin romper mi mascarada.

Sonreí por dentro, aceptando el reto que se me ofrecía en forma de una mano amigable. Lo haría, daría una calada, una innegable trataría de imitar los síntomas que viese. Si quería sacar algo de mí le costaría, yo sacaría algo de todo esto, aunque fuera información. Extendí la mano y tomé la pipa, llenando los pulmones de aire a medias antes de dar una calada. Una persona normal no podría hacer esto, pero alguien con un control especial del cuerpo como yo era plenamente consciente de sus capacidades a nivel intuitivo. Aspiré y dejé que la mezcla aromática entrara en mi boca. Su sabor era distintivo, especiado y fuerte. Nada que hubiera probado pero definitivamente algo que recordaría. Dejé que el humo pasase por la laringe hasta la tráquea y ahí lo detuve. Evité aspirar más para que no llegase al los bronquios, si se absorbía en los alveolos podía evitar que me hiciera la gran parte del efecto. Solté el aire lentamente, con la respiración de alguien débil.

- Sabes... Cuando me uní a esta tripulación pensé "Esta es la mía" - Comencé a decir a la vez que tomaba algo de aire fresco antes de que se saturase de humo. Ofreciéndole de nuevo la pipa y sentándome apoyado contra la pared. - Pero no como un grumete emocionado por entrar en una gran tripulación, sino como un ladronzuelo en busca de un golpe legendario... Era un iluso. - Continué con mi historia con una voz calmada. - Buscaba encontrar un gran tesoro y levantarlo delante de las narices del gran Benny D Souto... Pero pasaron los días, y esta tripulación me acogió... me tratasteis como si fuera parte de vosotros , y entonces me di cuenta... Todos tienen ambiciones, pero mi lugar no es sobre el resto... Daría el gran golpe con ellos.

Si me ofrecía otra calada procuraría repetir lo mismo tratando de aspirar el mínimo posible de humo de segunda mano. Si presentaba síntomas los imitaría, luchando por mantener la lucidez. Podía mantener la respiración varios minutos de ser necesario, pero de momento quería ver cómo respondía Goldy.

Resumen: