[22M] Asalto al tren de Benny D. Souto, último gran pirata del West Blue

Monty avanza deprisa. Es un pato muy patoso, pero parece que ha olvidado cómo hace diez minutos casi se tropieza en un escalón y se abre la cabeza. Bueno, es un pato, no sé hasta qué punto reflexionan sobre su propio ser y mucho menos si les importa siquiera su integridad física. A juzgar por cómo se comporta este, juraría que no. Pero mientras me lleve hasta el interior del tren estoy dispuesto a ignorar que es un pato. Más o menos.

Lanzo un cacareo a modo de señal para que sepa que debe virar ligeramente, aunque llevando la rienda con el pico casi parece una suerte de tos y el animalejo se detiene por completo, picoteando la arena del desierto en busca de algún que otro bicho. Lo azuzo para que se vuelva a poner en marcha, pero antes de que alcance su velocidad máxima noto una sustancia fría y gelatinosa subírseme encima. Es como si a alguien se le hubiese ocurrido derramar una botella de jabón por mi espalda para luego saltarme encima. Con algo de asco me giro a ver qué demonios es, pero eso tira de la correa de Monti quien, guiado de esa forma, vira hacia la derecha.

Tengo que corregir el rumbo de nuevo. Igual he sido muy agresivo, porque rodamos por la arena dando un par de vueltas y el pájaro se levanta casi a tumbos, pero recupera el ritmo de alguna manera e incluso ahora, bañado como una croqueta en pan rallado, parece que ha ganado velocidad. Solo que hay algo raro aquí... ¡¿Qué narices tengo debajo?!

El volteo ha sido extraño. Ya no llevo las riendas, que ahora están en manos de un pequeño aborto azul y resbaladizo, aunque es el aborto azul y resbaladizo más guapo que he visto. De hecho, yo estoy encima de ese pequeño aborto azul y resbaladizo. Cacareo de nuevo. Es molesto no poder hablar en esta forma, pero no importa. Me sujeto bien, este tipo es resbaladizo, y muevo las alas para tratar de espantarlo. Sin embargo esto tiene un efecto inesperado, y es que echamos a volar los tres. Siempre me olvido de que puedo hacer eso. Ya en el aire voy canturreando una canción, aunque desde fuera solo se puede percibir como el cacareo de un gallo, y acabo aterrizando sobre una especie de humano más feo que hecho a encargo que lleva su brazo enganchado al tren a través de una suerte de cuerda ambarina. Aunque bueno, lo más correcto sería decir que Monty aterriza en él, el aborto aterriza en Monty y yo aterrizo en el aborto que ha aterrizado en Monty que ha aterrizado en el tío feo que va montado en un trineo de patos enganchado al último vagón.

Resumen:

No sabía muy bien qué pensar de los pollos. El primero, el de abajo, estaba claro que no estaba contento. Parecía lerdo, y como todos los lerdos tendía a enfadarse sin venir a cuento. No es que esa habilidad fuese exclusiva de los lerdos, porque a mi madre le solía ocurrir de vez en cuando. Pero esta vez era cosa del pollo. ¿Y si era por ser un pollo y no por ser lerdo?

Miré al otro pollo, al de arriba, aunque seguía estando debajo. Arriba del pollo número uno, pero debajo mío, y casi hasta parecía feliz. Aunque claro, era distinto del pollo número uno. ¿Eso lo convertía en el pollo número cuatro? ¿O en el número trece? Al caso, que no era por ser pollos. El número uno era lerdo, pero parecía tener buen corazón. ¿Cómo podía yo decir nada respecto a eso?

El pollo número trece, el de colores vivos, se asustó y tiró de unas cuerdas atadas a la cabeza del otro pollo, el lerdo de buen corazón. Salí volando, despedido sobre la arena, pero eso no era nada nuevo. Peor había sido la tremenda ostia como el tren.

—Oh, no —me di cuenta, preocupado—. ¡El tren!

Casi olvidaba por qué estaba acompañando a los dos amables pollos por el caluroso y poco higiénico sin desierto. Que en realidad era como una playa, sin agua. O sea, sin lo bueno. Pero para gusto, pedos. Le hago unas señas a los pollos, que parecen comprender a la perfección, al menos número trece que cacarea con el tono de un amable granjero a punto de hacer un queso.

Volvemos a la información inicial, aunque no sé por qué, alterada. Me doy cuenta de que debajo tengo al pollo, al uno, al que era amable pero lerdo. Al final va a ser que no le caigo muy bien, porque se retuerce y agita sus alitas continuamente. ¿Entones es lerdo o no? No lo sé. Para colmo noto unas garras en mis pequeños hombros y cuando levanto la cabeza veo al otro pollo, a trece, pero desde abajo. Sigue siendo bonito, pero el cambio de perspectiva resulta un poco perturbador.

A todas estas, los dos pollos se encuentran agitando sus alitas, así que decido hacer lo mismo. Sujeto fuertemente con los talones al pollo de abajo, que esta vez sí que es el de abajo, y comenzamos a volar.

—¡Puedo volar! —grité emocionado. Hasta ahora, nunca había funcionado—. ¡Puedo volar de verdad!

Estuvimos así un rato, en paz y armonía. El pollo de arriba, que ahora sí era el de arriba, canturreó, y yo me uní a él. No sabía qué estaba cantando, pero yo le puse letra.

Arre pollitito
Arre pollo arre
Vuela más deprisa
Que llegamos tarde

Arre pollitito
Vamos por el tren
Que llegamos tarde
Y mañana también

Arre pollitito
Arre pollo arre
Vuela más deprisa
Que llegamos tarde


Fue una actividad de lo más entretenida, pero pasado un rato me doy cuenta que no estamos volando, aunque seguimos yendo bastante rápido.

—¡Ahí va, el tren! —digo sorprendido. Lo alcanzamos rápidamente—. ¡Ahí va, más pollos. ¡Y ahí va, un gigante!

Vale, el gigante era más bien feucho, pero nunca criticaría algo así. No todos salían más guapos de las clínicas de estética.

Resumen:

Vale, seguía sin perder mi toque y todavía sabía como dar un buen momento a la audiencia con los escudos humanos estos. Vale, el problema es que aquello era un maldito caos, y ahora Yor si tenía problemas a pesar de mi cobertura. Tenía balas limitadas, como era obvio, y además, aunque me hubiera quitado a algunos idiotas de en medio, la cosa es que seguían viniendo a por mi, así que la opción del escudo ya no era viable. De hecho, los disparos parecían ayudar más , y más estando yo tras una cobertura, al menos hasta que tuviera que moverme de la cobertura.

El problema surge cuando tiré un disparo errado a la nalga de Yor. Lanzándole un grito de disculpa.

-¡LO SIENTO!!. La verdad es que se me hacía bastante raro fallar un tiro, pero bueno, quizás fuera el caos del momento y que yo estaba más pendiente de sobrevivir que de ver a que le estaba dando. De hecho no sé como iba Yor en su pelea, ya que yo ahora tenía mi propio problema. ¿Cuál era? Pues que la caja donde me encontraba parapetada me estaba empujando contra la pared que había unos metros atrás de mi. Eran estos imbéciles tratando de hacer sándwich de Judy. Como era obvio no me iba a dejar, así que enfundé las dos pistolas y con un gesto de acrobacia salté por encima de la caja, apoyando mis dos brazos sobre ella, a modo de acrobacia para saltar por encima de uno de los que estaban empujando la caja. En el momento que le sobrepasaba la cabeza, estiré mi mano a su alfanje envainado, quitándoselo y cayendo detrás de los que empujaban la caja.

No dije nada simplemente con la espada en la mano propicié un tajo al tipo que tenía enfrente, dar un giro sobre mi misma combatiendo a los dos que tenía a cada lado, recibiendo ellos nuevos tajos en las piernas obligándoles a caer de rodillas. Tras esto tiré el alfanje, giré sobre mis tobillos, desenfundé las pistolas nuevamente y disparé a los dos que vinieran a por mi en ese momento. Si lograba escapar de estos, trataría de buscar una nueva cobertura, a poder ser cerca de Yor.

-¡Yor, el tren se ha movido algo raro!- dije notando esa sensación, como de desaceleración. Casi imperceptible.- ¿Te queda mucho?¡ Creo que debemos movernos de aquí ya, no paran de venir más !

Si, le había disparado en el culo, pero oye, por error...y era un maldito usuario, menos lloros.

resumen:

El super pato fachero facherito corría endiabladamente por no decir que no parecía cansarse en absoluto, siempre con esa corbata bien puesta y a la misma velocidad. Se acercó lo suficiente para que yo pudiera acceder, no podía esperar la orden de Christa, estaba a mi alcance, por lo que salté del pato y cual spiderman me pegue a una de las paredes de uno de los vagones ¿Cual? No estaba contando, estaba más preocupado de no despeinar.. De que no me entrara tierra en los ojos. Caminé por la pared, hasta llegar a una de las ventanas por la cual observé tras esta a demasiada gente entrando en el vagón, por lo que, desde la ventana empecé a disparar con mi fusil magnético un total de once veces (Lo que me permiten los stats) Entendí que, claramente empezar a recivir disparos por donde se supone que se tienen que lanzar era un tanto confuso y pillaría a todos los presentes despistados.

Antes de recibir respuesta, me puse a correr por la pared con la mano derecha pegada, en contacto en todo momento, para no caerme e ingresé por la puerta a dicho vagón donde me parapeté tras el primer objeto resistente que me pareciera ver, para más tarde echar un ojo a... ¿¡Que diablos es ese engendro de la naturaleza con un espadón gigante, cuatro patas y cuatro brazos!? ¿¡A que maldita mente retorcida y putrefacta se le ha ocurrido traer algo así a...!? Anda el "Shinigami", eso lo explica todo. Saqué uno de mis cuchillos arrojadizos de entre mis ropas y apunté al hombre que les estaba dando más guerra, al que había bajado de una de las creaciones de Rokuro, por suerte para mi ya las conocía, si no, ese dragón habría sido mi primer objetivo. Esperé dos segundos para luego lanzar con mis fuerzas más la de mi fruta el cuchillo directo al pistolero.

Esperaba seguir oculto pues los disparos ejercidos desde la ventana no hacían el ruido de una detonación, esperaba que nadie hubiera visto mi entrada ni como le lanzaba el cuchillo, motivo más que suficiente eran los dos monstruos que tenían en el centro del vagón, la araña deformada y el dragón que seguramente apareció de la nada por los dibujos del asesino...

Resumen:

Elyria se frotó los ojos. ¿Qué mosca le había picado? Aunque joder con el abuelo de las narices, había aguantado una buena. Y resultó ser un baboso asqueroso, lo cual no ayudaba a que le diera especial pena. Además, claramente era el líder, y claramente era fuerte. O al menos resistente. Pero no dudaba que hubiese gente más poderosa en el tren. Sobre todo su capitán. Y supondría un problema que les persiguiera en su camino a parar toda esta destrucción. Dudaba que fuese a suponer demasiados problemas acabar con él, pero si se juntaban unos cuantos de su calibre…

Cuándo el hombre se apartó, con ayuda de sus secuaces, Elyria pateó con fuerza en el pecho al que pilló más cerca, mandándolo volando hacia atrás, arrastrando a otros cuantos, en dirección al oficial.

Se giró un segundo a ver cómo iba el resto, y no pudo evitar fijarse en que el fondo estaba comenzando a arder. Y en dirección a unos enormes barriles. Que no sería un problema si no tuvieran pegatinas gigantes que ponían POLVORA Y EXPLOSIVOS A.C.M.E. Buena marca. Esto se iba a poner feo.

“¡Todo el mundo fuera de aquí, ahora!” Gritó Elyria a sus compañeros, con clara prisa en su tono. No había tiempo que perder. “El vagón va a explotar, ¡Vamos! ¡Ingrid, ese escudo debería poder cubrirnos un poco, ¡úsalo cómo muralla mientras salimos!”

El problema, claro, es que se había enterado todo el mundo. Complicado que no. Y todos los secuaces comenzaron a correr despavoridos hacia la puerta, creando un tapón que no permitía pasar a nadie. Aunque al mismo tiempo, los dejó convenientemente colocados.

Elyria creó una red de ondas cortantes, concentrada en un area algo más grande que la puerta, creando un pasillo libre para cruzar. Por encima de los cadáveres, sí, pero iban a morir igualmente en la explosión.

“¡Vamos, vamos, vamos, no os quedeis atras!” Gritó mientras corría hacia la puerta, usando a Khione para seguir limpiando a su paso con rápidos y precisos cortes.

Finalmente, consiguió salir del vagón, y saltó al techo del once. Esto debería ser suficiente, y podían volver a abrir otro vagón por el techo cómo Ingrid había hecho antes. Aún así, esperó a sus compañeros y se quedó mirando en dirección a la puerta del vagón. Ese abuelo no iba a quedarse de brazos cruzados, tenía que estar preparada .

resumen:

La mink sonrió desafiante ante las palabras de Dicks, no le importaba lo que este dijera, era un pirata y debía morir por lo que había hecho. Chocó sus puños con electro cargando nuevamente sus guantes, mientras observaba a este salir algo mareado del ataque en conjunto, por desgracia seguía vivo algo que a la mink comenzaba a irritarle.

—¡Ustedes atropellaron una ciudad y les importa más esta cosa con ruedas! ¡Intolerable! Voy a hacer que todo vuele por los aires. ¡Ninguno va a seguir hiriendo a los pobres civiles!—

Los obuses fueron disparados aunque Berry utilizó su Tekkai, sacudiendo el humo con sus gigantescas alas blancas y saliendo del impacto sin heridas aparentes. Olfateó la nube rosa, olía bien pero estaba bastante enojada con el enano banana como para aceptarle un dulce e incluso si hubiera querido este lanzó cortes que la zorra pudo evadir sin problemas retrocediendo. Esta acción le hizo quedar fuera del rango de la misteriosa "espuma rosada" y tras arremeter contra el oficial con una lluvia de diez intensos golpes gritó a sus compañeros.

—¡Hikari, Bartolomeo salgan de este vagón y tomen refugio! ¡Voy a hacer volar todo por los aires! ¡Moonlight Eclipse!—

La gigantesca esfinge saltó dando vueltas sobre si misma, de repente la electricidad comenzó a cubrirle y finalmente la esfinge descendió como un meteoro hasta impactar contra el lugar donde se encontraba el oficial. Grande fue la sorpresa cuando el impacto desplegó una onda de destrucción masiva que hizo volar el techo del vagón, la sangre, los asientos y al centenar de piratas que todavía seguían vivos.

Los pocos que no salieron electrocutados por semejante explosión habían sido aplastados por algún escombros e incluso las paredes se habían agrietado como si de una bomba se hubiera hecho implosión dentro del lugar. Berry desenterró su puño del suelo que ahora se veía envuelto en sangre y restos humanos por igual junto a un enorme cráter alrededor de la mink.

Era la primera vez que usaba semejante técnica en un espacio cerrado y si en un espacio abierto podía hacer volar casas pequeñas y animales por el aire el resultado era más que lógico. Solo a alguien como Berry se le ocurriría que no dañaría tanto en un interior ya que no había casas cerca. La pared previamente destruida comenzó a desguazarse y rodar por el desierto, dejando solo la pared contraria aferrada al cuadrado de madera meneándose de lado a lado con un sonido chirriante. Las demás paredes (las que privaban la vista al frente y detrás) no tardarían en caer de la misma manera dado a que una ya estaba dañada desde que Berry arrancase su puerta y la otra era la más cercana a la zorra durante su caída.

—¡Ups! Creo que me pasé un poquito...—

—¿Poquito? ¡Has destrozado este vagón! ¡Es que ahora no es ni un vagón es una madera con ruedas! ¡Alpha va a llegar y ver todo esto!—

—En eso tienes razón, va a tener buenas vistas sombrerito...—

La mink rascó su cabeza haciendole cosquillas al homie sombrero quien se había ocultado bajo su pelaje cuando inició toda la destrucción anterior. La zorra comenzó a avanzar hacia el siguiente vagón aunque se detuvo al sombrerito sugerirle esperar a que todos llegasen, tampoco sabía si el oficial seguía vivo tras semejante explosión.

—Pff, parece que el otro vagón tampoco está muy entero...—

Suspiró sentada con vistas al vagón 12 cuyo techo parecía abierto de par en par. Al menos sin tantas paredes la madera con ruedas tenía mejores vistas que otros vagones del tren.

Resumen:

El grito de Ely te sacó de tu ensoñación en plena batalla. Parecía que todo iba a volar por los aires tarde o temprano; tenías que abandonar el vagón. Viste cómo la oficial se encargaba de los últimos remanentes alrededor de la puerta y abría un camino para avanzar hacia el vagón 11. Entonces sucedió lo más extraño que habías presenciado en toda tu vida: por la puerta trasera del vagón apareció un trineo tirado por patos a gran velocidad, conducido por un ser de horrenda apariencia que llevaba montados encima un pez muy extraño, un gallo gigante y otro superpato.

"Pero ¿Qué locura es esta? Creo que he inhalado demasiado humo o el calor del desierto me ha frito los sesos", pensaste para tus adentros.

El caso es que pasó entre nosotros como una exhalación, dirigiéndose hacia el punto de huida en el vagón número 11 que había preparado nuestra capitana. En ese momento, al pasar junto a ti, te miró con ojos que parecían de pervertido. Qué fealdad, qué monstruosidad. Gracias a Dios, fue solo por un instante y, una vez que pasó, el camino quedó aún más despejado, si eso era posible.

"¡Rápido, Nia, estaré esperando al otro lado con la Capitana Elyria!", exclamaste.

Enfundaste tu arma y, siguiendo las órdenes de tu oficial, agarraste con fuerza el escudo, esperando poder usarlo para proteger a tus compañeros. Con un rápido movimiento, conseguiste dispersar a aquellos que aún tenían dudas sobre su lugar en el vagón. Utilizaste tu forma elemental para salir de allí lo más rápido que pudiste, dejando el escudo preparado para dar cobertura a tu escuadrón si fuera necesario. Te posicionaste al lado de tu oficial al mando, con el escudo en alto, listo para recoger a cualquiera que saliera despedido por la explosión.

Resumen:

Dejé de lado la actuación al cerrar la puerta a mis espaldas y ver que el pasillo estaba despejado, definitivamente había gente en la locomotora, pero estaban a lo suyo. Manteniéndome alerta revisé discretamente las puertas tres almacenes con agua, comida y otros pertrechos, y un baño. Nada explosivo o peligroso en la locomotora, como era lógico. Las otras puretas estaban cerradas a cal y canto, no necesitaba intentar forzarlas para darme cuenta, la cerradura y un par de leves toquecitos me indicaban que se necesitaba una llave para abrirlas. Hablando de llaves... Me llevé la mano al bolsillo esperando que lo que le robé a Malcom sirviera de algo, aunque mi decepción fue palpable cuando saqué un papelito doblado cuidadosamente, al abrirlo y ver el polvo blanco dentro entendí algunas de las reacciones que había tenido esos últimos días. Lo volví a doblar con extremo cuidado y me lo guardé. Llegué a la sala de la caldera, diez hombres se afanaban en alimentar el fuego de la locomotora, no sabía si había más calderas, pero era innegable que si algo de pasaba a esta el tren se ralentizaría. Si no supiera que se encontraban cerca los miembros más fuertes de la tripulación podía intentar algo, pero uno contra diez tampoco estaba muy a mi favor, no, tenía que ser paciente, hacer algo como eso ahora no me aportaba nada.

De pronto una voz a mis espaldas me sorprendió, por la muletilla característica no tenía ni que mirar para saber quien era. Goldy Marshal, un miembro del trío monstruoso. Quería tragar saliva, pero tenía que mantener la compostura y un semblante de tranquilidad, quizás demasiada tranquilidad. Sospechaba que tenía buenos sentidos, demasiado nerviosismo sería sospechoso, demasiada familiaridad se vería como falta de respeto, pero si controlaba mi respiración y ritmo cardíaco para llegar a una serenidad impropia de la situación podía llegar a conseguir un resultado diferente.

Un frenazo repentino del tren fue un regalo venido del cielo, justo lo que necesitaba. Perdí el equilibrio y caí al suelo, no me golpeé, pero me llevé la mano a la cabeza haciendo como que me costaba incorporarme. Debajo que la mano una nueva herida se estaba abriendo, más profunda, dejando expuesta una capa subcutánea arrugada y ensangrentada que podía pasar perfectamente por un trozo expuesto de cerebro, no era muy grande, a penas de un par de centímetros, pero quedaba a la vista. Aparté la mano para dejar a la vista la herida, mirándolo con uno de los ojos ensangrentados por una conmoción y el párpado medio cerrado.

- ¿Eh? Ah... si, he venido para... para... - Dije "tratando de recordar lo que había venido a hacer aquí" - ¿Alguien va a coger ese den den mushi? Lleva sonando un rato... - No quería enviar a Goldy al primer vagón de momento, que se acabase demasiado rápido el combate haría que las cosas volvieran a la normalidad, necesitaba que esa distracción se quedase ahí un poco más. - Malcom... tenía algo que ver con Malcom... él había... ¿Eso es un baño? Tengo sed. - Sin hacerle mucho caso comencé a caminar hacia el baño. Lo de la sed no era broma, tras usar tanta agua en sangre falsa comenzaba a estar algo deshidratado.

Esperaba que Goldy se tragase mi actuación de alguien en las últimas, con una herida en la cabeza, aunque no fuera muy grave era inevitable que una persona no tuviera los pensamientos claros. Muchas veces los síntomas comenzaban a presentarse poco después de recibir el golpe, creyendo la víctima que está en plenas condiciones, no sintiendo ni siquiera el dolor de su propia lesión. No era raro que se comportasen de manera errática y desorientada, casi como un zombie, con una tranquilidad que helaba la sangre, como si fueran muertos en vida. Lo importante era que no me viera como una amenaza, y más importante aún que pensase que tengo información que necesita, la locomotora era importante, y abandonar su puesto por una sospecha no sería sabio por su parte. Si se quedaba podía sacar algo de esto y si no... El sobrecito de Malcon me había dado una pequeña idea.

Resumen:

¿Que demonios estaba pasando? ¿ Esto era a caso una reunión de payasos? ¿ Quién era toda esta gente que acaba de aterrizar en aquel vagón? Una cosa estaba clarísima, no eran civiles. Vamos, no creo yo que alguien se lance a la carrera contra un tren gigante solo para decir " hola, estoy de paso". ¿Dónde nos habíamos metido?. Si bien iba repartiendo golpes con el puño y la espada por donde pasaba, siempre teniendo a la vista a Ely y a Ingrid ( a esta última como para no verla) antes de ver que la cosa se había complicado....un poco....algo...bueno...quizás algo difícil....vale, esto era un puñetero caos.

Como era obvio no pude mostrar mas que sorpresa al ver  un pato...un pez ¿ eso era u n gallo? Definitivamente había inhalado mucho humo, aunque espera....eso no va conmigo. Da igual, la sorpresa era la sorpresa.

-Pero que cojo.....-dije mirando a aquellos tipos antes de escuchar las órdenes de Ely y la voz de Ingrid. Había que salir de allí y como era obvio no me iba a quedar, aunque francamente, si aquello explotaba a mi es a la que menos debería preocuparme. Como era obvio no iba a salvar a nadie que no fuera mi compañero y jefa por supuesto. Así que no lo dudé, e hice lo mismo que mis dos compañeras previamente, golpear y ir haciendo hueco al pasillo previo que había creado la jefa, y aún así parecía que el tiempo se nos acababa.

Por suerte corrí, centrándome solo en los que se me cruzaban, hasta el punto de saltar al vagón de adelante, el 11, el cual para mi sorpresa no era más que una base y unas cuantas ruedas. ¿ Que había pasado?¿ Y porqué había una criatura ahi sentada...llena de sangre el suelo...dioses esto es para enmarcarlo como la locura del año. Así que una vez salté al vagón número 11, procuré lanzar una reguero de magma desde mis manos a la unión del vagón que iba a explotar, y en caso de que explotara igualmente, quitar lastre siempre era bien. Antes me garanticé que Seth moviera el culo también.

-¡Seth, aqui va a hacer calorcito así que lárgate también!

Tras todo esto suspiraría, miraría a mi superior y le diría.

-¿Seguimos avanzando? Esto es una locura, si esto es el tren del terror está cumpliendo las expectativas muy rápido.- aunque mis palabras cayeron en saco roto porque Elyria estaba volando.

Miré a Ingrid y Seth ( si este lograba subir también)

-Gracias por la cobertura también a ambos , no sé si los de ahí atrás se safarán, pero creo que ahora mismo debería preocuparnos lo que hay en este "vagón" si aún podemos llamarlo así.

Me quedé con los brazos en la cadera a la espera...de lo que pasaría en un futuro.

Resumen:

Los tíos aquellos no parecían muy amigables, aunque tampoco me hicieron nada por aquel momento. Tan solo uno me dirigió la palabra ante lo que había dicho, mientras el resto pude ver que me iban rodeando. Bien, todo acorde a lo que tenía en mente. El tipo que habló me dio algo de pena por las pintas que llevaba, estaba seguro que nadie le había dicho que no le quedaba bien, pero yo no era quien para meterme en sus gustos.

-Vaya, y yo que pensaba que tu me entenderías. Una persona no se suicida en mitad del desierto, no dejaría un mensaje, no dejaría lo que tiene que hacer un suicidio – hice una pausa y me centré en el vagón terminando se estar rodeado, guardé las manos en los bolsillos cogiendo entre los dedos las diez canicas –. Lo que tiene que tiene que hacer todo buen suicidio, ¡ser espectacular!

Al gritar lo último, saqué las manos de los bolsillos rápidamente levantándolas y lanzando todas las canicas de forma que se dispersasen a lo largo del vagón entero. Todo esto, fue seguido, cuando las canicas estaban a unos metros de mí, por una pequeña corriente eléctrica por las canicas que al entrar en contacto con estas produjeron diez explosiones en cadena sobre las cabezas de aquellos tipos.

Cuando terminaron las explosiones accedí a mi sombra y saqué un billete. Lo pequé en el suelo y dejé que actuase. El billete comenzó a reaccionar en el suelo y luego de unos segundos provocó otra explosión similar a las anteriores. Me acerqué al agujero que se había provocado en el suelo pero vi que debajo no había el sitio suficiente como para meterme. Debía de cambiar el plan.

Me acerqué a un par de tipos muertos y les quité la sombra, las comencé a deformar hasta hacerlas unas pequeñas esferas. Comencé a caminar hacia la parte delantera del vagón tiré una de las esferas generando una niebla negra que no dejaba ver nada en unos quince metros a su alrededor. No perdí el tiempo y saqué un pequeño disco. No había perdido el camino a pesar de la niebla, lancé un hilo al techo y me impulsé con este hacia este. Ahí arriba pequé el disco y lo activé, luego volví a retroceder unos metros.

El tipo del taparrabos debía ser su jefe dado que era el que más tranquilo se encontraba, así que hasta que estuviese libre de su morralla debía de entretenerlo un poco, por poco que fuese.

resumen:

Las cosas salieron razonablemente bien, pero no fueron a la perfección: El perro había saltado a su perdición, pero de alguna manera seguía corriendo junto al tren; el tipo del látigo estaba sin látigo, pero no desarmado y la culebrina había estado lejos de ser suficiente para detener al espadachín ciego, que cortó con diestra precisión la bala como si se tratase de una simple pelota de críquet, aunque por los efectos que causó en sus propios hombres estuve seguro de que no se trataba de munición defectuosa. Eso sí que habría sido incómodo; una verdadera falta de respeto de cara a un rival que pese a su discapacidad demostraba impresionantes habilidades.

- Parece una situación incómoda para todos -observé mientras el mendigo apretaba el gatillo de su arma y el ciego preparaba una técnica extraordinariamente hermosa, aunque tenía serias dudas de su utilidad más allá del tren. En cualquier caso estábamos en el tren, así que parecía una idea tan buena como cualquier otra.

Lo cierto era que estaba en un aprieto. Las balas estallaron rápidamente mientras cada corte venía a por mí. Mi mente corría a mil por hora tratando de encontrar un patrón entre el caos de cada ataque, buscando una salida. No lo encontré, echándome al suelo en una zambullida que podría haber resultado fatal de no ser por mis huesos de sombra, pero afortunadamente me encontré rodando sin control con una sonrisa que amenazaba con romperme las comisuras de los labios y las lágrimas asomando a mis ojos.

Cuando me levanté, tembloroso a causa del dolor, fui comprobando mentalmente los daños recibidos. Mi cuerpo envuelto en esa extraña armadura negra había resistido bastante bien los cortes, recibiendo apenas un par que apenas lograron perforar la primera capa de la chaqueta y uno un poco más preocupante a la altura del pecho que había dejado maltrecho el compresor, lógicamente rajando la tela de la camisa por el camino. No llevaba un repuesto en ese momento, y de llevarlo tampoco habría tenido tiempo de cambiarlo, por lo que mi única opción estaba en terminar cuanto antes el combate para remendarlo.

- O tienes un gran oído -interpelé al ciego. Las balas llegaban a por mí, pero una pequeña esfera de oscuridad orbitaba a mi alrededor y fue absorbiéndolas mientras un suelo de oscuridad se extendía a mis pies- o tú también posees el brillo. En cualquier caso, no importa. Ya he terminado contigo.

No fue ni un segundo lo que tardó en llegar. Como si una piscina se llenase de golpe, a mi espalda un gigantesco y amorfo bloque de oscuridad se conformó, inestable, tomando forma de esfera poco a poco mientras su propia gravedad trataba de compactarlo sobre sí mismo. Las paredes del vagón parecían querer agrietarse, pero los cuerpos no pudieron resistirse. Clavé los garfios en el suelo mientras la oscuridad avanzaba hasta envolver las paredes y techo. Poco a poco la esfera fue comenzando a rodar, atrayendo primero a los cadáveres y más tarde a los vivos que más o menos se resistían. La pólvora, los cañones, cada cosa que no estaba atornillada y algunas que estaban débilmente aseguradas se precipitaban hacia la pequeña singularidad, orbitando a su alrededor y saliendo despedidos por las ventanas, rompiendo la débil capa de negror que las envolvía. Dolía resistirse, pero por el momento podía aguantar. Sin embargo, la esfera no podía absorber nada más y empezó a hacerse más grande no con su propio material sino con las cosas que se le iban pegando.

Cerré el puño haciendo que todo se compactase en su interior. Sentí el pinchazo de cientos de personas apagándose de nuevo, pero si el ciego veía a través del brillo ese instante era clave. La oscuridad salió reptando silenciosa de entre los cadáveres, alguna llenando el suelo y las paredes, otra envolviéndome poco a poco mientras empezaba a correr sin hacer ningún ruido, pisando como un gato sobre el humo que apagaba mis pasos y desenvainando el sable cuando estaba muy cerca de él. Reaccionaría ágilmente, seguro que sí, y entonces las quince balas que mi oscuridad había absorbido saldrían disparadas contra su pecho mientras trataba de apuñalarlo sin piedad con el sable una, dos y hasta tres veces.

Resumen:

¿Era Seth o el ambiente empezaba a estar cargado? El calor se hacía bastante pegajoso, algo raro pues en el desierto suele ser más seco, pero con un simple vistazo y las palabras de la capitana, el gyojin lo entendió todo ¡El vagón estaba en llamas! Y tenía pinta de que se iba a poner peor. Tras la retirada del viejo los que quedaban empezaron a moverse aún más, uno de ello se acercó al recluta e intentó partirlo por la mitad con un sable a la carrera, este se apartó a un lado esquivando por pelos la espada, si no fuera por que su cara mostraba un susto horrendo habría parecido un profesional del combate. Aprovechó que el enemigo se detuvo y le agarró con su brazo izquierdo por su muñeca derecha, la alzó bruscamente para así abrir el acordeón que parecían sus costillas y con la mano derecha y mucha fuerza le arreó tremendo puñetazo que lo dejó a un lado del vagón tranquilo y con fatiga respiratoria, quizás le había perforado un pulmón con alguna costilla rota, ¡Pero estaba vivo! No lo había matado, cuatro más aparecen de la nada y empiezan a intentar acabar con la vida del rosado, pero este esquivaba y se defendía bloqueando los ataques con cualquier cosa que pillaba, hasta que de la nada, aparece Papa Noel en trineo y arrasa con los cuatro hombres, quienes acaban pisoteados por renos y por el carricoche del gordo que da regalos... Solo que no eran renos, si no patos, no era navidad ni había nieve es más, estaban en un desierto y que el gordito tan amado de la barba blanca era un gigante más feo que un pie y no venía a dar regalos si no, a repartir muerte... -¿Que coñ..?- No pudo pararse a pensar mucho que acababa de ver, la recluta Nia, hizo a Seth darse cuenta que se estaba quedando atrás -¡¡Esperadme!!- Gritó mientras se echaba a la carrera...

Sinceramente, el hombre pez que respira debajo del agua y se ilumina, no podía creerse la cantidad de monstruos que habían pasado por su lado, la giganta más eléctrica que una anguila, Nia que solo estar cerca de ella Seth olía a espeto, un gigante que domina los patos del desierto, su capitana que congela algo más que corazones... ¿¡Pero es que nada tiene lógica en este barcotren!?
Tras seguir el reguero de muerte de los presentes, pasó por al lado de Nia quien estaba echando ¿Lava? Al enganche del tren, claro ¿Y qué más? ¿Un pollo gigante con un pez al lomo? -¡Me cago en el arrecife de coral anaranjado! ¿¡Maxi!?- Gritó al observar algo azul sobre ¿¡UN GALLO!? Venga ya... ¿Quien se ha fumado este guion? Pero no podía entretenerse, estaba de servicio -¿Qué diablos está pasando?- Preguntó mirando a todos lados hasta que cayó en la cuenta -¡¡UN MONSTRUO!!- Dijo señalando a Berry...

De pronto un pequeño mareo se hace presente y necesita apoyarse contra la pared... ¿Donde coño está la pared? Se apoya en el tobillo de la giganta -Necesito agua...- Entre el sudor, el sol, la temperatura, sus compañeras, sus compañeras otra vez y sus compañeras compañerosas otra vez, estaba deshidratado...

Spoiler:

-Nos dirigíamos al vagón once. – Respondiste a Prometió. – Ya tenemos de los nuestros adentro haciendo limpieza. Debemos entrar e ir limpiando todo mientras avanzamos.  – Sonreíste pensando en la recompensa. – Si todo sale bien, esa máquina será nuestras. Si no… bueno… al menos la cazaría habrá sido divertida. – La andana de disparos era algo problemática.  Indicaste a los tuyos que esquivaran, lo cual no era un problema. Al parecer en el resto de vagones también habría tenido problemas. Luego Iulia te informa lo que ve en su catalejo. – Problemático… - Pensaste en un momento que sería algo problemático tener la presencia de marines. Suspiraste un poco y luego pensaste en aquello. – Bueno… que ocurra lo que tenga que ocurrir. ¡Siganme!

Todos juntos se abrieron paso dentro del caos. Lograron alcanzar el vagón. Sin pesarlo mucho, se abrieron paso hasta entrar en él.  Bueno… creo que habías sido optimista con ciertas cosas. Ya no queda un vagón como tal. Solo queda una tabla andando con ruedas. La pared lateral restante pendía de un hilo.  Muchos cuerpos destrozados. Suspiraste un poco. Sonriese mientras negabas con la cabeza. – No podías esperar por mi ¿Verdad cielo? – Le preguntaste a la Mink, quien se encontraba sentada en una esquina mientras te señalaba a lo que parecía ser su oponente bajo unos escombros. Asumiste que era un alto cargo enemigo. - ¡Seth! – El imponente elemental de arena se atiende a tu llamado.  Mirando fijamente hacia el oponente de Berry que ahora es el oponente de todos.

-¿Si? – Te pregunta este.

- Acabalo…

El homie no duda en avanzar y preparar un imponente golpe a este. El golpe venia justo desde arriba. Si lograba conectarle, este golpe claramente lo proyectaría contra el suelo. Luego Alpha chaquearía el dedo para darle paso al resto de sus nakamas a asistir contra este. – Bueno… - Luego de esto te distrajiste un poco e intentaste llegar hasta donde Berry, que se encontraba allí esperando por ti. Pero de pronto uno de los soldados que estaban en el suelo se levantó y se lanzó contra ti.

- ¡Muere! – Te grita este. Da un salto e intenta cortarte con su espada. Tu simplemente le interceptas en el aire usando el disparo de tu mano mecánica. Le sujetas del cuello y le atraes hacia ti.

-¡Callate! – Le das un fuerte cabezazo que le destroza la nariz  y le dejas K.O. Luego de eso lo arroja fuera del vagón con fuerza. – Finalmente estamos en una fiesta que no nos podemos perder ¡Zehahaahahaha! ¿Es momento de ponernos en marcha no lo creen?

-¿No crees que te lo estas tomando relajado? – Te pregunta Suzaku. – Ademas, de nada sirve que destrocen el vehiculo que nos queremos quedar.

- ¡No pasa nada! Tenemos un grandioso carpintero. Con que la maquina salga de este me basta y me sobra. ¿Verdad, Iulia? ¡Zehahahahaha!

Finalmente habías llegado. Warchief de los Kurokami no Kaizokudan:  Kurokami no Alpha.

Resumen:

Los oponentes eran más pesados que de costumbre, tras el ataque hacia el líder del vagón, sus secuaces no dudaron en atacar sin temor a la derrota, Hikari se defendía como podía pues eran demasiados para penar en enfrentarse a todos, simplemente esquivaba, detenía los ataques y salía del rango de ataque, pero de pronto el líder de estos empezó a lanzar espadazos a diestro y siniestro, por suerte Berry se ocupó de ello, por desgracia Hikari esquivó todos menos uno que le hizo un corte en el hombro izquierdo, superficial, pero ahí lo lleva.
Lo poco que conocía a Berry sabía que estaba bastante alocada y cuando decidía algo era imparable, por lo que tras la orden de "Salir de aquí" Hikari obedeció sin chistar aún que el hecho de ir a otro vagón idéntico a este pero sin la Mink zorra, no era de su agrado. Por suerte, le hizo caso pues no salió del vagón (Sin fijarse si el tritón le acompañaba) Que pudo escuchar tremendos ruidos que rivalizaban con unas explosiones en la lejanía. Para cuando entró justamente en el siguiente vagón el techo del anterior salió volando pero no se dio cuenta pues nada más cruzar la siguiente puerta una escena le dejó un tanto ida...

¿Sus ojos le engañaban o ese híbrido gigante de lagarto esmirriado rojizo y mariposa del desigual, rodeado de una bruma pestilente y ponzoñosa era su capitán? -¿Yor?- Preguntó algo en estado de Shock, pero en seguida se fijó que estaba de rodillas, le sangraba el culo... Eso no lo podía permitir -¿¡Capitán!?- Gritó enfurecida mientras avanzó por el vagón, por suerte para Judy, esta estaba apartada, por desgracia para los que estaban más cerca, Hikari empezó a cortar cabezas. Atacó a los cinco primeros soldados con su espada sin miramientos, cortes fuertes y profundos directos al pecho, para finalizar nuevamente con la única técnica que podía usar en ese momento (Y en todo el evento) Lanzó un haz de energía que la espada genuina asimiló y agrego el elemento hielo, a los oponentes que se amontonasen más cerca de Yor, para crearle así una cobertura -¡Arriba capitán, levanta la rodilla, no te inclines ante nadie! ¡¡Que pensará tu tripulación!!- Verdad es que en parte les había abandonado, pero cierto también es que para Hikari seguían siendo de los suyos

Su cabeza aún estaba en su sitio, pero ver a ese hombre... Bueno, ahora mismo no se si "hombre" sería lo correcto, vamos a decir... Al ver a su figura autoritaria de tripulación en ese estado, la ira empezaba a inundar la mente de la herrera y a nublar su juicio...

Spoiler:

No pudo hacer mucho antes de que Berry anunciara que iba a reventarlo todo; y vaya que iba a hacerlo. Lo poco que hasta ahora sabía de ella incluía lo mucho de lo que era capaz en circunstancias como esas, animada de la manera en la que lo estaba. Él estaba protegido detrás de una fila de asientos que todavía se mantenía en pie, por lo que el último ataque de Dick no llegó a alcanzarle de ninguna manera. Tampoco quedaba nadie a su alrededor. Antes del anuncio, cogió un rifle manual del suelo con el que pudo impactar en un par de piratas que intentaban aproximarse a donde se encontraba. Un poco más allá había un remo al que pensó que de seguro podría dar utilidad, aunque, después de la advertencia de la mink, no tuvo más remedio que revisar el vagón frenéticamente, sin detenerse en ningún lugar más de un segundo. ¿Su vida podía depender de ello? Si lo había dicho de aquella manera, no lo ponía en duda. Cuando Berry voló hacia arriba, Bartolo ya había lanzado el rifle apuntando directamente a la cabeza de Dick Dickinson y había decidido donde podría resguardarse. Para protegerse mejor, además, arrancó con una mano la fila de asientos detrás de la cual se venía resguardando. Luego se dirigió hacia uno de los aliviaderos que daban al suelo. Allí las plantas aparecían y desaparecían, y siempre había polvo. De vez en cuando escuchaba los gritos de la gente que caía del tren. Cuando Berry ya estaba en el punto álgido de su ascenso, al darse cuenta de que no iba a caber por el agujero, al menos lo suficiente para poderse cubrir y mantenerse bien agarrado, se vio obligado a hacerlo más grande, para lo que usó las dos manos, abriendo el metal en dos partes cuyos filos, a los lados del agujero, apuntaban hacia el techo. Sobre ellos colocó los asientos y se preparó para lo peor. La conocía, la había visto pelear, sabía de lo que era capaz.

Y al final resultó todo un acierto el protegerse de aquella manera. Para cuando retiró la fila de asientos de encima suyo, medio suspendido entre el suelo del vagón y el de Arabasta, pudo distinguir la figura de su capitán, que supuso recién había alcanzado el tren. Lanzó los asientos hacia la pared del vagón... Pero... vaya... No había pared, salieron volando. La pared del otro lado también salió volando en ese momento. Otras partes de los primeros vagones también volaban a su alrededor, creando una estela de escombros alrededor del monstruo anfibio. Tampoco había techo, qué sorpresa.

Miró sin querer directamente al sol; le cegó y se protegió de su luz con la mano, levantándose del suelo. Berry hablaba con su sombrero, lo cual tampoco era tan extraño, y más allá, Alpha acababa de machacar a uno de los piratas de Benny.

―¡Maldita sea, está loca!―dijo así en general, para desquitarse por el mal momento―. ¡Por todos los demonios del infierno! ¡¿En qué estabas pensando?! ―gritó a Berry. Luego se calmó un poco y suspiró un par de veces, al igual que antes había hecho ella. No lo hacía queriendo, la pobre era así―. Casi nos matas ―se sacudió el polvo de encima ―. Me alegro de verle capitán ―alzó la mano y sonrió brevemente. Después entornó los ojos y observó a su alrededor.

«¿Dónde se ha metido el tipo de la espada plátano? ¿Quedará algo de él?»

RESUMEN:

Más y más y más empezaron a aparecer, pero no solo eso, el líder enemigo parecía estar dispuesto a montar una buena escena, algo que no se podía permitir, una buena cantidad de balas iban dirigidas al cuerpo de Matt, el cual si cambiaba de forma podría proteger peor que en la actual... Sí, me has oído, peor pues en esa forma orgánica podía realizar una de las mejores técnicas de protección que el gobierno enseña a sus soldados. Endureció su cuerpo más de lo que estaba con la famosa pero secreta técnica "Tekkai" con la que bloqueó los proyectiles que no pudo defender simplemente poniendo la espada por delante como la anterior vez, claramente se quedó en el sitio pues no era como Rokuro, aún no podía moverse libremente, pero entre la barrera con la espada y el "Tekkai" evitó todo daño. -¡Cambio!- Gritó con su voz metálica con eco de hojalata, no era una orden, era una petición pero tampoco esperó que fuera confirmada, en su programación vio más factible que se ocupara de todos los futuros carne picada que estaban entrando al vagón y que su compañero bueno, superior Rokuro centrara toda su potencia de fuego (Nunca mejor dicho) En el cabecilla

El híbrido se puso sobre el suelo, ya deshaciendo la técnica de defensa para poder moverse y apuntando hacia la puerta, por donde estaban entrando todos, clavó tres de sus patas arácnidas para con la cuarta lanzar un nuevo ataque. de una "patada" ya me entendéis, lanzó una haz de energía directo a los enemigos para partir por la mitad a los que estaban entrando e intentar disuadir a los que quisieran entrar. Después de eso arremetió contra los que ya habían entrado pero en dirección a la puerta. Ver una criatura asesina manchada de sangre cuando quieres atacar tú, quizás desmotive a los npj de relleno estos y así eviten ser invadidos por todos... Por lo que lanza seis ataques que acaban con siete vidas más...
Sorprendentemente por una de las ventanas empiezan a entrar balas que acaban con unos próximos a Matt, entendió que si los disparos no iban dirigidos a él, sería el otro agente del gobierno que estaba con ellos, por lo que siguió a lo suyo...

En su forma híbrida tenía más capacidad de acabar con gente sin nivel alguno, pero claramente no era nada útil contra un ejército y un líder, pero para eso tenía él su propio líder, para sopesar dichas estrategias, si Rokuro estaba de acuerdo solo tenía que acabar con su objetivo, si no, simplemente con una orden el cyborg cambiaría de objetivio

Spoiler:

Todo se había vuelto extremadamente lento y embotado. El cañón estaba ahí e iba a morir, no había lugar a dudas de ello. Sin embargo, cuando ese instante de shock pasó y el dolor comenzó a hacerse presente en mi cuerpo, me sentí afortunado. La boca estaba sangrándome por el diente que había perdido, la voz de Judy resonaba a la lejanía como si fuera un eco y mi mente estaba funcionando a mil. Quizá esta pelea era demasiado, nunca jamás se me había pasado por la cabeza algo así, pero por primera vez en mucho tiempo estaba de rodillas sin saber qué hacer a continuación. La gente estaba a punto de dispararme y no estaba seguro de tener ganas de seguir peleando.

En ese momento, una única voz se alzó sobre las demás, haciendo que me fijara en ella. Giré la cabeza para ver a Hikari, cosa que me sorprendió bastante. No sabía dónde se había metido en este tiempo, pero confiaba en que tarde o temprano volvería a mi barco; sin embargo, de ahí a que ocurriera de verdad había un mundo de diferencia. Abrí los ojos cuando sus palabras alcanzaron mi corazón, la herrera nunca me había hablado de esa manera, en ninguna ocasión. Tenía toda la razón del mundo. Había salido al mar para luchar por mi destino, no podía acobardarme por esto, era capitán y debía dar ejemplo. Solté un grito y me levanté con fuerza. Sin dudarlo un segundo, convoqué la magia de fuego para que prendiera fuego a mis enemigos, se había acabado andarse con rodeos.

Una gran ráfaga de viento recorrió todo el vagón, pasando por los matones que estaban empezando a causarme problemas, estaba harto de recibir balas. Al segundo se incendiaron, los que habían sido suficientemente avispados para esquivarlo, poco tardaron en caer presa de las llamas por sus compañeros que corrían como pollos sin cabeza en busca de algún tipo de ayuda. Por supuesto, tuve cuidado de que el fuego no se acercase ni a Judy ni a Hikari, usando el control mágico de la fruta del diablo. Por suerte, pude concentrarme también para mantener el veneno a mi alrededor, me iba a ser de ayuda en la pelea contra el oficial.

-Gracias, Hikari. Me había perdido durante unos segundos, tu voz me ha ayudado a encontrar el camino. Y no, Judy, yo de aquí no me voy hasta terminar el trabajo.

Tenía que tener mucho cuidado con el hombre del peto azul, ya había demostrado ser un contrincante de lo más temible, incluso cuando su aspecto no parecía indicarlo. Incluso si alguno de los matones había sobrevivido al ataque, confiaría en que mis amigas se encargasen de ellos, me tocaba pelear. Lancé una ráfaga de golpes imbuidos en haki de armadura, no podía temer al enemigo que tenía delante de mí o de lo contrario no ganaría la pelea jamás. De mi boca escupí una llamarada para ayudarme en la ofensiva, lo estaba dando todo.

Resumen:

«¿Dónde está? —se preguntó buscando al forajido con la mirada—¿Dónde?»

Al fondo de la estancia, allí dónde hacía unos instantes el líder del vagón había estado de pie, disparando, se encontraban las enredaderas que había crecer Rokuro junto a la telaraña de su compañero. Evitó pensar en cómo secretaba aquella espesa y viscosa sustancia y continuó en busca de su objetivo, sin éxito. O no.

De pronto, y sin esperarlo, una amenaza inminente le alertó. Durante un momento volvió a su infancia, y recordó cómo los ninjas con más experiencia desaparecían de repente para aparecer por su espalda. Recordó cómo sus hermanos eran los primeros en hacerlo, en reírse y burlarse de él. En humillarle. No era un recuerdo agradable, y menos cuando la persona que te lo hizo recordar atentaba con un balazo a quemarropa. Rápidamente su instinto de conservación le hizo aplicar haki de armadura en la zona baja de su espalda, allí dónde impacto el disparo que resonó en su cabeza. Pudo evitar que la bala le atravesara la piel, pero le dolió cómo si le hubieran golpeado un codazo en la zona, a pesar del uso del Tekkai Kempo.

No obstante, aquel disparo no había sido el único, pues el pistolero no tuvo reparos en emitir una nueva ráfaga de balas al bajar del dragón. «Le había subestimado —decidió el ninja—, pero no volverá a suceder». Haciendo uso del haki de observación, se agachó ante la primer bala, dio un salto hacia el cuello del bicefálico dragón esquivando la segunda y la tercer, se movio con cierta elegancia dejando pasar los siguientes tiros muy cerca de él y extrajo a Susurro de Oscuridad de su espalda a la vez que la hacía descender para cortar por la mitad la última bala.

Debajo suyo, la contienda no había terminado. Ni mucho menos. Los caballeros de tinta y el dragón habían dado guerra, pero una serie de refuerzos aparecieron desde la puerta que procedía de la parte delantera del tren. Empezaron a armar un jaleo incomprensible, pero Rokuro dejó a sus creaciones en modo automático y les dio la misma orden mental: acabar con todos. Los caballeros siguieron realizando toda clase de tajos mientras el Gran Caballero de tres metros trazaba grandes arcos con su escudo tumbando a los soldados.

Dejó al dragón repetir la misma operación destructiva de antes, lanzando una nube de gas que cubriese a los enemigos para hacerla estallar con las chispas de la otra cabeza. Sin perder de vista a su objetivo y enfocando el haki de observación en él, tensó los músculos de las piernas para impulsarse con toda su fuerza a la par que usaba el Soru moviéndose a una velocidad aún más sobrehumana si era posible. «Yo también puedo desaparecer» pensó, no sin percatarse del resquemor que le había causado el adversario. Apareció a un costado del enmascarado, casi detrás suyo, buscando pillarlo por sorpresa, y activó la habilidad secreta de Susurro de Oscuridad. Creó una cúpula negra que impedía la visión de cualquiera que estuviera en su interior, salvo la del portador y, comenzando a cubrir su arma y extremidades de haki de armadura, trazó una serie de veloces cortes. Dirigió sus primeros ataques a su mano diestra, la que portaba el revólver, pero tanto si conseguía desarmarlo como si no, un total de seis tajos fueron directos a las zonas blandas del pirata, priorizando su cuello y el abdomen. Acabó agachándose para realizar un barrido con la pierna y, antes de acabar el movimiento, la levantó para ejecutar una patada ascendente que terminó con un Rankyaku.

Sí, aquel falso ninja le había tocado la moral.

Resumen:

Parece que el plan ha funcionado a la perfección. El tipo horripilante y su banda de patosos amigos avanza raudo y veloz, el extraño trineo de arena entra por la puerta y... Obviamente la altura de la puerta es limitada, así que me golpeo contra la pared del vagón cayéndome de golpe contra el suelo. Afortunadamente me levanto al momento y puedo entrar detrás de esta gente para ver un espectáculo dantesco: Cadáveres por todas partes, un vejete al que le han llovido puñaladas, esa chica que quedó segunda en el concurso de bikinis hace un tiempo y un fuego que se extiende por todas partes irremediablemente. Y esos barriles... Esos barriles no me está gustando nada lo que parece que tienen, y de hecho a juzgar por cómo sale huyendo todo el mundo parece que tienen lo que tienen. Bueno, está bien. Puedo trabajar con esto.

Me aclaro la voz por un momento, lo que debe sonar como un cacareo ridículo, y entonces lanzo un canto tremendamente potente que apaga el fuego inmediatamente. Al menos las partes más preocupantes, porque no parece que este se vaya a extender mucho más ahora y lo que falta parece muy fácil ir quitándolo a base de pisotones y aleteos. No obstante fácil y rápido no significa lo mismo, y para cuando me doy cuenta el tren parece haber perdido mucha velocidad. Me asomo entre los cadáveres y confirmo: Nos hemos parado. Es una putada, porque si no llego hasta la locomotora difícilmente voy a enterarme de qué pasa, pero ni siquiera Monty pudo con toda su rapidez acercarse al tren hasta que este redujo su velocidad. Me pongo a pensar, pero muy pronto algo me interrumpe.

- ¡Cuack!

Intento decir "Monty, has vuelto" con cierta emoción, pero solo sale un cacareo afable. Aun así Monty se sonroja un poquito. Yo por mi parte regreso a mi forma humana; no necesito ser un animal por ahora, aunque podría venirnos bien llegado el momento. Me asomo por la ventanilla y veo un sinfín de súper patos aún corriendo mientras el propio Monty hace la versión en graznido de lo que debe ser leer mis derechos porque, lógicamente, estoy arrestado. O eso creo, porque no hablo patoso. O como se llame.

- Está bien, Monty. Tengo un plan, pero tienes que convencer a algunos de tus amigos para que esto funcione.

A Monty no le ha gustado. No le gusta. Sigue sin gustarle, pero antes de que nos demos cuenta estamos en marcha de nuevo: En cada gigantesca rueda de paletas hay cuatro súper patos corriendo como si subiesen escaleras en una perpetua máquina de step. En el frontal hay cinco patos más, incluido Monty, que tiran del vagón por la parte delantera para no solo aportar tracción sino poder también maniobrar de alguna forma, y mientras tanto yo voy tirando cadáveres para soltar algo de lastre.

- ¡Sigue a ese tren, Monty! -le grito para dar ánimos-. ¡Y si puedes adelántalo!

Me fijo sin embargo en que el viejo sigue leyendo un libro mientras yo me deslomo. Con cierta precaución, armado con una pierna desmembrada que ya tiraré, me acerco un poco a él.

- ¿Me ayuda, señor? -pregunto-. Si aligeramos lo suficiente quizá les demos alcance.

Espero que me eche una mano, pero por si acaso yo sigo tirando cuerpos. Luego me tendré que ocupar de ese rajazo tan poco aerodinámico en el techo, pero parte por parte.

Resumen:

Elaina parpadeó dos veces. ¿Que demonios? ¿En serio había funcionado? Por un momento se había asustado. Cuándo a Benito del sótano le empezaron a salir amantes de debajo de las piedras. Parecía ser que era un pilluelo. Un guarro, como dicen los jóvenes de hoy en día. Espera, ¡que ella también era joven y radiante! ¿Y lo de los piratas de hojalata? Debía ser su día de suerte, porque se lo había inventado en un momento. Solo esperaba que no estuviesen casualmente en el vagón cinco, o tendría que despertarse de su sueño.

En cualquier caso, ella esperó pacientemente a que se vaciara el vagón, mientras acariciaba la cabeza de su superpato. Aún no se había bajado, pero era cómodo. Y lo más importante, rápido. Necesitaba esa velocidad si se daba la necesidad de salir por patos. Digo, patas. Y en los últimos minutos había escuchado unas cuántas explosiones, así que las probabilidades eran, cuánto menos, altas.

El único que seguía ahí como si nada fue el susodicho señor peliblanco. O era muy valiente, o muy idiota. O las dos cosas, quién sabe. También era posible que su inacción se debiese a que era un simple títere, manejado por una mente maestra en un mundo lejano con un paso del tiempo mucho distorsionado. Y que su maestro se había ido a fumar tremendo porrazo. Pero claro, eso tal vez era pasarse, ¿no? El vagón cuatro aún tenía las cuatro paredes. Y el techo. No sabía sobre el resto.

Pero rápidamente, y cuándo se quedó vacío, corrió a cerrar la puerta. Con pestillo, que casualmente solo cerraba por dentro. Gran idea del arquitecto. O carpintero, o herrero. Ni idea de quién había hecho esto, probablemente todos. Igualmente, y para asegurarse, atascó la puerta con unos palos de acero, y la bloqueó con un montón de cajas. Quería montar un vagón médico, y igual por ese lado le iban a joder cuándo se descubriese su mentira. Ya haría algo sobre ello. Ahora tenía que hacer lo que se le daba bien. Curar. Probablemente por un deseo estúpido de sentirse util, y pensar que estaba haciendo algo. Dudaba que nadie se fiara de ella en este caos. Pero ayudaría a quién lo necesitase.

“¡Tú, el peliblanco!” Le gritó a Prometeo en un tono con cierto toque de autoridad. “¡Deja de hacer el vago y mueve el culo, vamos a hacer de este vagón la mejor sala médica que hayan visto estos piratuchos de pacotilla en su vida! Y me da igual que no seas médico, tienes músculos, así que ayúdame a mover cosas. ¡Y bloquea mejor la puerta, los hermenegildos son un peligro!”

Y rápidamente comenzó a mover cajas, creando sillas, mesas y camas improvisadas con cartón, madera y telas que iba encontrando por ahí. Y limpió todo muy bien con escoba y fregona. Marca española, como todas las cosas con palo. Vivan los palos. Y qué ganas de chupa chups. Luego fue dejando y preparando el material médico que había traído en la bolsa. Tenía que estar todo perfecto antes de la gran apertura.

resumen:

Ahora tenía la completa seguridad de que tenía su atención. Tras desmontar las ruedas del vagón 7 el tren entero se vio afectado, reduciendo su velocidad durante unos momentos, pero los tripulantes no se quedarían tranquilos. Los disparos se iban sucediendo tras mi vehículo mientras los artilleros trataban de localizar mi posición entre el humo, pero con ese volumen de fuego la cuestión no era cuando me acertarían, sino cuando. Una bala de cañón atravesó la popa, pasando limpiamente por el metal y explotando fuera, abriendo dos agujeros más en el casco. Por un momento pensé que la salva había pasado, pero algo golpeó el Kataphraktos en el frontal desde un lado.

El sumergible anfibio se deslizó por la arena, tratando de recuperarse del golpe. Los marcos metálicos de la cabina estaban doblados y los cristales de una de las partes habían reventado por el golpe, frente a mi vehículo un enorme y extraño toro azul se mostraba desafiante. No creía que hubiera salido ileso del impacto, pero para golpear con tal fuerza este vehículo y seguir en pie denotaba que no se trataba de un animal ordinario. Miré al tren que parecía estar recuperando velocidad y al animal que me había embestido, tenía que tomar una decisión y no podía ignorarlo. En una situación normal ese animal no sería un problema, pero el tiempo que tendría que emplear en neutralizarlo era un lujo que no tenía. Suspiré mientras me recordaba que no quería gastar esto tan pronto, pero eran situaciones como esta las que necesitaban de estas medidas.

Me desabroché el cinturón y solté los mandos del vehículo, llevando una atrás del asiento y otra a una de las cartucheras. Saqué mi escopeta mientras cargaba la munición sin dejar de mirar a los ojos a aquella bestia y dejaba fijada primera marcha. Me levanté y de una patada saqué el poco cristal que quedaba en el maltrecho marco, apuntando desafiante con mi arma a un toro que no parecía querer apartarse mientras mi vehículo comenzaba a avanzar. Esperé pacientemente, tenía que hacer que el disparo fuera lo más efectivo posible. Cuando el momento fue el oportuno apreté el gatillo, un torrente de fósforo en llamas salió disparado en dirección al toro, seguido de otro y otro más hasta vaciar el cargador, buscando generar el suficiente fuego como para prender al toro y que yo fuera la última de sus preocupaciones. Fuera cual fuera el resultado del ataque, retomaría los controles y lo esquivaría para seguir con la persecución del tren, no sin antes abrir las comunicaciones una vez más, había reparado en una cosa.

- Aquí el agente RAL, tengo un plan para frenar el avance del tren, pero necesito que no soltéis los vagones, necesitamos la mayor masa posible. - Comencé comunicar por el canal del CP. - Las únicas emisiones que se aprecian provienen de la locomotora, lo que significa que, seguramente, los vagones carezcan de propulsión propia. De todas formas eso no significa que la locomotora los arrastre, es un tren anfibio y las ruedas están propulsando los vagones, en vez de frenarlo con las palas. Es decir, la locomotora tiene un medio de transmitir su potencia al resto de los vagones a parte del mero arrastre, en algún punto del centro inferior del tren debe de haber un eje de transmisión. Este debe de ser más grueso según nos acercamos a la locomotora para soportar la fuerza extra. Si nos basamos en esa suposición... si seccionamos la transmisión en algún punto todos los vagones posteriores quedarán sin fuerza y las ruedas pasarán a hacer de lastre. Intentaré acercarme al vagón número 5 para seccionarla en este. Agentes Kurokage y MATT, tratad de despejar el coche par entonces, si no es posible cubridme mientras lo hago. Agente Omega, puedo pasar al lado de tu posición a recogerte si lo deseas.

Resumen:

Vagón once huh, parecía que nos estaban esperando ahí. Bueno si es que aún se le podía llamar vagón, las cuatro paredes que rodeaban al carrito estaban completamente destrozadas y los pocos artilleros que quedaban huían a los vagones contiguos. No veía mucho sentido en subirme a un vagón ya destrozado, pero decidí hacerle caso a Alpha ya que prefería no aventurarme solo si había encontrado apoyo.

El pequeño subió primero junto a sus criaturas vivientes y nada más llegar comenzó a reventar el suelo a hostias. Quizás estaba de humor para romper cosas a lo desgraciado. Decidí entonces seguir los pasos del chico y di un salto digno de un gimnasta olímpico y aterrizar con suma gracia sobre mis dos pies, los pocos tripulantes que aún quedaban corrían despavoridos. En la cubierta estaban Alpha y su nuevo homie machacando el suelo, un gyojin que parecía amigable y... ¿Berry? Lucía algo diferente, pero sin dudas era ella, ¿sería acaso el poder de una fruta? De pronto, una sensación fúnebre recorrió mi cuerpo, tenía un mal augurio sobre el siguiente vagón, llámenlo intuición o ansiedad, pero algo no se sentía bien.

-¡Iré a dar un vistazo al otro vagón, no tarden mucho! -les dije sonriendo mientras corría al vagón número diez.

Entré por la puerta que estaba previamente abierta y supe que no me había equivocado, decenas de tripulantes corrían de un lado a otro prendidos en llamas. Giré la cabeza y me llevé una enorme sorpresa... ¡un hombre reptil que manipulaba fuego! Vaya, ¿cuáles eran las probabilidades en conocer a otro mitad reptil que utilizara fuego? Aunque su control sobre este elemento parecía un poco más sofisticado. Después captó mi mirada una conocida y elegante postura en el uso de la espada. Hikari, la chica samurai, estaba peleando contra los cabrones de ese vagón. No lo pensé un segundo cuando ya había sacado mis espadas.

Flare -susurré casi imperceptiblemente

Mis espadas se prendieron en llamas captando la atención de los demás. Entre el caos producido por las llamas de algunos tripulantes comencé a lanzar ágilmente cortes que impactaban de manera certera en el tronco de los tripulantes y si mi esgrima no los fulminaban, las flamas que nacían de sus cortes los terminaban por derrotar. Gracias al caos previo y mi habilidad con la espada, pude dejar al menos otra decena de cadáveres a través de una verdadera danza entre las llamas, aquel vagón se había transformado en un gran espectáculo de luces.

-¡Hikari! -grité agitando mi espada de lado a lado y mostrando una sonrisa- ¡Charlotte Prometio ha entrado a la obra!

El hombre reptil parecía estar peleando contra los tripulantes de aquel monstruo de acero, no veía mal echarnos una mano; al final del día éramos un par de reptiles ardientes.  

-¡Eh hombre réptil! -grité de forma irónica esperando que notara mi transformación de dinosaurio- ¿te echo una mano? Creo que es cosa de la naturaleza -sonreí.

Resumen: